Lo que revela el doble femicidio de CórdobaPor Mariana Carbajal
Mientras escribo estas líneas sobre el doble femicidio de Córdoba y su principal sospechoso, el uruguayo Pablo Laurta, otro femicidio nos sacude, esta vez en Chaco: en Avia Terai encontraron asesinada a Gabriela Barrios. Se la buscaba desde el domingo. Tenía 20 años. Estaba muerta en el fondo de un pozo. Una semana atrás, el cadáver de otra joven, Daiana Mendieta, de 22 años, fue hallado en un aljibe en una zona rural cerca de la Ruta Nacional 12, en Entre Ríos.
¿Hasta cuándo vamos a seguir contando mujeres asesinadas por el hecho de ser mujeres de parte de varones que las creen de su propiedad? Hace años venimos repitiendo desde los feminismos que el machismo mata, que la violencia de género existe y que la impunidad y la negación de esta problemática estructural es la peor prevención.
De pronto parece que los femicidios se suceden con una velocidad inusitada. Tal vez porque el triple femicidio de Florencio Varela puso el foco, de la peor manera, en el tema y la sucesión de noticias similares suelen generar más ruido, como cuando ocurre con otro tipo de hechos. En realidad, es una herida abierta que se mantiene más o menos constante: se registra un femicidio cada 30 o 36 horas. Nos acostumbramos como si fuera algo inevitable. Cada semana cuatro o cinco mujeres --la mayoría, jóvenes-- serán víctimas de femicidio. La mayoría de estos crímenes por razones de género no alcanzaba tanta repercusión mediática en estos tiempos de persecución a voces feministas y de un Gobierno que desfinancia todas las políticas de prevención y ayuda a las víctimas.
Rodríguez Laurta fue detenido el domingo en Entre Ríos, horas después de asesinar presuntamente a su expareja Luna Giardina y a la madre de ella Mariel Zamudio; mientras se escapaba con el hijo que tuvo con Luna, de 5 años, hacia Uruguay. Se sospecha que también asesinó al remisero que lo llevó hasta Córdoba.
Este hombre es uno de los fundadores de Varones Unidos, organización uruguaya que niega la violencia de género, alega que hay una avalancha de falsas denuncias y articuló actividades con dos de las cabezas de la llamada "batalla cultural" que lidera Milei contra los derechos de mujeres, de niñeces trans y de personas LGBT: Agustín Laje y Nicolás Márquez. Como reveló la colega uruguaya Ana Laura Pérez en X, además de su militancia antiderechos y su violencia contra las mujeres en redes, Laurta es conocido en el país vecino por ser "un estafador de poca monta que se vendía como especialista en sitios web e inversiones".
Proyectos como el que impulsa la senadora Carolina Losada para agravar las penas en casos de falsas denuncias por violencia de género avalan los discursos de ONGs como la de Rodríguez Laurta. Y silencian a mujeres como Luna que vivía situaciones de violencia machista de parte de su expareja, quien --¡qué sorpresa!-- se victimizaba y en realidad, era el victimario.
El doble femicidio de Córdoba corre el velo y revela con crudeza quiénes están detrás de estas iniciativas legislativas que se replican en otros países de la región con características similares: varones violentos que quieren obtener impunidad para seguir violentando a sus parejas o a otras mujeres de su entorno.
Sería muy importante que Losada retire su proyecto. ¿Pueden existir denuncias falsas de mujeres a varones por violencia de género? Sí, pero estadísticamente son insignificantes y además ese delito ya está penalizado. ¿Para qué agravar las penas? Solo se entiende una motivación que busque sembrar miedo entre las mujeres, disciplinarlas con la amenaza de una pena de prisión y proteger a quienes ejercen la violencia.
Fuente: Página 12
Por Mariana Carbajal
Mientras escribo estas líneas sobre el doble femicidio de Córdoba y su principal sospechoso, el uruguayo Pablo Laurta, otro femicidio nos sacude, esta vez en Chaco: en Avia Terai encontraron asesinada a Gabriela Barrios. Se la buscaba desde el domingo. Tenía 20 años. Estaba muerta en el fondo de un pozo. Una semana atrás, el cadáver de otra joven, Daiana Mendieta, de 22 años, fue hallado en un aljibe en una zona rural cerca de la Ruta Nacional 12, en Entre Ríos.
¿Hasta cuándo vamos a seguir contando mujeres asesinadas por el hecho de ser mujeres de parte de varones que las creen de su propiedad? Hace años venimos repitiendo desde los feminismos que el machismo mata, que la violencia de género existe y que la impunidad y la negación de esta problemática estructural es la peor prevención.
De pronto parece que los femicidios se suceden con una velocidad inusitada. Tal vez porque el triple femicidio de Florencio Varela puso el foco, de la peor manera, en el tema y la sucesión de noticias similares suelen generar más ruido, como cuando ocurre con otro tipo de hechos. En realidad, es una herida abierta que se mantiene más o menos constante: se registra un femicidio cada 30 o 36 horas. Nos acostumbramos como si fuera algo inevitable. Cada semana cuatro o cinco mujeres --la mayoría, jóvenes-- serán víctimas de femicidio. La mayoría de estos crímenes por razones de género no alcanzaba tanta repercusión mediática en estos tiempos de persecución a voces feministas y de un Gobierno que desfinancia todas las políticas de prevención y ayuda a las víctimas.
Rodríguez Laurta fue detenido el domingo en Entre Ríos, horas después de asesinar presuntamente a su expareja Luna Giardina y a la madre de ella Mariel Zamudio; mientras se escapaba con el hijo que tuvo con Luna, de 5 años, hacia Uruguay. Se sospecha que también asesinó al remisero que lo llevó hasta Córdoba.
Este hombre es uno de los fundadores de Varones Unidos, organización uruguaya que niega la violencia de género, alega que hay una avalancha de falsas denuncias y articuló actividades con dos de las cabezas de la llamada "batalla cultural" que lidera Milei contra los derechos de mujeres, de niñeces trans y de personas LGBT: Agustín Laje y Nicolás Márquez. Como reveló la colega uruguaya Ana Laura Pérez en X, además de su militancia antiderechos y su violencia contra las mujeres en redes, Laurta es conocido en el país vecino por ser "un estafador de poca monta que se vendía como especialista en sitios web e inversiones".
Proyectos como el que impulsa la senadora Carolina Losada para agravar las penas en casos de falsas denuncias por violencia de género avalan los discursos de ONGs como la de Rodríguez Laurta. Y silencian a mujeres como Luna que vivía situaciones de violencia machista de parte de su expareja, quien --¡qué sorpresa!-- se victimizaba y en realidad, era el victimario.
El doble femicidio de Córdoba corre el velo y revela con crudeza quiénes están detrás de estas iniciativas legislativas que se replican en otros países de la región con características similares: varones violentos que quieren obtener impunidad para seguir violentando a sus parejas o a otras mujeres de su entorno.
Sería muy importante que Losada retire su proyecto. ¿Pueden existir denuncias falsas de mujeres a varones por violencia de género? Sí, pero estadísticamente son insignificantes y además ese delito ya está penalizado. ¿Para qué agravar las penas? Solo se entiende una motivación que busque sembrar miedo entre las mujeres, disciplinarlas con la amenaza de una pena de prisión y proteger a quienes ejercen la violencia.
Fuente: Página 12