Patagonia

"En el colapso de Comodoro la vida del laburante contrasta fuertemente con la del rico que vive en un entorno cuidado"

A semanas de las elecciones generales, el docente de la UNPSJB, Doctor en Lingüística e investigador del CONICET, Sebastián Sayago, repasó los posibles escenarios y el lugar de Chubut en el panorama nacional. En diálogo con El Extremo Sur, remarcó el rol de la izquierda, que "contrasta en este panorama ante el signo del progresismo que representa el kirchnerismo en este momento", y enfatizó la necesidad de promover la reflexión y la mirada crítica ante el embate de las derechas.

"Un efecto colateral del triunfo de Milei es que sirvió para revisar los límites y la naturaleza de la democracia. Hubo una reacción democrática ante el triunfo de Milei. Gente que vota distintas cosas se horrorizó ante Milei, desde Carrió hasta en la izquierda trotskista hubo un rechazo a Milei", analizó. Y sostuvo que es clave "separar los logros de la democracia de los fracasos de un gobierno particular que no es toda la democracia".

También hizo su análisis respecto al voto Sub-30, claramente orientado a al figura libertaria, y lo asoció con una búsqueda de "rebeldía", que irá cesando en la medida en que Milei revele sus contradicciones: "Va a ocurrir progresivamente, los mismos jóvenes que ahora dicen que lo votan con entusiasmo, se van a arrepentir y pensarán en otras cosas".

¿Cómo ves el panorama provincial post PASO, y de cara a las elecciones generales de octubre?

Creo que va a haber un cambio de estilo político. Sin dudas, hay un cambio de signo muy importante, después de 20 años del justicialismo, desde 2003. Pero no creo que sea un cambio demasiado profundo. En parte, porque el modelo político está por encima del partidario, va a continuar, vamos a tener un gobierno que, como los anteriores, va a seguir apostando al extractivismo como forma productiva primordial. Además, creo que habrá una alianza con los intendentes, que han demostrado en este tiempo que tienden a ser pragmáticos y flexibles a la hora de hacer alianzas con el gobierno provincial de turno, teniendo en cuenta además las ayudas de provincia para cada municipio. En este sentido, no me imagino que haya un cambio profundo en la relación entre gobierno provincial y las intendencias.

¿Qué opinión te merece el tema de la deuda, tanto a nivel nacional como regional?

Hay un paralelismo entre lo que pasa en la provincia y en Nación con la cuestión de la deuda. Por un lado, es una deuda que JxC no repudió oportunamente a medida que se fue consolidando e incrementando. A ningún gobierno justicialista, Buzzi, Das Neves e incluso Arcioni, JxC lo interpeló oportunamente en el endeudamiento progresivo, pero ahora le preocupa la deuda. Lo mismo ocurre en Nación, no salió a repudiar la deuda cuando la contrajo Macri, no se movilizó en contra, ni llamó a repudiar, pero después la terminó padeciendo y la critica. El tema de la deuda es muy importante porque condiciona muchísimo la posibilidad de hacer cosas para el próximo gobierno, la posibilidad de invertir y realizar mejoras estructurales de fondo. Este gobierno va a estar muy condicionado. Y la contraparte de la deuda es el ajuste, inevitablemente para afrontar esa deuda va a haber que ajustar el gasto público, y el ajuste en el gasto público tiene consecuencias muy previsibles: frustración en los ciudadanos que usan servicios públicos, que ven obras públicas que no se completan, y en los empleados públicos, que nuevamente van a ver que su sueldo esta reprimido, por debajo de la inflación.

¿Cómo creés que será la reacción social ante este escenario?

Eso va a producir mayor exclusión, mayor marginación, mayor pobreza, y lo que puede llegar a ser previsible, que ante el reclamo social por la falta de respuestas del Estado, surja la represión como modo de ordenar la sociedad. La palabra ‘orden' está muy presente en todos los discursos nacionales en este momento, la idea de que hay que colaborar, trabajar, producir y demás, pero cuando uno está en la situación de pobreza y ve que cuesta cada vez más llegar a fin de mes, y ve que están avasallando con los derechos, es difícil que se pida que además uno no proteste ni visibilice el conflicto. No me imagino un gobierno provincial con problemas de gestión, porque la experiencia ha demostrado que todo termina cuajando, muchos legisladores e intendentes terminan yendo para donde el viento sopla. Va a depender mucho de la relación del gobernador con el gobierno nacional, pero también ahí la experiencia nos indica que siempre termina siendo cuestión de hablar.

¿Qué rol juega la izquierda en este escenario? ¿Cuál es su lugar en el espacio político, como alternativa?

Ahora hay un término significativo, de gran relevancia cualitativa porque hay un legislador de izquierda. A nivel nacional y provincial, la izquierda no tuvo un porcentaje de votos que refleje lo que simboliza políticamente, porque las propuestas políticas mayoritarias, más difundidas en medios de comunicación corresponden a propuestas de derecha, ultraderecha, centroderecha, pero están todas ahí. Claramente la izquierda contrasta en este panorama ante el signo del progresismo que representa el kirchnerismo en este momento, la izquierda ocupa un espacio simbólico muy importante. Los referentes quitan el foco de atención de las elecciones y llaman a fortalecer la izquierda pensando en los conflictos que van a suceder, porque vamos a tener -a nivel nacional sobre todo-, un gobierno débil que va a tener que establecer alianzas para llevar sus políticas adelantes. Y eso va a repercutir a nivel provincial.

Pero sostenés que el modelo va a ser fuerte.

Aún así, va a ser un modelo fuerte, que va a priorizar el alineamiento con el FMI, con la política de ajuste que el fondo impone, y ese va a ser el discurso que va a bajar a nivel provincial, y al que por supuesto, Ignacio Torres va a adherir. Eso va a abrir un panorama de conflicto social. El acuerdo con el FMI consiste básicamente en reducción salarial, aumento de las tarifas, empobrecimiento de la masa trabajadora. Pero no del sector empresarial, quienes exportan, a quienes el dólar alto les sirve bastante. No sufren la crisis. La importancia de la izquierda se va a ver sobre todo después de diciembre cuando ya pasen las elecciones y la efervescencia que estamos viviendo por el cambio de gobierno desaparezca y aparezca nuevamente la cruda realidad del ajuste y la derecha, las reformas laborales que vienen. Ahí la izquierda tiene mucho que decir sobre todo en un escenario en el que, dependiendo como se den los resultados nacionales, ya no esté el kirchnerismo como el representante "natural" de la clase trabajadora o el progresismo. Si no gana Massa, el kirchnerismo no va a estar ahí.

¿Qué posibilidades se proyectan a largo plazo frente a los distintos escenarios de triunfo de cada candidato?

El triunfo de Milei, aunque parezca paradójico, va a ser una mala noticia para la derecha. Porque claramente es un partido que no está preparado para gobernar, y él mismo no es un actor que pueda gobernar, por cuestiones psicológicas incluso. Todo relato de ultraderecha que logró una legitimación bastante provisoria, inestable, en este momento va a empezar a erosionar. Es posible que después el kirchnerismo se reformule como una línea interna importante dentro del justicialismo y reconvierta la grieta antes entre Cambiemos y Frente de Todos, que ahora sería entre la ultraderecha y el centro, la democracia y el riesgo del autoritarismo que encarna Milei y Villarruel. Si gana Massa, todo cambia, ahí el kirchnerismo tiene que sostenerlo, no puede hacer de vuelta el juego que le hizo a Alberto Fernández, erosionarlo de adentro, criticarlo, lo va a tener que defender, decir que la ultraderecha es peor. Y la gente va a estar en las calles porque va a haber un ajuste importante. Al mismo tiempo la ultraderecha va a tener un problema bastante significativo que es la elección de los referentes, de quién va a ser el opositor, si Bullrich, Milei, si harán una alianza juntos, si eso no supondría el fin de JxC. El próximo gobierno nacional va a estar marcado por el rasgo de la debilidad, no va a tener hegemonía fuerte, van a tener que hacer alianzas. El modelo sí va a ser fuerte, basado en la dependencia al FMI, con criterios neoliberales, con la aplicación del ajuste y la apuesta al extractivismo. Lo que no quiere decir que sean todos lo mismo porque sin dudas los rasgos fascistas que tiene Milei están menos presentes en Bullrich y mucho menos en Massa, pero en todo lo demás hay bastante coincidencia.

¿Ves una profundización de la violencia política en los discursos? Tanto de los actores políticos como de las audiencias.

Creció, en parte, porque el progresismo sostuvo durante mucho tiempo la corrección política, y eso en un momento en el que el progresismo está deslegitimado por la crisis de gobierno, por los fracasos, provoca una reacción en la gente contra la administración del Estado, movida por la crisis económica, que termina cuestionado todo: los derechos humanos, las formas respetuosas en el trato comunicacional, entonces lo políticamente incorrecto aparece como el cambio político necesario ante el fracaso de las otras administraciones. Hay que hablar de otra manera, volver a lo de antes, acabar con el trato condescendiente con las minorías. Y esto se ve sobre todo en redes sociales, aparece en televisión también, pero el discurso en los medios intenta autocorregirse. Los medios dominantes ahora están espantados con la propuesta de Milei después de haberlo alimentado durante años, ahora intentan demostrar que es un peligro. Ya es tarde, el monstruo está creado. En redes hay menos regulación. Eso sí es difícil de ver como se puede resolver.

¿Esto afecta la calidad democrática, la posibilidad de diálogo?

Un efecto colateral del triunfo de Milei es que sirvió para revisar los límites y la naturaleza de la democracia. Hubo una reacción democrática ante su triunfo. Gente que vota distintas cosas se horrorizó, desde Carrió hasta en la izquierda trotskista hubo un rechazo. Por lo que representa, por su discurso, por la violencia. Hay un cuestionamiento, repudio y preocupación y está bien porque viene a fortalecer la democracia, los logros conseguidos, los derechos que no se quieren perder otra vez. En ese sentido tenemos, ante el discurso de odio que fue creciendo, ante el triunfo de Milei, la necesidad de hablar de lo bueno que hemos conseguido también, y tratando de separar los logros de la democracia de los fracasos de un gobierno particular que no es toda la democracia. Es un trabajo que hacemos como sociedad y va a depender de nosotros, lo que podamos hacer como comunicadores sociales, educadores, ciudadanos, de criticar los discursos violentos, tratar de cambiarlos, de que prime la reflexión, la racionalidad. No es fácil, el odio se reproduce con mucha facilidad en redes sociales, por el anonimato, las modas, la desinformación, los prejuicios, la facilidad de acceso de difusión de contenidos. Está pasando en muchos países. La idea es recuperar los espacios de reflexión, de conversación, de debate, para reconstruir estas representaciones que son reproducidas con tanta facilidad por las redes sociales.

En tu diálogo con este medio el año pasado hablabas de una juventud que, si bien seguía a Milei en el discurso, no representaba necesariamente una masa electoral dispuesta a elegirlo, un panorama muy compartido por la opinión pública. Y sin embargo, no fue así. ¿Qué pasó con las juventudes? ¿Qué vieron en Milei que no vieron en otros candidatos?

La rebeldía. La manifestación de la insatisfacción ante el status quo. Esa búsqueda de cambio rebelde de la juventud no está mal. Lo que pasa es que cuando uno combina eso con desinformación, se termina eligiendo como lo nuevo, lo antisistema, lo más conservador, más rancio, más amigo de la casta, que es Milei. Sabemos que representa la vuelta del menemismo pero con rasgos de dictadura, de nuevo no tiene nada. De algún modo este voto expresa la ineficiencia del sistema educativo, de los medios de comunicación en democracia, que por diferentes motivos no enseña historia reciente. Si se ve en los más grandes, hay un quiebre generacional. Uno le dice a un chico que Milei propone medidas menemistas, y ese nombre no le dice nada. Incluso ocurre que cuando uno busca información en Youtube, busca "dólar", "democracia", "convertibilidad", "Menem", muchas veces los primeros resultados que aparecen corresponden al sector de ultraderecha, la información llega por ese lado. Creo que hay algo bueno, y es que los jóvenes siguen siendo rebeldes y buscan un vehículo antisistema. Hay una gran confusión, y posiblemente como está ocurriendo ahora, la gente que vota a Milei no adhiere a todos los postulados, tampoco los jóvenes. También está la morbosidad natural de elegir algo que horroriza a los adultos. En la medida en que se vaya focalizando la atención sobre el discurso de Milei, se van a ver sus contradicciones, y ya está pasando, es un personaje que por su características psicológicas no se puede mantener en el tiempo. Va a ocurrir progresivamente, los mismos jóvenes que ahora dicen que lo votan con entusiasmo, se van a arrepentir y pensarán en otras cosas. Los otros partidos no han sabido interpelar a los jóvenes, tampoco a las clases trabajadoras, el justicialismo ha perdido ese vínculo tan fuerte. La izquierda ahí tiene también cuentas pendientes. Con una juventud ligada a movimientos feministas y ecologistas, no han podido explotar los medios de comunicación y las redes con tanta eficacia como la derecha, que tiene otra estrategia, otro financiamiento, con colaboración de fundaciones internacionales respaldadas por Estados Unidos, por el Partido Republicano, y los medios dominantes, todo eso ha ayudado al éxito de la ultraderecha.

A nivel local, considerando las problemáticas que provocó la ruptura de la Ruta N° 3, las incidencias climáticas y las quejas que trajo aparejadas, ¿creés que estamos empezando a ver de manera más visible las consecuencias de un modelo extractivista, que depreda la naturaleza? ¿Cómo interpretar estos sucesos en términos sociales?

Lo estamos viendo, hubo mucha frustración cuando pasó, muchos dijimos "otra vez pasó esto", "cómo puede ser que nos esté pasando". También creo que al ser una ciudad petrolera, al tener un pensamiento extractivista de manera predominante, hay cierto disciplinamiento ideológico en la población que nos impulsa a permitir que estas cosas sucedan. Uno se termina resignando a la incomodidad, a la falta de servicios, a que los camiones pasen por encima de la ruta, que el camino de la circunvalación sea la promesa reiterada de todos los presidentes y nunca se avance, que estemos sin agua todo el tiempo. Hay que ver si cuando se restablezca la ruta 3 -que va a ser provisorio-, la gente continúe demandando obras de fondo, obras públicas o simplemente se acostumbra a vivir de esta manera. Es bueno que haya discursos críticos, que recuerden que tenemos que tomar nuestra vida, que tenemos que conceptualizar la calidad de vida como un valor importante a defender, el respeto al ciudadano y poder ver la ciudad como un lugar en el que la gente debe vivir con comunidad, seguridad y en relación armónica con la naturaleza. Lo que tenemos acá, por un lado, es una zona de sacrificio, de desprotección, deterioro permanente, que provoca estrés, angustias, enojos de un montón de usuarios de colectivos, conductores de autos, y al mismo tiempo lugares donde se empiezan a construir barrios privados, emprendimientos de viviendas para ricos, donde se instala la idea de enclave, de que hay otro modo de vida posible. La vida del laburante contrasta fuertemente con la vida del rico que vive en un entorno natural, cuidado. Se apropian de playas públicas, las playas de los comodorenses. Entre la rutas que se caen, que se cortan, la falta de estructuras, de obras públicas de fondo y este auge del negocio inmobiliarios para ricos, con enclave natural, hay un prejuicio sistemático, progresivo, planificado, para la población comodorense que ojalá termine siendo un incentivo para una postura crítica permanente y no episódica, que la frustración aparezca cuando se corta la ruta, cuando estamos 10 días sin agua, y que después desaparezca y vuelva todo a la normalidad.