Cultura

El ojo social de Siri, el pintor del Dique Ameghino

Por Jerónimo García*.

El ojo de Néstor Siri está puesto en lo social. No entiende de egoísmos ni de diferencias sociales, pero sabe que existen y las plasma con su arte como para dejar testimonio. El pintor de Florentino Ameghino se ocupa del paisaje patagónico, pero procura mostrar cómo "nuestros paisanos entregaron y entregan sus vidas por sus patrones" hasta que "un día emigran iniciando un largo peregrinar hacia las grandes ciudades, donde los reciben en sus márgenes o villas. Ahí se convierten en extranjeros en sus propias tierras".

Néstor Siri nació en Dique Florentino Ameghino, a la vera del rio Chubut, donde un embalse y obra hidráulica referencian el paso de Agua y Energía Eléctrica y las marcas de otra Argentina. Siri lamenta a veces ser autodidacta. Dice que eso suele convertirse en un dilema, porque "uno siempre termina autocorrigiendo y creyendo que siempre falta algo".

"Pinto y trato de pintar un paisaje típico patagónico, desde el sur de Rio Negro hasta Tierra del Fuego. La Patagonia Argentina, a diferencia de la chilena, es más árida y esa aridez me atrapa, aunque unas pocas pinturas tengo de la Patagonia chilena, tan admirable como la nuestra", comenta.

Su vínculo con esta tierra es integrador, no se le pasa por la cabeza estar fuera de ella. Por el contrario, quiere que todo el resto venga a conocerla, a observarla, pero no solamente a través del paisaje.

Mostrar la vida del paisano

"Trato de mostrar cómo viven nuestros paisanos, muchos siguen en "negro" -sin aportes sociales-. Aunque yo los pinto mayormente sin gente -así debería ser por cuestiones de dignidad- muchos de los humildes ranchos, casi taperas, están habitados", describe.

"Nuestros paisanos entregaron y entregan sus vidas por sus patrones, quienes obtienen ganancias importantes a partir de los cuidados de sus peones, pero
estos reciben a cambio solamente los ‘vicios' -cigarrillos, harina, fideos y algún vino cada tanto- y así como tirados en el campo, con un "mono" -colchón, pilchero y algún "recao"- acomodan los ranchos a punto de caerse y se instalan a trabajar", afirma.

"Con mucho esfuerzo, levantan nuevos reparos, con piedras y barro del lugar. Así vieron y así ven crecer a sus hijos y los sueños. Hasta que un día emigran iniciando un largo peregrinar hacia las grandes ciudades, donde los reciben en sus márgenes o villas. Ahí se convierten en extranjeros en sus propias tierras", finaliza Siri.

*Militante político desde los '70. Ex jefe de Gabinete, diputado provincial y fundador de ATE en Chubut. Lector omnívoro y aficionado a las artes.