El tiburón gatopardo: un depredador silencioso que patrulla las aguas de ChubutEn las costas del litoral chubutense, habita un tiburón ancestral que rara vez se deja ver: el gatopardo, integrante del orden Hexanchiformes, uno de los linajes más antiguos del planeta. Su rasgo distintivo es inconfundible: siete hendiduras branquiales por lado, mientras la mayoría de los tiburones posee cinco.
"El tiburón gatopardo tiene una distribución global en mares templados. En el Atlántico Sudoccidental, se extiende desde el sur de Brasil hasta la Patagonia argentina", explica Ignacio "Nacho" Gutiérrez, coordinador de Conservación del Proyecto Patagonia Azul.
Este depredador tope cumple funciones esenciales: regula poblaciones de peces y crustáceos, consume carroña y reduce la propagación de enfermedades al eliminar individuos debilitados. Aunque está presente en todo el Mar Argentino, selecciona con precisión sus zonas de actividad.
Caletas turbias y migraciones estacionales
Dos sitios clave para la especie son Caleta Valdés (Península Valdés) y Caleta Malaspina, dentro del Parque Provincial Patagonia Azul, a 90 km de Camarones. Allí se registran concentraciones estacionales en primavera y verano, cuando el gatopardo utiliza estos ambientes como áreas de alimentación y reproducción.
Prefiere bahías, estuarios y rías de fondo blando, donde la turbidez del agua le ofrece camuflaje natural para cazar. Aunque la primavera aumenta las probabilidades de avistamiento, el encuentro sigue siendo esquivo: solo con suerte puede verse en inmersiones de snorkel o buceo, pero desde la costa es casi invisible.
Un linaje antiguo y una estrategia reproductiva singular
El orden Hexanchiformes incluye apenas seis especies vivientes, y el gatopardo destaca por ser ovovivíparo: los embriones se desarrollan dentro de la madre a partir de huevos fecundados y nacen vivos. No hay cápsulas ni nidos visibles.
La ciencia ha identificado zonas de agregación estacional y plantea una hipótesis sólida: el gatopardo realiza migraciones entre áreas de parto, cría, alimentación y apareamiento, con patrones diferenciados según el sexo, la edad y el estado reproductivo.
Mitos, realidad y campañas de conservación
"No representa una amenaza para las personas. En medio siglo, solo hay un par de registros de mordidas no fatales", aclara Gutiérrez.
La imagen de tiburón agresivo, alimentada por el cine y la cultura pop, no se ajusta a su comportamiento. Lejos de ser "implacable", el gatopardo es una pieza clave del equilibrio marino.
En Patagonia Azul, el equipo de Conservación inició campañas de captura y marcaje. Las hembras pueden alcanzar casi 3 metros, aunque lo habitual es que midan 2,60 metros, y son notablemente más grandes que los machos. "Sorprende lo tranquilos que están al ser devueltos al agua", relata Gutiérrez.
El etiquetado con marcas plásticas permite registrar desplazamientos, crecimiento y comportamiento. Además, involucra a pescadores deportivos en la conservación, aprovechando su conocimiento del mar y sus registros de temporadas.
Monitoreo submarino y tecnología satelital
El seguimiento se realiza con estaciones de video remotas submarinas con cebo, que permiten evaluar la abundancia y estacionalidad de la especie en el Parque. Este sistema se complementa con el marcaje plástico y, próximamente, con dispositivos satelitales que reportarán los movimientos migratorios entre 6 y 9 meses después de su colocación.
A nivel nacional, se proyectan campañas para instrumentar tiburones gatopardo con tecnología satelital y así revelar sus rutas migratorias.
En Patagonia Azul, el objetivo inmediato es colocar al menos seis dispositivos entre noviembre y enero, para seguir con precisión a este fantasma vital del ecosistema marino.
Fuente: Noticias Ambientales
En las costas del litoral chubutense, habita un tiburón ancestral que rara vez se deja ver: el gatopardo, integrante del orden Hexanchiformes, uno de los linajes más antiguos del planeta. Su rasgo distintivo es inconfundible: siete hendiduras branquiales por lado, mientras la mayoría de los tiburones posee cinco.
"El tiburón gatopardo tiene una distribución global en mares templados. En el Atlántico Sudoccidental, se extiende desde el sur de Brasil hasta la Patagonia argentina", explica Ignacio "Nacho" Gutiérrez, coordinador de Conservación del Proyecto Patagonia Azul.
Este depredador tope cumple funciones esenciales: regula poblaciones de peces y crustáceos, consume carroña y reduce la propagación de enfermedades al eliminar individuos debilitados. Aunque está presente en todo el Mar Argentino, selecciona con precisión sus zonas de actividad.
Caletas turbias y migraciones estacionales
Dos sitios clave para la especie son Caleta Valdés (Península Valdés) y Caleta Malaspina, dentro del Parque Provincial Patagonia Azul, a 90 km de Camarones. Allí se registran concentraciones estacionales en primavera y verano, cuando el gatopardo utiliza estos ambientes como áreas de alimentación y reproducción.
Prefiere bahías, estuarios y rías de fondo blando, donde la turbidez del agua le ofrece camuflaje natural para cazar. Aunque la primavera aumenta las probabilidades de avistamiento, el encuentro sigue siendo esquivo: solo con suerte puede verse en inmersiones de snorkel o buceo, pero desde la costa es casi invisible.
Un linaje antiguo y una estrategia reproductiva singular
El orden Hexanchiformes incluye apenas seis especies vivientes, y el gatopardo destaca por ser ovovivíparo: los embriones se desarrollan dentro de la madre a partir de huevos fecundados y nacen vivos. No hay cápsulas ni nidos visibles.
La ciencia ha identificado zonas de agregación estacional y plantea una hipótesis sólida: el gatopardo realiza migraciones entre áreas de parto, cría, alimentación y apareamiento, con patrones diferenciados según el sexo, la edad y el estado reproductivo.
Mitos, realidad y campañas de conservación
"No representa una amenaza para las personas. En medio siglo, solo hay un par de registros de mordidas no fatales", aclara Gutiérrez.
La imagen de tiburón agresivo, alimentada por el cine y la cultura pop, no se ajusta a su comportamiento. Lejos de ser "implacable", el gatopardo es una pieza clave del equilibrio marino.
En Patagonia Azul, el equipo de Conservación inició campañas de captura y marcaje. Las hembras pueden alcanzar casi 3 metros, aunque lo habitual es que midan 2,60 metros, y son notablemente más grandes que los machos. "Sorprende lo tranquilos que están al ser devueltos al agua", relata Gutiérrez.
El etiquetado con marcas plásticas permite registrar desplazamientos, crecimiento y comportamiento. Además, involucra a pescadores deportivos en la conservación, aprovechando su conocimiento del mar y sus registros de temporadas.
Monitoreo submarino y tecnología satelital
El seguimiento se realiza con estaciones de video remotas submarinas con cebo, que permiten evaluar la abundancia y estacionalidad de la especie en el Parque. Este sistema se complementa con el marcaje plástico y, próximamente, con dispositivos satelitales que reportarán los movimientos migratorios entre 6 y 9 meses después de su colocación.
A nivel nacional, se proyectan campañas para instrumentar tiburones gatopardo con tecnología satelital y así revelar sus rutas migratorias.
En Patagonia Azul, el objetivo inmediato es colocar al menos seis dispositivos entre noviembre y enero, para seguir con precisión a este fantasma vital del ecosistema marino.
Fuente: Noticias Ambientales