Fred Machado: El piloto que se hizo millonario y hoy ruega no ser extraditado
Por Ricardo Ragendorfer
El ahora célebre Alfredo Machado, "Fred", tiene fama de ser más rápido que un águila. Al respecto, hay una imagen televisiva que lo pinta de cuerpo entero.
Al ser entrevistado por la periodista Tanya Eiserer, de la cadena texana WFAA, se le preguntó sobre el tendal de deudas que acumula.Entonces, esbozó una pícara sonrisa, antes de decir:
-Así como estoy, privado de la libertad no puedo acceder a mi dinero para saldar deudas.
A modo de remate, le guiñó el ojo a la cámara. Un campeón.
Sin embargo -según se comenta- su arresto domiciliario transcurre en medio de altibajos anímicos.
Quizás al filo de la medianoche del 2 de septiembre haya visto por TV el acting exculpatorio del diputado José Luis Espert. De ser así, es posible que se maldijera por haber invertido un dineral en la construcción política de ese tipo, cuyos torpes intentos de restaurar su buen nombre y honor apuran algo que él, desde el otoño de 2020, torea con ahínco: su extradición a los Estados Unidos.
Lo cierto es que su vía crucis lo tomó por sorpresa. Corría la tarde del 6 de abril de ese año cuando agentes de la Policía de Seguridad Aeroportuaria lo detuvieron en el aeropuerto de Neuquén cuando estaba por subir a un avión de línea. Sobre él pendía un requerimiento de la Justicia estadounidense.
Específicamente, un tribunal de Texas lo acusaba por "conspiración" para "poseer, fabricar y distribuir cocaína", además de no ser ajeno al "blanqueo de capitales y fraudes económicos". Tales delitos se extendían a Belice, Venezuela, México y Guatemala, donde su flotilla de aviones prestaba servicios al cártel de Sinaloa para ingresar la droga al territorio de los Estados Unidos. También les lavó -siempre según la acusación- unos 55 millones de dólares, metiéndolos en campañas electorales de candidatos peruanos, guatemaltecos y argentinos.
Ya se sabe que Espert estaba entre ellos.
Esta criatura cincelada por Fred se había convertido en su Frankenstein. Y a tal sensación se le añadía otra pesadumbre: la condena a 16 años de prisión que ya cumple en los Estados Unidos su socia, Debra Mercer. De modo que su propio destino está cantado si la extradición se concreta.
Dicen que en sus momentos de mayor desvelo, la mamá suele consolarlo como si fuera un niño. Ella lo acompaña día y noche en su fastuosa chacra, "La Gringa", emplazada sobre la Ruta 1, a 20 kilómetros de Viedma.
Allí las horas transcurren con una exasperante lentitud.
Quizás el primer fotograma de esta historia se remonte a una mañana de 1982 cuando, también en Viedma -donde nació en 1968- vio un avión Pucará haciendo piruetas en el cielo. Así la vocación de ser piloto lo tomó por asalto.
Claro que tardaría en concretarla.
Al cumplir 20 años viajó a los Estados Unidos para "probar suerte" y se estableció en la ciudad californiana de San Francisco. Allí no tardó en casarse con una norteamericana con la que tuvo un hijo. Y así consiguió la ciudadanía de los Estados Unidos.
Mientras tanto, se dedicaba a vender burritos en un puesto callejero para, luego, pasar a las hamburguesas en un local de Mc Donald. Y con sus ahorros se costeó un curso de piloto. En el 2000 se divorció y, ya con licencia para volar, se radicó en Fort Lauderdale (Florida). Allí fue empleado en una compañía de taxis aéreos, trabando relación con algunos clientes; entre ellos, poderosos empresarios y también personajes de avería. Por pedido de estos últimos no vaciló en realizar vuelos para llevar y traer ciertos paquetes cargados de misterio.
¿Cómo diablos hizo para, apenas unos años después, ser un respetable empresario del rubro de la aeronavegación además de dedicarse con gran éxito a los quehaceres extractivistas con unas minas propias en Guatemala?
Su biografía oficial cuenta que todo empezó con la compra de un pequeño avión; después adquirió otro, y así sucesivamente.
Fred era un self-made man hecho y derecho.
En realidad había urdido un entramado de empresas que tenían por base societaria a la firma Aircraft Guarantee Corp, establecida en Onalaska.
Bien vale reparar en ese pueblo situado al este de Texas. Porque, a pesar de solo tener mil habitantes y sin contar con un aeropuerto, hay allí nada menos que tres mil aviones registrados con matrícula estadounidense. Eso les garantiza no ser interceptados en caso de detectarse vuelos ilegales. Dicho de otro modo, aquella es la capital de la aeronavegación delictiva.
Por su parte, las empresas mineras de Machado no están menos flojas de papeles. Un caso testigo: Minas del Pueblo SA, con unidades extractivistas en la zona guatemalteca de Chiquimula. Eso saltó a la luz después de que, en 2021, varios camiones fueran interceptados con piedras preciosas sacadas justamente de los yacimientos de Machado, que funcionaban sin licencias.
Vale recordar que Minas del Pueblo SA fue la compañía que, según el bueno de Espert, le adelantó 200 mil dólares por un servicio de consultoría que, además, jamás fue realizado.
Desde un plano más amplio, Guatemala es un país en el que Machado tuvo, desde la sombra, un destacado papel en su política interna. De hecho supo financiar las campañas políticas de, al menos, dos presidentes: Jimmy Morales y Otto Pérez Molina.
Fred había puesto el ojo en ellos -según sus propias palabras- por una "afinidad con sus ideas", facilitándoles camionetas blindadas, aviones para sus periplos de campaña y dinero contante y sonante. En fin, algo que Espert sabe en carne propia.
Morales concluyó su gestión acusado por delitos que van desde sobornos hasta abusos sexuales. Y Pérez Molina terminó preso por graves irregularidades en las aduanas del país.
No es un dato menor que Machado acostumbraba a complementar ciertas tramoyas con otras. Porque también estafó a millonarios y sin mucho esfuerzo: les vendía aviones que no existían o que jamás se entregaban.
Ahora, bajo la amorosa tutela de su madre, Fred está a merced del destino.