El mal negocio de ser mercenario en UcraniaPor Vladimir Castillo Soto
Los mercenarios son personas que no pelean por su patria, sino generalmente por una recompensa monetaria inmediata y recurrente en el tiempo. Lamentablemente para la especie humana, participan en las confrontaciones bélicas desde hace milenios. Suelen ser personas sin escrúpulos y casi siempre con muchas necesidades, que se venden al mejor postor, son o terminan siendo seres desquiciados que se convierten en un peligro para quien los contrató, para si mismos y para la toda la sociedad.
A las fuerzas armadas de Ucrania han acudido varios tipos de mercenarios, unos han sido entrenados en otros ejércitos nacionales o cuerpos de policía y al terminar su servicio son reclutados, ofreciéndoles mucho dinero y pintándoles "villas y castillos", por funcionarios diplomáticos ucranianos, estadounidenses y de sus satélites. Suelen ser africanos y latinoamericanos. Otro tipo de mercenario es el fascista o nazista, que casi siempre en solitario, se ofrecen para combatir, se han entrenado para enfrentar oponentes débiles, suelen ser europeos o anglosajones. También se han utilizado mercenarios ex combatientes occidentales en Afganistán e Irak y por último mercenarios transferidos, previamente enrolados en grupos terroristas, como ISIS o Al-Nusra, que generalmente vienen de Europa occidental y Medio Oriente.
Mercenarios de Argentina, Brasil, Colombia, Chile, México, Perú, Ecuador, entre otros, han sido reclutados en América Latina desde las embajadas ucranianas y estadounidenses.
La oferta es totalmente engañosa, les ofrecen sueldos altos y otras recompensas por acciones de guerra inusuales, la permanencia en Ucrania una vez finalizado el conflicto y la emoción de combatir en un ejercito fuerte y entrenado como parte de la Legión Extranjera de Defensa Territorial de Ucrania, las cuales no se cumplirán en la mayoría de los casos.
Algunos logran llegar a los frentes de batalla e inmediatamente se dan cuenta que no es lo mismo combatir guerrilleros, narcos o bandidos rurales que luchar contra un ejercito que derrotó a los alemanes en la Gran Guerra Patria, a Napoleón en el siglo XIX y a los feroces mongoles antes. Además Rusia tiene un ejercito bien preparado y con armamento muy sofisticado que tiene un nivel de primer orden. Un alto porcentaje de los mercenarios que han llegado a Ucrania no han regresado y muchos de los bautizados procuran alejarse de ese teatro de operaciones lo antes posible.
Otro detalle, y no menor, es que los mercenarios que sean capturados, según los códigos internacionales, no serán considerados prisioneros de guerra. En el mejor de los casos serán juzgados penalmente y podrán pasar largas condenas en prisión y si los delitos que se le imputan son graves podrán recibir, incluso, la pena de muerte.
Por otra parte tienen suerte los engañados, que después de pagar su pasaje hasta Lvov, a través de Polonia, no son atendidos y no se les firma contrato y se ven obligados a regresar. En cualquiera de los casos, los que logran retornan a sus países, hayan combatido o no, se convierten en un grave problema de seguridad, ya que se incorporan, generalmente, en mafias locales de manejo y tráfico de armas, trata de blancas y prostitución, también en carteles de drogas, clanes paramilitares, bandas criminales y hampa común. Se convierten en una amenaza para sus propios países, su sociedad y hasta para sus familiares.
Aquellos países que permiten el accionar libre de funcionarios extranjeros reclutando ex miembros de sus ejércitos y cuerpos policiales deben estar conscientes de que esto generará un grave mal para su propia sociedad y para la región, además de alterar su relacionamiento con la Federación Rusa, al abandonar la posición de neutralidad en este conflicto, al estar colaborando con uno de los bandos. Como hemos expuesto, el futuro es muy negativo para aquellas personas que por necesidad o cualquier otro motivo deciden servir como mercenarios en este conflicto, es un mal negocio que puede terminar fácilmente con la perdida de la vida, una discapacidad grave o severos trastornos psico-sociales que le impedirá la reinserción normal en cualquier sociedad.
Por Vladimir Castillo Soto
Los mercenarios son personas que no pelean por su patria, sino generalmente por una recompensa monetaria inmediata y recurrente en el tiempo. Lamentablemente para la especie humana, participan en las confrontaciones bélicas desde hace milenios. Suelen ser personas sin escrúpulos y casi siempre con muchas necesidades, que se venden al mejor postor, son o terminan siendo seres desquiciados que se convierten en un peligro para quien los contrató, para si mismos y para la toda la sociedad.
A las fuerzas armadas de Ucrania han acudido varios tipos de mercenarios, unos han sido entrenados en otros ejércitos nacionales o cuerpos de policía y al terminar su servicio son reclutados, ofreciéndoles mucho dinero y pintándoles "villas y castillos", por funcionarios diplomáticos ucranianos, estadounidenses y de sus satélites. Suelen ser africanos y latinoamericanos. Otro tipo de mercenario es el fascista o nazista, que casi siempre en solitario, se ofrecen para combatir, se han entrenado para enfrentar oponentes débiles, suelen ser europeos o anglosajones. También se han utilizado mercenarios ex combatientes occidentales en Afganistán e Irak y por último mercenarios transferidos, previamente enrolados en grupos terroristas, como ISIS o Al-Nusra, que generalmente vienen de Europa occidental y Medio Oriente.
Mercenarios de Argentina, Brasil, Colombia, Chile, México, Perú, Ecuador, entre otros, han sido reclutados en América Latina desde las embajadas ucranianas y estadounidenses.
La oferta es totalmente engañosa, les ofrecen sueldos altos y otras recompensas por acciones de guerra inusuales, la permanencia en Ucrania una vez finalizado el conflicto y la emoción de combatir en un ejercito fuerte y entrenado como parte de la Legión Extranjera de Defensa Territorial de Ucrania, las cuales no se cumplirán en la mayoría de los casos.
Algunos logran llegar a los frentes de batalla e inmediatamente se dan cuenta que no es lo mismo combatir guerrilleros, narcos o bandidos rurales que luchar contra un ejercito que derrotó a los alemanes en la Gran Guerra Patria, a Napoleón en el siglo XIX y a los feroces mongoles antes. Además Rusia tiene un ejercito bien preparado y con armamento muy sofisticado que tiene un nivel de primer orden. Un alto porcentaje de los mercenarios que han llegado a Ucrania no han regresado y muchos de los bautizados procuran alejarse de ese teatro de operaciones lo antes posible.
Otro detalle, y no menor, es que los mercenarios que sean capturados, según los códigos internacionales, no serán considerados prisioneros de guerra. En el mejor de los casos serán juzgados penalmente y podrán pasar largas condenas en prisión y si los delitos que se le imputan son graves podrán recibir, incluso, la pena de muerte.
Por otra parte tienen suerte los engañados, que después de pagar su pasaje hasta Lvov, a través de Polonia, no son atendidos y no se les firma contrato y se ven obligados a regresar. En cualquiera de los casos, los que logran retornan a sus países, hayan combatido o no, se convierten en un grave problema de seguridad, ya que se incorporan, generalmente, en mafias locales de manejo y tráfico de armas, trata de blancas y prostitución, también en carteles de drogas, clanes paramilitares, bandas criminales y hampa común. Se convierten en una amenaza para sus propios países, su sociedad y hasta para sus familiares.
Aquellos países que permiten el accionar libre de funcionarios extranjeros reclutando ex miembros de sus ejércitos y cuerpos policiales deben estar conscientes de que esto generará un grave mal para su propia sociedad y para la región, además de alterar su relacionamiento con la Federación Rusa, al abandonar la posición de neutralidad en este conflicto, al estar colaborando con uno de los bandos. Como hemos expuesto, el futuro es muy negativo para aquellas personas que por necesidad o cualquier otro motivo deciden servir como mercenarios en este conflicto, es un mal negocio que puede terminar fácilmente con la perdida de la vida, una discapacidad grave o severos trastornos psico-sociales que le impedirá la reinserción normal en cualquier sociedad.