El país

Las aulas en la provincia de Buenos Aires: un campo minado

Por una docente de la provincia de Buenos Aires

Les voy a comentar algunos avatares que como profe de historia tuve que superar hoy 18 de febrero, para ir a una mesa de examen. Es una experiencia individual pero que de seguro pasaron - o pasaran - varios colegas.

La mesa de examen comenzaba a las 14.35 en San Martín. Yo vivo en San Justo así que salí con tiempo, a las 12:00 hs y recién pude tomar el 185 que va a Liniers a las 13:00 hs y luego tomar el 161. El gobierno nacional y el "Ministro de Educación" (me reservo sus dichos sobre el llamado "Proceso de Reorganización Pedagógica") saben que en estos tiempos de reactivación escolar, aumenta la circulación de madres, padres, docentes y alumnos. Así que mínimamente deberían aumentar la frecuencia del transporte público, lo que conllevaría poner más unidades en disponibilidad. Yo me arriesgué, esperé y llegué justo. Otros docentes quizás se tomaban un Uber, que más o menos costaría unos 800 pesos hasta el cole donde trabajo.

Bien, ahora pasemos a lo que fue el aula, un verdadero campo minado y uno allí como docente tratando de cuidarlos a ellos, a sus familias y a uno mismo. De 10 estudiantes a presentarse, solo fueron 6. Uno no fue porque juega al fútbol y un compañero del que estuvo cerca, era caso sospechoso.

Situación 1: ni bien llegaron, lo primero que hicieron fue sentarse, como habitualmente se hacía en tiempos normales, uno detrás de otro en sus respectivos bancos, sin respetar el mentado metro y medio.

Situación 2: una estudiante no trajo hojas y les pidió prestada algunas a su otra compañera, acercándose y manipulando las mismas.

Situación 3: al finalizar la clase y llegar la hora de salir, me descuidé porque estaba anotando algunas cosas, y se saludaron con las palmas de la mano. Esa no la pude prevenir.

Situación 4: en lo concerniente a la escucha, reiteradamente se les hizo imposible oírme con claridad debido al barbijo y la máscarilla de policarbonato. Amén de la humedad que se nos genera a los docentes y la dificultad de respirar.

Obvio que al remarcar todas estas situaciones que ya no pueden suceder, les resultó antipático. El profe está para dar clase, no para ser policía y vigilar todo el tiempo.

Lo único positivo fue que el pizarrón y la explicación del docente en el aula, les resultaron mucho más prácticas que las hastiadas clases en virtualidad.

En fin, el gobierno nos manda al matadero. Es solo cuestión de tiempo y estas situaciones me pasaron solo con 6 estudiantes. No sé qué será con las burbujas de 15 en marzo.