Sociedad
La química del fuego griego, el secreto militar mejor guardado de la historiaEl mortífero fuego valyrio de la serie Juego de Tronos está inspirado en un arma incendiaria real que salvó Constantinopla de la expansión islámica. La lista de ingredientes de este invento bizantino, cuyas llamas devoraban las flotas enemigas con rapidez, no ha llegado hasta nuestros días, pero se sabe que apagarlo era toda una hazaña porque ardía en contacto con el agua. Químicos e historiadores tratan de reescribir su fórmula perdida.
Imagine que es usted un invasor árabe que se dirige a conquistar Constantinopla con nada menos que 1.200 barcos. La victoria es segura pero, de repente, la flota empieza a arder, y los intentos de apagar los barcos con agua no solo no sirven de nada, sino que avivan el fuego. Imagine la cara que pondría. Es la misma que debieron poner los árabes al enfrentarse al fuego griego por primera vez.
El fuego marino, fuego romano como lo llamaron los árabes o fuego griego como lo bautizaron los cruzados fue un arma incendiaria utilizada por el Imperio bizantino en numerosas batallas navales entre los siglos VII y XIII, capaz de arder sobre el agua o incluso en contacto con ella, y extremadamente difícil de apagar.
El fuego griego fue una sorpresa táctica decisiva en los dos grandes asedios árabes de Constantinopla de 674-678 y 717-718, explica a SINC José Soto, experto en historia medieval e investigador del Centro de Estudios Bizantinos, Neogriegos y Chipriotas de Granada.
Estos dos asedios, donde el fuego griego fue esencial, determinaron la historia universal. De haber triunfado los árabes, la Europa tribal del siglo VII no habría podido resistir y sería el Islam la civilización hegemónica en nuestros días, añade Soto.
El fuego griego determinó la historia, de haber triunfado los árabes el Islam sería la civilización hegemónica
Los bizantinos guardaron celosamente el secreto de su composición, de la que solo quedan suposiciones. No se puede poner en duda la existencia del fuego griego, pero hay que tener en cuenta que fue el secreto militar mejor guardado de la historia, asegura Soto. Los técnicos que lo fabricaban no tenían contacto alguno con el mundo exterior.
Aun así se sabe que la mezcla, que era líquida, incluía nafta una fracción del petróleo también conocida como bencina, azufre y probablemente amoníaco. Sin embargo, también se han propuesto otras sustancias como la cal viva o el nitrato.
La nafta, muy inflamable y que no se mezcla con el agua, y el azufre actuarían como combustible, explica Justo Giner, doctor en Química de la Universidad de Oviedo.
El nitrato aportaría el oxígeno necesario para que arda el combustible, como ocurre en los fuegos artificiales y la pólvora, que contiene un 75% de nitrato de potasio y un 15% de azufre, añade Giner.
Con un combustible que arde nafta y azufre y una sustancia que aporte oxígeno nitrato, solo faltaría una chispa que encienda el fuego. Al entrar en contacto con el agua, la cal viva eleva su temperatura por encima de 150 ºC, por lo que actuaría como mecha encendiendo el combustible, explica Giner.
Algunos documentos hablan de truenos y mucho humo durante los ataques con fuego griego. Según Giner, cuando una reacción forma una gran cantidad de gases, estos se expanden generando altas presiones, por lo que se producen explosiones.
Giner también señala que el humo que produciría un fuego como este sería tóxico. En general los gases derivados del uso del arma especialmente debidos al azufre y al amoníaco formarían un cóctel muy venenoso.
Denominación de origen siria
La invención de esta arma se atribuye a un ingeniero militar llamado Callínico, procedente de la actual Siria, que llegó a Constantinopla en los días previos al primer gran asedio árabe.
Fuera de la guerra marítima, y pasada la sorpresa inicial, su importancia y efecto fue escaso
En la antigüedad, griegos y romanos usaron líquidos inflamables parecidos, pero sin el poder del arma de Callínico, comenta Soto. Más tarde árabes y cruzados intentaron copiarlo y solo consiguieron compuestos de peor calidad, y sin los devastadores efectos del fuego griego.
Según algunos investigadores, entre los que se incluye Soto, puede que Callínico utilizara los estudios hoy perdidos de Esteban de Alejandría, uno de los mayores alquimistas, ópticos y astrónomos de la antigüedad, que se trasladó en 616 a Constantinopla.
Los ingenieros navales bizantinos emplearon todo su ingenio a la hora de utilizar el arma, y dotaron a los barcos de dispositivos hidráulicos que, accionados por una bomba de mano, regaban con fuego la cubierta y las velas de los barcos enemigos.
Fuente: SYNC
El mortífero fuego valyrio de la serie Juego de Tronos está inspirado en un arma incendiaria real que salvó Constantinopla de la expansión islámica. La lista de ingredientes de este invento bizantino, cuyas llamas devoraban las flotas enemigas con rapidez, no ha llegado hasta nuestros días, pero se sabe que apagarlo era toda una hazaña porque ardía en contacto con el agua. Químicos e historiadores tratan de reescribir su fórmula perdida.
Imagine que es usted un invasor árabe que se dirige a conquistar Constantinopla con nada menos que 1.200 barcos. La victoria es segura pero, de repente, la flota empieza a arder, y los intentos de apagar los barcos con agua no solo no sirven de nada, sino que avivan el fuego. Imagine la cara que pondría. Es la misma que debieron poner los árabes al enfrentarse al fuego griego por primera vez.
El fuego marino, fuego romano como lo llamaron los árabes o fuego griego como lo bautizaron los cruzados fue un arma incendiaria utilizada por el Imperio bizantino en numerosas batallas navales entre los siglos VII y XIII, capaz de arder sobre el agua o incluso en contacto con ella, y extremadamente difícil de apagar.
El fuego griego fue una sorpresa táctica decisiva en los dos grandes asedios árabes de Constantinopla de 674-678 y 717-718, explica a SINC José Soto, experto en historia medieval e investigador del Centro de Estudios Bizantinos, Neogriegos y Chipriotas de Granada.
Estos dos asedios, donde el fuego griego fue esencial, determinaron la historia universal. De haber triunfado los árabes, la Europa tribal del siglo VII no habría podido resistir y sería el Islam la civilización hegemónica en nuestros días, añade Soto.
El fuego griego determinó la historia, de haber triunfado los árabes el Islam sería la civilización hegemónica
Los bizantinos guardaron celosamente el secreto de su composición, de la que solo quedan suposiciones. No se puede poner en duda la existencia del fuego griego, pero hay que tener en cuenta que fue el secreto militar mejor guardado de la historia, asegura Soto. Los técnicos que lo fabricaban no tenían contacto alguno con el mundo exterior.
Aun así se sabe que la mezcla, que era líquida, incluía nafta una fracción del petróleo también conocida como bencina, azufre y probablemente amoníaco. Sin embargo, también se han propuesto otras sustancias como la cal viva o el nitrato.
La nafta, muy inflamable y que no se mezcla con el agua, y el azufre actuarían como combustible, explica Justo Giner, doctor en Química de la Universidad de Oviedo.
El nitrato aportaría el oxígeno necesario para que arda el combustible, como ocurre en los fuegos artificiales y la pólvora, que contiene un 75% de nitrato de potasio y un 15% de azufre, añade Giner.
Con un combustible que arde nafta y azufre y una sustancia que aporte oxígeno nitrato, solo faltaría una chispa que encienda el fuego. Al entrar en contacto con el agua, la cal viva eleva su temperatura por encima de 150 ºC, por lo que actuaría como mecha encendiendo el combustible, explica Giner.
Algunos documentos hablan de truenos y mucho humo durante los ataques con fuego griego. Según Giner, cuando una reacción forma una gran cantidad de gases, estos se expanden generando altas presiones, por lo que se producen explosiones.
Giner también señala que el humo que produciría un fuego como este sería tóxico. En general los gases derivados del uso del arma especialmente debidos al azufre y al amoníaco formarían un cóctel muy venenoso.
Denominación de origen siria
La invención de esta arma se atribuye a un ingeniero militar llamado Callínico, procedente de la actual Siria, que llegó a Constantinopla en los días previos al primer gran asedio árabe.
Fuera de la guerra marítima, y pasada la sorpresa inicial, su importancia y efecto fue escaso
En la antigüedad, griegos y romanos usaron líquidos inflamables parecidos, pero sin el poder del arma de Callínico, comenta Soto. Más tarde árabes y cruzados intentaron copiarlo y solo consiguieron compuestos de peor calidad, y sin los devastadores efectos del fuego griego.
Según algunos investigadores, entre los que se incluye Soto, puede que Callínico utilizara los estudios hoy perdidos de Esteban de Alejandría, uno de los mayores alquimistas, ópticos y astrónomos de la antigüedad, que se trasladó en 616 a Constantinopla.
Los ingenieros navales bizantinos emplearon todo su ingenio a la hora de utilizar el arma, y dotaron a los barcos de dispositivos hidráulicos que, accionados por una bomba de mano, regaban con fuego la cubierta y las velas de los barcos enemigos.
Fuente: SYNC
Imagine que es usted un invasor árabe que se dirige a conquistar Constantinopla con nada menos que 1.200 barcos. La victoria es segura pero, de repente, la flota empieza a arder, y los intentos de apagar los barcos con agua no solo no sirven de nada, sino que avivan el fuego. Imagine la cara que pondría. Es la misma que debieron poner los árabes al enfrentarse al fuego griego por primera vez.
El fuego marino, fuego romano como lo llamaron los árabes o fuego griego como lo bautizaron los cruzados fue un arma incendiaria utilizada por el Imperio bizantino en numerosas batallas navales entre los siglos VII y XIII, capaz de arder sobre el agua o incluso en contacto con ella, y extremadamente difícil de apagar.
El fuego griego fue una sorpresa táctica decisiva en los dos grandes asedios árabes de Constantinopla de 674-678 y 717-718, explica a SINC José Soto, experto en historia medieval e investigador del Centro de Estudios Bizantinos, Neogriegos y Chipriotas de Granada.
Estos dos asedios, donde el fuego griego fue esencial, determinaron la historia universal. De haber triunfado los árabes, la Europa tribal del siglo VII no habría podido resistir y sería el Islam la civilización hegemónica en nuestros días, añade Soto.
El fuego griego determinó la historia, de haber triunfado los árabes el Islam sería la civilización hegemónica
Los bizantinos guardaron celosamente el secreto de su composición, de la que solo quedan suposiciones. No se puede poner en duda la existencia del fuego griego, pero hay que tener en cuenta que fue el secreto militar mejor guardado de la historia, asegura Soto. Los técnicos que lo fabricaban no tenían contacto alguno con el mundo exterior.
Aun así se sabe que la mezcla, que era líquida, incluía nafta una fracción del petróleo también conocida como bencina, azufre y probablemente amoníaco. Sin embargo, también se han propuesto otras sustancias como la cal viva o el nitrato.
La nafta, muy inflamable y que no se mezcla con el agua, y el azufre actuarían como combustible, explica Justo Giner, doctor en Química de la Universidad de Oviedo.
El nitrato aportaría el oxígeno necesario para que arda el combustible, como ocurre en los fuegos artificiales y la pólvora, que contiene un 75% de nitrato de potasio y un 15% de azufre, añade Giner.
Con un combustible que arde nafta y azufre y una sustancia que aporte oxígeno nitrato, solo faltaría una chispa que encienda el fuego. Al entrar en contacto con el agua, la cal viva eleva su temperatura por encima de 150 ºC, por lo que actuaría como mecha encendiendo el combustible, explica Giner.
Algunos documentos hablan de truenos y mucho humo durante los ataques con fuego griego. Según Giner, cuando una reacción forma una gran cantidad de gases, estos se expanden generando altas presiones, por lo que se producen explosiones.
Giner también señala que el humo que produciría un fuego como este sería tóxico. En general los gases derivados del uso del arma especialmente debidos al azufre y al amoníaco formarían un cóctel muy venenoso.
Denominación de origen siria
La invención de esta arma se atribuye a un ingeniero militar llamado Callínico, procedente de la actual Siria, que llegó a Constantinopla en los días previos al primer gran asedio árabe.
Fuera de la guerra marítima, y pasada la sorpresa inicial, su importancia y efecto fue escaso
En la antigüedad, griegos y romanos usaron líquidos inflamables parecidos, pero sin el poder del arma de Callínico, comenta Soto. Más tarde árabes y cruzados intentaron copiarlo y solo consiguieron compuestos de peor calidad, y sin los devastadores efectos del fuego griego.
Según algunos investigadores, entre los que se incluye Soto, puede que Callínico utilizara los estudios hoy perdidos de Esteban de Alejandría, uno de los mayores alquimistas, ópticos y astrónomos de la antigüedad, que se trasladó en 616 a Constantinopla.
Los ingenieros navales bizantinos emplearon todo su ingenio a la hora de utilizar el arma, y dotaron a los barcos de dispositivos hidráulicos que, accionados por una bomba de mano, regaban con fuego la cubierta y las velas de los barcos enemigos.
Fuente: SYNC