Opinión

El Extremo Sur 15 Aniversario/ La irreverencia cambió de significado

Por Horacio Escobar*

“Nosotros lo informamos antes; recién a los quince minutos ustedes subieron lo del muerto. Ah, pero ¿cómo? ¿No murió nadie? ¿Seguro? Pero a mí en el lugar del choque me dijeron. ¿Ah, vos preguntaste en el hospital? ¿Y también en la comisaría? ¿Y cuál es la que tiene jurisdicción ahí? Para un ‘cachito’ que arreglo la macana que me mandé. Espero que no lo hayan leído muchos”.

Esta reflexión se produjo hace poco más de un mes en Comodoro Rivadavia. fue un sábado y el protagonista del equívoco es un periodista que empezó hace más de dos décadas a ejercer este oficio. Pasó brevemente por la gráfica, pero lo suyo era el móvil; “primerear” con el micrófono; preguntar rápido; no escuchar la respuesta sino taladrar la segunda pregunta, aunque fuera tres minutos después de que ya la hubiera hecho un colega.

“Que existan géneros nuevos como el tweet, que tiende a la brevedad y a la síntesis, no implica que todo lo que un individuo produzca asuma esas características. Hay que decir que si nos acostumbramos a consumos culturales de este tipo también resignamos otros modos que son valiosos”, sostiene la investigadora del CONICET, Andreína Adelstein.

Comodoro Rivadavia ha sido protagonista este año de diversos acontecimientos, no precisamente positivos. Igual se sabe que lo bueno hace rato que no “vende”. En tiempos de redes antisociales y trolls por doquier es más útil a los fines del mandante el agravio gratuito; la crítica infundada; la descalificación inmediata.

El temporal histórico y la desaparición del ARA San Juan -aparentemente cerca de nuestras costas- nos convirtieron en centro noticiable no solo a nivel nacional. Ambos acontecimientos, además de opacar otras graves situaciones que se produjeron en cuestiones económicas a partir del precio del petróleo, por ejemplo, permitieron analizar cómo se hace periodismo este siglo en esta parte del mundo. Y lo primero que surge es que no difiere mucho del que se practica en otros lares.

A fuerza de ofender a algunos, predomina en general la irreflexión que tiene matriz en algo que hace poco expresó Santo Biasatti: los periodistas jóvenes leen poco, y se les nota. No pretendamos que en estos tiempos conozcan a Capote, Mailer o Hemingway; ni a Walsh o Tomás Eloy Martínez, pero al menos habría que pedirles aquello que recomendaba Félix Laíño (mítico director de La Razón): “a la redacción hay que llegar con el diario leído, desayunado y cagado”. Por “redacción” hoy también puede entenderse la propia tableta o celular de quienes practican el oficio sin necesidad de escritorio, silla giratoria o PC, dado que lo pueden hacer desde la confitería en la cual antes intercambiaban opiniones con otros parroquianos.

Claro que queda la otra parte del periodismo, la que hace la diferencia porque permite difundir lo que hasta entonces a nadie se había ocurrido preguntar. Y en ello no tiene que ver la cuestión ideológica, sino la ausencia de rigor que va más allá de la exactitud de con cuántos votos se aprobó una ley o qué jugador hizo más puntos en el partido de anoche.

¿Por qué de repente los mapuches son tan peligrosos? Un avión inglés aterriza en el aeropuerto de Comodoro por primera vez luego de la guerra de Malvinas. ¿Cómo puede un mismo chofer estar en dos camiones distintos a la misma hora sacando barro de los barrios más afectados por la lluvia? El candidato que hoy aparece como recién llegado a la política es el mismo que hace 26 años era alto funcionario de un gobierno que prometía “revolución productiva”. ¿Y por qué hoy se borra con el codo lo de la “pirotecnia cero” que se anunció hace dos meses?

En ocasiones no hay que esperar la gacetilla para transformarla en noticia sin siquiera quitarle una coma, sino que las mismas aparecen solo con leer historia reciente, lo cual permite hacer las preguntas correctas. Después de todo, de eso se trata el periodismo.

 

*Jefe de Redacción del diario El Patagónico.