Opinión

El 25 de mayo de 1810, antecedentes, contexto y herencia

Por Guillermo Cieza

La reivindicación del 25 de mayo de 1810, que conocimos como "primer grito de libertad" debe ir acompañada de algunas consideraciones con respecto a sus antecedentes, contexto y herencia posterior, que contribuyen a una mejor valoración de este hecho político.

Buenos Aires era, en 1810 la capital administrativa del Virreynato del Río de la Plata y su principal puerto, pero no su región más poblada, ni centro productivo.

Caracterizada por un viajero extranjero como "una ciudad chata de tenderos y contrabandistas", estaba habitada en 1810 por 44.800 habitantes a los que sumaba 35.000 de la campaña. Menos que los 100.000 que tenía la Intendencia de Salta, que comprendía Salta, Jujuy, Catamarca, La Rioja y una parte de Tucumán, y que los 200.000 habitantes que tenía la intendencia de Córdoba que además incluía a Santiago del Estero, San Luis y una parte del Tucumán, o los 150.000 que vivían en que la zona guaranítica de las misiones (Paraguay, Misiones, Corrientes) la mayoría de los cuales eran guaraníes y mestizos. Y ni hablar del millón, cien mil que vivían en el Alto Perú.

Buenos Aires solo estaba más poblada que Cuyo que tenía 40.000 habitantes y que la Banda Oriental donde vivían 40.000 (15.000 en Montevideo).

Tampoco el Virrey, ni la Capital, podía dar ordenes a las 50.000 originarios (quom, guaycurúes, mocovíes, abipones y mbayas) de la región del Chaco que estaba dentro de los lìmites virreynales, pero que se gobernaban a su antojo. Mucho menos a los 30.000 originarios que habitaban al sur del Río Salado, una región que los españoles denominaban el País de los Pampas. Alli vivían distintos pueblos originarios que habían resistido a la invasión (mapuches, tehuelches, selkam, yaganes y kawesrtar).

Lo que si puede decirse a favor de Buenos Aires es que tocó el timbre de la rebelión contra la opresión española en el momento justo. Otras rebeliones anteriores habían tenido menos suerte.

En 1754, los guaraníes que eran parte de las Misiones Jesuíticas resistieron la decisión que sus territorios se entreguen a Portugal en virtud de lo acordado en el tratado de Madrid y enfrentaron a los ejércitos portugueses y españoles en una guerra que duró dos años. Fueron liderados por grandes caciques como Sepé Tiarayú, Nicolás Ñanguirú y Santiago Pindó, pero finalmente fueron derrotados con un saldo de 10.000 muertos. Los guaraníes no solo defendían sus territorios sino su libertad. Quedar en manos de los portugueses significaba ser reducidos a la esclavitud y enviados a las plantaciones. En esas batallas que fueron lideradas por grandes caciques, también participaron algunos criollos y jesuitas europeos, que acompañaron la causa de los guaraníes. Los guaraníes cristianizados reaparecieron años más tarde como base social de la revolución del Paraguay, y aportando al proyecto artiguista liderados por Andresito Guayquiraro.

Pocos años después, en 1780, se inició en el Cuzco la rebelión liderada por José Gabriel Condorcanqui, que tomó el nombre de Tupac Amarú II, y su compañera Micaela Bastidas. Esa rebelión tuvo la característica que siendo liderada por los pueblos originarios, incorporó en una alianza a afrodescendientes, mestizos, criollos y españoles pobres. Convocó a la lucha de "los nacidos en esta tierra" contra la opresión europea. La causa americana liderada por Tupac Amaru II se extendió por todas las provincias del Perú y llegó a convocar un ejército de 20.000 hombres, que fueron derrotados por las fuerzas coloniales, y la mayor parte de su familia fue asesinada.

Un año después, en el Alto Perú (actual Bolivia) se desarrolló la rebelión liderada por Tupac Katari y Bartolina Sisa, que fue exclusivamente originaria, que también fue derrotada con el saldo de miles de muertos. En 1809 se produjo un levantamiento en Chuquisaca y la Paz contra la pretensión de las clases altas del Alto Perú, que temerosos de la debilidad del imperio colonial español, intentaron que sus territorios pasen a ser parte del imperio de Portugal, que estaba asentado en Brasil. En esa rebelión donde confluyeron criollos, originarios y afrodescendientes, surgieron dos nombres que serán recordados: la mestiza Juana Azurduy y el mulato Bernardo de Monteagudo.

Los servicios de inteligencia del imperio español no desconocieron la continuidad entre las rebeliones originarias y los conspiradores de Buenos Aires y Montevideo de 1810. Los denominaban "tupamaros".

Lo que distingue a la revolución de Mayo de 1810, es que aprovecha el momento de mayor debilidad del colonialismo que nos oprimía, porque las tropas españolas ni siquiera podían defender la península, casi totalmente ocupada por las tropas de Napoleón. También la distingue que, en este caso, son criollos, hijos de españoles, blancos o mestizos los que se ponen al frente de la rebelión. Esta se sustenta en decisiones de los "principales vecinos" de la ciudad convocados al Cabildo, pero también en la fuerza de las milicias populares conformadas después de las invasiones inglesas, donde estaban representadas las clases bajas y la pluralidad étnica de la ciudad.

La revolución de Buenos Aires, se parece a la que se produce en Caracas, donde son blancos criollos, hijos de los plantadores conocidos como "los grandes cacaos", los que se ponen a la cabeza del alzamiento. También coinciden en la fecha, el alzamiento en Venezuela se produjo el 19 de abril de 1810. La diferencia con Venezuela es que allí apareció la rebelión encabezada por el "blanco de orilla" José Tomas Boves, que siendo consciente de la debilidad del colonialismo español decidió aprovechar la oportunidad, pero no para declarar la independencia, sino para ajustar cuentas con los plantadores blancos que habían decidido proclamarse "revolucionarios". Y en esa rebelión, que proclamaba la lealtad al rey de España, se cobraron la cuenta de humillaciones y atropellos previos, eliminando físicamente las cuatro quintas partes de las clases propietarias blancas de las principales ciudades de la ex Capitanía General de Venezuela. Los sujetos sociales que acompañaron a Boves fueron los llaneros (los gauchos) y los esclavos negros y mulatos, Después de esa revancha de clases, mucho más radical que la Revolución Francesa, solo quedaba a los revolucionarios encabezados por Simón Bolívar vincular la lucha por la independencia a la lucha la tierra y la libertad de los esclavos. Por si les quedaba alguna duda, cuando fueron a pedir auxilio a Haití, donde los negros y mulatos habían derrotado al colonialismo francés, su presidente, Alexandre Pétion les recordó que acabar con la esclavitud, era su única condición para apoyarlos.

Pero esto no pasó en Buenos Aires. Allí los ardores de Mayo, el Plan de Operaciones de Moreno para construir una república soberana y democrática, las proclamas indigenistas de Castelli, la propuesta de reforzar la amistad con el país vecino de "los pampas", la prometida liberación de los esclavos, tuvo un vuelo corto, como el de una perdiz.

Salvo honrosas excepciones, cuando hijos de las clases altas de Buenos Aires fueron a la guerra, la mayoría de los porteños se dedicaron a atar lazos con la nuevas potencias europeas emergentes, se ocuparon de casar bien a sus hijas, y de hacer buenos negocios, mientras conspiraban para entregarse a la corona de Portugal o convertirse en súbditos de Inglaterra. La revolución de Buenos Aires, tuvo el mérito de su oportunidad, de haber aplastado a la contrarrevolución realista en Córdoba, y de las proclamas, los planes y los sueños de sus más lúcidos patriotas: Mariano Moreno, Juan José Castelli y Manuel Belgrano. Pero no duró más de tres años. Cuando en 1814, fue elegido el primer Directorio, ya Buenos Aires estaba más preocupada por sobrevivir, cambiando de patrón, que por extender la revolución en el continente.

Pero, la revolución sobrevivió en las fronteras. En las guerrillas alto peruanas y salteñas, campesinas y originarias, lideradas por Juana Azurduy y Güemes; en la Banda Oriental donde nació el proyecto artiguista; y en el ejército del Libertador de San Martin, que se organizó en Cuyo. Ese ejército estaba compuesto en un 40% por afrodescendientes y el destacamento de Granaderos a Caballos que peleó en las batallas de Junín y Ayacucho, decisivas para la libertad América del Sur, se formó originalmente convocando a mestizos correntinos (es decir guaraníes). También sobrevivió la revolución en el Paraguay, con el detalle que los paraguayos decidieron liberarse de los españoles, pero también de los porteños.

Todos los méritos que tiene la revolución de mayo de 1810, deben deslindarse del mito oligárquico que inventó la línea histórica Mayo-Caseros, que pretende contarnos el cuento de las "revoluciones blancas" y de Buenos Aires como centro de la historia argentina. De allí a contar que la Nación Argentina la creó la Sociedad Rural y la oligarquía argentina a finales del siglo XIX, hay solo un paso. Y el paso siguiente es eliminar el aporte de los pueblos originarios en la construcción de este país plurinacional que hoy llamamos Argentina. El moño de ese cuento lo puso Juio A. Roca, que en su autodenominada "Campaña al desierto", demoró su ingreso a Choele, Choel para llegar el 25 de mayo y festejar, en nombre de la patria, el triunfo sobre la "barbarie".

Más allá de todo lo que aportaron los guaraníes, los charrúas, los aymara y los quechuas, siempre los mapuches fueron considerados por los revolucionarios como un pueblo aliado y como un ejemplo de resistencia al colonialismo español. No solo fueron aliados, sino que aportaron efectívamente, colaborando con San Martín en la liberación de Chile.(1).

Los sueños de Mayo florecieron lejos de Buenos Aires. Fue Artigas, con su Reglamento de Tierras el que continuó el proyecto de Mariano Moreno. Fue el Paraguay de Rodríguez de Francia y los López, donde se subsidió a la industria como proponía Belgrano a partir de los canones que pagaban los campesinos originarios, que habían recibido las tierras expropiadas a la Iglesia. Fue el Congreso Anfictiónico convocados por Bolívar en Panamá, un intento de concretar los sueños de la Patria Grande anhelado por Castelli.

Lo que ocurrió en Buenos Aires, cuando se apagó la revolución de Mayo fue otra historia. San Martín pudo llegar a Perú desobedeciendo a Buenos Aires, con el auxilio del gobierno de Chile, y marinos británicos. El gobierno de Buenos Aires dio luz verde para que una invasión portuguesa derrotara a Artigas y promovió y participó en la guerra contra Paraguay.

Cuando Bolívar quiso reunir a los países de América al Sur del Rio Bravo en Panamá, Rivadavia puso como condición para que nuestro país estuviera presente, que también fueran invitados Inglaterra y Estados Unidos. Y a pesar de que se les concedió que fueran invitados como "observadores", Rivadavia decidió no concurrir.

Como ocurre con el tero, la revolución pegó un grito en Buenos Aires, pero los huevos estaban en otro lado. Y es en esos lugares, donde tenemos que buscar las páginas más gloriosas de nuestras guerras independentistas, y la historia que tenemos que retomar si queremos construir, desde estos territorios, un proyecto soberano y socialista.

Nota: 1- Mas allá de la conocida conferencia del Libertador con los caciques pehuenches antes del cruce de los Andes, hay autores que afirman que Hentucurá, el padre de Juán Callfucurá, combatió junto a San Martin en los combates de Chacabuco y Maipú. Ver Daniel Ricardo Fernández y Mercedes Lovato "Callfucurà y los asuntos de la Patria". Ediciones Circus, 2024.

Imagen de portada: Redacción

Fuente: Huellas del Sur