Petróleo
Tres fracasos históricos: Las revoluciones petroleras de Perón, Frondizi e Illia POR MARCELO GARCÍA.
Comodoro Rivadavia.
Especial para EES 116.
El general Enrique Mosconi protagonizó la primera e intensa batalla petrolera del Estado frente a los capitales privados, como se reflejó en la nota anterior de esta serie. Esa lucha estratégica puso en la mira de los enfrentamientos al sector privado extranjero, pero también a los obreros petroleros llegados de otros países. A la histórica cruzada de Mosconi le siguieron otras tres muy relevantes durante la segunda mitad del siglo XX. Una, protagonizada por Juan Domingo Perón, otra por Arturo Frondizi y la tercera encarada por Arturo Illia. Estas disputas entre gobernantes y capitales privados marcaron la historia petrolera argentina, aunque a decir verdad nunca fueron a fondo en busca del manejo estratégico y el completo control del Estado sobre los recursos hidrocarburíferos. Eso, a pesar de que existieron oportunidades propicias para implantar políticas en ese sentido.
La burguesía nacional argentina basó buena parte de su desarrollo en el aprovechamiento de YPF desde la década del 30. Por un lado, usufructuaba la dependencia energética de Inglaterra para abastecerla de carbón, y así exportaba la incipiente producción nacional. Por el otro, se benefició con el avance de YPF y los bajos precios en los combustibles que consiguió instrumentar Mosconi sobre finales de esa década.
Consciente o no, Mosconi facilitó el desarrollo de la burguesía nacional, más allá de su proyecto de industrialización. La burguesía argentina jamás buscó la independencia económica del Reino Unido, objetivo que al menos parcialmente se había trazado Mosconi en el proceso de instalación y crecimiento de la YPF estatal.
La década del 30 se inició con la primera crisis del capitalismo mundial. La crisis del 29 con la enorme caída de Wall Stret y el golpe militar del general José Uriburu en la Argentina sacudieron fuertemente el mercado mundial y el del país, aunque a poco de gestarse la crisis internacional la burguesía argentina aprovechó su rol de abastecedor dependiente de Europa para aumentar las exportaciones de cereales y carnes. Así se firmó en 1933 el célebre y perjudicial para el país pacto Roca-Runciman, que fue una enorme entrega de recursos nacionales a los capitales británicos.
Predominio privado
La salida de Mosconi de YPF y el primer golpe de Estado protagonizado por Uriburu fueron la combinación perfecta para que en el sector petrolero las compañías privadas consiguieran la supremacía sobre la empresa estatal.
La producción petrolera de YPF fue disminuyendo ante la falta de un plan de desarrollo de la explotación estatal. Esa situación sumada a la merma en el consumo nacional- fue aprovechada por las petroleras privadas para acaparar el funcionamiento de la extracción de crudo en el país.
Apenas se mitigaron las consecuencias de la crisis mundial que generó miles de desocupados y pobres en los barrios del suburbano porteño la burguesía comenzó su intento de desarrollo industrial.
Como demostró Milcíades Peña, ese intento de industrialización no comenzó en el primer gobierno peronista sino iniciada la década del 30, y fue tomando impulso a partir de mediados de ese decenio. Uno de los motivos fundamentales de la incipiente industrialización tuvo que ver con la crisis mundial y el inicio de la Segunda Guerra Mundial, ya que no era posible importar productos industriales manufacturados que se destinaban al conflicto bélico. A lo largo de la década infame las compañías privadas petroleras superaron en la extracción de crudo a la YPF estatal. Esa tendencia recién se revirtió a mediados de los40.
Una serie de cambios profundos aparecieron en la política y la economía de Argentina en los 40, sumados al fuerte impacto de la Segunda Guerra Mundial. Los30 y los40 marcaron el predominio de las compañías privadas extranjeras; inglesas, holandesas y estadounidenses. La pérdida del rumbo nacionalista de la YPF mosconiana se tradujo en la supremacía, incluso extractiva, de los capitales foráneos.
Similitudes y diferencias
Una nueva etapa del capitalismo comenzó a delinearse tras la Segunda Guerra. Tras el triunfo de los aliados se produjo un nuevo reparto de los mercados entre las potencias imperialistas. La derrota de la Alemania nazi produjo un cambio significativo en el mundo, mientras Estados Unidos se convertía en la nueva potencia planetaria, superando a Inglaterra y demás naciones europeas. En el otro extremo se plantaba la Rusia stalinista que daría origen a la URSS y detonaría la posterior guerra fría.
En ese marco surge el coronel Juan Domingo Perón. Aunque los historiadores no hallan puntos de contacto directo con Mosconi y los nacionalistas que impulsaron la YPF estatal, existen muchos puntos de coincidencia entre ambos militares y sus prácticas políticas.
Aunque es una hipótesis, puede postularse que Perón puede ser considerado una versión evolucionada de Mosconi, esencialmente en el aspecto nacionalista y en su relación con la clase trabajadora, más allá de la cercanía al radicalismo que profesó Mosconi.
En busca de paralelos surge el origen y la formación militar de ambos, quienes sostuvieron una posición nacionalista y una a veces tibia independencia de los capitales foráneos. Los dos posibilitaron el desarrollo de la burguesía nacional con intenciones de concretar procesos de industrialización del país.
Fueron diferentes en la construcción política, y especialmente en la relación con el movimiento obrero, en la que Perón introdujo cambios profundos.
Mosconi optó en una primera etapa por la represión y la coerción sobre los trabajadores petroleros de Comodoro Rivadavia y, luego de enfrentar a los obreros extranjeros con ideas anarquistas y socialistas, se abocó a cooptar a los trabajadores argentinos a través de grandes beneficios sociales que les otorgaba la empresa estatal, generándoles una enorme dependencia cuasi paternalista con YPF.
Perón llevó adelante una política más parecida a la concretada por Mosconi en su segunda fase. Perón no impulsó actos represivos a la clase trabajadora, aunque sí limitaciones de importancia, como la restricción del derecho a huelga.
Por otra parte, implementó una profundísima política de cooptación, también cuasi paternalista, con el conjunto del movimiento obrero, lo que indudablemente se tradujo en un marcado bienestar y un beneficioso cambio en la distribución de la riqueza en el país. Finalizado el ciclo, sin embargo, ninguna de esas acciones cambió de fondo la supremacía de la burguesía por sobre la clase obrera.
Se mencionan con frecuencia los beneficios sociales otorgados por YPF y el peronismo, mostrándolos como concesiones sin contenido político, cuando fueron consecuencia de las enormes luchas y huelgas que protagonizaron los trabajadores en las décadas anteriores. Todos esos beneficios sociales tenían la clara intencionalidad de buscar la cooptación y la dependencia política y social del movimiento obrero hacia los objetivos de la empresa estatal de petróleo o hacia el gobierno peronista.
Las principales diferencias se centraron en que Perón buscó cooptar y asimilar a los dirigentes sindicales para de esa manera controlar el movimiento obrero. En esa época se creó el Sindicato Unido Petroleros del Estado (SUPE), que también sirvió para dividir a petroleros estatales de los privados.
Mosconi se enfrentó y proscribió a organizaciones sindicales como la Federación Obrera Petrolífera (FOP) y la Unión General de Obreros Petroleros (UGOP). En un punto ambos coincidieron: en la persecución de los obreros que se reivindicaban comunistas o de ideales socialistas y anarquistas. Allí, y como se verá más adelante, encaja la famosa frase: Ni yanquis, ni marxistas
peronistas.
La historia demuestra que Perón fue una figura política y social mucho más influyente y evolucionada que Mosconi, aunque es indudable que existen enormes puntos de conexión entre ellos en sus facetas militar, paternalista, keynesiana, de cooptación y control del movimiento obrero, sobre la base de una profunda conciliación de clases entre trabajadores y patrones.
Perón: embestida y retroceso
Cuando Juan Domingo Perón llegó a la Presidencia, YPF se había transformado en una sólida empresa estatal, pese a que en la década del 30 las acciones estatales abrieron el mercado de los combustibles a las petroleras privadas e YPF perdió terreno frente a esas compañías. Ante el faltante de petróleo para destilación y obtención de combustibles, YPF era la encargada de importarlo y luego le facilitaba una porción importante a las destiladoras privadas para que lo comercializaran.
Pese a una década de supremacía de las petroleras privadas, YPF estaba sólida y mejor posicionada cuando se inició la etapa peronista. La producción ypefiana pasó de 828 mil metros cúbicos en 1930 a 2,6 millones en 1943, mientras que su capital era de 228 millones de pesos de aquella época en 1930 y para 1943 pasó a ser de 883 millones de pesos. La YPF estatal aportaba cada vez más a las arcas nacionales, ya que en 1932 entregaba 3 millones de pesos y para 1942 entregaba 20 millones.
En ese marco se dio la disputa por el mercado por parte de las petroleras extranjeras. Es evidente que las definiciones dependientes de los gobiernos y la burguesías argentina privilegiaron entonces a los capitales ingleses por sobre los estadounidenses. Tanto fue así que a finales de 1936 la subsidiaria dela Standard Oilen el país intentó venderle al Estado todos sus activos enla Argentina, aunque dicha operación jamás se concretó. Mientras casi al unísono se daba en Paraguay la famosa Guerra del Chaco, en una clara disputa por el manejo del petróleo en la región andina.
A principios de la década del 40, y en pleno desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, el país cayó en una nueva crisis energética. Escaseaba todo tipo de combustibles para los sectores industriales, y la neutralidad de Argentina en la guerra hizo que Estados Unidos bloqueara todo tipo de envíos de maquinarias e insumos industriales, como los los equipos perforadores petroleros.
En medio del auge exportador del país, ya finalizada la guerra en Europa, el peronismo profundizó el proceso de industrialización iniciado en la década infame. También concretó una serie de nacionalizaciones como en el caso de los ferrocarriles ingleses- aunque pagó jugosos dividendos a los capitales esencialmente británicos, manteniendo en pie el Pacto Roca-Runciman.
Perón intentó mantener cierta independencia de Estados Unidos, pero tras la finalización de la guerra el mundo se había repartido nuevamente y toda América había quedado bajo el dominio yanqui.
Perón anunció un nuevo rumbo político sobre la cuestión petrolera el 13 de diciembre de 1947, en el discurso por el Día del Petróleo, al afirmar que la política petrolera argentina
ha de basarse en los mismos principios en que descansa toda la política económica: conservación absoluta de la soberanía argentina sobre la riqueza de nuestro subsuelo y la explotación racional y científica por parte del Estado.
Dos años más tarde en 1949- el peronismo modificóla ConstituciónNacionaly en su artículo 40 plasmó sus intenciones de avance estatal sobre el manejo de los yacimientos de hidrocarburos, estableciendo la posibilidad de expropiar y monopolizar los recursos hidrocarburíferos y sus derivados.
Ese famoso artículo 40 quedó en letra muerta, ya que jamás se expropió, se nacionalizó o se monopolizó nada del mercado petrolero en el país. En 1955, ya con la finalización del boom exportador de posguerra y un enorme déficit energético, Perón buscó firmar un convenio absolutamente favorable para la subsidiaria en el país de la compañía petrolera estadounidense Standard Oil. Era el fin de un intento monopolista y nacionalizador que jamás llegó a concretarse.
Frondizi e Illia
Caminos similares a Perón transitaron los presidentes Arturo Frondizi y Arturo Illia. Éste último dio un pequeño pero importante paso adelante que quedó trunco ante el golpe militar que lo derrocó.
Frondizi intentó llevar adelante ideales y banderas del desarrollismo nacionalista. Escribió libros de gran relevancia como Petróleo y Política, brillante en su análisis y descripción en los que cuestionó las políticas entreguistas de todos los gobiernos que lo antecedieron. Cuando accedió al poder fue él quien concesionó buena parte de los yacimientos argentinos a empresas privadas extranjeras, dando inicio a un proceso de sólo concluiría con el empeoramiento de las privatizaciones y la entrega definitiva del petróleo nacional.
Illia dio un paso concreto anulando las concesiones y nacionalizando los yacimientos, pero no contó con la fortaleza política suficiente para aplicar y sostener una decisión de tamaña importancia. Al final quedó aislado y fue víctima del golpe encabezado por Juan Carlos Onganía en el 66.
Tras una intensa campaña electoral de tono nacionalista con la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), Frondizi ganó los comicios del ´58 e inmediatamente después de asumir abrió las puertas de par en par del país a las inversiones extranjeras, especialmente a las estadounidenses. Lo mismo sucedió en el ámbito petrolero donde firmó los famosos contratos de 1958, entre los cuales se destacó el que entregaba en concesión el yacimiento de Cerro Dragón en la provincia del Chubut.
Justamente el de Cerro Dragón es un caso paradigmático dentro de los contratos firmados por Frondizi con las petroleras extranjeras. Contemplaba la concesión a Pan American de una extensión de 4.000 kilómetros cuadrados en yacimientos ya explorados por la YPF estata por un período de 30 años y con jugosos beneficios de precios y exenciones impositivas.
Los defensores de los contratos firmados por Frondizi aseguraban que fue el momento del país en que más se achicaron las importaciones de crudo, lo cual en verdad sucedió, pero el costo fue que las compañías privadas consiguieran instalarse definitivamente en el mercado nacional del petróleo como jamás lo habían conseguido.
Entre los detractores particularmente Silenzi de Stagni a través de sus rigurosos estudios- se plantearon muy duras denuncias sobre los alcances y características de los contratos, que llegaron a ser investigados por el Parlamento.
Una decisión diferente tuvo el presidente radical Arturo Illia. Ni bien asumió decretó la anulación de los contratos de concesión otorgados por Frondizi por vicios de ilegitimidad y ser dañosos a los derechos e intereses de la Nación, y llevó al Congreso la investigación del accionar de su antecesor.
Las petroleras no se quedaron de brazos cruzados mientras Illia les quitaba los contratos, y lanzaron presiones nacionales e internacionales para que se les abonara una indemnización por los daños causados, a las que finalmente el presidente tuvo que ceder.
Ya no había pago que alcanzara ni freno a un nuevo golpe militar que se estaba gestando. Con un rancio olor a petróleo Onganía derrocó a Illia y automáticamente las concesiones volvieron a manos de las petroleras extranjeras.
De ahí en más, las compañías privadas nunca más abandonaron su fuerte presencia en el mercado de los hidrocarburos, y el deterioro progresivo de la YPF estatal fue una muerte anunciada que terminó por concretarse en 1992 con la privatización.
POR MARCELO GARCÍA.
Comodoro Rivadavia.
Especial para EES 116.
El general Enrique Mosconi protagonizó la primera e intensa batalla petrolera del Estado frente a los capitales privados, como se reflejó en la nota anterior de esta serie. Esa lucha estratégica puso en la mira de los enfrentamientos al sector privado extranjero, pero también a los obreros petroleros llegados de otros países. A la histórica cruzada de Mosconi le siguieron otras tres muy relevantes durante la segunda mitad del siglo XX. Una, protagonizada por Juan Domingo Perón, otra por Arturo Frondizi y la tercera encarada por Arturo Illia. Estas disputas entre gobernantes y capitales privados marcaron la historia petrolera argentina, aunque a decir verdad nunca fueron a fondo en busca del manejo estratégico y el completo control del Estado sobre los recursos hidrocarburíferos. Eso, a pesar de que existieron oportunidades propicias para implantar políticas en ese sentido.
La burguesía nacional argentina basó buena parte de su desarrollo en el aprovechamiento de YPF desde la década del 30. Por un lado, usufructuaba la dependencia energética de Inglaterra para abastecerla de carbón, y así exportaba la incipiente producción nacional. Por el otro, se benefició con el avance de YPF y los bajos precios en los combustibles que consiguió instrumentar Mosconi sobre finales de esa década.
Consciente o no, Mosconi facilitó el desarrollo de la burguesía nacional, más allá de su proyecto de industrialización. La burguesía argentina jamás buscó la independencia económica del Reino Unido, objetivo que al menos parcialmente se había trazado Mosconi en el proceso de instalación y crecimiento de la YPF estatal.
La década del 30 se inició con la primera crisis del capitalismo mundial. La crisis del 29 con la enorme caída de Wall Stret y el golpe militar del general José Uriburu en la Argentina sacudieron fuertemente el mercado mundial y el del país, aunque a poco de gestarse la crisis internacional la burguesía argentina aprovechó su rol de abastecedor dependiente de Europa para aumentar las exportaciones de cereales y carnes. Así se firmó en 1933 el célebre y perjudicial para el país pacto Roca-Runciman, que fue una enorme entrega de recursos nacionales a los capitales británicos.
Predominio privado
La salida de Mosconi de YPF y el primer golpe de Estado protagonizado por Uriburu fueron la combinación perfecta para que en el sector petrolero las compañías privadas consiguieran la supremacía sobre la empresa estatal.
La producción petrolera de YPF fue disminuyendo ante la falta de un plan de desarrollo de la explotación estatal. Esa situación sumada a la merma en el consumo nacional- fue aprovechada por las petroleras privadas para acaparar el funcionamiento de la extracción de crudo en el país.
Apenas se mitigaron las consecuencias de la crisis mundial que generó miles de desocupados y pobres en los barrios del suburbano porteño la burguesía comenzó su intento de desarrollo industrial.
Como demostró Milcíades Peña, ese intento de industrialización no comenzó en el primer gobierno peronista sino iniciada la década del 30, y fue tomando impulso a partir de mediados de ese decenio. Uno de los motivos fundamentales de la incipiente industrialización tuvo que ver con la crisis mundial y el inicio de la Segunda Guerra Mundial, ya que no era posible importar productos industriales manufacturados que se destinaban al conflicto bélico. A lo largo de la década infame las compañías privadas petroleras superaron en la extracción de crudo a la YPF estatal. Esa tendencia recién se revirtió a mediados de los40.
Una serie de cambios profundos aparecieron en la política y la economía de Argentina en los 40, sumados al fuerte impacto de la Segunda Guerra Mundial. Los30 y los40 marcaron el predominio de las compañías privadas extranjeras; inglesas, holandesas y estadounidenses. La pérdida del rumbo nacionalista de la YPF mosconiana se tradujo en la supremacía, incluso extractiva, de los capitales foráneos.
Similitudes y diferencias
Una nueva etapa del capitalismo comenzó a delinearse tras la Segunda Guerra. Tras el triunfo de los aliados se produjo un nuevo reparto de los mercados entre las potencias imperialistas. La derrota de la Alemania nazi produjo un cambio significativo en el mundo, mientras Estados Unidos se convertía en la nueva potencia planetaria, superando a Inglaterra y demás naciones europeas. En el otro extremo se plantaba la Rusia stalinista que daría origen a la URSS y detonaría la posterior guerra fría.
En ese marco surge el coronel Juan Domingo Perón. Aunque los historiadores no hallan puntos de contacto directo con Mosconi y los nacionalistas que impulsaron la YPF estatal, existen muchos puntos de coincidencia entre ambos militares y sus prácticas políticas.
Aunque es una hipótesis, puede postularse que Perón puede ser considerado una versión evolucionada de Mosconi, esencialmente en el aspecto nacionalista y en su relación con la clase trabajadora, más allá de la cercanía al radicalismo que profesó Mosconi.
En busca de paralelos surge el origen y la formación militar de ambos, quienes sostuvieron una posición nacionalista y una a veces tibia independencia de los capitales foráneos. Los dos posibilitaron el desarrollo de la burguesía nacional con intenciones de concretar procesos de industrialización del país.
Fueron diferentes en la construcción política, y especialmente en la relación con el movimiento obrero, en la que Perón introdujo cambios profundos.
Mosconi optó en una primera etapa por la represión y la coerción sobre los trabajadores petroleros de Comodoro Rivadavia y, luego de enfrentar a los obreros extranjeros con ideas anarquistas y socialistas, se abocó a cooptar a los trabajadores argentinos a través de grandes beneficios sociales que les otorgaba la empresa estatal, generándoles una enorme dependencia cuasi paternalista con YPF.
Perón llevó adelante una política más parecida a la concretada por Mosconi en su segunda fase. Perón no impulsó actos represivos a la clase trabajadora, aunque sí limitaciones de importancia, como la restricción del derecho a huelga.
Por otra parte, implementó una profundísima política de cooptación, también cuasi paternalista, con el conjunto del movimiento obrero, lo que indudablemente se tradujo en un marcado bienestar y un beneficioso cambio en la distribución de la riqueza en el país. Finalizado el ciclo, sin embargo, ninguna de esas acciones cambió de fondo la supremacía de la burguesía por sobre la clase obrera.
Se mencionan con frecuencia los beneficios sociales otorgados por YPF y el peronismo, mostrándolos como concesiones sin contenido político, cuando fueron consecuencia de las enormes luchas y huelgas que protagonizaron los trabajadores en las décadas anteriores. Todos esos beneficios sociales tenían la clara intencionalidad de buscar la cooptación y la dependencia política y social del movimiento obrero hacia los objetivos de la empresa estatal de petróleo o hacia el gobierno peronista.
Las principales diferencias se centraron en que Perón buscó cooptar y asimilar a los dirigentes sindicales para de esa manera controlar el movimiento obrero. En esa época se creó el Sindicato Unido Petroleros del Estado (SUPE), que también sirvió para dividir a petroleros estatales de los privados.
Mosconi se enfrentó y proscribió a organizaciones sindicales como la Federación Obrera Petrolífera (FOP) y la Unión General de Obreros Petroleros (UGOP). En un punto ambos coincidieron: en la persecución de los obreros que se reivindicaban comunistas o de ideales socialistas y anarquistas. Allí, y como se verá más adelante, encaja la famosa frase: Ni yanquis, ni marxistas peronistas.
La historia demuestra que Perón fue una figura política y social mucho más influyente y evolucionada que Mosconi, aunque es indudable que existen enormes puntos de conexión entre ellos en sus facetas militar, paternalista, keynesiana, de cooptación y control del movimiento obrero, sobre la base de una profunda conciliación de clases entre trabajadores y patrones.
Perón: embestida y retroceso
Cuando Juan Domingo Perón llegó a la Presidencia, YPF se había transformado en una sólida empresa estatal, pese a que en la década del 30 las acciones estatales abrieron el mercado de los combustibles a las petroleras privadas e YPF perdió terreno frente a esas compañías. Ante el faltante de petróleo para destilación y obtención de combustibles, YPF era la encargada de importarlo y luego le facilitaba una porción importante a las destiladoras privadas para que lo comercializaran.
Pese a una década de supremacía de las petroleras privadas, YPF estaba sólida y mejor posicionada cuando se inició la etapa peronista. La producción ypefiana pasó de 828 mil metros cúbicos en 1930 a 2,6 millones en 1943, mientras que su capital era de 228 millones de pesos de aquella época en 1930 y para 1943 pasó a ser de 883 millones de pesos. La YPF estatal aportaba cada vez más a las arcas nacionales, ya que en 1932 entregaba 3 millones de pesos y para 1942 entregaba 20 millones.
En ese marco se dio la disputa por el mercado por parte de las petroleras extranjeras. Es evidente que las definiciones dependientes de los gobiernos y la burguesías argentina privilegiaron entonces a los capitales ingleses por sobre los estadounidenses. Tanto fue así que a finales de 1936 la subsidiaria dela Standard Oilen el país intentó venderle al Estado todos sus activos enla Argentina, aunque dicha operación jamás se concretó. Mientras casi al unísono se daba en Paraguay la famosa Guerra del Chaco, en una clara disputa por el manejo del petróleo en la región andina.
A principios de la década del 40, y en pleno desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, el país cayó en una nueva crisis energética. Escaseaba todo tipo de combustibles para los sectores industriales, y la neutralidad de Argentina en la guerra hizo que Estados Unidos bloqueara todo tipo de envíos de maquinarias e insumos industriales, como los los equipos perforadores petroleros.
En medio del auge exportador del país, ya finalizada la guerra en Europa, el peronismo profundizó el proceso de industrialización iniciado en la década infame. También concretó una serie de nacionalizaciones como en el caso de los ferrocarriles ingleses- aunque pagó jugosos dividendos a los capitales esencialmente británicos, manteniendo en pie el Pacto Roca-Runciman.
Perón intentó mantener cierta independencia de Estados Unidos, pero tras la finalización de la guerra el mundo se había repartido nuevamente y toda América había quedado bajo el dominio yanqui.
Perón anunció un nuevo rumbo político sobre la cuestión petrolera el 13 de diciembre de 1947, en el discurso por el Día del Petróleo, al afirmar que la política petrolera argentina ha de basarse en los mismos principios en que descansa toda la política económica: conservación absoluta de la soberanía argentina sobre la riqueza de nuestro subsuelo y la explotación racional y científica por parte del Estado.
Dos años más tarde en 1949- el peronismo modificóla ConstituciónNacionaly en su artículo 40 plasmó sus intenciones de avance estatal sobre el manejo de los yacimientos de hidrocarburos, estableciendo la posibilidad de expropiar y monopolizar los recursos hidrocarburíferos y sus derivados.
Ese famoso artículo 40 quedó en letra muerta, ya que jamás se expropió, se nacionalizó o se monopolizó nada del mercado petrolero en el país. En 1955, ya con la finalización del boom exportador de posguerra y un enorme déficit energético, Perón buscó firmar un convenio absolutamente favorable para la subsidiaria en el país de la compañía petrolera estadounidense Standard Oil. Era el fin de un intento monopolista y nacionalizador que jamás llegó a concretarse.
Frondizi e Illia
Caminos similares a Perón transitaron los presidentes Arturo Frondizi y Arturo Illia. Éste último dio un pequeño pero importante paso adelante que quedó trunco ante el golpe militar que lo derrocó.
Frondizi intentó llevar adelante ideales y banderas del desarrollismo nacionalista. Escribió libros de gran relevancia como Petróleo y Política, brillante en su análisis y descripción en los que cuestionó las políticas entreguistas de todos los gobiernos que lo antecedieron. Cuando accedió al poder fue él quien concesionó buena parte de los yacimientos argentinos a empresas privadas extranjeras, dando inicio a un proceso de sólo concluiría con el empeoramiento de las privatizaciones y la entrega definitiva del petróleo nacional.
Illia dio un paso concreto anulando las concesiones y nacionalizando los yacimientos, pero no contó con la fortaleza política suficiente para aplicar y sostener una decisión de tamaña importancia. Al final quedó aislado y fue víctima del golpe encabezado por Juan Carlos Onganía en el 66.
Tras una intensa campaña electoral de tono nacionalista con la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), Frondizi ganó los comicios del ´58 e inmediatamente después de asumir abrió las puertas de par en par del país a las inversiones extranjeras, especialmente a las estadounidenses. Lo mismo sucedió en el ámbito petrolero donde firmó los famosos contratos de 1958, entre los cuales se destacó el que entregaba en concesión el yacimiento de Cerro Dragón en la provincia del Chubut.
Justamente el de Cerro Dragón es un caso paradigmático dentro de los contratos firmados por Frondizi con las petroleras extranjeras. Contemplaba la concesión a Pan American de una extensión de 4.000 kilómetros cuadrados en yacimientos ya explorados por la YPF estata por un período de 30 años y con jugosos beneficios de precios y exenciones impositivas.
Los defensores de los contratos firmados por Frondizi aseguraban que fue el momento del país en que más se achicaron las importaciones de crudo, lo cual en verdad sucedió, pero el costo fue que las compañías privadas consiguieran instalarse definitivamente en el mercado nacional del petróleo como jamás lo habían conseguido.
Entre los detractores particularmente Silenzi de Stagni a través de sus rigurosos estudios- se plantearon muy duras denuncias sobre los alcances y características de los contratos, que llegaron a ser investigados por el Parlamento.
Una decisión diferente tuvo el presidente radical Arturo Illia. Ni bien asumió decretó la anulación de los contratos de concesión otorgados por Frondizi por vicios de ilegitimidad y ser dañosos a los derechos e intereses de la Nación, y llevó al Congreso la investigación del accionar de su antecesor.
Las petroleras no se quedaron de brazos cruzados mientras Illia les quitaba los contratos, y lanzaron presiones nacionales e internacionales para que se les abonara una indemnización por los daños causados, a las que finalmente el presidente tuvo que ceder.
Ya no había pago que alcanzara ni freno a un nuevo golpe militar que se estaba gestando. Con un rancio olor a petróleo Onganía derrocó a Illia y automáticamente las concesiones volvieron a manos de las petroleras extranjeras.
De ahí en más, las compañías privadas nunca más abandonaron su fuerte presencia en el mercado de los hidrocarburos, y el deterioro progresivo de la YPF estatal fue una muerte anunciada que terminó por concretarse en 1992 con la privatización.
Comodoro Rivadavia.
Especial para EES 116.
El general Enrique Mosconi protagonizó la primera e intensa batalla petrolera del Estado frente a los capitales privados, como se reflejó en la nota anterior de esta serie. Esa lucha estratégica puso en la mira de los enfrentamientos al sector privado extranjero, pero también a los obreros petroleros llegados de otros países. A la histórica cruzada de Mosconi le siguieron otras tres muy relevantes durante la segunda mitad del siglo XX. Una, protagonizada por Juan Domingo Perón, otra por Arturo Frondizi y la tercera encarada por Arturo Illia. Estas disputas entre gobernantes y capitales privados marcaron la historia petrolera argentina, aunque a decir verdad nunca fueron a fondo en busca del manejo estratégico y el completo control del Estado sobre los recursos hidrocarburíferos. Eso, a pesar de que existieron oportunidades propicias para implantar políticas en ese sentido.
La burguesía nacional argentina basó buena parte de su desarrollo en el aprovechamiento de YPF desde la década del 30. Por un lado, usufructuaba la dependencia energética de Inglaterra para abastecerla de carbón, y así exportaba la incipiente producción nacional. Por el otro, se benefició con el avance de YPF y los bajos precios en los combustibles que consiguió instrumentar Mosconi sobre finales de esa década.
Consciente o no, Mosconi facilitó el desarrollo de la burguesía nacional, más allá de su proyecto de industrialización. La burguesía argentina jamás buscó la independencia económica del Reino Unido, objetivo que al menos parcialmente se había trazado Mosconi en el proceso de instalación y crecimiento de la YPF estatal.
La década del 30 se inició con la primera crisis del capitalismo mundial. La crisis del 29 con la enorme caída de Wall Stret y el golpe militar del general José Uriburu en la Argentina sacudieron fuertemente el mercado mundial y el del país, aunque a poco de gestarse la crisis internacional la burguesía argentina aprovechó su rol de abastecedor dependiente de Europa para aumentar las exportaciones de cereales y carnes. Así se firmó en 1933 el célebre y perjudicial para el país pacto Roca-Runciman, que fue una enorme entrega de recursos nacionales a los capitales británicos.
Predominio privado
La salida de Mosconi de YPF y el primer golpe de Estado protagonizado por Uriburu fueron la combinación perfecta para que en el sector petrolero las compañías privadas consiguieran la supremacía sobre la empresa estatal.
La producción petrolera de YPF fue disminuyendo ante la falta de un plan de desarrollo de la explotación estatal. Esa situación sumada a la merma en el consumo nacional- fue aprovechada por las petroleras privadas para acaparar el funcionamiento de la extracción de crudo en el país.
Apenas se mitigaron las consecuencias de la crisis mundial que generó miles de desocupados y pobres en los barrios del suburbano porteño la burguesía comenzó su intento de desarrollo industrial.
Como demostró Milcíades Peña, ese intento de industrialización no comenzó en el primer gobierno peronista sino iniciada la década del 30, y fue tomando impulso a partir de mediados de ese decenio. Uno de los motivos fundamentales de la incipiente industrialización tuvo que ver con la crisis mundial y el inicio de la Segunda Guerra Mundial, ya que no era posible importar productos industriales manufacturados que se destinaban al conflicto bélico. A lo largo de la década infame las compañías privadas petroleras superaron en la extracción de crudo a la YPF estatal. Esa tendencia recién se revirtió a mediados de los40.
Una serie de cambios profundos aparecieron en la política y la economía de Argentina en los 40, sumados al fuerte impacto de la Segunda Guerra Mundial. Los30 y los40 marcaron el predominio de las compañías privadas extranjeras; inglesas, holandesas y estadounidenses. La pérdida del rumbo nacionalista de la YPF mosconiana se tradujo en la supremacía, incluso extractiva, de los capitales foráneos.
Similitudes y diferencias
Una nueva etapa del capitalismo comenzó a delinearse tras la Segunda Guerra. Tras el triunfo de los aliados se produjo un nuevo reparto de los mercados entre las potencias imperialistas. La derrota de la Alemania nazi produjo un cambio significativo en el mundo, mientras Estados Unidos se convertía en la nueva potencia planetaria, superando a Inglaterra y demás naciones europeas. En el otro extremo se plantaba la Rusia stalinista que daría origen a la URSS y detonaría la posterior guerra fría.
En ese marco surge el coronel Juan Domingo Perón. Aunque los historiadores no hallan puntos de contacto directo con Mosconi y los nacionalistas que impulsaron la YPF estatal, existen muchos puntos de coincidencia entre ambos militares y sus prácticas políticas.
Aunque es una hipótesis, puede postularse que Perón puede ser considerado una versión evolucionada de Mosconi, esencialmente en el aspecto nacionalista y en su relación con la clase trabajadora, más allá de la cercanía al radicalismo que profesó Mosconi.
En busca de paralelos surge el origen y la formación militar de ambos, quienes sostuvieron una posición nacionalista y una a veces tibia independencia de los capitales foráneos. Los dos posibilitaron el desarrollo de la burguesía nacional con intenciones de concretar procesos de industrialización del país.
Fueron diferentes en la construcción política, y especialmente en la relación con el movimiento obrero, en la que Perón introdujo cambios profundos.
Mosconi optó en una primera etapa por la represión y la coerción sobre los trabajadores petroleros de Comodoro Rivadavia y, luego de enfrentar a los obreros extranjeros con ideas anarquistas y socialistas, se abocó a cooptar a los trabajadores argentinos a través de grandes beneficios sociales que les otorgaba la empresa estatal, generándoles una enorme dependencia cuasi paternalista con YPF.
Perón llevó adelante una política más parecida a la concretada por Mosconi en su segunda fase. Perón no impulsó actos represivos a la clase trabajadora, aunque sí limitaciones de importancia, como la restricción del derecho a huelga.
Por otra parte, implementó una profundísima política de cooptación, también cuasi paternalista, con el conjunto del movimiento obrero, lo que indudablemente se tradujo en un marcado bienestar y un beneficioso cambio en la distribución de la riqueza en el país. Finalizado el ciclo, sin embargo, ninguna de esas acciones cambió de fondo la supremacía de la burguesía por sobre la clase obrera.
Se mencionan con frecuencia los beneficios sociales otorgados por YPF y el peronismo, mostrándolos como concesiones sin contenido político, cuando fueron consecuencia de las enormes luchas y huelgas que protagonizaron los trabajadores en las décadas anteriores. Todos esos beneficios sociales tenían la clara intencionalidad de buscar la cooptación y la dependencia política y social del movimiento obrero hacia los objetivos de la empresa estatal de petróleo o hacia el gobierno peronista.
Las principales diferencias se centraron en que Perón buscó cooptar y asimilar a los dirigentes sindicales para de esa manera controlar el movimiento obrero. En esa época se creó el Sindicato Unido Petroleros del Estado (SUPE), que también sirvió para dividir a petroleros estatales de los privados.
Mosconi se enfrentó y proscribió a organizaciones sindicales como la Federación Obrera Petrolífera (FOP) y la Unión General de Obreros Petroleros (UGOP). En un punto ambos coincidieron: en la persecución de los obreros que se reivindicaban comunistas o de ideales socialistas y anarquistas. Allí, y como se verá más adelante, encaja la famosa frase: Ni yanquis, ni marxistas peronistas.
La historia demuestra que Perón fue una figura política y social mucho más influyente y evolucionada que Mosconi, aunque es indudable que existen enormes puntos de conexión entre ellos en sus facetas militar, paternalista, keynesiana, de cooptación y control del movimiento obrero, sobre la base de una profunda conciliación de clases entre trabajadores y patrones.
Perón: embestida y retroceso
Cuando Juan Domingo Perón llegó a la Presidencia, YPF se había transformado en una sólida empresa estatal, pese a que en la década del 30 las acciones estatales abrieron el mercado de los combustibles a las petroleras privadas e YPF perdió terreno frente a esas compañías. Ante el faltante de petróleo para destilación y obtención de combustibles, YPF era la encargada de importarlo y luego le facilitaba una porción importante a las destiladoras privadas para que lo comercializaran.
Pese a una década de supremacía de las petroleras privadas, YPF estaba sólida y mejor posicionada cuando se inició la etapa peronista. La producción ypefiana pasó de 828 mil metros cúbicos en 1930 a 2,6 millones en 1943, mientras que su capital era de 228 millones de pesos de aquella época en 1930 y para 1943 pasó a ser de 883 millones de pesos. La YPF estatal aportaba cada vez más a las arcas nacionales, ya que en 1932 entregaba 3 millones de pesos y para 1942 entregaba 20 millones.
En ese marco se dio la disputa por el mercado por parte de las petroleras extranjeras. Es evidente que las definiciones dependientes de los gobiernos y la burguesías argentina privilegiaron entonces a los capitales ingleses por sobre los estadounidenses. Tanto fue así que a finales de 1936 la subsidiaria dela Standard Oilen el país intentó venderle al Estado todos sus activos enla Argentina, aunque dicha operación jamás se concretó. Mientras casi al unísono se daba en Paraguay la famosa Guerra del Chaco, en una clara disputa por el manejo del petróleo en la región andina.
A principios de la década del 40, y en pleno desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, el país cayó en una nueva crisis energética. Escaseaba todo tipo de combustibles para los sectores industriales, y la neutralidad de Argentina en la guerra hizo que Estados Unidos bloqueara todo tipo de envíos de maquinarias e insumos industriales, como los los equipos perforadores petroleros.
En medio del auge exportador del país, ya finalizada la guerra en Europa, el peronismo profundizó el proceso de industrialización iniciado en la década infame. También concretó una serie de nacionalizaciones como en el caso de los ferrocarriles ingleses- aunque pagó jugosos dividendos a los capitales esencialmente británicos, manteniendo en pie el Pacto Roca-Runciman.
Perón intentó mantener cierta independencia de Estados Unidos, pero tras la finalización de la guerra el mundo se había repartido nuevamente y toda América había quedado bajo el dominio yanqui.
Perón anunció un nuevo rumbo político sobre la cuestión petrolera el 13 de diciembre de 1947, en el discurso por el Día del Petróleo, al afirmar que la política petrolera argentina ha de basarse en los mismos principios en que descansa toda la política económica: conservación absoluta de la soberanía argentina sobre la riqueza de nuestro subsuelo y la explotación racional y científica por parte del Estado.
Dos años más tarde en 1949- el peronismo modificóla ConstituciónNacionaly en su artículo 40 plasmó sus intenciones de avance estatal sobre el manejo de los yacimientos de hidrocarburos, estableciendo la posibilidad de expropiar y monopolizar los recursos hidrocarburíferos y sus derivados.
Ese famoso artículo 40 quedó en letra muerta, ya que jamás se expropió, se nacionalizó o se monopolizó nada del mercado petrolero en el país. En 1955, ya con la finalización del boom exportador de posguerra y un enorme déficit energético, Perón buscó firmar un convenio absolutamente favorable para la subsidiaria en el país de la compañía petrolera estadounidense Standard Oil. Era el fin de un intento monopolista y nacionalizador que jamás llegó a concretarse.
Frondizi e Illia
Caminos similares a Perón transitaron los presidentes Arturo Frondizi y Arturo Illia. Éste último dio un pequeño pero importante paso adelante que quedó trunco ante el golpe militar que lo derrocó.
Frondizi intentó llevar adelante ideales y banderas del desarrollismo nacionalista. Escribió libros de gran relevancia como Petróleo y Política, brillante en su análisis y descripción en los que cuestionó las políticas entreguistas de todos los gobiernos que lo antecedieron. Cuando accedió al poder fue él quien concesionó buena parte de los yacimientos argentinos a empresas privadas extranjeras, dando inicio a un proceso de sólo concluiría con el empeoramiento de las privatizaciones y la entrega definitiva del petróleo nacional.
Illia dio un paso concreto anulando las concesiones y nacionalizando los yacimientos, pero no contó con la fortaleza política suficiente para aplicar y sostener una decisión de tamaña importancia. Al final quedó aislado y fue víctima del golpe encabezado por Juan Carlos Onganía en el 66.
Tras una intensa campaña electoral de tono nacionalista con la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), Frondizi ganó los comicios del ´58 e inmediatamente después de asumir abrió las puertas de par en par del país a las inversiones extranjeras, especialmente a las estadounidenses. Lo mismo sucedió en el ámbito petrolero donde firmó los famosos contratos de 1958, entre los cuales se destacó el que entregaba en concesión el yacimiento de Cerro Dragón en la provincia del Chubut.
Justamente el de Cerro Dragón es un caso paradigmático dentro de los contratos firmados por Frondizi con las petroleras extranjeras. Contemplaba la concesión a Pan American de una extensión de 4.000 kilómetros cuadrados en yacimientos ya explorados por la YPF estata por un período de 30 años y con jugosos beneficios de precios y exenciones impositivas.
Los defensores de los contratos firmados por Frondizi aseguraban que fue el momento del país en que más se achicaron las importaciones de crudo, lo cual en verdad sucedió, pero el costo fue que las compañías privadas consiguieran instalarse definitivamente en el mercado nacional del petróleo como jamás lo habían conseguido.
Entre los detractores particularmente Silenzi de Stagni a través de sus rigurosos estudios- se plantearon muy duras denuncias sobre los alcances y características de los contratos, que llegaron a ser investigados por el Parlamento.
Una decisión diferente tuvo el presidente radical Arturo Illia. Ni bien asumió decretó la anulación de los contratos de concesión otorgados por Frondizi por vicios de ilegitimidad y ser dañosos a los derechos e intereses de la Nación, y llevó al Congreso la investigación del accionar de su antecesor.
Las petroleras no se quedaron de brazos cruzados mientras Illia les quitaba los contratos, y lanzaron presiones nacionales e internacionales para que se les abonara una indemnización por los daños causados, a las que finalmente el presidente tuvo que ceder.
Ya no había pago que alcanzara ni freno a un nuevo golpe militar que se estaba gestando. Con un rancio olor a petróleo Onganía derrocó a Illia y automáticamente las concesiones volvieron a manos de las petroleras extranjeras.
De ahí en más, las compañías privadas nunca más abandonaron su fuerte presencia en el mercado de los hidrocarburos, y el deterioro progresivo de la YPF estatal fue una muerte anunciada que terminó por concretarse en 1992 con la privatización.