Sarmiento y su forma "incorrecta" de escribirPor Claudio García
Para Sarmiento la "civilización" era importar el progreso que venía de Europa y de allí que quedara estigmatizado -junto con Alberdi (los dos grandes' de la Generación del '37), Mitre y los dirigentes de la Generación del '80- como un "europeísta". Integrarse al camino del progreso marcado por Europa significaba dejar atrás la barbarie.
Sarmiento después modificó algunas cosas. Luego de recorrer Europa y llegar a Estados Unidos, su modelo pasó a ser este país que surge de la colonización inglesa. Consideró que la educación "pero no meando a poquitos como quisieran, sino acometiendo la empresa de un golpe" y una mejor distribución de la tierra -al estilo de los farmers que conquistaron el oeste- sería "la revolución que nos hará norteamericanos". Terminó divorciado de la oligarquía e incluso reconsideró su actitud despreciativa hacia las masas criollas, infelizmente expresada en aquella frase de "no ahorre sangre de gauchos". Por eso, en carta a José Posse, expresó cosas como: "El partido liberal de Santa Fe inspirado por demagogos ha estado a punto de hacerse mutilar; pero queda bajo el rencor de la plebe gaucha, a quienes provocan con el desprecio de casta. Esto se repite en San Juan y donde quiera que el liberalismo y decencia sean sinónimos de gente docta, blanca, propietaria. El paisano es pícaro, matador, montonero, etc., pero ignorante y pobre. Los otros tienen la tierra y el colegio, el paisano su destitución y su facón".
En sus últimos años Sarmiento no sólo despreció a la clase dirigente que comandaba los destinos del país ("la oligarquía con olor a bosta de vaca gobierna el país"), sino que se convirtió en el principal denunciador de las cadenas que lo sujetaban al endeudamiento extranjero y ya no tenía una concepción maniquea si se quiere de lo que era civilización y lo que era barbarie. No obstante tampoco concibió un progreso alternativo a las ideas que venían de Europa y Estados Unidos. Su visión de la historia fue la del decurso unitario del progreso que venía de los países más avanzados de la época. Por algo, como recordó Horacio González en su charla de hace unos años en Viedma, en su libro "Conflictos y armonía de razas en América" propugnó una política de conquista y exterminio de los pueblos indígenas. En línea con lo que por la época hacían los países líderes como Inglaterra y Estados Unidos, no había integración posible con los pueblos originarios y debían ser perseguidos y desplazados por inmigrantes.
Pero Sarmiento propugnó a la vez algunas cosas de cuño enteramente "americano" o latinoamericano como se diría hoy. Casi desconocidas para la mayoría. Fue un cultor y propagandizador, por ejemplo, de la comida americana y criolla. Además, uno de los primeros "ecologistas" de esta región al alertar sobre la necesidad de proteger al árbol y complementar la arboricultura a las tareas agropecuarias. Y tuvo una propuesta ortográfica y de escritura basada en la pronunciación americana que es motivo de esta nota. De hecho escribió de acuerdo a lo que propugnaba.
La mayoría de lectores de Sarmiento desconocen esto porque las reediciones de sus obras en general no respetaron ese tipo de escritura y la tradujeron' al español usual. Es que de hecho si uno leía al Sarmiento original y desconocía su propuesta de americanizar' la escritura -que pasaba fundamentalmente por una adecuación fonética-, podía llegar a pensar que el sanjuanino habrá sido una personada destacada en muchos aspectos, pero en ortografía era un bruto. Muchos podían llegar a pensar qué paradoja que el mejor escritor argentino del siglo XIX a la vez no podía escribir una línea sin cometer errores de ortografía.
Hace unos años, en 1993, Argentina, Brasil, Colombia, España, Francia, Italia, México y Portugal, en el marco de un acuerdo multilateral coordinado por la UNESCO, reeditaron de Sarmiento su "Viajes por Europa, África y América 1845-1847". Una edición ejemplar, con notas y análisis complementarios de distintos escritores e intelectuales, entre ellos Juan José Saer. Lo importante es que se respetó la escritura original, sin modificaciones de ningún tipo. Acostumbrados a las reglas ortográficas que nos enseñaron, hay que decir que choca un poco, hace ruido, leer un Sarmiento que en general sustituye la z por la s, la v por b, la g por j en los casos que suenan de la misma manera. También reemplaza la y por la i, la x por la s y la qu por la c. No usa tampoco los acentos como hemos aprendido. Por eso uno puede leer cosas como: "...Pero no es esto lo peor aun, sino que los modernos Ulises, que como Dumas i comitiva andan hoy sobre sus olas, a caza de sirenas, islas encantadas i Calipsos que los detengan i embauquen...". O también: "...i yo no me esplico..."; "...asumen formas i extensión..."; "...i aun ponia atención..." y "...hai un pórtico al frente i otro al costado que es a veces mas lujoso que aquel; las agujas se elevan al cielo sobre bases frájiles...".
Elena Rojas (Profesora de Letras nacida en Tucumán) explica sobre esta escritura de Sarmiento que: "...las palabras oxítonas (las que llevan el acento de intensidad en la última sílaba) terminadas en vocal llevan siempre tilde, sean polisílabas o monosílabas, nominales o verbales. En cambio, cuando finalizan en n o en s no reciben acento en su escritura: paralización, corazon, fogon, cañon, bailarin o demas, jenoves, frances. Las paroxítonas (las que llevan el acento de intensidad en la penúltima sílaba) en singular terminadas en n o en s llevan acento ortográfico, mientras que las formas de igual apariencia, pero que en realidad son de plurales verbales en el primer caso o nominales en el segundo, no: órden, imájen, frente a sirven , yacen; o ántes, ménos, crísis, entonces, léjos, frente a convulsiones, trajes. De modo similar, se observan diferencias entre las formas nominales y verbales de más de dos sílabas con igual pronunciación, pues se usa un acento ortográfico que produce hiato en las primeras, y se produce la ausencia de éste, con apariencia de diptongo, en las segundas: energía, coquetería, orjía, frente asistia, vivian, habia. En cambio en las bisílabas se observa la falta de tilde en todas las formas (nominales, pronominables, verbales): guia, mio, oian".
Sin dudas, Sarmiento escribió su propia prosa, como sentenció la docente tucumana. Y por eso se debe destacar que un "europeísta" propugnara que la lengua debía salir del academicismo y respetar la voluntad popular, renovándose en función de los requerimientos de la nueva sociedad americana surgida de los procesos de independencia de principios del siglo XIX. Y además de esto considero importante que con estas innovaciones que quiso dar al castellano pusiera las cosas en su lugar respecto a esa eterna polémica que suele darse especialmente entre los escritores: si el contenido o la forma. Sarmiento afirmaba sin dudas "el contenido". "Flores reales, no flores de cera", como dijo el poeta -norteamericano casualmente- Walt Whitman.
Hay una frase muy hermosa del sanjuanino, un consejo que no debería ser desechado: "...en lugar de ocuparos de las formas, de la pureza de las palabras, de lo redondeado de la frase, de lo que dijo Cervantes o fray Luis de León, adquirid ideas de donde quiera que vengan, nutrid vuestro espíritu con las manifestaciones del pensamiento de los grandes luminares de la época: y cuando sintáis que vuestro pensamiento a su vez se despierta, echad miradas observadoras sobre vuestra patria, sobre el pueblo... y, en seguida escribir con amor, con corazón, lo que os alcance, lo que se os antoje, que eso será bueno en el fondo, aunque la forma sea incorrecta; será apasionado, aunque a veces sea inexacto; agradará al lector aunque rabie Garcilaso". (Agencia APP)
Por Claudio García
Para Sarmiento la "civilización" era importar el progreso que venía de Europa y de allí que quedara estigmatizado -junto con Alberdi (los dos grandes' de la Generación del '37), Mitre y los dirigentes de la Generación del '80- como un "europeísta". Integrarse al camino del progreso marcado por Europa significaba dejar atrás la barbarie.
Sarmiento después modificó algunas cosas. Luego de recorrer Europa y llegar a Estados Unidos, su modelo pasó a ser este país que surge de la colonización inglesa. Consideró que la educación "pero no meando a poquitos como quisieran, sino acometiendo la empresa de un golpe" y una mejor distribución de la tierra -al estilo de los farmers que conquistaron el oeste- sería "la revolución que nos hará norteamericanos". Terminó divorciado de la oligarquía e incluso reconsideró su actitud despreciativa hacia las masas criollas, infelizmente expresada en aquella frase de "no ahorre sangre de gauchos". Por eso, en carta a José Posse, expresó cosas como: "El partido liberal de Santa Fe inspirado por demagogos ha estado a punto de hacerse mutilar; pero queda bajo el rencor de la plebe gaucha, a quienes provocan con el desprecio de casta. Esto se repite en San Juan y donde quiera que el liberalismo y decencia sean sinónimos de gente docta, blanca, propietaria. El paisano es pícaro, matador, montonero, etc., pero ignorante y pobre. Los otros tienen la tierra y el colegio, el paisano su destitución y su facón".
En sus últimos años Sarmiento no sólo despreció a la clase dirigente que comandaba los destinos del país ("la oligarquía con olor a bosta de vaca gobierna el país"), sino que se convirtió en el principal denunciador de las cadenas que lo sujetaban al endeudamiento extranjero y ya no tenía una concepción maniquea si se quiere de lo que era civilización y lo que era barbarie. No obstante tampoco concibió un progreso alternativo a las ideas que venían de Europa y Estados Unidos. Su visión de la historia fue la del decurso unitario del progreso que venía de los países más avanzados de la época. Por algo, como recordó Horacio González en su charla de hace unos años en Viedma, en su libro "Conflictos y armonía de razas en América" propugnó una política de conquista y exterminio de los pueblos indígenas. En línea con lo que por la época hacían los países líderes como Inglaterra y Estados Unidos, no había integración posible con los pueblos originarios y debían ser perseguidos y desplazados por inmigrantes.
Pero Sarmiento propugnó a la vez algunas cosas de cuño enteramente "americano" o latinoamericano como se diría hoy. Casi desconocidas para la mayoría. Fue un cultor y propagandizador, por ejemplo, de la comida americana y criolla. Además, uno de los primeros "ecologistas" de esta región al alertar sobre la necesidad de proteger al árbol y complementar la arboricultura a las tareas agropecuarias. Y tuvo una propuesta ortográfica y de escritura basada en la pronunciación americana que es motivo de esta nota. De hecho escribió de acuerdo a lo que propugnaba.
La mayoría de lectores de Sarmiento desconocen esto porque las reediciones de sus obras en general no respetaron ese tipo de escritura y la tradujeron' al español usual. Es que de hecho si uno leía al Sarmiento original y desconocía su propuesta de americanizar' la escritura -que pasaba fundamentalmente por una adecuación fonética-, podía llegar a pensar que el sanjuanino habrá sido una personada destacada en muchos aspectos, pero en ortografía era un bruto. Muchos podían llegar a pensar qué paradoja que el mejor escritor argentino del siglo XIX a la vez no podía escribir una línea sin cometer errores de ortografía.
Hace unos años, en 1993, Argentina, Brasil, Colombia, España, Francia, Italia, México y Portugal, en el marco de un acuerdo multilateral coordinado por la UNESCO, reeditaron de Sarmiento su "Viajes por Europa, África y América 1845-1847". Una edición ejemplar, con notas y análisis complementarios de distintos escritores e intelectuales, entre ellos Juan José Saer. Lo importante es que se respetó la escritura original, sin modificaciones de ningún tipo. Acostumbrados a las reglas ortográficas que nos enseñaron, hay que decir que choca un poco, hace ruido, leer un Sarmiento que en general sustituye la z por la s, la v por b, la g por j en los casos que suenan de la misma manera. También reemplaza la y por la i, la x por la s y la qu por la c. No usa tampoco los acentos como hemos aprendido. Por eso uno puede leer cosas como: "...Pero no es esto lo peor aun, sino que los modernos Ulises, que como Dumas i comitiva andan hoy sobre sus olas, a caza de sirenas, islas encantadas i Calipsos que los detengan i embauquen...". O también: "...i yo no me esplico..."; "...asumen formas i extensión..."; "...i aun ponia atención..." y "...hai un pórtico al frente i otro al costado que es a veces mas lujoso que aquel; las agujas se elevan al cielo sobre bases frájiles...".
Elena Rojas (Profesora de Letras nacida en Tucumán) explica sobre esta escritura de Sarmiento que: "...las palabras oxítonas (las que llevan el acento de intensidad en la última sílaba) terminadas en vocal llevan siempre tilde, sean polisílabas o monosílabas, nominales o verbales. En cambio, cuando finalizan en n o en s no reciben acento en su escritura: paralización, corazon, fogon, cañon, bailarin o demas, jenoves, frances. Las paroxítonas (las que llevan el acento de intensidad en la penúltima sílaba) en singular terminadas en n o en s llevan acento ortográfico, mientras que las formas de igual apariencia, pero que en realidad son de plurales verbales en el primer caso o nominales en el segundo, no: órden, imájen, frente a sirven , yacen; o ántes, ménos, crísis, entonces, léjos, frente a convulsiones, trajes. De modo similar, se observan diferencias entre las formas nominales y verbales de más de dos sílabas con igual pronunciación, pues se usa un acento ortográfico que produce hiato en las primeras, y se produce la ausencia de éste, con apariencia de diptongo, en las segundas: energía, coquetería, orjía, frente asistia, vivian, habia. En cambio en las bisílabas se observa la falta de tilde en todas las formas (nominales, pronominables, verbales): guia, mio, oian".
Sin dudas, Sarmiento escribió su propia prosa, como sentenció la docente tucumana. Y por eso se debe destacar que un "europeísta" propugnara que la lengua debía salir del academicismo y respetar la voluntad popular, renovándose en función de los requerimientos de la nueva sociedad americana surgida de los procesos de independencia de principios del siglo XIX. Y además de esto considero importante que con estas innovaciones que quiso dar al castellano pusiera las cosas en su lugar respecto a esa eterna polémica que suele darse especialmente entre los escritores: si el contenido o la forma. Sarmiento afirmaba sin dudas "el contenido". "Flores reales, no flores de cera", como dijo el poeta -norteamericano casualmente- Walt Whitman.
Hay una frase muy hermosa del sanjuanino, un consejo que no debería ser desechado: "...en lugar de ocuparos de las formas, de la pureza de las palabras, de lo redondeado de la frase, de lo que dijo Cervantes o fray Luis de León, adquirid ideas de donde quiera que vengan, nutrid vuestro espíritu con las manifestaciones del pensamiento de los grandes luminares de la época: y cuando sintáis que vuestro pensamiento a su vez se despierta, echad miradas observadoras sobre vuestra patria, sobre el pueblo... y, en seguida escribir con amor, con corazón, lo que os alcance, lo que se os antoje, que eso será bueno en el fondo, aunque la forma sea incorrecta; será apasionado, aunque a veces sea inexacto; agradará al lector aunque rabie Garcilaso". (Agencia APP)