Una Patagonia lejana igual al Viejo Oeste, pero sin búfalosPor Adrián Moyano
El parangón tiene fundamento en los paisajes, en los procesos históricos que vivieron tanto Estados Unidos como la Argentina en el siglo XIX y en la composición poblacional del norte patagónico.
Aunque no idénticos, los procesos históricos se parecen y otro tanto ocurre con las geografías. Dicen que las montañas y bosques de Wyoming son muy parecidas a las de Bariloche y es imposible no confundir a la estepa patagónica con los paisajes áridos que aparecen en algunas películas de cowboys. Tanta es la similitud que se llegó a decir que entre el Viejo Oeste estadounidense y en el noroeste de la Patagonia, la única diferencia son los búfalos.
La comparación corrió por cuenta de Hans Schulz, quien además se emparentó con un tejano que hizo historia por estas latitudes. Amante de la música, en su libro "Mandato paterno" (EDUCO 2012) cuenta qué escuchaba en sus años de adolescente, hasta reparar en un arte que solventaba su argumentación. "Una de las tapas de los tantos discos mostraba una pintura ingenua de la conquista épica del oeste, con sus ferrocarriles, sus búfalos, sus indios y sus colonos con sus características carretas. Era de la orquesta de Paolo Mantovani y se llamaba Escena americana. Aquí faltaban los búfalos, pero la esencia era similar porque el pueblo y sus alrededores, a pesar de lo que digan algunos, parecían salidos de una película norteamericana", sentenció el escritor, fotógrafo y periodista.
A las pruebas se remitía. "Basta con hojear aquel libro de fotos antiguas, Bariloche mi pueblo (Ricardo Vallmitjana - 1989), para saber de lo que estoy hablando. Una de sus primeras fotos es la de un cowboy tejano, primer poblador blanco del gran lago y bisabuelo de mis dos hijos". Se trata nada más y nada menos que de Jarred Jones, que efectivamente, trajo consigo la tradición rural tejana hasta las orillas del Nahuel Huapi.
Sigue Schulz: "en mis recorridas por los archivos digitales, muchas veces me encontré con fotografías históricas del oeste norteamericano que reflejaban una similitud asombrosa con las de Patagonia. Recuerdo una fotografía, del siglo XIX, de los archivos de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, que muestra a un grupo de alumnos con su maestro frente a una solitaria escuela de Dakota del Norte, que bien podría representar la misma escena en una escuela argentina de las colonias galesas del sur, como aparece en las fotos de H.E. Bowman, de principios del siglo XX, en la investigación fotográfica sobre aquella colonización, editada por Fundación Antorchas en el año 2003 y que lleva el apropiado nombre de Una frontera lejana".
He aquí otras de las similitudes. El estado norteamericano en cuestión lleva uno de los nombres que se adjudica a uno de los pueblos que las películas popularizaron como siux. Su incorporación a la jurisdicción estadounidense fue relativamente tardía y queda tan al norte, que limita con Canadá. En tanto, Chubut también lleva nombre de origen indígena y tiene como límite oeste a otra jurisdicción nacional.
"Podríamos agregar que, en aquellos años, para crear nuestro sistema de educación pública, gratuita y obligatoria, hasta maestras importamos de aquel país", recuerda la narración de Hans, en referencia a las docentes que llegaron a la Argentina durante la presidencia de Domingo Sarmiento, cuando el sanjuanino intentó valerse de la escuela para terminar con la resistencia de las viejas montoneras en provincias como La Rioja o Catamarca.
"Aquí, al igual que en los Estados Unidos, había además de habitantes originarios, también descendientes de europeos, de los cuales algunos eran rubios y otros morochos, es decir, que entre todos eran el equivalente de indios, gringos y mejicanos", continuaba Hans con su parangón. "Cuando, en compañía de mis hermanas o amigos asistía a las proyecciones de clásicas películas norteamericanas en el antiguo cine del pueblo, no dejaba nunca de percibir el parecido de ambas escenografías, muy diferentes a la lejana ciudad que mis padres habían dejado atrás a mediados de la década del 50 y a la que viajábamos de vez en cuando para visitar a abuelos y amigos".
Fue entonces que "en mi cabeza comencé entonces a esbozar una dualidad que tenía su corolario en el norte: Buenos Aires igual a París, Bariloche igual al lejano oeste. Y si a esto le sumamos la atracción que ejercían sobre mi padre y sobre mí, la épica legendaria de las películas de vaqueros, el cuadro se completa". Atractivo que se abarcó a varias generaciones y que parece vivir cierto revival en la actualidad.
En efecto, "con mis hijos Jarred y Ailin continuamos con la tradición familiar de la pasión por aquellas películas, especialmente las clásicas como las que componen la trilogía de los ríos del director Howard Hawks, las dirigidas por John Ford y las que tienen como protagonista o director a Clint Eastwood, incluyendo los westerns italianos de su primera etapa", puntualizaba el autor. "Por otro lado, no podemos negar que el aporte familiar tejano del lado materno ha contribuido positivamente a este enraizado hábito, que a mi entender, tiene sus raíces en la similitud de ambas geografías".
Fuente: El Cordillerano
Por Adrián Moyano
El parangón tiene fundamento en los paisajes, en los procesos históricos que vivieron tanto Estados Unidos como la Argentina en el siglo XIX y en la composición poblacional del norte patagónico.
Aunque no idénticos, los procesos históricos se parecen y otro tanto ocurre con las geografías. Dicen que las montañas y bosques de Wyoming son muy parecidas a las de Bariloche y es imposible no confundir a la estepa patagónica con los paisajes áridos que aparecen en algunas películas de cowboys. Tanta es la similitud que se llegó a decir que entre el Viejo Oeste estadounidense y en el noroeste de la Patagonia, la única diferencia son los búfalos.
La comparación corrió por cuenta de Hans Schulz, quien además se emparentó con un tejano que hizo historia por estas latitudes. Amante de la música, en su libro "Mandato paterno" (EDUCO 2012) cuenta qué escuchaba en sus años de adolescente, hasta reparar en un arte que solventaba su argumentación. "Una de las tapas de los tantos discos mostraba una pintura ingenua de la conquista épica del oeste, con sus ferrocarriles, sus búfalos, sus indios y sus colonos con sus características carretas. Era de la orquesta de Paolo Mantovani y se llamaba Escena americana. Aquí faltaban los búfalos, pero la esencia era similar porque el pueblo y sus alrededores, a pesar de lo que digan algunos, parecían salidos de una película norteamericana", sentenció el escritor, fotógrafo y periodista.
A las pruebas se remitía. "Basta con hojear aquel libro de fotos antiguas, Bariloche mi pueblo (Ricardo Vallmitjana - 1989), para saber de lo que estoy hablando. Una de sus primeras fotos es la de un cowboy tejano, primer poblador blanco del gran lago y bisabuelo de mis dos hijos". Se trata nada más y nada menos que de Jarred Jones, que efectivamente, trajo consigo la tradición rural tejana hasta las orillas del Nahuel Huapi.
Sigue Schulz: "en mis recorridas por los archivos digitales, muchas veces me encontré con fotografías históricas del oeste norteamericano que reflejaban una similitud asombrosa con las de Patagonia. Recuerdo una fotografía, del siglo XIX, de los archivos de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, que muestra a un grupo de alumnos con su maestro frente a una solitaria escuela de Dakota del Norte, que bien podría representar la misma escena en una escuela argentina de las colonias galesas del sur, como aparece en las fotos de H.E. Bowman, de principios del siglo XX, en la investigación fotográfica sobre aquella colonización, editada por Fundación Antorchas en el año 2003 y que lleva el apropiado nombre de Una frontera lejana".
He aquí otras de las similitudes. El estado norteamericano en cuestión lleva uno de los nombres que se adjudica a uno de los pueblos que las películas popularizaron como siux. Su incorporación a la jurisdicción estadounidense fue relativamente tardía y queda tan al norte, que limita con Canadá. En tanto, Chubut también lleva nombre de origen indígena y tiene como límite oeste a otra jurisdicción nacional.
"Podríamos agregar que, en aquellos años, para crear nuestro sistema de educación pública, gratuita y obligatoria, hasta maestras importamos de aquel país", recuerda la narración de Hans, en referencia a las docentes que llegaron a la Argentina durante la presidencia de Domingo Sarmiento, cuando el sanjuanino intentó valerse de la escuela para terminar con la resistencia de las viejas montoneras en provincias como La Rioja o Catamarca.
"Aquí, al igual que en los Estados Unidos, había además de habitantes originarios, también descendientes de europeos, de los cuales algunos eran rubios y otros morochos, es decir, que entre todos eran el equivalente de indios, gringos y mejicanos", continuaba Hans con su parangón. "Cuando, en compañía de mis hermanas o amigos asistía a las proyecciones de clásicas películas norteamericanas en el antiguo cine del pueblo, no dejaba nunca de percibir el parecido de ambas escenografías, muy diferentes a la lejana ciudad que mis padres habían dejado atrás a mediados de la década del 50 y a la que viajábamos de vez en cuando para visitar a abuelos y amigos".
Fue entonces que "en mi cabeza comencé entonces a esbozar una dualidad que tenía su corolario en el norte: Buenos Aires igual a París, Bariloche igual al lejano oeste. Y si a esto le sumamos la atracción que ejercían sobre mi padre y sobre mí, la épica legendaria de las películas de vaqueros, el cuadro se completa". Atractivo que se abarcó a varias generaciones y que parece vivir cierto revival en la actualidad.
En efecto, "con mis hijos Jarred y Ailin continuamos con la tradición familiar de la pasión por aquellas películas, especialmente las clásicas como las que componen la trilogía de los ríos del director Howard Hawks, las dirigidas por John Ford y las que tienen como protagonista o director a Clint Eastwood, incluyendo los westerns italianos de su primera etapa", puntualizaba el autor. "Por otro lado, no podemos negar que el aporte familiar tejano del lado materno ha contribuido positivamente a este enraizado hábito, que a mi entender, tiene sus raíces en la similitud de ambas geografías".
Fuente: El Cordillerano