Pueblos originarios

Comunidades indígenas de todo el mundo crean la ONO como alternativa a la ONU

Por Camila Mitre

La organización funciona como un espacio internacional de articulación para defender derechos, compartir diagnósticos y construir posiciones conjuntas frente a problemas que se repiten en diversos territorios del mundo. Ayala sostiene que el planeta opera bajo "un impuesto e invasivo modelo civilizatorio eurocéntrico, de características egocéntricas, colonialista, armamentista y fundamentalista", que impone una lógica económica centrada en el desarrollo material, la propiedad privada y la acumulación a costa de la tierra y de la vida comunitaria. En su visión, esta matriz civilizatoria conduce a la degradación ambiental, fragmentación social y pérdida de vínculos comunitarios. "Estamos viviendo un proceso de deshumanización", opina.

El punto de partida y una agenda en común

Si bien la formalización llegó en la Asamblea Mundial de Cusco en 2024, la ONO empezó a tomar forma dos años antes. En 2022, el Consejo de Nación del Tawantinsuyu (Conatagua) impulsó una primera asamblea general con delegaciones de catorce países de las tres Américas. Allí surgió la propuesta de crear una organización mundial que reuniera a las naciones originarias como sujeto político colectivo. Después de un año de trabajo, la iniciativa se expandió hacia el continente africano y desembocó en la primera Asamblea Mundial del 2024, nuevamente en Cusco, seguida por la segunda en Guatemala en 2025 y con México ya elegido como sede para la reunión de 2026. Este proceso consagró una estructura que combina coordinación con horizontalidad, encabezada por Ayala y sostenida por un consejo internacional con sede operativa en Lima.

La ONO interviene sobre un abanico amplio de problemáticas. En el centro de su agenda está la defensa de los territorios ancestrales y la preservación cultural. Según Ayala, "el Estado está controlado por empresas que dictan la hoja de ruta y usan parlamentos y constituciones para su libre ejercicio". Para el dirigente, el extractivismo contemporáneo suele combinarse con la criminalización de autoridades comunitarias y defensores ambientales, una tendencia que la ONO busca visibilizar y enfrentar mediante declaraciones, observación internacional y redes de apoyo continental. La organización sostiene que cualquier actividad económica en territorios indígenas debe realizarse con estándares ambientales estrictos, consulta previa y respeto pleno por la diversidad intercultural. "No nos oponemos al desarrollo económico, pero debe estar supeditado a la sinergia con el desarrollo social", plantea.

Otro de los debates de fondo es lingüístico y político: la diferencia entre "pueblos indígenas" y "naciones originarias". Ayala defiende que el término nación expresa continuidad territorial e identidad propia, mientras que pueblo -según su perspectiva- fue usado históricamente por tradiciones europeas y coloniales para designar grupos subordinados, sin tierra o sin reconocimiento político. "Somos originarios con propia identidad de un territorio constituido por una nación", explica, y sostiene que las categorías impuestas desde la colonización borraron o distorsionaron la identidad civilizatoria del Tawantinsuyu y de otros territorios indígenas.

La disputa comunicacional también ocupa un lugar central en la ONO, especialmente en países marcados por el racismo estructural y por representaciones mediáticas que reproducen estereotipos o directamente silencian las voces originarias. Karina Krenn, conocida por su nombre indígena Salvia Azul y referente internacional de derechos humanos, explica que uno de los objetivos es desmontar narrativas arraigadas en la educación y en los medios. "Estamos partiendo de la base de educar a la gente, mostrar cosas elementales y corrernos de ese relato eurocentrista anclado desde las escuelas", señala. Para ella, la comunicación es un campo de disputa donde aún domina la idea de que los argentinos "vinieron de los barcos", a pesar de la evidencia científica que demuestra continuidad genética originaria en la región. "Es dificilísimo no encontrar en el ADN de cada uno de nosotros una presencia originaria", afirma en referencia a estudios recientes del CONICET que hallaron linajes de más de 8500 años todavía presentes en la población actual.

Krenn también subraya que recuperar la memoria cultural implica desmontar prejuicios extendidos en la agenda pública. "Hay científicos, filósofos, abogados, médicos. Están en todas las áreas humanas", dice y cuestiona la representación de lo originario como sinónimo de atraso o conflictividad. Esta estigmatización se intensifica en algunos casos, como el pueblo mapuche, a menudo asociado en el discurso público con delito o violencia. La ONO impulsa que las propias comunidades tomen la palabra: "Ya basta de tener interlocutores. La propuesta es unir y elevar nuestras propias voces", sostiene la activista.

Una política orientada al Buen Vivir

La colonización se prolonga bajo nuevas formas -normativas, económicas, mediáticas-, y la ONO también apuesta a la tecnología como herramienta de resistencia contemporánea. Redes sociales como Instagram, Facebook o X funcionan como plataformas donde las comunidades pueden narrar sus experiencias, documentar violencias, disputar la información que circula en los medios y sostener la continuidad cultural en un mundo hiperconectado. "Eso permite que las comunidades puedan poner su propia voz, puedan decir qué es lo que les acontece, puedan resistir desde la virtualidad", explica Krenn.

Con dos asambleas realizadas y una tercera en camino, la Organización de Naciones Originarias se consolida como un actor emergente en el escenario internacional. Su desafío central es transformar un principio histórico -autonomía territorial, reconocimiento identitario, defensa ambiental y la vigencia del Buen Vivir como paradigma alternativo- en una agenda política concreta y articulada más allá de las fronteras estatales. En ese proceso, la ONO busca lo que Ayala define como un horizonte de largo plazo, construir "la gran fraternidad mundial de coexistencia pacífica y dejar un mundo sano, justo y digno a las futuras generaciones".

Fuente: Página 12