Patagonia
Javier Valdez: La Conquista del Desierto solo fue una guerra infame Entrevista de Leonardo Iglesias Contín (Buenos Aires/Especial para EES).
Hasta la publicación de Una Guerra Infame, a mediados de 2015, el tridente de la historia oficial había funcionado a la perfección. Los lugares comunes enumeraban las campañas militares, el sometimiento indígena y el reparto del botín -500.000 km cuadrados- entre las familias patricias, como los pilares más importantes de la Conquista del Desierto.
En definitiva, todo giraba siempre alrededor de Julio Argentino Roca y la campaña que él encabezo, denostándolo o resaltando su figura y sus acciones. Creímos (junto con el periodista Andrés Bonatti) que era necesario encarar el tema desde otra perspectiva, explica el historiador Javier Valdez.
Entonces, y luego de publicar en 2010, Historias Desconocidas de la Argentina Indígena, decidieron era necesario trabajar en este tema. Desmenuzarlo. Trazar nuevas líneas de investigación. Y pusieron las cuatros manos a la obra. El resultado es un abordaje integral de ese controversial proceso histórico que atravesó a la Argentina en el siglo XIX, pero por sobre todas las cosas es un fresco, claro y preciso, de la inescrupulosa planificación del genocidio de los pueblos originarios. Porque la conformación del estado nacional no se cimentó sobre un desierto. Si no sobre la sangre de quienes lo habitaban. Y esta, es su historia.
Al plantear la verdadera historia de la Conquista del Desierto ustedes están tomando subrepticiamente- posición sobre lo acontecido o simplemente decidieron contar de manera más integral la historia no contada?
Las dos cosas. Por un lado. Planteamos la necesidad de que el proceso que se conoce como Campaña del Desierto sea narrado teniendo en cuenta a los protagonistas que siempre aparecen solapados, corridos de la historia o directamente no aparecen. La invisibilización de nuestros pueblos originarios continúa hasta nuestros días. Por otro lado, la propuesta fue poder visualizar las múltiples aristas que revisten el proceso; esto es, no sólo la guerra, los aspectos militares y la política, sino poder indagar aspectos que tienen que ver con las ideas, la cultura, lo económico, lo social; y sobre todo poder mostrar claramente la conexión que existe entre la Campaña del Desierto y las problemáticas actuales de los pueblos originarios. Después de todo, esta es una de las tareas de la historia.
La historia habla de expediciones la desierto como si fueran paseos de aventuras, cuando en realidad fueron planes sistemáticos para allanar el terreno bélico, no?
Nuestra historiografía tradicional-liberal no sobresalió por el cuidado en el uso de categorías; el revisionismo tampoco. En la actualidad dentro de los especialistas, ya sean antropólogos o historiadores, estamos de acuerdo en que el Estado argentino se erigió sobre una política genocida y etnocida en relación a los pueblos originarios que habitaban nuestro actual territorio. Cientistas de diversas disciplinas y universidades de diferentes lugares están aportando trabajos científicos que abalan el uso de tales categorías, más allá que existe dentro del periodismo y dentro de una historiografía menos académica posiciones poco serias y sin sustento metodológico que lo niegan. Para el caso de los pueblos originarios que habitaban y habitan los actuales territorios de Pampa, Patagonia y el Gran Chaco, se cometió genocidio y etnocidio, pero aceptar esto, para los sectores de poder económico y político de nuestro país, equivaldría a tener que rever todo un universo de aspectos jurídicos, culturales y territoriales que afectaría directamente los intereses de ellos mismos.
Si no fue Roca el principal artífice de la conquista del desierto porque la historia -y los historiadores- lo ubicaron siempre en ese lugar?
Como planteamos en el libro, el proceso por el cual el Estado se fue extendiendo hacia los territorios ocupados por pueblos indígenas libres, fue un proceso amplio y complejo, del cual Julio A. Roca es un eslabón más. Hay múltiples razones por lo cual Roca se presenta como el gran héroe. Tanto la historia liberal como el revisionismo acentuaron su papel, unos para realzar su acción, otros para criticarla. El personaje representó los ideales positivistas de orden y progreso. Junto a él jugaron un papel fundamental, Martín Rodríguez, Juan Manuel de Rosas y el mismo Adolfo Alsina, todos ellos a su modo fueron ejecutores. Sostenemos que la campaña de Roca fue la que tuvo el más amplio consenso en la época, personalizó las ideas de la clase dominante.
En Patagonia tenemos un claro ejemplo de convivencia entre dos culturas diametralmente opuestas: tehuelches y galeses. Es decir había otra opción al exterminio. Por qué creés que optaron por el genocidio y no por la integración?
Prefiero no hablar de exterminio ya que esto nos llevaría a negar la existencia de los pueblos originarios en la actualidad, sí de una política genocida que fue pensada y llevada a la práctica de una manera metódica y cruel. La historia de la relaciones entre los pueblos es una historia del poder, y está más que claro que los nacientes estados que se fueron forjando en el extremo sur del continente, Chile y Argentina, no tuvieron dentro de sus planes de organización incluir a los sectores diferentes; que además de ser diferentes, fueron catalogados como una obstáculo al progreso y una muestra palpable del atraso. Partiendo de estos preceptos, era muy difícil que la sociedad rioplatense de fines del siglo XIX, que estaba mirando hacia Europa, promueva una política integracionista o asimilacionista.
Ustedes sitúan o identifican- a la generación del 37 como uno de los artífices del armado de las campañas. Las palabras de Alberdi y Sarmiento son claras al respecto. Cuáles serían las etapas más cruentas y trascendentales de la Campaña?
Desde el punto de vista ideológico fueron los postulados de Sarmiento o Alberdi los que se irán poniendo en marcha en la construcción de la Argentina moderna; son ellos unos de los primeros que van a pensar al territorio, su población y proyectar un determinado modelo de país. La Generación del ´80, a la cual Roca perteneció, se hizo eco de aquellas premisas e ideas. En relación a lo trascendental de la campaña, paradójicamente fue después de 1880, cuando miles y miles de hombres y mujeres pertenecientes a diferentes grupos étnicos libres comienzan un verdadero calvario. Se los mata, se los persigue, se los encierra, se los separa
escapan, deambulan, son fruto de los atropellos más inhumanos. El Estado se apropia de esos cuerpos y bajo su tutela son cometidos vejámenes aberrantes: se los concentra en verdaderos campos, se los reparten como bienes materiales, se los relocalizan no siguiendo ningún patrón. Sin derechos, sin sus líderes y sin su tierra, le fueron sacando lo más importante, sus creencias, la palabra y su dignidad.
El botín de guerra repartido entre la elite política y económica nacional que no sólo aconteció en la Conquista del desierto si no que había empezado mucho antes- , no?
Sarmiento vaticinaba en la primera mitad del siglo XIX, que unos de los grandes males de nuestra nación era la extensión del territorio y su población autóctona. La historia de la lucha contra el indio, en realidad, es la historia de la expropiación territorial a los pueblos indígenas libres, por parte de un Estado que va a quedar conformado definitivamente a fines del siglo XIX. A medida que la Nación se extendía geográficamente, los indígenas perdían sus territorios y población. En forma inversa, paralelamente, se iba conformando una clase terrateniente agrícola y ganadera poderosa, que justamente su poder económico y político radicaba en la enajenación y posesión de la tierra. No es por casualidad que uno de los principales reclamos de nuestros pueblos originarios en la actualidad se la tierra.
Qué balance hacen después de la investigación del libro? El estado argentino pudo haber evitado se exterminio?
Como historiador te diría que la política genocida para con los pueblos originarios es real, ya no hay intersticios donde ocultarla. Nosotros trabajamos sobre la base de lo que pasó, y no sobre de lo que se podría haber hecho o evitado; porque simplemente no pasó. Existen otras experiencias en relación a políticas llevadas adelante con los pueblos originarios en otras partes del mundo y sí, son mucho más humanas. Los pueblos indígenas en Argentina existen, no fueron exterminados; si fueron invisibilizados. Lo que sostengo es que es momento para que se empiece a saber de esa política genocida y de invisibilidad, no con ánimo revanchista, si con ánimo reparatorio. Todos los derechos logrados en Argentina para los pueblos originarios, parten de su propia lucha y su propia demanda; ninguna política ni ningún gobierno se pueden arrogar esta lucha. Todavía existe un gran desconocimiento sobre los pueblos originarios en nuestro país y del proceso por el cual fueron quedando marginados de la historia; pero estoy convencido que esto se está empezando a revertir y son los mismos pueblos indígenas los que están siendo los protagonistas de este cambio. Creo, personalmente, que este libro toma esta impronta y es un aporte pequeño para fomentar esta nueva mirada hacia lo indígena.
Entrevista de Leonardo Iglesias Contín (Buenos Aires/Especial para EES).
Hasta la publicación de Una Guerra Infame, a mediados de 2015, el tridente de la historia oficial había funcionado a la perfección. Los lugares comunes enumeraban las campañas militares, el sometimiento indígena y el reparto del botín -500.000 km cuadrados- entre las familias patricias, como los pilares más importantes de la Conquista del Desierto.
En definitiva, todo giraba siempre alrededor de Julio Argentino Roca y la campaña que él encabezo, denostándolo o resaltando su figura y sus acciones. Creímos (junto con el periodista Andrés Bonatti) que era necesario encarar el tema desde otra perspectiva, explica el historiador Javier Valdez.
Entonces, y luego de publicar en 2010, Historias Desconocidas de la Argentina Indígena, decidieron era necesario trabajar en este tema. Desmenuzarlo. Trazar nuevas líneas de investigación. Y pusieron las cuatros manos a la obra. El resultado es un abordaje integral de ese controversial proceso histórico que atravesó a la Argentina en el siglo XIX, pero por sobre todas las cosas es un fresco, claro y preciso, de la inescrupulosa planificación del genocidio de los pueblos originarios. Porque la conformación del estado nacional no se cimentó sobre un desierto. Si no sobre la sangre de quienes lo habitaban. Y esta, es su historia.
Al plantear la verdadera historia de la Conquista del Desierto ustedes están tomando subrepticiamente- posición sobre lo acontecido o simplemente decidieron contar de manera más integral la historia no contada?
Las dos cosas. Por un lado. Planteamos la necesidad de que el proceso que se conoce como Campaña del Desierto sea narrado teniendo en cuenta a los protagonistas que siempre aparecen solapados, corridos de la historia o directamente no aparecen. La invisibilización de nuestros pueblos originarios continúa hasta nuestros días. Por otro lado, la propuesta fue poder visualizar las múltiples aristas que revisten el proceso; esto es, no sólo la guerra, los aspectos militares y la política, sino poder indagar aspectos que tienen que ver con las ideas, la cultura, lo económico, lo social; y sobre todo poder mostrar claramente la conexión que existe entre la Campaña del Desierto y las problemáticas actuales de los pueblos originarios. Después de todo, esta es una de las tareas de la historia.
La historia habla de expediciones la desierto como si fueran paseos de aventuras, cuando en realidad fueron planes sistemáticos para allanar el terreno bélico, no?
Nuestra historiografía tradicional-liberal no sobresalió por el cuidado en el uso de categorías; el revisionismo tampoco. En la actualidad dentro de los especialistas, ya sean antropólogos o historiadores, estamos de acuerdo en que el Estado argentino se erigió sobre una política genocida y etnocida en relación a los pueblos originarios que habitaban nuestro actual territorio. Cientistas de diversas disciplinas y universidades de diferentes lugares están aportando trabajos científicos que abalan el uso de tales categorías, más allá que existe dentro del periodismo y dentro de una historiografía menos académica posiciones poco serias y sin sustento metodológico que lo niegan. Para el caso de los pueblos originarios que habitaban y habitan los actuales territorios de Pampa, Patagonia y el Gran Chaco, se cometió genocidio y etnocidio, pero aceptar esto, para los sectores de poder económico y político de nuestro país, equivaldría a tener que rever todo un universo de aspectos jurídicos, culturales y territoriales que afectaría directamente los intereses de ellos mismos.
Si no fue Roca el principal artífice de la conquista del desierto porque la historia -y los historiadores- lo ubicaron siempre en ese lugar?
Como planteamos en el libro, el proceso por el cual el Estado se fue extendiendo hacia los territorios ocupados por pueblos indígenas libres, fue un proceso amplio y complejo, del cual Julio A. Roca es un eslabón más. Hay múltiples razones por lo cual Roca se presenta como el gran héroe. Tanto la historia liberal como el revisionismo acentuaron su papel, unos para realzar su acción, otros para criticarla. El personaje representó los ideales positivistas de orden y progreso. Junto a él jugaron un papel fundamental, Martín Rodríguez, Juan Manuel de Rosas y el mismo Adolfo Alsina, todos ellos a su modo fueron ejecutores. Sostenemos que la campaña de Roca fue la que tuvo el más amplio consenso en la época, personalizó las ideas de la clase dominante.
En Patagonia tenemos un claro ejemplo de convivencia entre dos culturas diametralmente opuestas: tehuelches y galeses. Es decir había otra opción al exterminio. Por qué creés que optaron por el genocidio y no por la integración?
Prefiero no hablar de exterminio ya que esto nos llevaría a negar la existencia de los pueblos originarios en la actualidad, sí de una política genocida que fue pensada y llevada a la práctica de una manera metódica y cruel. La historia de la relaciones entre los pueblos es una historia del poder, y está más que claro que los nacientes estados que se fueron forjando en el extremo sur del continente, Chile y Argentina, no tuvieron dentro de sus planes de organización incluir a los sectores diferentes; que además de ser diferentes, fueron catalogados como una obstáculo al progreso y una muestra palpable del atraso. Partiendo de estos preceptos, era muy difícil que la sociedad rioplatense de fines del siglo XIX, que estaba mirando hacia Europa, promueva una política integracionista o asimilacionista.
Ustedes sitúan o identifican- a la generación del 37 como uno de los artífices del armado de las campañas. Las palabras de Alberdi y Sarmiento son claras al respecto. Cuáles serían las etapas más cruentas y trascendentales de la Campaña?
Desde el punto de vista ideológico fueron los postulados de Sarmiento o Alberdi los que se irán poniendo en marcha en la construcción de la Argentina moderna; son ellos unos de los primeros que van a pensar al territorio, su población y proyectar un determinado modelo de país. La Generación del ´80, a la cual Roca perteneció, se hizo eco de aquellas premisas e ideas. En relación a lo trascendental de la campaña, paradójicamente fue después de 1880, cuando miles y miles de hombres y mujeres pertenecientes a diferentes grupos étnicos libres comienzan un verdadero calvario. Se los mata, se los persigue, se los encierra, se los separa escapan, deambulan, son fruto de los atropellos más inhumanos. El Estado se apropia de esos cuerpos y bajo su tutela son cometidos vejámenes aberrantes: se los concentra en verdaderos campos, se los reparten como bienes materiales, se los relocalizan no siguiendo ningún patrón. Sin derechos, sin sus líderes y sin su tierra, le fueron sacando lo más importante, sus creencias, la palabra y su dignidad.
El botín de guerra repartido entre la elite política y económica nacional que no sólo aconteció en la Conquista del desierto si no que había empezado mucho antes- , no?
Sarmiento vaticinaba en la primera mitad del siglo XIX, que unos de los grandes males de nuestra nación era la extensión del territorio y su población autóctona. La historia de la lucha contra el indio, en realidad, es la historia de la expropiación territorial a los pueblos indígenas libres, por parte de un Estado que va a quedar conformado definitivamente a fines del siglo XIX. A medida que la Nación se extendía geográficamente, los indígenas perdían sus territorios y población. En forma inversa, paralelamente, se iba conformando una clase terrateniente agrícola y ganadera poderosa, que justamente su poder económico y político radicaba en la enajenación y posesión de la tierra. No es por casualidad que uno de los principales reclamos de nuestros pueblos originarios en la actualidad se la tierra.
Qué balance hacen después de la investigación del libro? El estado argentino pudo haber evitado se exterminio?
Como historiador te diría que la política genocida para con los pueblos originarios es real, ya no hay intersticios donde ocultarla. Nosotros trabajamos sobre la base de lo que pasó, y no sobre de lo que se podría haber hecho o evitado; porque simplemente no pasó. Existen otras experiencias en relación a políticas llevadas adelante con los pueblos originarios en otras partes del mundo y sí, son mucho más humanas. Los pueblos indígenas en Argentina existen, no fueron exterminados; si fueron invisibilizados. Lo que sostengo es que es momento para que se empiece a saber de esa política genocida y de invisibilidad, no con ánimo revanchista, si con ánimo reparatorio. Todos los derechos logrados en Argentina para los pueblos originarios, parten de su propia lucha y su propia demanda; ninguna política ni ningún gobierno se pueden arrogar esta lucha. Todavía existe un gran desconocimiento sobre los pueblos originarios en nuestro país y del proceso por el cual fueron quedando marginados de la historia; pero estoy convencido que esto se está empezando a revertir y son los mismos pueblos indígenas los que están siendo los protagonistas de este cambio. Creo, personalmente, que este libro toma esta impronta y es un aporte pequeño para fomentar esta nueva mirada hacia lo indígena.
Hasta la publicación de Una Guerra Infame, a mediados de 2015, el tridente de la historia oficial había funcionado a la perfección. Los lugares comunes enumeraban las campañas militares, el sometimiento indígena y el reparto del botín -500.000 km cuadrados- entre las familias patricias, como los pilares más importantes de la Conquista del Desierto.
En definitiva, todo giraba siempre alrededor de Julio Argentino Roca y la campaña que él encabezo, denostándolo o resaltando su figura y sus acciones. Creímos (junto con el periodista Andrés Bonatti) que era necesario encarar el tema desde otra perspectiva, explica el historiador Javier Valdez.
Entonces, y luego de publicar en 2010, Historias Desconocidas de la Argentina Indígena, decidieron era necesario trabajar en este tema. Desmenuzarlo. Trazar nuevas líneas de investigación. Y pusieron las cuatros manos a la obra. El resultado es un abordaje integral de ese controversial proceso histórico que atravesó a la Argentina en el siglo XIX, pero por sobre todas las cosas es un fresco, claro y preciso, de la inescrupulosa planificación del genocidio de los pueblos originarios. Porque la conformación del estado nacional no se cimentó sobre un desierto. Si no sobre la sangre de quienes lo habitaban. Y esta, es su historia.
Al plantear la verdadera historia de la Conquista del Desierto ustedes están tomando subrepticiamente- posición sobre lo acontecido o simplemente decidieron contar de manera más integral la historia no contada?
Las dos cosas. Por un lado. Planteamos la necesidad de que el proceso que se conoce como Campaña del Desierto sea narrado teniendo en cuenta a los protagonistas que siempre aparecen solapados, corridos de la historia o directamente no aparecen. La invisibilización de nuestros pueblos originarios continúa hasta nuestros días. Por otro lado, la propuesta fue poder visualizar las múltiples aristas que revisten el proceso; esto es, no sólo la guerra, los aspectos militares y la política, sino poder indagar aspectos que tienen que ver con las ideas, la cultura, lo económico, lo social; y sobre todo poder mostrar claramente la conexión que existe entre la Campaña del Desierto y las problemáticas actuales de los pueblos originarios. Después de todo, esta es una de las tareas de la historia.
La historia habla de expediciones la desierto como si fueran paseos de aventuras, cuando en realidad fueron planes sistemáticos para allanar el terreno bélico, no?
Nuestra historiografía tradicional-liberal no sobresalió por el cuidado en el uso de categorías; el revisionismo tampoco. En la actualidad dentro de los especialistas, ya sean antropólogos o historiadores, estamos de acuerdo en que el Estado argentino se erigió sobre una política genocida y etnocida en relación a los pueblos originarios que habitaban nuestro actual territorio. Cientistas de diversas disciplinas y universidades de diferentes lugares están aportando trabajos científicos que abalan el uso de tales categorías, más allá que existe dentro del periodismo y dentro de una historiografía menos académica posiciones poco serias y sin sustento metodológico que lo niegan. Para el caso de los pueblos originarios que habitaban y habitan los actuales territorios de Pampa, Patagonia y el Gran Chaco, se cometió genocidio y etnocidio, pero aceptar esto, para los sectores de poder económico y político de nuestro país, equivaldría a tener que rever todo un universo de aspectos jurídicos, culturales y territoriales que afectaría directamente los intereses de ellos mismos.
Si no fue Roca el principal artífice de la conquista del desierto porque la historia -y los historiadores- lo ubicaron siempre en ese lugar?
Como planteamos en el libro, el proceso por el cual el Estado se fue extendiendo hacia los territorios ocupados por pueblos indígenas libres, fue un proceso amplio y complejo, del cual Julio A. Roca es un eslabón más. Hay múltiples razones por lo cual Roca se presenta como el gran héroe. Tanto la historia liberal como el revisionismo acentuaron su papel, unos para realzar su acción, otros para criticarla. El personaje representó los ideales positivistas de orden y progreso. Junto a él jugaron un papel fundamental, Martín Rodríguez, Juan Manuel de Rosas y el mismo Adolfo Alsina, todos ellos a su modo fueron ejecutores. Sostenemos que la campaña de Roca fue la que tuvo el más amplio consenso en la época, personalizó las ideas de la clase dominante.
En Patagonia tenemos un claro ejemplo de convivencia entre dos culturas diametralmente opuestas: tehuelches y galeses. Es decir había otra opción al exterminio. Por qué creés que optaron por el genocidio y no por la integración?
Prefiero no hablar de exterminio ya que esto nos llevaría a negar la existencia de los pueblos originarios en la actualidad, sí de una política genocida que fue pensada y llevada a la práctica de una manera metódica y cruel. La historia de la relaciones entre los pueblos es una historia del poder, y está más que claro que los nacientes estados que se fueron forjando en el extremo sur del continente, Chile y Argentina, no tuvieron dentro de sus planes de organización incluir a los sectores diferentes; que además de ser diferentes, fueron catalogados como una obstáculo al progreso y una muestra palpable del atraso. Partiendo de estos preceptos, era muy difícil que la sociedad rioplatense de fines del siglo XIX, que estaba mirando hacia Europa, promueva una política integracionista o asimilacionista.
Ustedes sitúan o identifican- a la generación del 37 como uno de los artífices del armado de las campañas. Las palabras de Alberdi y Sarmiento son claras al respecto. Cuáles serían las etapas más cruentas y trascendentales de la Campaña?
Desde el punto de vista ideológico fueron los postulados de Sarmiento o Alberdi los que se irán poniendo en marcha en la construcción de la Argentina moderna; son ellos unos de los primeros que van a pensar al territorio, su población y proyectar un determinado modelo de país. La Generación del ´80, a la cual Roca perteneció, se hizo eco de aquellas premisas e ideas. En relación a lo trascendental de la campaña, paradójicamente fue después de 1880, cuando miles y miles de hombres y mujeres pertenecientes a diferentes grupos étnicos libres comienzan un verdadero calvario. Se los mata, se los persigue, se los encierra, se los separa escapan, deambulan, son fruto de los atropellos más inhumanos. El Estado se apropia de esos cuerpos y bajo su tutela son cometidos vejámenes aberrantes: se los concentra en verdaderos campos, se los reparten como bienes materiales, se los relocalizan no siguiendo ningún patrón. Sin derechos, sin sus líderes y sin su tierra, le fueron sacando lo más importante, sus creencias, la palabra y su dignidad.
El botín de guerra repartido entre la elite política y económica nacional que no sólo aconteció en la Conquista del desierto si no que había empezado mucho antes- , no?
Sarmiento vaticinaba en la primera mitad del siglo XIX, que unos de los grandes males de nuestra nación era la extensión del territorio y su población autóctona. La historia de la lucha contra el indio, en realidad, es la historia de la expropiación territorial a los pueblos indígenas libres, por parte de un Estado que va a quedar conformado definitivamente a fines del siglo XIX. A medida que la Nación se extendía geográficamente, los indígenas perdían sus territorios y población. En forma inversa, paralelamente, se iba conformando una clase terrateniente agrícola y ganadera poderosa, que justamente su poder económico y político radicaba en la enajenación y posesión de la tierra. No es por casualidad que uno de los principales reclamos de nuestros pueblos originarios en la actualidad se la tierra.
Qué balance hacen después de la investigación del libro? El estado argentino pudo haber evitado se exterminio?
Como historiador te diría que la política genocida para con los pueblos originarios es real, ya no hay intersticios donde ocultarla. Nosotros trabajamos sobre la base de lo que pasó, y no sobre de lo que se podría haber hecho o evitado; porque simplemente no pasó. Existen otras experiencias en relación a políticas llevadas adelante con los pueblos originarios en otras partes del mundo y sí, son mucho más humanas. Los pueblos indígenas en Argentina existen, no fueron exterminados; si fueron invisibilizados. Lo que sostengo es que es momento para que se empiece a saber de esa política genocida y de invisibilidad, no con ánimo revanchista, si con ánimo reparatorio. Todos los derechos logrados en Argentina para los pueblos originarios, parten de su propia lucha y su propia demanda; ninguna política ni ningún gobierno se pueden arrogar esta lucha. Todavía existe un gran desconocimiento sobre los pueblos originarios en nuestro país y del proceso por el cual fueron quedando marginados de la historia; pero estoy convencido que esto se está empezando a revertir y son los mismos pueblos indígenas los que están siendo los protagonistas de este cambio. Creo, personalmente, que este libro toma esta impronta y es un aporte pequeño para fomentar esta nueva mirada hacia lo indígena.