Patagonia

"En Comodoro la sociedad se fractura; sectores esenciales siguen siendo pobres aunque cobran salario"

Entrevista de Lola Sánchez

César Herrera -economista, docente e investigador de la UNPSJB; titular del Observatorio de la Facultad de Ciencias Económicas- dialogó con El Extremo Sur sobre a la coyuntura económica de la ciudad, signada por una profunda desigualdad, una canasta básica muy por encima del promedio nacional y varios grupos vulnerados luego de la pandemia.

Herrera remarcó la diferencia de poder adquisitivo entre distintos sectores locales y la ventaja de los grandes grupos económicos a raíz de la especulación en torno de los precios: "En todos los sectores tanto privado formalizado, público formalizado e informal, uno ve que hay un estiramiento, se está fracturando. Hay gente que no tiene problemas y no los va a tener, y hay otros que cada vez padecen más la alta inflación del país". También destacó el incremento de hasta 9% en los alimentos y el deterioro del acceso a servicios básicos de salud y educación.

Cuestionó la falta de coordinación del Gobierno provincial y local con los planes de control de precios de Nación y dijo que "la coordinación se ha perdido como eje central de la política". De cara a las elecciones 2023, subrayó dos ejes centrales: las demandas por el cuidado del agua y las problemáticas económicas domésticas, con una marcada apuesta a la reconversión productiva.

¿Qué arrojan los últimos datos obtenidos por el Observatorio en relación al escenario actual de la economía local?

Con el Observatorio hemos ido avanzando en una mirada de la pobreza por falta de ingresos o ingresos deficientes. Trabajamos sobre un aspecto que es la medición de la canasta básica alimentaria de un adulto, a partir de ahí la extendemos a un núcleo familiar que puede ser cualquiera pero nosotros elegimos dos adultos y dos niños. A eso le agregamos la canasta básica total. Esto nos muestra un incremento en los precios de los alimentos entre el 7% y el 9% en relación a lo que se maneja a nivel patagónico y nacional. Los valores de la canasta han ido evolucionando fuertemente y eso tiene una relación directa con la pobreza de ingresos. Tenemos la línea de pobreza de la canasta básica total y la línea de indigencia asociada a la canasta básica alimentaria. Cuando se conozcan las próximas estadísticas, esto va a incrementar fuertemente en la ciudad. Y es algo que después de la salida de la pandemia se nota aún más.

¿También se ha registrado un impacto en el ámbito laboral tras la pandemia?

Hay sectores en la ciudad con salarios formales que se encuentran medianamente cubiertos, y otros sectores que aún teniendo un salario formal son pobres. Esto se da fundamentalmente en las áreas que la pandemia determinó que eran esenciales como salud, seguridad y educación, a nivel provincial. Luego hay una amplia gama de monotributistas, personas que tienen empleos precarios, que están muy complicados. Les empieza a crujir la estructura de los índices que se manifiestan como buenos pero la realidad empieza a tener otra dinámica.

¿Cree que estamos en una coyuntura de crisis?

Como economistas, hablamos de dualidad, pero hay mucha gama de matices. Pensando en la dualidad, sabemos que hay personas a quienes la crisis los ha ajustado a un nivel más bajo de la inflación, pero se han ajustado, no tienen problemas en seguir el ritmo. Son sectores de la economía formal privada y una parte pública. Destaco tres sectores: el poder judicial a nivel local, el legislativo en el campo provincial y las personas que han entrado a la provincia por la fractura del sistema energético relacionado a las cooperativas, que entran con el salario de un convenio. Esos tres sectores estarían medianamente ajustados a la inflación. El resto son sectores privados asociados al petróleo, la energía, el sector bancario, con salarios muy por encima de la media que hoy son 240 mil pesos. Luego vemos a los sectores de la salud, la educación pública y privada, los trabajadores rurales muy por debajo. En todos los sectores tanto privado formalizado, público formalizado e informal, uno ve que hay un estiramiento, se está fracturando. Hay gente que no tiene problemas y no los va a tener, y hay otros que cada vez padecen más la alta inflación del país.

¿Se aprecian signos de crecimiento para el año entrante o el análisis sugiere que estas problemáticas podrían profundizarse?

Como observatorio partimos de manera digital y con un mecanismo de comunicación, de los datos del sistema de precios justos. La mayoría coincide en que ese programa es de corto plazo, y en todos los casos, precedido por comentarios diciendo que los controles de precios nunca funcionaron. Pero este control de precios tiene una particularidad importante. Es un punto de bifurcación: o trabajamos sobre el tema inflacionario, o trabajamos sobre un conflicto social enorme, o trabajamos sobre la baja. En líneas generales, hay una conjunción entre el plan presentado por el Gobierno Nacional, que es mucho más coherente, con el control de precios anunciado y que efectivamente controla. Los planes anteriores se anunciaban pero el control era muy vago. Cuando uno mira la política local, ve que cada tres palabras, un político en campaña nombra a la gente. Y la preocupación principal de la gente es la inflación y la pérdida de poder adquisitivo en los salarios. Entonces vemos que no hay una coordinación a nivel provincial y municipal que sea acorde con la línea de Nación.

En este sentido, ¿es también un problema político?

La coordinación se ha perdido como eje central de la política, que hoy es una serie de hechos retratados por las redes sociales. Cuanta mayor velocidad tienen los hechos, menos contempla ese tipo de política la posibilidad de hacer algo coherente. En este sentido, somos un centro universitario, podemos aportar con todo lo que hemos logrado en los últimos diez años, existe la Defensa del Consumidor, tenemos la Secretaría de Comercio e Industria a nivel provincial, y sin embargo uno no ve que haya una articulación con este plan nacional ni con los anteriores, salvo salir a hacer algunas inspecciones. Eso hace que supermercados y conglomerados detrás abusen de su posición dominante. Los precios tienen un componente especulativo dentro que es enorme. Los grupos económicos y los supermercados han cuadruplicado su ganancia. Hay que ser muy responsables en ese tema. Trabajo mucho en las materias y en los medios en torno a esa frase dicha por economistas de que "se va todo al carajo". No es un tema menor, porque eso genera una psicosis a nivel colectivo de comerciantes y previos. Solo con el enunciado se generan expectativas negativas en la economía. Hay sectores que ganan, como los poderes concentrados, y gente que pierde.

Recientemente un informe de la Universidad Católica Argentina (UCA) señaló que, de no ser por los planes sociales, el 50% de la Argentina sería pobre. ¿Cómo aparece este debate en Comodoro? ¿Existe un fuerte impacto de los planes en los índices de pobreza?

En un momento analizamos la cantidad de personas que estaban verdaderamente afectadas con el empleo, porque la tasa de desempleo rondaba entre el 2% y 3%. Después de la pandemia, cruzando información del IFE y del Observatorio relacionado a los datos del ANSES, obtuvimos un trabajo muy interesante en el cual concluimos que las personas con problemas de empleo rondaban entre el 28% y 30%. En ese plano sumamos los planes sociales, la economía informal y aquellos que trabajan en el Estado pero en negro. Coincido con el planteo de la UCA, aunque los planes se han transformado, han dejado de ser transitorios y hay una disputa política en torno al trabajo y la idea del esfuerzo, de que hay gente que vive de planes sin trabajar y eso molesta a una gran parte de la sociedad. Cuando uno mira el grado de informalidad de la economía argentina, que llega a un poco menos del 50%, ve que se complica enormemente la vida cotidiana para muchas de estas personas.

¿De qué manera se perfila la desigualdad en nuestra ciudad? ¿Cree que hay asimetrías en el poder adquisitivo, con ventajas en el sector petrolero?

En líneas generales, cuando empezamos a trabajar en Comodoro, Puerto Madryn, Rada Tilly, Rawson y Caleta, observamos que no hay grandes diferencias en la mayoría de los precios. Esta idea de los precios ajustados al sueldo petrolero se manejó hace unos años atrás. En algunos campos como la vestimenta y el calzado, los precios se han homogeneizado a nivel nacional. Lo que sí se adapta a estos valores son los colegios privados, las obras sociales privadas y un tema de gran importancia que son los alquileres. Comparado con otras ciudades de la Patagonia, en Comodoro el alquiler está realmente complicado. Es mucho más caro, y eso se traslada a los servicios personales, que sí se adecúan al salario petrolero y de otros convenios de trabajo, con un salario muy superior a la media y ajustado a la inflación. Eso genera la desigualdad que se ve y se registra en las estadísticas y se observa en las calles, especialmente después de la salida de la pandemia.

Recientemente señaló que Comodoro tiene una tendencia a la pobreza multidimensional, ¿qué revela este enfoque sobre la situación económica local?

Nosotros estamos tratando de medir la pobreza desde un enfoque multidimensional. Nos encontramos con ciertas cuestiones fundamentales, una es la pobreza de ingresos. Si tengo un salario promedio de 150 mil pesos, si gano 155.001, soy no pobre. Si gano 154.999, soy pobre. Es una línea muy compleja, porque prácticamente pese a un peso o dos de diferencia, siguen siendo iguales. Pero por otro lado está la medición bidimensional de la pobreza que trabaja el INDEC, con las necesidades básicas insatisfechas. En este enfoque, encontramos algunas dificultades. El acceso a la vivienda es difícil en Comodoro, pero encontramos que hay personas que a pesar de ganar mucho dinero, tienen una vivienda precaria. Buscan más bienes posicionales para demostrar poder como autos de alta gama o televisores grandes pero no invierten en su hogar. Nos encontramos con un 5% y 8% cuyo hogar no tiene condiciones adecuadas y eso responde a dos características: no tiene ingresos adecuados o tiene ingresos adecuados pero por pautas culturales no invierte en vivir mejor. También hemos visto deteriorado el acceso a la Salud y a la Educación, así se va generando la desigualdad.

¿Qué proyecciones sostiene para el 2023, pensando en clave electoral?

La actividad extractiva petrolera se mantiene estable en el último tiempo, tanto en los indicadores de extracción como de perforación y de empleo, ha logrado estabilidad. Hay temas centrales para la campaña 2023, uno es el tema del agua. Estamos sufriendo una crisis hídrica de enorme importancia. Estamos ante un problema central que solamente motiva reacciones en redes sociales cuando hay cortes. Pero no estamos viendo la magnitud del problema: si uno quiere poner una industria y no tiene agua, eso afecta a la diversificación económica para la ciudad y la región. El tema central es dejar de hacer la política del marketing. Hemos perdido los espacios de acuerdo institucional. El municipio local y de Rada Tilly tiene un amplio poder adquisitivo sobre las tasas de regalías que generan que la política se vuelva unidireccional. Impide la conformación de acuerdos sociales necesarios para tomar estos temas que son invisibles a los ojos pero pueden ser determinantes para Comodoro y la región en su supervivencia. Por otra parte, hay otra gran preocupación asociada a los temas más domésticos y económicos, suponiendo que el tema petrolero siga estable. En general, la actividad que nos da vida y nos genera complicaciones se va a mantener. Nos da un espacio y tiempo para ir pensando en la reconversión productiva y el análisis del agua para poder sostener la vida humana en nuestra ciudad.