Géneros

Judith Butler: "Necesitamos reconsiderar la categoría ‘mujer' para incluir nuevas posibilidades"

Judith Butler, profesora de la Universidad de California en Berkeley y una de las autoras más destacadas en materia de género y teoría Queer, fue entrevistada por la historiadora queer Jules Joanne Gleeson para The Guardian, dónde brindó su análisis en torno al escenario político actual y los desafíos del feminismo. "La identidad no debería ser la base de la política", apuntó. "Necesitamos saber contra qué estamos luchando y por qué, y mantener ese enfoque".

Uno de los ejes del diálogo fue el impacto de su libro más reconocido "Gender Trouble" (El género en disputa: Feminismo y la subversión de la identidad). En su obra, la filósofa abordó lo que significa ser mujer, un debate que hasta la actualidad atraviesa los movimientos feministas y LGBTQ+.

"Lo que significa ser mujer no es igual de una década a otra. La categoría de mujer puede cambiar y cambia, y necesitamos que sea así. Políticamente, asegurar mayores libertades para las mujeres requiere que reconsideremos la categoría de ‘mujer' para incluir esas nuevas posibilidades. El significado histórico del género puede cambiar a medida que se recrean, rechazan o recrean sus normas", explicó Butler. "Por lo tanto, no debería sorprendernos, ni oponernos, cuando la categoría de mujer se expanda para incluir a las mujeres trans. Y dado que también estamos a favor de imaginar futuros alternativos de masculinidad, deberíamos estar preparados e incluso satisfechos de ver qué están haciendo los hombres trans con la categoría de ‘hombre'.

También se refirió a la idea del género como algo performativo que el sujeto produce y reproduce constantemente, en rechazo a la idea del sexo como destino biológico y cultural.

"Ninguno de nosotros está totalmente determinado por normas culturales. El género se convierte entonces en una negociación, una lucha, una forma de lidiar con las limitaciones históricas y hacer nuevas realidades", sostiene Butler. "Cuando somos ‘niñas', entramos en un reino de niña que se ha construido durante mucho tiempo: una serie de convenciones, a veces contradictorias, que establecen la condición de niña dentro de la sociedad. No lo elegimos simplemente. Y no solo se nos impone. Pero esa realidad social puede cambiar, y lo hace".

La autora invita a repensar los alcances del género: "Deberíamos pensar en el género como algo que se impone al nacer, a través de la asignación de sexo y todas las suposiciones culturales que suelen acompañarlo. Sin embargo, el género también es lo que se crea en el camino: podemos asumir el poder de la asignación, convertirlo en autoasignación, lo que puede incluir la reasignación de sexo a nivel legal y médico".

Consultada sobre las implicancias políticas de su teoría, argumentó que "la identidad no debería ser la base de la política", si no términos clave como "alianza, coalición y solidaridad" para "una izquierda en expansión". "Necestiamos saber contra qué estamos luchando y por qué, y mantener ese enfoque".

"Es imperativo que trabajemos a través de las diferencias y que construyamos narrativas complejas del poder social", agregó. "Relatos que nos ayuden a construir vínculos entre los pobres, los precarios, los desposeídos, las gentes LGBTQI +, los trabajadores y todos aquellos sometidos al racismo y la subyugación colonial. Estos no siempre son grupos o identidades separadas, sino formas de subyugación superpuestas e interconectadas que se oponen al racismo, la misoginia, la homofobia, la transfobia, pero también al capitalismo y sus destrucciones, incluida la destrucción de la Tierra y las formas de vida indígenas".

Butler también habló sobre el avance de la derecha a nivel global, encarnada en grupos religiosos o políticos, que en los últimos años han reestructurado sus discursos en contra de la mal llamada "ideología de género". "La derecha busca desesperadamente recuperar formas de identidad que han sido cuestionadas con razón", analiza Butler. "Al mismo tiempo, tienden a reducir los movimientos por la justicia racial a políticas de ‘identidad', o caricaturizar los movimientos por la libertad sexual o contra la violencia sexual como obsesionados únicamente por la ‘identidad'. De hecho, estos movimientos se preocupan principalmente por redefinir lo que la justicia, la igualdad y la libertad pueden y deben significar. De esta manera, son esenciales para cualquier movimiento democrático radical, por lo que debemos rechazar esas caricaturas".

Y agrega: "El movimiento de ideología anti-género, un movimiento global, insiste en que el sexo es biológico y real, o que el sexo está distribuido por Dios, y que el género es una ficción destructiva , que va tanto contra el ‘hombre' como la ‘civilización' y ‘Dios"' La política anti-género ha sido reforzada por el Vaticano y las iglesias evangélicas y apostólicas más conservadoras en varios continentes, pero también por los neoliberales en Francia y en otros lugares que necesitan la familia normativa para absorber la aniquilación del estado de bienestar".

La autora recuerda los ejes de las luchas feministas durante su juventud, con un enfoque radicalmente diferente a los reclamos que se plantean en la actualidad. "Las manifestaciones de mi juventud fueron sin duda sobre el derecho a salir del armario, la lucha contra la discriminación y la patologización y la violencia, tanto doméstica como pública. Luchamos contra la patologización psiquiátrica y sus consecuencias carcelarias", recuerda. "Pero también luchamos por un derecho colectivo a vivir el propio cuerpo en público sin temor a la violencia, el derecho a llorar abiertamente las vidas y los amores que se perdieron. Y esta lucha tomó una forma muy dramática una vez que llegó el VIH y surgió Act Up".

Hoy, la filósofa adhiere a la teoría y el activismo Queer, y comenta: "Fui a manifestaciones pero también trabajé en derechos humanos internacionales, entendiendo cuáles eran esos límites. Y llegué a comprender que las coaliciones más amplias que se oponen igualmente al racismo, la injusticia económica y el colonialismo eran esenciales para cualquier política queer. Vemos cómo funciona esto ahora en grupos de marxismo queer, como Queers por la justicia económica y racial, queers contra el apartheid, ‘alQaws, el grupo palestino contra la ocupación y la homofobia".

Subraya: "Hoy aprecio especialmente los movimientos queer y feministas que se dedican a la salud y la educación como bienes públicos, que son anticapitalistas, comprometidos con la lucha por la justicia racial, los derechos de las personas con discapacidad, las libertades políticas palestinas y que se oponen a la destrucción de la Tierra y los pueblos indígenas, como se evidencia en el trabajo de Jasbir Puar, Sara Ahmed, Silvia Federici, Angela Davis, el trabajo de Ni Una Menos y la abolición del feminismo".

"Ahora existe una visión más amplia, aunque es un momento de gran desesperación, ya que vemos que las desigualdades económicas mundiales se intensifican bajo la pandemia", concluyó la autora.