Mundo caliente: Récord mundial de emisiones gases de efecto invernaderoLas emisiones de gases de efecto invernadero aumentaron un 2,3 por ciento en 2024 respecto del año anterior, según nuevos datos de la ONU, que volvió a pedir mayores esfuerzos a los países más contaminantes. El incremento, que revierte las señales de desaceleración que se habían registrado durante la pandemia y los primeros años de recuperación económica, vuelve a ubicar al planeta en una senda de calentamiento que amenaza con superar de manera irreversible el límite de 1,5 °C establecido por el Acuerdo de París.
Los científicos coinciden en que traspasar ese umbral tendrá consecuencias catastróficas y que hay que hacer todo lo posible para evitarlo. Según el nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), el mundo se encamina a superar ese límite "en los próximos años", en línea con el récord de emisiones de 2024 y con una tendencia que, de no modificarse, hará imposible cumplir los objetivos de reducción antes de mediados de siglo.
El dato llega pocos días antes del inicio de la cumbre climática COP30, que se celebrará del 10 al 21 de noviembre en la ciudad brasileña de Belem. La conferencia, que reunirá a casi 200 países bajo el paraguas de la ONU, será la primera en realizarse en la Amazonia y tendrá como eje la revisión de los compromisos nacionales de reducción de emisiones. La elección de Belem no es casual: se trata de una región clave para la regulación climática del planeta y, al mismo tiempo, una de las más amenazadas por la deforestación, los incendios y la expansión agroindustrial.
El secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió que la humanidad está "jugando a la ruleta rusa con su propio futuro" y que el margen para actuar se está agotando. "Nuestra misión es sencilla, pero no fácil: hacer que cualquier superación del umbral de 1,5 °C sea lo más pequeña y breve posible", declaró al presentar el informe.
La ONU insiste en que los países más contaminantes --responsables de la mayor parte de las emisiones históricas y actuales-- deben comprometerse con reducciones mucho más rápidas y profundas, de modo que la curva de aumento de las temperaturas vuelva a acercarse al objetivo de 1,5 °C hacia finales de este siglo. "La ambición y la acción están muy por debajo de los niveles necesarios, tanto a escala mundial como colectiva", explicó a AFP Anne Olhoff, redactora científica jefe del informe.
El estudio estima que, incluso si los compromisos actuales se cumplieran por completo, el calentamiento alcanzaría entre 2,3 y 2,5 °C de aquí a 2100. Esa cifra, que podría parecer pequeña, marca la diferencia entre un planeta todavía habitable y uno en el que las olas de calor, las sequías prolongadas y las inundaciones se vuelvan parte del paisaje permanente.
Las consecuencias serían desastrosas para los países más expuestos al aumento del nivel del mar y a los fenómenos meteorológicos extremos. Los científicos tienen pruebas sólidas de que un calentamiento superior a 1,5 °C multiplica la intensidad y la frecuencia de huracanes, incendios forestales y tormentas. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) advirtió que, en los últimos tres años, los costos económicos de los desastres vinculados al clima superaron los 300 mil millones de dólares anuales, una cifra que seguirá en aumento si las tendencias actuales no se revierten.
Con 1,4 °C por encima de los niveles preindustriales, la Tierra ya está demasiado caliente para que sobrevivan la mayoría de los arrecifes de coral tropicales. Las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida, al igual que la selva amazónica, podrían sufrir cambios irreversibles. En la Amazonia, los científicos alertan que el sistema se acerca a un "punto de no retorno": si la deforestación y el aumento de temperaturas continúan, grandes extensiones podrían transformarse en sabana, con un impacto global sobre la circulación del carbono y las lluvias.
El Acuerdo de París, adoptado en 2015, estableció que cada ronda de compromisos nacionales debía ser más ambiciosa que la anterior, para mantener el calentamiento a largo plazo "muy por debajo" de los 2 °C y lo más cerca posible de 1,5 °C. Pero esa meta se aleja. El informe del Pnuma indica que solo un tercio de los países presentó un nuevo objetivo de reducción de emisiones para 2035 antes del plazo del 30 de septiembre. La mayoría, incluidos varios miembros del G20, no actualizó sus planes.
Las proyecciones de calentamiento para este año son de 0,3 °C, una cifra algo inferior a la del año pasado, pero según Olhoff esa leve mejora se explica más por factores coyunturales --como las variaciones económicas o el ciclo climático de El Niño-- que por nuevos compromisos efectivos.
El récord de 2024 fue impulsado principalmente por India, seguida de China, Rusia e Indonesia. En esos países, la reactivación industrial y el aumento del consumo de carbón y gas compensaron las reducciones logradas por la Unión Europea y otras economías con mayores regulaciones ambientales. Las economías ricas del G20 representaron tres cuartas partes de las emisiones globales, mientras que entre los seis mayores contaminantes, solo los países europeos lograron reducir sus gases de efecto invernadero durante 2024.
El informe concluye que el tiempo para mantener viva la meta de 1,5 °C "se está acabando rápidamente", pero subraya que todavía hay margen para evitar un calentamiento descontrolado. "Cada décima de grado importa", resume el texto, que advierte que los próximos cinco años serán decisivos para determinar si el mundo logra frenar el avance hacia un escenario climático más hostil.
En Belem, los líderes mundiales llegarán con esa advertencia sobre la mesa. Las organizaciones ambientalistas, por su parte, reclaman que la COP30 no se limite a nuevas declaraciones de intención y que incluya compromisos concretos de financiamiento, transición energética y justicia climática. "No se trata solo de números: se trata de vidas", insistió Guterres. "La ciencia no puede ser más clara. Ahora es la política la que tiene que estar a la altura".
Desde América Latina, los gobiernos llegarán con la expectativa de que la cumbre sirva también para replantear la relación entre desarrollo y preservación ambiental. Brasil, como anfitrión, buscará posicionar a la región como un actor clave en la descarbonización global, mientras países como Colombia, Chile y México impulsarán demandas de financiamiento para adaptación y mitigación. Argentina, por su parte, afronta el desafío de compatibilizar la expansión de Vaca Muerta y la exportación de gas con sus compromisos climáticos, en un contexto de crisis económica y alta dependencia de los combustibles fósiles. La región, una de las más vulnerables al cambio climático, llega a Belem con una certeza compartida: el tiempo para evitar un colapso ambiental ya no se mide en décadas, sino en años.
Fuente: Página 12
Las emisiones de gases de efecto invernadero aumentaron un 2,3 por ciento en 2024 respecto del año anterior, según nuevos datos de la ONU, que volvió a pedir mayores esfuerzos a los países más contaminantes. El incremento, que revierte las señales de desaceleración que se habían registrado durante la pandemia y los primeros años de recuperación económica, vuelve a ubicar al planeta en una senda de calentamiento que amenaza con superar de manera irreversible el límite de 1,5 °C establecido por el Acuerdo de París.
Los científicos coinciden en que traspasar ese umbral tendrá consecuencias catastróficas y que hay que hacer todo lo posible para evitarlo. Según el nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), el mundo se encamina a superar ese límite "en los próximos años", en línea con el récord de emisiones de 2024 y con una tendencia que, de no modificarse, hará imposible cumplir los objetivos de reducción antes de mediados de siglo.
El dato llega pocos días antes del inicio de la cumbre climática COP30, que se celebrará del 10 al 21 de noviembre en la ciudad brasileña de Belem. La conferencia, que reunirá a casi 200 países bajo el paraguas de la ONU, será la primera en realizarse en la Amazonia y tendrá como eje la revisión de los compromisos nacionales de reducción de emisiones. La elección de Belem no es casual: se trata de una región clave para la regulación climática del planeta y, al mismo tiempo, una de las más amenazadas por la deforestación, los incendios y la expansión agroindustrial.
El secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió que la humanidad está "jugando a la ruleta rusa con su propio futuro" y que el margen para actuar se está agotando. "Nuestra misión es sencilla, pero no fácil: hacer que cualquier superación del umbral de 1,5 °C sea lo más pequeña y breve posible", declaró al presentar el informe.
La ONU insiste en que los países más contaminantes --responsables de la mayor parte de las emisiones históricas y actuales-- deben comprometerse con reducciones mucho más rápidas y profundas, de modo que la curva de aumento de las temperaturas vuelva a acercarse al objetivo de 1,5 °C hacia finales de este siglo. "La ambición y la acción están muy por debajo de los niveles necesarios, tanto a escala mundial como colectiva", explicó a AFP Anne Olhoff, redactora científica jefe del informe.
El estudio estima que, incluso si los compromisos actuales se cumplieran por completo, el calentamiento alcanzaría entre 2,3 y 2,5 °C de aquí a 2100. Esa cifra, que podría parecer pequeña, marca la diferencia entre un planeta todavía habitable y uno en el que las olas de calor, las sequías prolongadas y las inundaciones se vuelvan parte del paisaje permanente.
Las consecuencias serían desastrosas para los países más expuestos al aumento del nivel del mar y a los fenómenos meteorológicos extremos. Los científicos tienen pruebas sólidas de que un calentamiento superior a 1,5 °C multiplica la intensidad y la frecuencia de huracanes, incendios forestales y tormentas. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) advirtió que, en los últimos tres años, los costos económicos de los desastres vinculados al clima superaron los 300 mil millones de dólares anuales, una cifra que seguirá en aumento si las tendencias actuales no se revierten.
Con 1,4 °C por encima de los niveles preindustriales, la Tierra ya está demasiado caliente para que sobrevivan la mayoría de los arrecifes de coral tropicales. Las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida, al igual que la selva amazónica, podrían sufrir cambios irreversibles. En la Amazonia, los científicos alertan que el sistema se acerca a un "punto de no retorno": si la deforestación y el aumento de temperaturas continúan, grandes extensiones podrían transformarse en sabana, con un impacto global sobre la circulación del carbono y las lluvias.
El Acuerdo de París, adoptado en 2015, estableció que cada ronda de compromisos nacionales debía ser más ambiciosa que la anterior, para mantener el calentamiento a largo plazo "muy por debajo" de los 2 °C y lo más cerca posible de 1,5 °C. Pero esa meta se aleja. El informe del Pnuma indica que solo un tercio de los países presentó un nuevo objetivo de reducción de emisiones para 2035 antes del plazo del 30 de septiembre. La mayoría, incluidos varios miembros del G20, no actualizó sus planes.
Las proyecciones de calentamiento para este año son de 0,3 °C, una cifra algo inferior a la del año pasado, pero según Olhoff esa leve mejora se explica más por factores coyunturales --como las variaciones económicas o el ciclo climático de El Niño-- que por nuevos compromisos efectivos.
El récord de 2024 fue impulsado principalmente por India, seguida de China, Rusia e Indonesia. En esos países, la reactivación industrial y el aumento del consumo de carbón y gas compensaron las reducciones logradas por la Unión Europea y otras economías con mayores regulaciones ambientales. Las economías ricas del G20 representaron tres cuartas partes de las emisiones globales, mientras que entre los seis mayores contaminantes, solo los países europeos lograron reducir sus gases de efecto invernadero durante 2024.
El informe concluye que el tiempo para mantener viva la meta de 1,5 °C "se está acabando rápidamente", pero subraya que todavía hay margen para evitar un calentamiento descontrolado. "Cada décima de grado importa", resume el texto, que advierte que los próximos cinco años serán decisivos para determinar si el mundo logra frenar el avance hacia un escenario climático más hostil.
En Belem, los líderes mundiales llegarán con esa advertencia sobre la mesa. Las organizaciones ambientalistas, por su parte, reclaman que la COP30 no se limite a nuevas declaraciones de intención y que incluya compromisos concretos de financiamiento, transición energética y justicia climática. "No se trata solo de números: se trata de vidas", insistió Guterres. "La ciencia no puede ser más clara. Ahora es la política la que tiene que estar a la altura".
Desde América Latina, los gobiernos llegarán con la expectativa de que la cumbre sirva también para replantear la relación entre desarrollo y preservación ambiental. Brasil, como anfitrión, buscará posicionar a la región como un actor clave en la descarbonización global, mientras países como Colombia, Chile y México impulsarán demandas de financiamiento para adaptación y mitigación. Argentina, por su parte, afronta el desafío de compatibilizar la expansión de Vaca Muerta y la exportación de gas con sus compromisos climáticos, en un contexto de crisis económica y alta dependencia de los combustibles fósiles. La región, una de las más vulnerables al cambio climático, llega a Belem con una certeza compartida: el tiempo para evitar un colapso ambiental ya no se mide en décadas, sino en años.
Fuente: Página 12