"No al ALCA", 20 años despuésPor Eric Calcagno
Veinte años después se llamó el libro que Alexandre Dumas publicó a mediados de 1845, como secuela de Los tres mosqueteros (1844) y antes del Vizconde de Bragelonne (1850).
Pocos saben que Alexandre Dumas tomó como fuente de inspiración al padre, que también se llamaba Alexandre Dumas, nacido en Haití durante 1762 de un padre blanco y de una esclava negra. En peripecias dignas de la pluma del hijo, Dumas llega a Francia y se enrola como soldado raso en las tropas de la Revolución Francesa. Allí se hará muy amigo de Jean Espagne, Louis Carriere y Joseph Piston, compañeros de armas y de convicciones. Cuatro, como los tres mosqueteros: D'Artagnan, Athos, Porthos y Aramis.
Hace 20 años nomás también sucedía la IV Cumbre de las Américas en nuestra ciudad de Mar del Plata a principios de noviembre. Estaban representados todas naciones del continente, salvo Cuba, expulsada de la OEA por causa de Revolución. Como Francia antes, je. Podemos tomar una perspectiva comparativa para analizar el planteo del Área de Libre Comercio de las Américas. En materia de integración supranacional, la norma es Europa, y vale la pena echar un rápido vistazo al éxito y al fracaso.
Las integraciones regionales funcionan bien cuando los países que la integran tienen similares niveles de productividad industrial. Es lo que entendieron en 1951 tanto Robert Schumann, a la sazón ministro de relaciones exteriores de Francia, como Jean Monnet, quien venía de establecer el primer plan quinquenal. En menos de 70 años Francia y Alemania habían librado tres guerras, dos de ellas mundiales. El carbón y el acero eran indispensables para el armamento, pero también para el desarrollo industrial. Así que propusieron la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) que agruparía a Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo en la gestión de un recurso común. Frente a un problema, existió una decisión política seguida de la instrumentación económica. Sobre esas bases surgiría el Tratado de Roma de 1957, creador de la Comunidad Económica Europea... ¡que era un proyecto político! La unión entre iguales permite generar soberanía. Luego Europa descarrila, en el mismo momento que el proyecto político es abandonado para privilegiar un plan de negocios financieros. Será el Euro, entronizado por el tratado de Maastricht. ¿Puede funcionar una unión monetaria impuesta a tantos países con diferentes niveles de productividad? Las consecuencias sociales son catastróficas, pues la integración a punta de bayoneta monetaria es sufrida más que disfrutada. Es lo que pasa cuando se pierde soberanía. Por cierto, D'Artagnan cayó en combate durante el sitio de Maastricht en 1673. Mala señal.
Esa dimensión política parece relegada a un segundo plano durante la cumbre de Mar del Plata. Apenas si Estados Unidos, Canadá, México, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Honduras, República Dominicana, Chile y todo el Caribe anglófono estaban de acuerdo con la iniciativa lazada por Bill Clinton en la primera Cumbre de las Américas, realizada en Miami el año 1994, que ahora era sostenida por George W. Bush. Este Bush veía de ser reelecto para un segundo mandato, sobre la base de la guerra contra el terrorismo hasta la victoria final, instalar la democracia en el mundo y por supuesto asegurar el libre comercio. "Hemos recibido un mensaje de más allá de las estrellas para estar firmes en la defensa de la libertad", había mencionado. Además era el comandante en jefe de los 260.000 soldados norteamericanos, de los cuales 20.000 estaban en Afganistán y otros 160.000 ocupaban Irak. Ya se conocían las atrocidades cometidas en la prisión de Abu Ghraib en nombre la libertad, con lo cual el discurso de la prosperidad para todos gracias al libre comercio desde Canadá hasta Tierra del Fuego quizás perdió algo de fuerza. Como lo señaló Susan Sontag en el New York Times, "el soldado sonriente sobre el cuerpo desnudo del prisionero encapuchado fue la metáfora perfecta del poder colonial moderno."
Ese mismo poder colonial pretendía establecer una especie de TIAR económico (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, ese que los norteamericanos incumplieron en 1982), donde la productividad de Estados Unidos arrasaría con los mercados internos de los demás países, en la cristalización de proveedores de materias primas baratas para la industria norteamericana. Bajo el aspecto moral del libre comercio entendido como expresión de la libertad... se esconde siempre un proyecto político. Bueno, como ahora, que suponen ser libres sin soberanía. Mala señal.
Sin embargo allí estaban Néstor Kirchner, Lula da Silva, Hugo Chávez, y Evo Morales desde la contra-cumbre. Desde el discurso fundamentaron la necesidad del desarrollo industrial con justicia social. Hay que decir que estábamos en superioridad numérica: ellos eran sólo un imperio y nosotros teníamos tres mosqueteros, bueno, cuatro. Je. El Mercosur se opuso al Alca, y lo mandó a visitar al Consenso de Washington en la tumba de los fracasos imperiales. Es que para generar soberanía hay que integrarse entre iguales, sin lugar a amos ni esclavos, lo llamamos Patria Grande.
Un mes luego de Mar del Plata Evo sería presidente de Bolivia; cinco años después nos dejaba Néstor; tres años antes que Chávez; en 2016 Lula fue preso. ¿Veinte años después? Dumas nos recuerda: "Francia debilitada, la autoridad del rey desconocida, los grandes convertidos en elemento de perturbación y de desorden, el enemigo hollando el suelo de la Patria..." Al menos podemos leer los apellidos de los generales Dumas, Espagne, Carriere y Piston en el Arco de Triunfo de París. Porque la Cumbre de Mar del Plata fue una gran victoria. Así que en tiempos turbulentos no olvidemos: "¡uno para todos y todos para uno!".
Fuente: Tiempo Argentino
Por Eric Calcagno
Veinte años después se llamó el libro que Alexandre Dumas publicó a mediados de 1845, como secuela de Los tres mosqueteros (1844) y antes del Vizconde de Bragelonne (1850).
Pocos saben que Alexandre Dumas tomó como fuente de inspiración al padre, que también se llamaba Alexandre Dumas, nacido en Haití durante 1762 de un padre blanco y de una esclava negra. En peripecias dignas de la pluma del hijo, Dumas llega a Francia y se enrola como soldado raso en las tropas de la Revolución Francesa. Allí se hará muy amigo de Jean Espagne, Louis Carriere y Joseph Piston, compañeros de armas y de convicciones. Cuatro, como los tres mosqueteros: D'Artagnan, Athos, Porthos y Aramis.
Hace 20 años nomás también sucedía la IV Cumbre de las Américas en nuestra ciudad de Mar del Plata a principios de noviembre. Estaban representados todas naciones del continente, salvo Cuba, expulsada de la OEA por causa de Revolución. Como Francia antes, je. Podemos tomar una perspectiva comparativa para analizar el planteo del Área de Libre Comercio de las Américas. En materia de integración supranacional, la norma es Europa, y vale la pena echar un rápido vistazo al éxito y al fracaso.
Las integraciones regionales funcionan bien cuando los países que la integran tienen similares niveles de productividad industrial. Es lo que entendieron en 1951 tanto Robert Schumann, a la sazón ministro de relaciones exteriores de Francia, como Jean Monnet, quien venía de establecer el primer plan quinquenal. En menos de 70 años Francia y Alemania habían librado tres guerras, dos de ellas mundiales. El carbón y el acero eran indispensables para el armamento, pero también para el desarrollo industrial. Así que propusieron la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) que agruparía a Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo en la gestión de un recurso común. Frente a un problema, existió una decisión política seguida de la instrumentación económica. Sobre esas bases surgiría el Tratado de Roma de 1957, creador de la Comunidad Económica Europea... ¡que era un proyecto político! La unión entre iguales permite generar soberanía. Luego Europa descarrila, en el mismo momento que el proyecto político es abandonado para privilegiar un plan de negocios financieros. Será el Euro, entronizado por el tratado de Maastricht. ¿Puede funcionar una unión monetaria impuesta a tantos países con diferentes niveles de productividad? Las consecuencias sociales son catastróficas, pues la integración a punta de bayoneta monetaria es sufrida más que disfrutada. Es lo que pasa cuando se pierde soberanía. Por cierto, D'Artagnan cayó en combate durante el sitio de Maastricht en 1673. Mala señal.
Esa dimensión política parece relegada a un segundo plano durante la cumbre de Mar del Plata. Apenas si Estados Unidos, Canadá, México, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Honduras, República Dominicana, Chile y todo el Caribe anglófono estaban de acuerdo con la iniciativa lazada por Bill Clinton en la primera Cumbre de las Américas, realizada en Miami el año 1994, que ahora era sostenida por George W. Bush. Este Bush veía de ser reelecto para un segundo mandato, sobre la base de la guerra contra el terrorismo hasta la victoria final, instalar la democracia en el mundo y por supuesto asegurar el libre comercio. "Hemos recibido un mensaje de más allá de las estrellas para estar firmes en la defensa de la libertad", había mencionado. Además era el comandante en jefe de los 260.000 soldados norteamericanos, de los cuales 20.000 estaban en Afganistán y otros 160.000 ocupaban Irak. Ya se conocían las atrocidades cometidas en la prisión de Abu Ghraib en nombre la libertad, con lo cual el discurso de la prosperidad para todos gracias al libre comercio desde Canadá hasta Tierra del Fuego quizás perdió algo de fuerza. Como lo señaló Susan Sontag en el New York Times, "el soldado sonriente sobre el cuerpo desnudo del prisionero encapuchado fue la metáfora perfecta del poder colonial moderno."
Ese mismo poder colonial pretendía establecer una especie de TIAR económico (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, ese que los norteamericanos incumplieron en 1982), donde la productividad de Estados Unidos arrasaría con los mercados internos de los demás países, en la cristalización de proveedores de materias primas baratas para la industria norteamericana. Bajo el aspecto moral del libre comercio entendido como expresión de la libertad... se esconde siempre un proyecto político. Bueno, como ahora, que suponen ser libres sin soberanía. Mala señal.
Sin embargo allí estaban Néstor Kirchner, Lula da Silva, Hugo Chávez, y Evo Morales desde la contra-cumbre. Desde el discurso fundamentaron la necesidad del desarrollo industrial con justicia social. Hay que decir que estábamos en superioridad numérica: ellos eran sólo un imperio y nosotros teníamos tres mosqueteros, bueno, cuatro. Je. El Mercosur se opuso al Alca, y lo mandó a visitar al Consenso de Washington en la tumba de los fracasos imperiales. Es que para generar soberanía hay que integrarse entre iguales, sin lugar a amos ni esclavos, lo llamamos Patria Grande.
Un mes luego de Mar del Plata Evo sería presidente de Bolivia; cinco años después nos dejaba Néstor; tres años antes que Chávez; en 2016 Lula fue preso. ¿Veinte años después? Dumas nos recuerda: "Francia debilitada, la autoridad del rey desconocida, los grandes convertidos en elemento de perturbación y de desorden, el enemigo hollando el suelo de la Patria..." Al menos podemos leer los apellidos de los generales Dumas, Espagne, Carriere y Piston en el Arco de Triunfo de París. Porque la Cumbre de Mar del Plata fue una gran victoria. Así que en tiempos turbulentos no olvidemos: "¡uno para todos y todos para uno!".
Fuente: Tiempo Argentino