Entre Chubut y Neuquén hay 50 mil empleos privados de diferencia: ¿Cuándo se rompió la paridad laboral entre las provincias petroleras?
Hace más de 10 años Chubut tenía mayor cantidad de puestos de trabajo en el sector privado formal y existía una cierta paridad con los registros de empleo en Neuquén. Hasta finales del año 2013 ambas provincias contaban con similares cantidades de trabajadores formalizados, pero desde ahí en adelante se rompió el equilibrio y el empleo neuquino le sacó una diferencia de 50 mil puestos superando al chubutense en un 35%. El desarrollo de Vaca Muerta -financiado con subsidios estatales- y sus actividades económicas conexas son buena parte de la explicación del proceso. La YPF parcialmente estatizada -desde tiempos del kirchnerismo, macrismo y libertarios- y la migración de las operadoras fueron el motor del desarrollo del fracking y terminó consolidando el desequilibrio regional.
La diferencia en el mercado laboral entre Chubut y Neuquén se profundiza en los últimos años con un proceso que se inició a finales del 2013. En la actualidad en el territorio neuquino hay un 34% más de empleo en el sector privado formal, marcando una brecha de 50 mil puestos de trabajo respecto a los contabilizados en tierras chubutenses hasta el primer trimestre de este año.
Hace quince años atrás esa diferencia entre las provincias, que son la potencia petrolera del país, no existía e inclusive Chubut dominaba el empleo privado regional por un escaso margen por encima de Neuquén.
A finales de los años 2000 y principios de la década del '10, Chubut era la provincia más poderosa en la generación de empleo privado en la Patagonia, con Neuquén moviéndose con leve diferencia menor; pero en determinadas épocas del ciclo productivo anual era superada por Río Negro cuando arrancaba la cosecha en el Alto Valle.
El período de paridad
Según los datos oficiales del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), del Ministerio de Trabajo de Nación, durante el arranque del 2009 se contabilizaban en Chubut un total de 93.274 puestos de trabajo registrados en el sector privado y en Neuquén eran 92.297 empleos formalizados. La diferencia entre ambas provincias era de apenas el 0,4% a favor del empleo chubutense.
Al finalizar ese año el promedio anual de empleo favorecía a Chubut en un 4% con un margen de diferencia que se ubicó en los 3.440 empleos más que en el territorio neuquino.
Ese equilibrio levemente superior a favor de Chubut se mantuvo durante varios años y alcanzó su mayor brecha en el 2011 con un 5,5% de ventaja chubutenses que se traducía 4.900 puestos de trabajo más que en Neuquén.
En el año 2012 se fue achicando la diferencia y promedió en un 3,5% (3.285 empleos) más en Chubut que en Neuquén. Ambas provincias superaban los 90 mil empleos registrados con 94.502 puestos de trabajo en Chubut y con 91.217 en Neuquén.
Ruptura del equilibrio
Esa frágil paridad que había en el empleo privado de ambas provincias se rompió a principios de la década pasada cuando en el año 2013 la cantidad de empleos privados de Neuquén comenzó a superar a la de Chubut.
A partir de ese año se dio vuelta la taba y el empleo neuquino pasó a encabezar por un estrecho margen que al finalizar el 2013 se ubicó en 1,9% por encima del chubutense, contemplando 1.863 puestos de trabajo más. En Chubut el empleo se mantuvo en ese momento estable, pero en Neuquén creció en 5.400 puestos formalizados interanuales.
Recién en el 2014 se disparó la diferencia entre ambas provincias y el promedio anual arrojó una brecha en detrimento de Chubut que se ubicó en el 6,1% a partir de los 6.338 puestos de trabajo de brecha que se contabilizaron a favor de Neuquén.
El quiebre con mayores proporciones se produjo en el año 2015 cuando la diferencia del empleo neuquino por sobre el chubutense llegó al 10,7% y se tradujo en 12.072 puestos de trabajo más en Neuquén.
Para ese año Chubut llegó a los 100.924 empleos privados, mientras que Neuquén se ubicó en los 112.996 puestos de trabajo generando el primer desequilibrio regional profundo entre ambas potencias petroleras.
Efecto Vaca Muerta impulsado por YPF
Buena parte del proceso de desequilibrio entre ambas potencias petroleras se debió a la irrupción de Vaca Muerta como un proyecto de desarrollo productivo sobre la base de la explotación de los recursos hidrocarburíferos no convencionales extraídos por la técnica de la fractura hidráulica conocida como fracking.
Ambas provincias fueron hasta mediados de la década pasada las dos principales productoras de hidrocarburos del país, con Chubut liderando la explotación petrolera -apoyada en Cerro Dragón- y Neuquén haciendo lo propio en la extracción gasífera -sustentada por Loma la Lata- combinada en menor medida con la petrolera.
Tras la crisis de las subprime (créditos bancarios hipotecarios) desatada en el 2008, Estado Unidos se volcó fuertemente a revertir la caída en la producción de petróleo y gas con los yacimientos no convencionales que se había registrado en el 2007; para lograrlo aprovechó la fuerte suba de los precios internacionales del crudo que se desató desde mediados del 2011.
Ese proceso impactó e impulsó a la política argentina a intentar sumarse a la oleada del fracking. El kirchnerismo durante la segunda presidencia de Cristina Fernández puso proa para el desarrollo de Vaca Muerta, pero antes expropió Repsol en YPF y se quedó con la mitad de las acciones de la petrolera nacional.
Con la YPF parcialmente estatizada el kirchnerismo centró la mayoría de sus prioridades en materia de producción hidrocarburífera en los recursos no convencionales, poniendo a Vaca Muerta en el centro de productivo con vistas al futuro; para lo cual decidió acordar secretamente con Chevron para adquirir el conocimiento necesario y destinó miles de millones de dólares para subsidiar con fondos estatales el desarrollo del fracking neuquino.
Esa línea de acción se extendió durante todo el gobierno kirchnerista, fue retomado con mayor profundización por el macrismo y más allá del parate en tiempos de la pandemia fue continuado por el gobierno de Alberto Fernández y Cristina como vice.
La gestión libertaria de Javier Milei dio un paso más profundo y directamente llevó a la petrolera con mayoría accionaria estatal a abandonar los yacimientos maduros del resto del país, para de esa manera focalizarse exclusivamente en los no convencionales de Vaca Muerta.
El impulso dado por YPF y la migración de las demás operadoras privadas hacia Vaca Muerta fue fundamental para desatar el desequilibrio de empleo que se fue potenciando con el paso de los años.
Estancamiento chubutense y disparada neuquina
Chubut alcanzó su pico de empleo privado registrado en el 2015 y a partir de ahí comenzó a oscilar entre el estancamiento y la retracción; en tanto que en Neuquén se produjo una disparada que solo fue frenada por la pandemia y luego retomó la senda alcista de manera acelerada.
Una parte importante de la explicación del proceso se relaciona al impulso dado a Vaca Muerta y sus efectos multiplicadores en el conjunto de la economía provincial. Para verlo con mayor detalle es importante hacer el seguimiento del empleo petrolero directo en ambas provincias, ya que de esa manera puede observarse la profundidad del desequilibrio.
Producto de la explotación gasífera Neuquén siempre contó desde 1996 con mayor cantidad de trabajadores relacionados a la industria petrolera, ya que no solamente extraía altos volúmenes de crudo sino también de gas; mientras que en Chubut la extracción de gas nunca despegó y no multiplicó su impacto positivo en el empleo del sector.
En el comienzo de la década pasada la brecha laboral en el terreno petrolero se achicó entre ambas provincias, aunque siempre tuvo la supremacía Neuquén. Esa paridad se mantuvo hasta principios del 2012 y al año siguiente comenzó a romperse de manera muy marcada gracias el desarrollo de Vaca Muerta.
Hasta el 2015 el empleo petrolero de ambas provincias creció proporcionalmente, con una clara ventaja para Neuquén que se potenció desde el 2013 y 2014. En el 2016 y 2017 en el territorio neuquino se produjo un fuerte parate del empleo petrolero; mientras que en el chubutense la caída fue más amortiguada, pero alcanzó un alto nivel de retroceso.
Vaca Muerta siguió creciendo con fuerza impulsando la creación de puestos de trabajo petroleros por la gran cantidad de fracturas que iban concretando con el desembarco de las demás operadoras que se sumaban al proceso iniciado por la YPF parcialmente estatizada.
La pandemia de COVID lo hizo retroceder de manera muy marcada en Neuquén y en Chubut el impacto volvió a ser menos profundo. Desde el 2021 en adelante el empleo petrolero neuquino ingresó nuevamente en un franco crecimiento y la disparada hasta el tercer trimestre del 2024 superó los niveles de aumento que había registrado con anterioridad.
En contrapartida los puestos de trabajo en el sector petrolero chubutense se estancaron con leves oscilaciones decrecientes, nunca alcanzó los niveles del 2015 y a finales del año pasado mostró una paridad con el registrado durante la pandemia.
A principios del 2024 el empleo petrolero neuquino duplica al chubutense, registrándose 26.041 puestos de trabajo en Neuquén y apenas 13.031 en la provincia de Chubut.
Profundización del desequilibrio
La tendencia a futuro muestra con claridad que Neuquén seguirá creciendo o, como mínimo, mantendrá los niveles de empleo privado alcanzado con el último registro; en tanto que en Chubut habría que esperar una reducción de la cantidad de puestos contabilizados como consecuencia de la oleada de retiros voluntarios que impactan en la provincia desde el segundo trimestre de este año.
Ese proceso de desinversión petrolera, encabezado por YPF con su salida de los yacimientos maduros y priorizando junto al resto de las operadoras los recursos no convencionales, ahondará la brecha del empleo en la producción hidrocarburífera entre Neuquén y Chubut.
Las consecuencias se traducirán en un desequilibrio aún mayor en el empleo petrolero al registrado a finales del 2024 cuando Chubut quedó con un 51% menos de puestos de trabajo que Neuquén.
Por ahora no se avizora un freno brusco de Vaca Muerta más allá de las oscilaciones del precio del crudo, aunque muchos pronósticos estiman que el fracking podría estar llegando a su techo transitorio por la falta de infraestructura para ampliar la producción y transformarla en exportaciones; pero también se evalúa que la rápida declinación de la capacidad de producción de los pozos no convencionales podría desacelerar el proceso productivo y también la generación de empleo privado en Neuquén.
Con una incidencia directa del sector petrolero, el empleo privado de ambas provincias se potencia con un distanciamiento cada vez más marcado. Neuquén tracciona con ciertas variaciones leves al alza y Chubut mantiene sus subas y bajas como si se trata de un electrocardiograma.