El Nahuel Huapi también tiene su cerro ChenquePor Adrián Moyano
Debe su nombre al hallazgo de un enterratorio indígena, con cinco "niveles culturales". Fue descubierto en la década de 1930 por el entonces propietario del lugar, Carlos Ortiz Basualdo. Entraña menos peligros que su homónimo de la ciudad petrolera, pero esconde muchas historias.
En el área del Nahuel Huapi también hay un cerro Chenque, aunque no queda tan próximo a población alguna y felizmente, no corre el riesgo de desmoronarse sobre ninguna ruta nacional, como su homónimo de Comodoro Rivadavia. Tiene 1.350 metros de altura y está cerca del arroyo Corral. Debe su nombre a un enterratorio indígena que se estudió en detalle durante el verano de 1933, es decir, hace poco más 90 años.
Halló el supuesto "chenque" Carlos Ortiz Basualdo, "un enamorado de la región, de los lagos y propulsor de su progreso", según la caracterización de Juan Martín Biedma. El investigador describió mínimamente la elevación y reconstruyó el porqué del nombre, precisamente en su obra "Toponimia del Parque Nacional Nahuel Huapi" (Editorial Caleuche-2004), cuya primera edición data de 1967.
Ortiz Basualdo "levantó una casa en su propiedad de la península Huemul, donde pasaba gran parte del año" y fue en sus inmediaciones que "halló una interesante colección arqueológica y antropológica", en palabras de Biedma. Según el autor, "el enterratorio" fue "mal llamado Chenque", porque es un "término araucano que se refiere a un tipo de sepulturas que se construían en el vértice de una altura y nunca en un valle o llano".
El sitio en cuestión "se halla a unos 50 metros de la orilla al pie de una roca de toba liparítica (sic) rojiza; se eleva del suelo unos 12 metros y con frente de 15 metros en su parte frontal avanza en voladizo formando una especie de cueva", siempre según la descripción de Biedma. "Su descubridor comunicó en 1931 al museo de La Plata el hallazgo de otro enterratorio en su propiedad de la península Huemul. El director del citado museo comisionó al profesor Milcíades Alejo Vignati para que estudiara ambos enterratorios".
El especialista "en el abrigo de la roca halló cinco niveles culturales divididos por cuatro estratos de fogones, que consideró restos de hogueras rituales donde se quemaron los enseres de los difuntos después del entierro. Los niveles culturales se hallan a distancias que varían desde 0,80 metros a 1,20 metros. La excavación que efectuó llegó a 5,50 metros", reconstruyó Biedma.
Durante esas tareas, Vignati "encontró restos de 20 esqueletos en posición ritual, muestra de industria lítica representada por láminas perfectas con trabajos secundarios de adaptación, raspadores y puntas de flechas, leznas y perforadores de hueso, asas de vasijas y restos de alfarería tosca. Los distintos niveles van desde el más moderno, que denomina I y que contiene restos de balas y armas del pasado siglo (por el XX) hasta el más remoto, V, que no posee alfarería", relató Biedma.
Quiere decir ese lugar de la margen norte del lago contó con presencia humana desde tiempos muy remotos. "Fuera de nivel I los restantes no evidenciaban contaminación con elementos no indígenas, pero solo a nivel V le da Vignati una antigüedad mayor de la conquista". Además, "en la pared frontal de la roca halló pequeñas pinturas de ocre rojo y amarillo que representaban dos figuras humanas, un huemul y dos círculos con un punto en el centro", añade la reconstrucción.
Vignati "halló también valvas de moluscos (Mytilus chorus), lo que evidenciaría relaciones con los pueblos de allende los Andes, y de Diplodon Patagonicus recogidos en el lugar. Este hallazgo con tantos niveles culturales es el primero que se ha estudiado en nuestro país", decía el autor, con la década de 1960 cerca de finalizar.
Completa la síntesis: "A unos 50 metros del enterratorio se encontró también una sepultura aislada con un esqueleto en posición ritual puesto como si mirara la roca descripta". El artículo que Biedma utilizó como fuente se titula "El enterratorio de chenque. El cementerio del río Limay". Además, "en el hueco de la roca, se ha emplazado un monumento recordatorio del doctor Carlos Ortiz Basualdo.
El propietario de aquellos campos que albergaron población humana por milenios "halló la muerte en el lago que tanto amaba. Falleció el 12 de diciembre de 1935 al zozobrar la frágil embarcación en que navegaba el Nahuel Huapi". Las centenares de personas que circulan diariamente por la Ruta Nacional 40 a la altura del Brazo Huemul, entre Bariloche y Villa La Angostura, nada tienen a la vista que recuerde tan dilatada historia.
Fuente: El Cordillerano
Por Adrián Moyano
Debe su nombre al hallazgo de un enterratorio indígena, con cinco "niveles culturales". Fue descubierto en la década de 1930 por el entonces propietario del lugar, Carlos Ortiz Basualdo. Entraña menos peligros que su homónimo de la ciudad petrolera, pero esconde muchas historias.
En el área del Nahuel Huapi también hay un cerro Chenque, aunque no queda tan próximo a población alguna y felizmente, no corre el riesgo de desmoronarse sobre ninguna ruta nacional, como su homónimo de Comodoro Rivadavia. Tiene 1.350 metros de altura y está cerca del arroyo Corral. Debe su nombre a un enterratorio indígena que se estudió en detalle durante el verano de 1933, es decir, hace poco más 90 años.
Halló el supuesto "chenque" Carlos Ortiz Basualdo, "un enamorado de la región, de los lagos y propulsor de su progreso", según la caracterización de Juan Martín Biedma. El investigador describió mínimamente la elevación y reconstruyó el porqué del nombre, precisamente en su obra "Toponimia del Parque Nacional Nahuel Huapi" (Editorial Caleuche-2004), cuya primera edición data de 1967.
Ortiz Basualdo "levantó una casa en su propiedad de la península Huemul, donde pasaba gran parte del año" y fue en sus inmediaciones que "halló una interesante colección arqueológica y antropológica", en palabras de Biedma. Según el autor, "el enterratorio" fue "mal llamado Chenque", porque es un "término araucano que se refiere a un tipo de sepulturas que se construían en el vértice de una altura y nunca en un valle o llano".
El sitio en cuestión "se halla a unos 50 metros de la orilla al pie de una roca de toba liparítica (sic) rojiza; se eleva del suelo unos 12 metros y con frente de 15 metros en su parte frontal avanza en voladizo formando una especie de cueva", siempre según la descripción de Biedma. "Su descubridor comunicó en 1931 al museo de La Plata el hallazgo de otro enterratorio en su propiedad de la península Huemul. El director del citado museo comisionó al profesor Milcíades Alejo Vignati para que estudiara ambos enterratorios".
El especialista "en el abrigo de la roca halló cinco niveles culturales divididos por cuatro estratos de fogones, que consideró restos de hogueras rituales donde se quemaron los enseres de los difuntos después del entierro. Los niveles culturales se hallan a distancias que varían desde 0,80 metros a 1,20 metros. La excavación que efectuó llegó a 5,50 metros", reconstruyó Biedma.
Durante esas tareas, Vignati "encontró restos de 20 esqueletos en posición ritual, muestra de industria lítica representada por láminas perfectas con trabajos secundarios de adaptación, raspadores y puntas de flechas, leznas y perforadores de hueso, asas de vasijas y restos de alfarería tosca. Los distintos niveles van desde el más moderno, que denomina I y que contiene restos de balas y armas del pasado siglo (por el XX) hasta el más remoto, V, que no posee alfarería", relató Biedma.
Quiere decir ese lugar de la margen norte del lago contó con presencia humana desde tiempos muy remotos. "Fuera de nivel I los restantes no evidenciaban contaminación con elementos no indígenas, pero solo a nivel V le da Vignati una antigüedad mayor de la conquista". Además, "en la pared frontal de la roca halló pequeñas pinturas de ocre rojo y amarillo que representaban dos figuras humanas, un huemul y dos círculos con un punto en el centro", añade la reconstrucción.
Vignati "halló también valvas de moluscos (Mytilus chorus), lo que evidenciaría relaciones con los pueblos de allende los Andes, y de Diplodon Patagonicus recogidos en el lugar. Este hallazgo con tantos niveles culturales es el primero que se ha estudiado en nuestro país", decía el autor, con la década de 1960 cerca de finalizar.
Completa la síntesis: "A unos 50 metros del enterratorio se encontró también una sepultura aislada con un esqueleto en posición ritual puesto como si mirara la roca descripta". El artículo que Biedma utilizó como fuente se titula "El enterratorio de chenque. El cementerio del río Limay". Además, "en el hueco de la roca, se ha emplazado un monumento recordatorio del doctor Carlos Ortiz Basualdo.
El propietario de aquellos campos que albergaron población humana por milenios "halló la muerte en el lago que tanto amaba. Falleció el 12 de diciembre de 1935 al zozobrar la frágil embarcación en que navegaba el Nahuel Huapi". Las centenares de personas que circulan diariamente por la Ruta Nacional 40 a la altura del Brazo Huemul, entre Bariloche y Villa La Angostura, nada tienen a la vista que recuerde tan dilatada historia.
Fuente: El Cordillerano