Patagonia

En el barrio Don Bosco desaparecieron 16 casas

El viernes por la tarde el temporal provocó un desastre en el asentamiento, donde la gente observó como de la nada surgió una correntada de lodo de cinco metros de altura que, con su fuerza arrastró hacia el zanjón dieciséis casas, autos, motos, muebles y todo lo que encontró en el camino.

Mientras que en cada barrio se sigue trabajando, minuto a minuto, para ver cómo se hace para recuperar terreno, en el Don Bosco ayer reinaba la desolación y tristeza ya que ante lo vivido el viernes a la tarde, no hay mucho más que hacer que insultar, lamentar y buscar respuestas.

"Perdí todo. Ahí estaba mi casa", señala Armando Duré, señalando al vacío aunque hasta el viernes en ese lugar estaba no sólo su vivienda, también su galpón de trabajo, su presente en aquel entonces y su futuro.

Dure relató a El Patagónico que todo fue muy rápido cuando, "el viernes a eso de las 19, vimos como en el zanjón creció un río, que tuvo la altura de unos cinco metros y arrasó con todo".

Con precisión y tristeza advirtió: "16 fueron las casas que se perdieron y 16 son las familias que se quedaron con lo puesto".

Las casas fueron arrastradas por esa suerte de río que generó la tormenta por el zanjón hacia Restinga Alí y con ellas se fue mucho trabajo, esfuerzo y ese futuro que se va construyendo, desde hace años, todos los días.

"Yo tenía mi casa y mi trabajo. En el galpón tenía mi carpintería, mis herramientas. Estaban los muebles que había construido para vender, puertas que me dejaron los vecinos para reparar. En fin, se fue todo", remarcó Duré, con bronca y dolor.

Las dieciséis familias, que estaban muy integradas al barrio, siguen esperando respuestas y van yendo de una casa a otra de amigos y familiares. Otros están evacuados en la escuela del barrio, pero siguen en contacto, porque quieren recuperar lo perdido y empezar de nuevo.

 

PERDER TODO Y VOLVER A PERDERLO

 

A la charla se suma otro damnificado, Rubén Pedraza, que también comenta que como el resto perdió todo y que ese todo incluye un emprendimiento que hace cuatro meses había montado con la indemnización de su anterior trabajo.

"Había invertido todo, para empezar de nuevo y ahora no solo me quedé sin el trabajo anterior, sino también sin la posibilidad que tenía de arrancar con otra cosa. Estamos todos muy mal, esperemos que las respuestas aparezcan pronto", ruega.

Se nota que los vecinos eran muy unidos porque, aquellos que tuvieron "la fortuna" de estar en la segunda línea del paso del alud y siguen en sus casas, salen a saludar a quienes perdieron todo, y a quienes ayudan como pueden.

"Por ahora nos estamos arreglando como podemos, pero esperamos que el Estado, ya sea provincia o el municipio nos ayude, porque no solo alcanza con algunos alimentos y ropa. Lo que necesitamos es volver a recuperar lo nuestro", reiteró Duré.

 

LA RED DE AGUA IMPROVISADA

 

A unas cuadras, en lo que podría ser el inicio del zanjón, Orita Hernández camina y recorre las calles, golpea las puertas y pregunta a quien le abre si necesita algo. La mujer, una vecina del barrio que la mayoría de la ciudad comenzó a conocer por el conflicto de Guilford, es una de las tantas que ayuda en lo que puede.

Orita comenta que ayer estuvo repartiendo comida y lo poco de ropa o pañales que se consiguió. También relata orgullosa cómo los propios vecinos pudieron solucionar, con mucho trabajo y esfuerzo, la falta de agua.

"Esto, hasta el otro día era una pérdida de agua potable impresionante. No teníamos agua, pero veíamos que este caño roto tiraba todo el tiempo lo que más se necesita. Lo que se hizo fue, con mucho esfuerzo, colocar los caños y poner en el extremo una canilla. Hasta que la SCPL pueda reparar esto, nosotros ya le encontramos una solución", remarca.

La ciudad fue arrasada por un temporal pero así como generó algunos actos de rapiña de los que siempre buscan quedarse con lo ajeno y de remarcación de comerciantes inescrupulosos, también puso en evidencia que en cada barrio y en cada momento, hay gente con una necesidad que permite cubrir las que otros tienen. Esa necesidad de ayudar también andaba dando vueltas ayer por Km 8, en medio de barro, efluentes cloacales, zanjones, nuevos ríos y casas perdidas.

 

Fuente: El Patagónico