Verborragia política y campaña outlet: tiros en el pie, falacias y vulgaridadesPor Davy Figueiras.
"¿De qué se enteraron en la guerra del Golfo?
Un vídeo de una bomba que cae y hace volar
un edificio... podría ser una maqueta".
Wag the dog
Pocas veces en la historia reciente un gobierno se ha disparado tantos tiros en el pie. Por momentos Alberto Fernández parece un jugador que se hace trampa en el solitario.
Quedaron lejos aquellos números abrumadores de marzo del año pasado, cuando el Presidente alcanzaba una aprobación de más del 79%.
En menos de dos años pasó de 79,2% de aprobación a 70,7% de rechazo, según un estudio de la consultora Synopsis. El proceso comenzó casi imperceptiblemente con un Ginés González García confirmando que el Coronavirus estaba lejos y que era poco probable que llegara a nuestro país. El virus finalmente llego, arrasó con más de 100 mil vidas, la economía y el respeto por la palabra presidencial. También puso en evidencia que la costado más fútil, perverso y frívolo de la política.
¿Qué dice señor presidente?
El derrotero que significó el paso de +70% a -70% de imagen fue intenso. Vale rememorar algunos momentos. Por ejemplo, ante la inminencia del virus, se presentó con bombos y platillos un test serológico desarrollado en el país que permitiría "controlar" el avance del virus. Nadie sabe a ciencia cierta qué sucedió no se conoce el grado de eficacia de los mismos, porque Argentina fue uno de los países con menor capacidad de testeo.
En su momento, la patóloga y pediatra Marta Cohen preguntó por qué no se hacen más testeos para dimensionar el diagnóstico epidemiológico, y Vizzotti -que viaja cual azafata en busca de vacunas, algo que no hace ningún ministro de un país serio+ respondió con una sonrisa.
Entre las promesas de Putin y la pelea con Pfizer se destapó el "vacunatorio VIP", donde funcionarios, familiares y amigos fueron beneficiados con la aplicación de una vacuna que por ese tiempo escaseaba. En términos de imagen de gobierno, se bordeaba el abismo. Ayudó poco la frase del presidente justificando la situación: "no es delito saltarse la fila". La historia recién comenzaba.
Los 110 mil muertos sensibilizaron aún más a la sociedad en un contexto por demás difícil. En ese escenario se filtró la foto del cumpleaños de Fabiola Yáñez. Fue inmediata la desmentida de Fernández, aduciendo que solo había posado para la foto. La contundencia del video lo dejó en ridículo y volvió a la verborragia casi delirante: "Mi querida Fabiola convocó a un cumpleaños que no debió haberse hecho". El "se" impersonal delató su estrategia. La frase, poco feliz, devino en una catarata de críticas, no solo por el machismo implícito sino por lo insólito de querer justificar la violación de un decreto que él mismo promovió.
Los tropezones no tenían fin. Luego de ese episodio, el Presidente se presentó a la justicia por derecho propio -sin sopesar que tiene la matrícula bloqueada- y se impuso su propio fallo: pagar una multa. Cualquier estudiante de primer año de Derecho Penal hubiera sido bochado por tamaño yerro.
Tolosa Paz, Frederic y Vidal compiten en sus barbaridades
En una campaña outlet, como podía esperarse, las ideas no abundan ni brillan. Las propuestas se reducen a ataques personales y los spots son dignos de lástima.
Sin llamar la atención, el grado de desconocimiento en los principales distritos es notable. Manes, Santilli y Tolosa Paz en provincia de Buenos Aires asumen un grado de desconocimiento inédito para la provincia más importante en términos electorales.
Será por eso que los escándalos no cesan. La ostentación del "garche peronista" en clave hippie viejo por parte de Tolosa Paz, el "porro cheto" de Vidal, la denuncia de "campaña sucia del PRO" por parte de Manes, el "subite a la santilleta" de obvia referencia, el "te voy a aplastar", "sorete zurdo", "parásito del Estado" y otras tantas de Milei, el "Bullrich salía borracha de los restaurantes" de Santoro y el inigualable "Suiza es aburrido" de Frederic. Frases todas que evidencian un torbellino de barbaridades que van compensándose de un partido político al otro ante una sociedad que sobrevive entre el asombro y la naturalización de la mediocridad. Ni siquiera la afirmación de "fue un debate formidable que abre la cabeza" del Presidente sobre la profesora adoctrinadora estuvo a la altura creativa del comentario de la ministra de Seguridad.
Chubut, elogio a la vulgaridad
Chubut no está ajena a esta lógica nacional que rinde un tributo permanente a la vulgaridad. Quién olvida, en pleno conflicto docente por el retraso en el pago de salarios, la chicana de Arcioni: "quién no tiene unos ahorritos para aguantar unos meses". O "El camionero no es un animal ni la empleada doméstica de nadie" de Taboada" y el patético "desahogo sexual" del fiscal Fernando Rivarola.
La más reciente del caudal infinito de verborragias autoinfringidas fue la del diputado Eliceche, quien dijo hace algunos días que "el gobernador fue mal asesorado", justificando la aberración institucional de Arcioni que envió los pliegos de candidatos para el Superior Tribunal incumpliendo todos los requisitos constitucionales.
Falacia ad hominem como modelo de campaña
La falacia se define como un razonamiento incorrecto, que esconde un error, engaño o mentira; pero que tiene apariencia de verdad. Si bien existen varios tipos, en las campañas, especialmente en la chubutense; predomina la falacia ad hominem que consiste en atacar al hombre y no a sus ideas.
Basta comprobar esta hipótesis escuchando a los candidatos que, ante la ausencia de propuestas concretas, se mueven entre la pobreza intelectual, la chicana y la agresión.
Llamativamente, esos ataques no solo se dan entre rivales políticos sino también dentro de los mismos frentes y alianzas, tanto del oficialismo como de la oposición. Todo un síntoma del desarraigo entre la política, los problemas reales y los intereses personales.
A poco más de una semana de las PASO, todo parece concluir en una cuestión: ¿qué quedará en la memoria de esta muestra de decadencia que intenta perpetuarse en nuestro país y nuestra provincia?
Por Davy Figueiras.
"¿De qué se enteraron en la guerra del Golfo?
Un vídeo de una bomba que cae y hace volar
un edificio... podría ser una maqueta".
Wag the dog
Pocas veces en la historia reciente un gobierno se ha disparado tantos tiros en el pie. Por momentos Alberto Fernández parece un jugador que se hace trampa en el solitario.
Quedaron lejos aquellos números abrumadores de marzo del año pasado, cuando el Presidente alcanzaba una aprobación de más del 79%.
En menos de dos años pasó de 79,2% de aprobación a 70,7% de rechazo, según un estudio de la consultora Synopsis. El proceso comenzó casi imperceptiblemente con un Ginés González García confirmando que el Coronavirus estaba lejos y que era poco probable que llegara a nuestro país. El virus finalmente llego, arrasó con más de 100 mil vidas, la economía y el respeto por la palabra presidencial. También puso en evidencia que la costado más fútil, perverso y frívolo de la política.
¿Qué dice señor presidente?
El derrotero que significó el paso de +70% a -70% de imagen fue intenso. Vale rememorar algunos momentos. Por ejemplo, ante la inminencia del virus, se presentó con bombos y platillos un test serológico desarrollado en el país que permitiría "controlar" el avance del virus. Nadie sabe a ciencia cierta qué sucedió no se conoce el grado de eficacia de los mismos, porque Argentina fue uno de los países con menor capacidad de testeo.
En su momento, la patóloga y pediatra Marta Cohen preguntó por qué no se hacen más testeos para dimensionar el diagnóstico epidemiológico, y Vizzotti -que viaja cual azafata en busca de vacunas, algo que no hace ningún ministro de un país serio+ respondió con una sonrisa.
Entre las promesas de Putin y la pelea con Pfizer se destapó el "vacunatorio VIP", donde funcionarios, familiares y amigos fueron beneficiados con la aplicación de una vacuna que por ese tiempo escaseaba. En términos de imagen de gobierno, se bordeaba el abismo. Ayudó poco la frase del presidente justificando la situación: "no es delito saltarse la fila". La historia recién comenzaba.
Los 110 mil muertos sensibilizaron aún más a la sociedad en un contexto por demás difícil. En ese escenario se filtró la foto del cumpleaños de Fabiola Yáñez. Fue inmediata la desmentida de Fernández, aduciendo que solo había posado para la foto. La contundencia del video lo dejó en ridículo y volvió a la verborragia casi delirante: "Mi querida Fabiola convocó a un cumpleaños que no debió haberse hecho". El "se" impersonal delató su estrategia. La frase, poco feliz, devino en una catarata de críticas, no solo por el machismo implícito sino por lo insólito de querer justificar la violación de un decreto que él mismo promovió.
Los tropezones no tenían fin. Luego de ese episodio, el Presidente se presentó a la justicia por derecho propio -sin sopesar que tiene la matrícula bloqueada- y se impuso su propio fallo: pagar una multa. Cualquier estudiante de primer año de Derecho Penal hubiera sido bochado por tamaño yerro.
Tolosa Paz, Frederic y Vidal compiten en sus barbaridades
En una campaña outlet, como podía esperarse, las ideas no abundan ni brillan. Las propuestas se reducen a ataques personales y los spots son dignos de lástima.
Sin llamar la atención, el grado de desconocimiento en los principales distritos es notable. Manes, Santilli y Tolosa Paz en provincia de Buenos Aires asumen un grado de desconocimiento inédito para la provincia más importante en términos electorales.
Será por eso que los escándalos no cesan. La ostentación del "garche peronista" en clave hippie viejo por parte de Tolosa Paz, el "porro cheto" de Vidal, la denuncia de "campaña sucia del PRO" por parte de Manes, el "subite a la santilleta" de obvia referencia, el "te voy a aplastar", "sorete zurdo", "parásito del Estado" y otras tantas de Milei, el "Bullrich salía borracha de los restaurantes" de Santoro y el inigualable "Suiza es aburrido" de Frederic. Frases todas que evidencian un torbellino de barbaridades que van compensándose de un partido político al otro ante una sociedad que sobrevive entre el asombro y la naturalización de la mediocridad. Ni siquiera la afirmación de "fue un debate formidable que abre la cabeza" del Presidente sobre la profesora adoctrinadora estuvo a la altura creativa del comentario de la ministra de Seguridad.
Chubut, elogio a la vulgaridad
Chubut no está ajena a esta lógica nacional que rinde un tributo permanente a la vulgaridad. Quién olvida, en pleno conflicto docente por el retraso en el pago de salarios, la chicana de Arcioni: "quién no tiene unos ahorritos para aguantar unos meses". O "El camionero no es un animal ni la empleada doméstica de nadie" de Taboada" y el patético "desahogo sexual" del fiscal Fernando Rivarola.
La más reciente del caudal infinito de verborragias autoinfringidas fue la del diputado Eliceche, quien dijo hace algunos días que "el gobernador fue mal asesorado", justificando la aberración institucional de Arcioni que envió los pliegos de candidatos para el Superior Tribunal incumpliendo todos los requisitos constitucionales.
Falacia ad hominem como modelo de campaña
La falacia se define como un razonamiento incorrecto, que esconde un error, engaño o mentira; pero que tiene apariencia de verdad. Si bien existen varios tipos, en las campañas, especialmente en la chubutense; predomina la falacia ad hominem que consiste en atacar al hombre y no a sus ideas.
Basta comprobar esta hipótesis escuchando a los candidatos que, ante la ausencia de propuestas concretas, se mueven entre la pobreza intelectual, la chicana y la agresión.
Llamativamente, esos ataques no solo se dan entre rivales políticos sino también dentro de los mismos frentes y alianzas, tanto del oficialismo como de la oposición. Todo un síntoma del desarraigo entre la política, los problemas reales y los intereses personales.
A poco más de una semana de las PASO, todo parece concluir en una cuestión: ¿qué quedará en la memoria de esta muestra de decadencia que intenta perpetuarse en nuestro país y nuestra provincia?