Patagonia

Hay mucha sangre en la historia del Ku Klux Klan

Por Adrián Moyano.

Que tres manifestantes eligieron ataviarse como los partidarios de la organización estadounidense, nada tiene que ver con divergencias sobre política sanitaria o jurídica. Fue una emulación del racismo.

Aunque su finalidad fuera oponerse a la hipotética obligatoriedad de la vacuna contra el COVID-19, los o las tres manifestantes que se encapucharon el domingo en el Centro Cívico se convirtieron en émulos conscientes o inconscientes del Ku Klux Klan. La similitud de sus atuendos con los que hizo tristemente célebre la organización racista estadounidense, mereció impensada repercusión nacional y llevó el debate bien lejos de la política sanitaria, para centrarse en los discursos supremacistas y de odio.

El origen del KKK data del siglo XIX, cuando después de finalizada la Guerra de Secesión, grupos sudistas se opusieron violentamente a las políticas de reconstrucción que se instituyeron desde Washington y también, a la abolición de la esclavitud. Pero como la agitación servía como excusa para mantener tropas federales en los estados recientemente derrotados, la organización perdió vigor y fue declarada ilegal en 1871.

Sin embargo, reverdeció hacia 1915 y para 1929 llegó a contar con cinco millones de miembros en toda la geografía estadounidense, sumando el antisemitismo a su ideario siempre racista. Vista su trayectoria desde hoy, llama la atención que sus vínculos más estrechos con el mundo de la política fueran con el Partido Demócrata, que en las últimas décadas asumió un ropaje más progresista que su adversario tradicional, el Partido Republicano. Inclusive, en la década de 1920 la participación de sus miembros en las convenciones demócratas fue decisiva.

Su nuevo declive se produjo a partir de la Gran Depresión y se consolidó durante la Segunda Guerra Mundial, al trascender que varias de sus figuras preminentes mantuvieron contacto con líderes nazis y al hacerse ostensible su apoyo al Tercer Reich. Inclusive, grupos del KKK lincharon y asesinaron a soldados afroamericanos que volvían de combatir, aunque vistieran sus uniformes militares. Consignó los sucesos John Hope Franklin en "Raza e Historia. Ensayos selectos 1938-1988" (Editorial de la Universidad Estatal de Luisiana).

El KKK volvió a las andadas durante las décadas de 1950 y 1960, mientras la movilización estadounidense por los derechos civiles se intensificaba. Se cometieron varios hechos violentos en su nombre, sigla que en realidad ya no identificaba solamente a una estructura única, sino a varias agrupaciones. Uno de los hechos más siniestros tuvo lugar cuando "las casas de cuarenta familias negras fueron dinamitadas entre 1951 y 1952. Algunos como Moore, eran activistas sociales expuestos al peligro del terror, pero la mayoría era gente que se rehusaba a seguir las convenciones raciales de la sociedad; o inocentes transeúntes víctimas del terrorismo blanco".

La cita corresponde al libro "Habla ahora contra el día: la generación anterior al movimiento por los derechos civiles en el sur", de John Egerton. Moore era Harry, director de la NAACP (Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color, por sus siglas en inglés). El FBI ubicó a varios sospechosos pero nadie fue procesado. Como se sabe, la impunidad genera más violencia: en 1971, cuando un tribunal falló a favor de la desegregación en el transporte escolar, miembros del KKK hicieron volar 10 micros escolares en Michigan.

En la actualidad, se considera que solo unos pocos miles de estadounidenses se consideran continuadores y activistas del Ku Klux Klan. Si bien la irrupción de las redes sociales y otros factores sirvieron -como ayer- para ponerle coto o cuestionar las ideologías de odio, la idea de la supremacía blanca volvió a vivir otro veranito en los primeros tramos del gobierno de Donald Trump.

Durante un siglo y medio, la organización que emularon tres manifestantes barilochenses durante un "banderazo" argentino en la tarde del domingo, provocó innumerables acciones violentas, con demasiadas víctimas mortales y no solo afroamericanas. Su evocación poco tiene que ver con cuestiones sanitarias, jurídicas o inclusive políticas. Basta con echar una ojeada por la historia de la humanidad para advertir que el racismo, provocó más muertes que cualquier otro virus. Reivindicación inadmisible.

Fuente: El Cordillerano