Opinión

Curvas que se aplanan y rectas que se doblan

Daniel Esteban Manoukian*.

"Aplanar la curva" significa bajar el número que estima la velocidad de propagación del virus. El aislamiento contribuyó a bajar la cantidad de casos y fallecidos pero su efecto no es neutro. Ingresar a otra fase de la cuarentena exigiría respetar ciertas premisas para reducir la exposición al contagio.

Pareciera que discurrir la pandemia es transitar un camino sinuoso, con curvas y contra curvas, con rectas que no terminan de ser tales, y en fin, con un paisaje donde la única certeza es que la incertidumbre domina el panorama.

En Argentina el primer caso de Covid-19 se confirmó el 4 de marzo. Doce días después se decidió suspender las clases en todo el territorio nacional. Se habían registrado 9 casos y un fallecimiento. Unos días después, a partir del 20 de marzo, con 30 casos confirmados y sin sumar más muertes, el gobierno nacional dispuso el "aislamiento social, preventivo y obligatorio" (cuarentena) que fue renovando luego, cada quince días.

Hay consenso entorno de aceptar que esta decisión fue oportuna y conducente en un país que requería ganar tiempo para preparar al sistema de salud para un eventual pico de internación, incluyendo la preparación de los equipos de salud, la infraestructura de internación con el equipamiento necesario y el aprovisionamiento de materiales y elementos de bioseguridad. Fue una medida acertada para que la aparición de casos se diera a un ritmo que no saturara los hospitales y permitiera seguir atendiendo a la comunidad con sus demandas habituales. Fue lo que se popularizó como "aplanar la curva".

Efectivamente se aplanó la curva porque se logró reducir el R0, es decir, se bajó el número básico de reproducción que estima la velocidad con que una enfermedad puede propagarse en una población. Esa reducción alargó el factor de duplicación, esto es, la cantidad de días que se tarda en duplicar la cantidad de infectados en función del ritmo de crecimiento en un momento dado. Cuando el objetivo es que los casos no se dupliquen antes de los 15 días, al 7 de mayo la duplicación en promedio del país está en el orden de los 25 días. Esta es una variable fundamental para evaluar el avance de la pandemia y para tomar decisiones respecto de la continuidad de las medidas. En el peor momento de la pandemia, en los países más afectados de Europa se duplicaban los casos cada 2 o 3 días.

Conclusión: las medidas de aislamiento masivo temprano, lograron el objetivo buscado con buenos resultados. La comparación con países que asumieron otras estrategias resulta contundente. Mientras Argentina al 7 de mayo registraba 0.6 fallecimientos por Covid-19 por cada 100 mil de habitantes, en Brasil tiene el número ascendía a 4,1 y en Chile a 1,5.

Aplanando la curva gracias a la cuarentena, entramos en una recta que condujo a estos resultados, pero, ¿se puede seguir en esa recta o hay que empezar a doblar, al menos suavemente?

La cuarentena no tiene efecto neutro. El aislamiento al mismo tiempo que contribuye a reducir la circulación del virus y con ello bajar el número de casos y fallecidos, al prolongarse, produce efectos económicos, sociales y hasta sanitarios si entendemos la salud desde una mirada amplia.

Cuando una estrategia arroja resultados positivos resulta tentador asumir una conducta conservadora y no cambiar. Pero en el contexto de esta pandemia que suma complejidad a la situación económica y social de franca debilidad en la que se recibió el cambio de gobierno, hace solamente cinco meses, aparecen demandas que deben atenderse.

Es entonces cuando, montados en los resultados obtenidos y aprovechando el entrenamiento adquirido en este tiempo de pandemia, se puede entrar en otra fase de abordaje del problema. Flexibilizar la cuarentena puede implicar mayor exposición al contagio por lo que se sugieren algunas considerar premisas:

Sostener medidas generales de higiene y distanciamiento físico. Insistir en el lavado frecuente de manos, el uso de barbijo y mantener distancias mínimas entre las personas especialmente en comercios y lugares públicos. Estas medidas si logramos internalizarlas, serán útiles también para la propagación de otras enfermedades, sobre todo las respiratorias.

Criterio territorial. Se han afinado los modelos de seguimiento de la pandemia y es posible controlar diariamente el factor de duplicación en cada provincia y en cada localidad, por lo que éste puede ser uno de los parámetros para flexibilizar o restringir actividades, asumiendo conductas ajustadas a cada realidad. Puede incluso servir como un indicador de divulgación general para mantener informada a la población sobre la evolución de la pandemia, quizás más sensible que la difusión de número diario de casos confirmados.

Sostener restricciones destinadas a reducir posibilidad de contagio masivo. Entre ellas mantener la suspensión de clases y evitar la realización de eventos de congregación numerosa de personas (religiosos, deportivos, espectáculos).

Vigilancia epidemiológica. Será necesario afinar cada vez mejor los mecanismos de detección, seguimiento y aislamiento selectivo de contactos estrechos de personas que se diagnostican como Covid-19 positivos. Esa vigilancia permitirá contener el avance de la pandemia dentro de márgenes manejables por el sistema de salud.

Mantener una mirada atenta a los mayores de 60 años y personas de la comunidad especialmente vulnerables.

Garantizar la atención de problemas de salud NO Covid-19. La comunidad debe estar advertida que la demora en la atención de algunos síntomas puede retrasar el diagnóstico y generar consecuencias indeseables. De la misma manera los equipos de salud deben prestar atención a la reducción de consultas e internaciones por problemas cardiovasculares, oncológicos, quirúrgicos o seguimiento de pacientes con problemas crónicos, promoviendo una comunicación efectiva y preventiva para para evitar la consulta tardía, asegurando lugares y horarios para asistencia segura.

Cuidado de la salud de los trabajadores de salud. Este aspecto resulta esencial para sostener los equipos de salud en capacidad de dar respuesta. La provisión de equipos de protección personal, el entrenamiento periódico sobre el uso de los mismos, la vigilancia epidemiológica del personal de salud y la conformación de comités de crisis con representación de los trabajadores, son líneas de acción que deben sostenerse.

Afinar los planes de contingencia en cada ciudad y la preparación de los hospitalespara enfrentar la pandemia, refiere al equipo de salud en número y formación, la adecuación de los edificios, el equipamiento e insumos necesarios, incluidos los de protección para el personal de salud. Todas estas acciones redundarán en una mejora sostenida del sistema de salud, en tanto no queden solamente en el recuerdo de un ejercicio coyuntural, sino que se incorporen a las prácticas de revisión periódicas.

Sostener dispositivos de asistencia remota. Debe consolidarse los sistemas de asistencia telefónica para facilitar el acceso de los ciudadanos al sistema de salud, evitando la concurrencia a guardias y centros de salud, reduciendo así el riesgo de exposición. Estos dispositivos mejorarán la calidad del proceso de atención aún después de la pandemia, por lo que no debieran asumirse solo como coyunturales.

Debe entenderse que no se flexibiliza la cuarentena porque se superó el problema, sino porque los resultados obtenidos permiten entrar en otra fase, pero tendremos que estar dispuestos, si los indicadores empeoran, a retomar medidas restrictivas tendientes a la protección de la salud colectiva.

(*) Médico sanitarista, Cueseb (Centro Universitario de Estudios sobre Salud, Economía y Bienestar - UNC).

Fuente: Va Con Firma