Política

El acuerdo "mutuo" en el que Trump propuso lo que quiso

Por Claudio Mardones 

La semana próxima el médico cubanoamericano Peter Lamelas cumplirá su primera semana en Buenos Aires como el flamante embajador de los Estados Unidos en Argentina. Llegó mientras la administración de su amigo, Donald Trump, estaba transitando el apagón más largo de su gobierno. La inactividad de todo el aparato estatal norteamericano, por la falta de acuerdo en el Congreso, no impidió que el exrecadudador de campaña del trumpismo pudiera llegar a Buenos Aires. Tal como sucedió con sus antecesores, Lamelas se mostró como un turista apasionado por el país anfitrión. Su arribo demoró más de lo esperado pero desembarcó 72 horas antes de la firma del acuerdo comercial que la Casa Blanca venía negociando con el gobierno argentino desde abril.

El último viaje del flamante canciller Pablo Quirno marcó la previa de la euforia que comenzó a transmitir el gobierno libertario desde el viernes, cuando finalmente se terminó la extensa confidencialidad que habían pactado para no aportar un sólo detalle sobre los términos de un acuerdo que, para sus impulsores, no debería pasar por el análisis y la aprobación de los poderes legislativos de ambos países.

El texto no es un tratado, sino un entendimiento, un marco de trabajo que fue concluido junto a otras tres negociaciones que la Casa Blanca no quería demorar más.

Junto al anuncio con el gobierno de Javier Milei, el secretario de Comercio norteamericano, Jamieson Greer, confirmó la rúbrica de otros tres con Guatemala, Ecuador y El Salvador. El acuerdo con Argentina fue el único habilitado con un país de América del Sur, pero ese mérito no mitiga el mensaje central que, en diálogo con Tiempo, evaluó una fuente diplomática en EEUU. "La mayor falencia es que no se trata de un acuerdo, sino de lo que Trump propuso y quiso. Después le buscaron la redacción para que no quede como una imposicion de los puntos y luego Milei se enfocó en generar resultados para su base electoral, como ingreso de automóviles Tesla", evaluó la fuente desde Estados Unidos.

En la Casa Rosada desestiman esas críticas. Aseguran que se trata de un antes y un después, pero no pueden aportar detalles sobre su implementación porque queda un largo camino por recorrer. Desde el jueves está sembrada la expectativa, como si fuera una campaña eterna de marketing. No es un marco de trabajo, sino de hiperexposición de la relación Trump - Milei para darle mayor impacto al principal foco de atención de la Casa Blanca: apoyar al gobierno de ultraderecha argentino para que cuente con una mayor base de sustentación para los próximos dos años de mandato que le queda a Milei. En la comitiva argentina que participó del cierre del acuerdo son muy cautelosos para contestar al escepticismo que surge en EEUU y también a los interrogantes en tierra criolla. Ya no hay margen para eludir el Congreso, pero no enviarán todo, sino las partes que afecten cambios legales, la ratificación de tratados internacionales, como los firmados para "adoptar estándares globales en materia de protección de propiedad intelectual, deben ser aprobados por el Congreso: esos serán enviados", precisó el negociador.

Internas aquí y allá

Ésa es una parte del extenso camino que Lamelas tiene por delante, pero enfrenta otros dos más complejos aún: la interna diplomática norteamericana que atraviesa el acercamiento con Milei, con un notable desdoblamiento de interlocutores en un momento clave, y la cacería y cosecha de respaldos políticos para Milei, enfocados, especialmente en el Congreso para los próximos meses.

Las disputas que marcan el vínculo de los republicanos con Milei, son directamente proporcionales a las internas que dividen al gobierno libertario. Lamelas llegó tarde a Buenos Aires y le dejó el camino libre a los que vienen forzando la aceleración del acercamiento que propone Milei desde que asumió. Se trata del sector más duro del trumpismo, reunido en la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC). De ahí surge la sombra más incómoda para el flamante embajador, porque su ausencia fue llenada por las apariciones del lobista Barry Bennet, que se paseó por la Casa Rosada para mostrar su respaldo al asesor presidencial Santiago Caputo.

Entre ambos, la conexión estratégica es el empresario Leonardo Scaturicce, dueño de Flybondi y con una estracha relación con el aparato de inteligencia norteamericano, pero también con el titular de la SIDE, Sergio Neiffert. Bennet es la vívida muestra del cabildeo que promueven los cazafortunas de la CPAC: contactos informales, promesas sin límite, una amplia plataforma de negocios y la exhibición de titulos diplomáticos que nadie desmiente, pero que son muy difíciles de confirmar.

Caputo resultó, por ahora, perdedor de los ultimos reacomodamientos del Gobierno y cedió poder ante Karina Milei. El movimiento telúrico también se transmite a la interna trumpista para la conexión argentina. Lamelas en Buenos Aires deberá disciplinar a los "entrepreneurs" informales que impulsó Scatturice con dos misiones. Fortalecer a Caputo en momentos difíciles y empujar el demorado despliegue diplomático del Departamento de Estado.
"Bennet se va a tener que mostrar menos porque va a chocar con Lamelas. El nuevo embajador aportó en la campaña, viene a imponer su agenda y va a chocar con Barry y con el ala que responde a Scatturicce. Ese problema se va a mantener en el tiempo, por lo tanto van a operar en forma paralela por mucho tiempo hasta que puedan alinear sus intereses", amplió un diplomático que los conoce a los tres y asegura que esa tensión viene en aumento desde hace meses.

Lamelas deberá conducir a las patrullas sueltas del dispositivo republicano en Argentina para evitar que los hombres de negocios de la CPAC le marquen la agenda. "Pero quieren hacer eso, empujar a Lamelas y no correr detrás de él». Lo harán hasta que alguien los desautorice y, por ahora, están más empeñados en respaldar a Caputo que en alinearse al aparato diplomático. Por eso el flamante embajador acelera la agenda y mantiene diálogo con los mismos gobernadores y dirigentes opositores que escucharon a Bennet. La diferencia es que el inquilino del Palacio Bosch se encarga de confirmar, en nombre de su gobierno , promesas de inversión de grandes firmas estadounidenses en las provincias cuyos legisladores apoyen los proyectos que Milei enviará al Congreso.

Si hay votos aliados para la reforma laboral e impositiva, habrá compensaciones más creíbles que las primeras exploraciones que sembró Bennet.

¿Puede ser Argentina una retaguardia para los duros de la CPAC?, preguntó este diario. Ese grupo de presión existe desde los 60 y fue la escala que Milei visitó en su último viaje. Algunos se mofaron de su baile frente al auditorio, cuando hizo el mismo paso que Trump. La burla dejó de lado que el presidente fue a ratificar su cercanía con esos grupos, que lo adulan como una estrella de rock. El problema es que ese grupo de ultraderecha afronta un momento crítico. "La CPAC está entrando en su declinación, porque están desgastando la marca y perdiendo peso. Ya no se juntan cada un año o seis meses, se reunen todo el tiempo en un momento donde un sector republicano están a la derecha de sus propias posiciones: son antisemitas, antiinmigrantes y llegan a pronunciarse contra el vicepresidente JD Vance, porque su esposa es hindú", relató un participante de esas conferencias, que analiza un virtual repliegue del esplendor que Milei aprovechó.

Esas conexiones pasan por la península de La Florida, Fort Lauderdale y Mar a Lago, la residencia de Trump, donde Lamelas es su vecino. El embajador hará valer esa acción de oro y los conoce. No los combatirá, pero buscará ordenarlos. Por eso aprovecha el acuerdo firmado el jueves, como un punto de partida para su misión. No sólo buscará votos para los proyectos de Milei, sino también los apoyos de esos mismos mandatarios para conseguir que el Congreso apruebe los puntos del entendimiento que requieran tratamiento legislativo. Al mismo tiempo, buscará contenerlos cuando Milei decida aprobar una parte por decreto e ingrese en una nueva tensión, que podría ser menor a partir del 10 de diciembre, con el recambio de las dos cámaras del Congreso. Hasta entones, el acuerdo funcionará como un producto promocional, pero también como una oportunidad de negocios que, además, buscará disminuir la presencia de Argentina en el Mercosur o asociarse a Paraguay para profundizar su ruptura. Así serán los vientos en América del Sur, a la espera de las elecciones en Chile y después de la visita de Milei a Bolivia para participar de la asunción del flamante presidente Rodrigo Paz. El libertario argentino acelera su posicionamiento regional mientras aguarda que la Casa Blanca termine de definir su estrategia bélica en el mar Caribe.

Fuente: Tiempo Argentino