25N y lucha contra la violencia a las mujeres: "El femicidio es un crimen político"Por Natalia López
En el Día de Lucha contra la Violencia hacia las Mujeres, Rita Segato, antropóloga, escritora y referente feminista argentina invita a un ejercicio incómodo: pensar la violencia de género como un fenómeno político, estructural y profundamente ligado al modo en que entendemos el poder. "El patriarcado no es un orden ni moral ni religioso, es un orden político", dice. Para Segato, recientemente distinguida como doctora honoris causa por la Universidad Nacional de Río Negro, la violencia contra las mujeres no es un asunto privado ni doméstico, sino la expresión de una arquitectura social sostenida por relaciones desiguales de poder.
25N en Río Negro y Neuquén: 11 femicidios en la región en diez meses
En la región, los datos confirman la dimensión estructural que plantea Segato. Según el Observatorio Ahora Que Sí Nos Ven registró 208 femicidios, travesticidios y transfemicidios entre el 1 de enero y el 30 de octubre de 2025: "Una mujer o una persona trans es asesinada cada 36 horas", alertan. A esto se suman 315 intentos, un 17% de víctimas que ya habían denunciado, y 17 femicidas pertenecientes a fuerzas de seguridad.
Desde el Observatorio hablan de "un salto cuantitativo y cualitativo en la violencia machista", en un contexto donde las políticas públicas retroceden y "el Estado se corre". Ese diagnóstico encaja con la advertencia de Segato: "Hoy todos los frentes políticos convergen en perseguir las reivindicaciones de las mujeres".
En la región hubo 11 casos en el período analizado. En Río Negro hubo 4 mujeres asesinadas en contexto de violencia de género y en Neuquén 7, por lo que la provincia se ubica en el segundo lugar de las provincias con mayor incidencia del páis: 1,63 casos cada cien mil mujeres. La primera es Misiones con 1,84 y le sigue Chaco con 1,53.
Segato distingue entre lo visible y lo invisible. "Lo que yo llamo el top del iceberg son las agresiones que pueden transformarse en crímenes y ser juzgadas", explica. Pero la parte más vasta, la que sostiene todo lo demás, es la menos reconocida: "La agresión moral y psicológica cotidiana es el aire que respiramos". En ese clima, dice, se educa, se convive y se gobierna. Por eso insiste en que "cualquier asalto a una mujer debe ser visto como un crimen político plenamente público", incluso cuando la sociedad insiste en devolver esos hechos al terreno de lo íntimo.
"La violencia de género trasciende derecha e izquierda"
Su trayectoria en América Latina le enseña que la violencia patriarcal atraviesa banderas y signos ideológicos. Vuelve a contar el caso de Daniel Ortega, que conoció de primera mano en Managua: "Ortega, el gran héroe de la revolución sandinista, violaba a su antenada desde los 10 años". La frase cae como un golpe porque destruye cualquier ilusión de que el patriarcado es propiedad de un sector político. "La violencia de género trasciende derecha e izquierda", reafirma. "Se instala en cualquier proyecto".
Esa lectura también se proyecta sobre la Argentina reciente. Para Segato, existe una convergencia peligrosa: "Hoy todos los frentes políticos coinciden en perseguir las reivindicaciones de las mujeres". No se trata, sostiene, de un resurgimiento moralista, sino de una operación económica. "¿Qué les molesta? ¿Que una mujer aborte? No. Les molesta la soberanía femenina", argumenta. Y completa: "El mercado de trabajo ya no necesita más gente: sobra gente. El proyecto del capital hoy es la eliminación de gente". En esa dinámica, ubica tanto a sectores del gobierno pasado de Alberto Fernández como al actual gobierno de Javier Milei: distintos formatos, un mismo objetivo disciplinador.
Su lectura del femicidio también es política. Lo que ocurrió en Buenos Aires, dice, no puede pensarse como un caso individual. "Ese triple femicidio es un mensaje de otro orden", expresa. "Es una mafialización y demuestra que el control democrático ha sido dominado: es un golpe de Estado". La comparación con Ciudad Juárez no es casual: allí, recuerda, aprendió que los crímenes contra las mujeres son usados como advertencias, como marcas territoriales, como modo de mostrar quién manda.
"El trabajo del feminismo es por la humanidad"
Esa vocación por nombrar lo que otros callan la llevó, paradójicamente, a cuestionar el propio acto de nombrar. "Mi trabajo fue siempre nombrar lo que todo el mundo sabe", reconoce. Pero hoy siente otra urgencia: "Estamos en un momento de la historia en que es necesario desmontar muchas de las estrategias de nombramiento que hemos erigido. Las categorías que usábamos ya no explican el presente". A eso lo llama "desnombrar": abandonar consignas rígidas, buscar palabras nuevas, abrir la imaginación política.
Esa imaginación, para ella, no puede construirse desde un feminismo uniforme. "Antes de feminista soy pluralista", dice. Y enseguida marca distancia de los modelos cerrados: "No creo en feminismos de fanáticas que dictan líneas que tienen que bajar para todas". Su feminismo, asegura, no es contra los hombres: "Somos nosotras ayudándolos a ustedes a vivir una vida más potable". Y recuerda un dato elocuente: "En todos los países, la expectativa de vida de los hombres es menor por el esfuerzo permanente de ser hombres'". Por eso concluye que "el trabajo del feminismo es por la humanidad".
Hasta los temas más espinosos los aborda desde la complejidad. Sobre la prostitución, advierte: "Si la criminalizamos, la transformamos en clandestina y la crueldad es muchísimo mayor". La prioridad, insiste, debería ser combatir la trata: "La trata ya es un crimen".
Pedagogías de ternura y reparación
La propuesta que ella llama "la politicidad del puño femenino" resume su apuesta: un modo de hacer política desde la cercanía y desde el cuerpo. "Cuerpo a cuerpo, cara a cara, con la pieza en la tierra", describe. Ese modo -que históricamente estuvo en manos de las mujeres- se despolitizó con la familia nuclear, pero sigue allí, esperando ser recuperado: "Maternar es político, cuidar es político".
Segato, que habla de Gaza como "el epicentro de la historia" y de un mundo que "camina hacia la deshumanización", no se queda en la denuncia. Apela a lo más frágil y lo más poderoso a la vez: "Necesitamos ternura y reparación. Necesitamos nuevas palabras. Necesitamos desnombrar lo viejo para poder vivir lo que viene".
La región ya muestra algunos caminos posibles en esta dirección: refugios en base a la autogestión, asambleas feministas y organizaciones de mujeres sostienen talleres, acompañamientos y ollas comunitarias. Encarnan esa "política cuerpo a cuerpo" que Segato considera urgente. Son prácticas territoriales que ponen en acto lo que ella llama "pedagogías de ternura y reparación".
Fuente: Río Negro
Por Natalia López
En el Día de Lucha contra la Violencia hacia las Mujeres, Rita Segato, antropóloga, escritora y referente feminista argentina invita a un ejercicio incómodo: pensar la violencia de género como un fenómeno político, estructural y profundamente ligado al modo en que entendemos el poder. "El patriarcado no es un orden ni moral ni religioso, es un orden político", dice. Para Segato, recientemente distinguida como doctora honoris causa por la Universidad Nacional de Río Negro, la violencia contra las mujeres no es un asunto privado ni doméstico, sino la expresión de una arquitectura social sostenida por relaciones desiguales de poder.
25N en Río Negro y Neuquén: 11 femicidios en la región en diez meses
En la región, los datos confirman la dimensión estructural que plantea Segato. Según el Observatorio Ahora Que Sí Nos Ven registró 208 femicidios, travesticidios y transfemicidios entre el 1 de enero y el 30 de octubre de 2025: "Una mujer o una persona trans es asesinada cada 36 horas", alertan. A esto se suman 315 intentos, un 17% de víctimas que ya habían denunciado, y 17 femicidas pertenecientes a fuerzas de seguridad.
Desde el Observatorio hablan de "un salto cuantitativo y cualitativo en la violencia machista", en un contexto donde las políticas públicas retroceden y "el Estado se corre". Ese diagnóstico encaja con la advertencia de Segato: "Hoy todos los frentes políticos convergen en perseguir las reivindicaciones de las mujeres".
En la región hubo 11 casos en el período analizado. En Río Negro hubo 4 mujeres asesinadas en contexto de violencia de género y en Neuquén 7, por lo que la provincia se ubica en el segundo lugar de las provincias con mayor incidencia del páis: 1,63 casos cada cien mil mujeres. La primera es Misiones con 1,84 y le sigue Chaco con 1,53.
Segato distingue entre lo visible y lo invisible. "Lo que yo llamo el top del iceberg son las agresiones que pueden transformarse en crímenes y ser juzgadas", explica. Pero la parte más vasta, la que sostiene todo lo demás, es la menos reconocida: "La agresión moral y psicológica cotidiana es el aire que respiramos". En ese clima, dice, se educa, se convive y se gobierna. Por eso insiste en que "cualquier asalto a una mujer debe ser visto como un crimen político plenamente público", incluso cuando la sociedad insiste en devolver esos hechos al terreno de lo íntimo.
"La violencia de género trasciende derecha e izquierda"
Su trayectoria en América Latina le enseña que la violencia patriarcal atraviesa banderas y signos ideológicos. Vuelve a contar el caso de Daniel Ortega, que conoció de primera mano en Managua: "Ortega, el gran héroe de la revolución sandinista, violaba a su antenada desde los 10 años". La frase cae como un golpe porque destruye cualquier ilusión de que el patriarcado es propiedad de un sector político. "La violencia de género trasciende derecha e izquierda", reafirma. "Se instala en cualquier proyecto".
Esa lectura también se proyecta sobre la Argentina reciente. Para Segato, existe una convergencia peligrosa: "Hoy todos los frentes políticos coinciden en perseguir las reivindicaciones de las mujeres". No se trata, sostiene, de un resurgimiento moralista, sino de una operación económica. "¿Qué les molesta? ¿Que una mujer aborte? No. Les molesta la soberanía femenina", argumenta. Y completa: "El mercado de trabajo ya no necesita más gente: sobra gente. El proyecto del capital hoy es la eliminación de gente". En esa dinámica, ubica tanto a sectores del gobierno pasado de Alberto Fernández como al actual gobierno de Javier Milei: distintos formatos, un mismo objetivo disciplinador.
Su lectura del femicidio también es política. Lo que ocurrió en Buenos Aires, dice, no puede pensarse como un caso individual. "Ese triple femicidio es un mensaje de otro orden", expresa. "Es una mafialización y demuestra que el control democrático ha sido dominado: es un golpe de Estado". La comparación con Ciudad Juárez no es casual: allí, recuerda, aprendió que los crímenes contra las mujeres son usados como advertencias, como marcas territoriales, como modo de mostrar quién manda.
"El trabajo del feminismo es por la humanidad"
Esa vocación por nombrar lo que otros callan la llevó, paradójicamente, a cuestionar el propio acto de nombrar. "Mi trabajo fue siempre nombrar lo que todo el mundo sabe", reconoce. Pero hoy siente otra urgencia: "Estamos en un momento de la historia en que es necesario desmontar muchas de las estrategias de nombramiento que hemos erigido. Las categorías que usábamos ya no explican el presente". A eso lo llama "desnombrar": abandonar consignas rígidas, buscar palabras nuevas, abrir la imaginación política.
Esa imaginación, para ella, no puede construirse desde un feminismo uniforme. "Antes de feminista soy pluralista", dice. Y enseguida marca distancia de los modelos cerrados: "No creo en feminismos de fanáticas que dictan líneas que tienen que bajar para todas". Su feminismo, asegura, no es contra los hombres: "Somos nosotras ayudándolos a ustedes a vivir una vida más potable". Y recuerda un dato elocuente: "En todos los países, la expectativa de vida de los hombres es menor por el esfuerzo permanente de ser hombres'". Por eso concluye que "el trabajo del feminismo es por la humanidad".
Hasta los temas más espinosos los aborda desde la complejidad. Sobre la prostitución, advierte: "Si la criminalizamos, la transformamos en clandestina y la crueldad es muchísimo mayor". La prioridad, insiste, debería ser combatir la trata: "La trata ya es un crimen".
Pedagogías de ternura y reparación
La propuesta que ella llama "la politicidad del puño femenino" resume su apuesta: un modo de hacer política desde la cercanía y desde el cuerpo. "Cuerpo a cuerpo, cara a cara, con la pieza en la tierra", describe. Ese modo -que históricamente estuvo en manos de las mujeres- se despolitizó con la familia nuclear, pero sigue allí, esperando ser recuperado: "Maternar es político, cuidar es político".
Segato, que habla de Gaza como "el epicentro de la historia" y de un mundo que "camina hacia la deshumanización", no se queda en la denuncia. Apela a lo más frágil y lo más poderoso a la vez: "Necesitamos ternura y reparación. Necesitamos nuevas palabras. Necesitamos desnombrar lo viejo para poder vivir lo que viene".
La región ya muestra algunos caminos posibles en esta dirección: refugios en base a la autogestión, asambleas feministas y organizaciones de mujeres sostienen talleres, acompañamientos y ollas comunitarias. Encarnan esa "política cuerpo a cuerpo" que Segato considera urgente. Son prácticas territoriales que ponen en acto lo que ella llama "pedagogías de ternura y reparación".
Fuente: Río Negro