Con el eco de Lamelas llegó una ministra de Trump que trae la agenda de BukelePor Claudio Mardones
Donald Trump todavía no perderá a uno de los vecinos que más quiere en los alrededores del suntuoso condominio ubicado en Mar á Lago, Palm Beach, Florida. El presidente de los Estados Unidos promovió a su amigo, el médico cubanoamericano Peter Lamelas, como el próximo embajador ante la República Argentina. Esta semana compareció ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado norteamericano. Defendió su nominación, prometió evitar la presencia de China en las 24 provincias argentinas y apuntó contra la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner para asegurarse que "reciba la justicia que bien merece". "Ella -dijo- está en arresto domiciliario debido a algún favoritismo político que está pasando allí", lanzó el recaudador de campaña republicano ante un auditorio que apreciará sus arengas y le dará el acuerdo necesario para llegar a Buenos Aires.
Todavía falta para que Lamelas arme las valijas y sea alojado por el oropel diplomático que lo espera en el Palacio Bosch, la residencia del embajador en el barrio de Palermo. El nominado podría llegar en el comienzo de la primavera, pero los tiempos no detendrán la agenda que tiene la Casa Blanca con la administración de Javier Milei. Al contrario, el Departamento de Estado renovó el impulso para obtener el nombramiento que Trump firmó en enero. La agenda de los próximos meses requerirá que la embajada esté en pleno funcionamiento y que el representante político del presidente esté en su cargo. Una muestra de la prisa sin pausa se concretará desde este domingo, con la llegada al país de Kristi Noem, la jefa del Homeland Security, es decir, del Departamento de Seguridad Nacional, el ministerio que tiene dentro de su órbita al servicio de inmigraciones que hace un año comenzó a hacerse famoso por las impactantes deportaciones de inmigrantes que residían en Estados Unidos. La fuerza que realiza esas operaciones es el temible Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, conocido como ICE, por su sigla en inglés.
Noem es la jefa de la política migratoria de Trump y no sólo está concentrada en las persecuciones y deportaciones que se realizan en Estados Unidos. También se encarga de disuadir los flujos migratorios provenientes de América Latina. Así lanzó una campaña publicitaria que se repite en distintos países del continente, donde busca advertir a los potenciales viajeros a EE UU que si no tienen papeles, pueden ser deportados. La pieza ya fue transmitida esta semana en Argentina, pero es sólo una parte de la ofensiva. La otra es presencial y tiene que ver las visitas de Noem. Ya estuvo en El Salvador y fue recibida por el mandatario Nayyib Bukele, reconocido por la Casa Blanca como el máximo exponente de la persecución contra el narcotráfico. También por las cárceles que ha construido para encerrar detenidos y por la predisposición para recibir a los deportados de EE UU.
Noem se reunirá este lunes con Milei y con la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, en la Casa Rosada. El foco del encuentro será para firmar distintos acuerdos bilaterales, pero dentro del Gobierno hablan de pactos más ambiciosos. Fuentes oficiales vinculadas con el aparato de Seguridad confiaron a Tiempo que Bullrich busca conseguir más apoyos. Un alto funcionario confió que estarían buscando fondos del Homeland Security, a través de Noem, para construir una cárcel de máxima seguridad en la Argentina similar al Centro de Confinamiento del Terrorismo (CeCoT) que implementó Bukele. En el caso local el proyecto que analizan, bajo siete llaves, dentro de la cartera de Seguridad, apunta a construir un nuevo penal después de la pelea que tuvo Bullrich con el jefe de Gobierno, Jorge Macri, por el destino de detenidos federales en alcaidías capitalinas por la falta de un establecimiento carcelario, cuyo desarrollo sigue demorado.
Noem fue gobernadora de Arkansas y una durísima representante del Partido Republicano. Ama a los animales, pero en su libro de memorias admitió haber matado a su perro y a su cabra por mala conducta y pésimo olor. Fue un problema para su nominación como ministra, pero su lealtad hacia Trump le permitió superar las críticas. Ahora, como jefa del ICE, es una de las funcionarias más poderosas de la Casa Blanca y una interlocutora privilegiada en materia de seguridad con Bukele. Ahora lo será con Milei, con Bullrich de intermediaria, con una agenda que reforzará su perfil de campaña en materia de mano dura.
Noem estará pocas horas en Argentina. Será el preludio de otro anuncio que se espera esta semana. La administración Trump está a un paso de cerrar un acuerdo arancelario con el gobierno para difereciar el trato con la Argentina y no perjudicar el ingreso de productos argentinos que ingresan a Estados Unidos. La Oficina del Representante Comercial de los Estados Unidos (USTR) tiene la instrucción de diferenciar el trato con Argentina del incremento de aranceles que le impuso a Brasil y Canadá. El cierre de esa negociación está en manos del embajador Luis Kreckler, uno de los preferidos de Karina Milei, la secretaria general de la Presidencia y hermana del mandatario favorito de Trump en el continente.
Sólo en una semana la embajada que recibirá a Lamelas dentro de uno o dos meses, redoblará su ritmo para reforzar el vínculo con Milei. Después llegará otro momento, donde el nominado embajador buscará mantener el mismo tono que lanzó esta semana en el Capitolio. La clave de la diplomacia trumpista apuntará a un representante que diga las cosas que la Casa Blanca piensa, pero no dice, para apoyar a Milei. Por ahora todo sigue latiendo en Palm Beach. Cuando llegue el enviado de Trump, es posible que el presidente argentino vuelva a Washington, pero en el marco de una visita de Estado. En el Gobierno no quieren nuevos viajes sin resultados y mucho menos sin fotos con el presidente norteamericano, como sucedió en la última travesía, donde asomó el empresario Leonardo Scaturicce, señalado por su conexión con la Conferencia de Acción Política Conservadora y la posterior llegada a la Argentina de un avión privado con once valijas que no fueron controladas por la aduana. Esas redes también vienen de Florida y no parecen ajenas al vecino que Trump decidió mandar a Buenos Aires.
Fuente: Tiempo Argentino
Por Claudio Mardones
Donald Trump todavía no perderá a uno de los vecinos que más quiere en los alrededores del suntuoso condominio ubicado en Mar á Lago, Palm Beach, Florida. El presidente de los Estados Unidos promovió a su amigo, el médico cubanoamericano Peter Lamelas, como el próximo embajador ante la República Argentina. Esta semana compareció ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado norteamericano. Defendió su nominación, prometió evitar la presencia de China en las 24 provincias argentinas y apuntó contra la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner para asegurarse que "reciba la justicia que bien merece". "Ella -dijo- está en arresto domiciliario debido a algún favoritismo político que está pasando allí", lanzó el recaudador de campaña republicano ante un auditorio que apreciará sus arengas y le dará el acuerdo necesario para llegar a Buenos Aires.
Todavía falta para que Lamelas arme las valijas y sea alojado por el oropel diplomático que lo espera en el Palacio Bosch, la residencia del embajador en el barrio de Palermo. El nominado podría llegar en el comienzo de la primavera, pero los tiempos no detendrán la agenda que tiene la Casa Blanca con la administración de Javier Milei. Al contrario, el Departamento de Estado renovó el impulso para obtener el nombramiento que Trump firmó en enero. La agenda de los próximos meses requerirá que la embajada esté en pleno funcionamiento y que el representante político del presidente esté en su cargo. Una muestra de la prisa sin pausa se concretará desde este domingo, con la llegada al país de Kristi Noem, la jefa del Homeland Security, es decir, del Departamento de Seguridad Nacional, el ministerio que tiene dentro de su órbita al servicio de inmigraciones que hace un año comenzó a hacerse famoso por las impactantes deportaciones de inmigrantes que residían en Estados Unidos. La fuerza que realiza esas operaciones es el temible Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, conocido como ICE, por su sigla en inglés.
Noem es la jefa de la política migratoria de Trump y no sólo está concentrada en las persecuciones y deportaciones que se realizan en Estados Unidos. También se encarga de disuadir los flujos migratorios provenientes de América Latina. Así lanzó una campaña publicitaria que se repite en distintos países del continente, donde busca advertir a los potenciales viajeros a EE UU que si no tienen papeles, pueden ser deportados. La pieza ya fue transmitida esta semana en Argentina, pero es sólo una parte de la ofensiva. La otra es presencial y tiene que ver las visitas de Noem. Ya estuvo en El Salvador y fue recibida por el mandatario Nayyib Bukele, reconocido por la Casa Blanca como el máximo exponente de la persecución contra el narcotráfico. También por las cárceles que ha construido para encerrar detenidos y por la predisposición para recibir a los deportados de EE UU.
Noem se reunirá este lunes con Milei y con la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, en la Casa Rosada. El foco del encuentro será para firmar distintos acuerdos bilaterales, pero dentro del Gobierno hablan de pactos más ambiciosos. Fuentes oficiales vinculadas con el aparato de Seguridad confiaron a Tiempo que Bullrich busca conseguir más apoyos. Un alto funcionario confió que estarían buscando fondos del Homeland Security, a través de Noem, para construir una cárcel de máxima seguridad en la Argentina similar al Centro de Confinamiento del Terrorismo (CeCoT) que implementó Bukele. En el caso local el proyecto que analizan, bajo siete llaves, dentro de la cartera de Seguridad, apunta a construir un nuevo penal después de la pelea que tuvo Bullrich con el jefe de Gobierno, Jorge Macri, por el destino de detenidos federales en alcaidías capitalinas por la falta de un establecimiento carcelario, cuyo desarrollo sigue demorado.
Noem fue gobernadora de Arkansas y una durísima representante del Partido Republicano. Ama a los animales, pero en su libro de memorias admitió haber matado a su perro y a su cabra por mala conducta y pésimo olor. Fue un problema para su nominación como ministra, pero su lealtad hacia Trump le permitió superar las críticas. Ahora, como jefa del ICE, es una de las funcionarias más poderosas de la Casa Blanca y una interlocutora privilegiada en materia de seguridad con Bukele. Ahora lo será con Milei, con Bullrich de intermediaria, con una agenda que reforzará su perfil de campaña en materia de mano dura.
Noem estará pocas horas en Argentina. Será el preludio de otro anuncio que se espera esta semana. La administración Trump está a un paso de cerrar un acuerdo arancelario con el gobierno para difereciar el trato con la Argentina y no perjudicar el ingreso de productos argentinos que ingresan a Estados Unidos. La Oficina del Representante Comercial de los Estados Unidos (USTR) tiene la instrucción de diferenciar el trato con Argentina del incremento de aranceles que le impuso a Brasil y Canadá. El cierre de esa negociación está en manos del embajador Luis Kreckler, uno de los preferidos de Karina Milei, la secretaria general de la Presidencia y hermana del mandatario favorito de Trump en el continente.
Sólo en una semana la embajada que recibirá a Lamelas dentro de uno o dos meses, redoblará su ritmo para reforzar el vínculo con Milei. Después llegará otro momento, donde el nominado embajador buscará mantener el mismo tono que lanzó esta semana en el Capitolio. La clave de la diplomacia trumpista apuntará a un representante que diga las cosas que la Casa Blanca piensa, pero no dice, para apoyar a Milei. Por ahora todo sigue latiendo en Palm Beach. Cuando llegue el enviado de Trump, es posible que el presidente argentino vuelva a Washington, pero en el marco de una visita de Estado. En el Gobierno no quieren nuevos viajes sin resultados y mucho menos sin fotos con el presidente norteamericano, como sucedió en la última travesía, donde asomó el empresario Leonardo Scaturicce, señalado por su conexión con la Conferencia de Acción Política Conservadora y la posterior llegada a la Argentina de un avión privado con once valijas que no fueron controladas por la aduana. Esas redes también vienen de Florida y no parecen ajenas al vecino que Trump decidió mandar a Buenos Aires.
Fuente: Tiempo Argentino