EEUU diseñó la caída de Maduro y proyectó que se desataba un caos de violencia en VenezuelaExpertos y diplomáticos temen que el país se sumerja en una espiral de violencia, caos y represalias si el presidente venezolano fuera derrocado, una conclusión que coincide con las simulaciones realizadas hace seis años por la anterior administración Trump.
Una revuelta popular masiva termina con Nicolás Maduro, pero el Ejército venezolano sale a las calles y apunta con sus armas a los civiles que lo hicieron.
Un golpe de palacio envía al líder venezolano al exilio, lo que desencadena una cruenta lucha por el poder entre los miembros de su régimen fracturado.
Estados Unidos auspicia un ataque contra la cúpula del poder del presidente y Maduro o un aliado clave es asesinado. Mientras soldados extranjeros toman el control de Caracas y de los principales aeropuertos y puertos, los insurgentes de izquierdas refuerzan su control sobre las zonas del interior del país, ricas en minerales, y los leales al Gobierno lanzan ataques de guerrilla contra refinerías de petróleo y oleoductos.
Hace seis años, el Gobierno de Estados Unidos contempló estos tres escenarios, durante unas simulaciones diseñadas para predecir cómo sería una Venezuela si Maduro era derrocado por un levantamiento, una revolución auspiciada por su círculo o un ataque extranjero. Ninguno de los tres escenarios terminaba bien para el país.
"Se produciría un caos prolongado... sin una salida clara", dijo Douglas Farah, experto en América Latina cuya consultora de seguridad nacional participó en ese estudio estratégico de 2019, durante la primera administración de Trump.
"¿Dónde demonios nos estamos metiendo?"
En las tres simulaciones, planteadas en sesiones de análisis, la agitación causaría un nuevo éxodo de refugiados a través de las fronteras de Venezuela con Colombia y Brasil, ya que los ciudadanos huirían de los enfrentamientos entre grupos rebeldes rivales u ocupantes extranjeros y tropas leales.
"Todos los que se enfrentan a este problema [esperan] que se pueda agitar una varita mágica y tener un nuevo gobierno [en Venezuela]", dijo Farah. "Creo que la razón por la que no ha sucedido es porque los actores implicados se sentaron y pensaron: 'Un momento. ¿Dónde demonios nos estamos metiendo?'".
Los políticos venezolanos que buscan poner fin a los 12 años de gobierno de Maduro rechazaron las afirmaciones de que su caída sumiría inevitablemente al país en una vorágine de derramamiento de sangre y represalias. María Corina Machado, que acaba de recoger el premio Nobel de la Paz y lidera el movimiento político que se cree que venció a Maduro en las elecciones presidenciales del año pasado, calificó de "totalmente infundadas" las afirmaciones de que la salida de Maduro podría sumir a Venezuela en una violencia similar a la guerra civil de Siria. "Venezuela es un país con una larga cultura democrática y una sociedad decidida a recuperar esa democracia", dijo a The Guardian desde Oslo, tras salir de su país para recibir el Nobel.
Miguel Pizarro, otro líder de la oposición, también rechaza la visión de que Venezuela esté condenada a convertirse en una versión sudamericana de Irak, Libia o Haití en el supuesto de que Maduro fuera derrocado. "La verdad es que los venezolanos tomaron su decisión [en las elecciones del año pasado]... fue el mayor consenso social que ha habido nunca en Venezuela", argumentó.
Los riesgos
Los aliados del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que pasaron los últimos meses aumentando la presión sobre Maduro con un despliegue militar masivo, ataques mortales contra barcos en el Caribe que supuestamente transportaban droga y la incautación de un petrolero, también minimizan los peligros de una posible intervención estadounidense.
Sin embargo, muchos expertos y diplomáticos latinoamericanos se muestran escépticos sobre la posibilidad de que las cosas salgan bien, independientemente de cómo se produzca la destitución de Maduro.
"Si hay un levantamiento popular, es probable que los militares adopten una postura muy defensiva, muy violenta y reaccionaria ante las protestas en las calles. Habrá muchos muertos", advirtió Farah. Según el experto, en ese escenario, sería posible que las guerrillas colombianas, incluido el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y los miembros disidentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), entraran en la contienda del lado del régimen nominalmente izquierdista de Venezuela.
Un golpe de Estado podría dejar "un vacío de poder enorme", con actores armados rivales luchando por ocupar el lugar de Maduro. "Podría haber cuatro personas diferentes diciendo: 'Bueno, ahora estoy al mando", dijo Farah.
Si se desplegaran soldados extranjeros, probablemente podrían tomar el control de las grandes ciudades y de infraestructuras como puertos y aeropuertos. Sin embargo, se enfrentarían a la posibilidad de ataques asimétricos por parte de los partidarios del Gobierno o de los rebeldes colombianos y a una batalla prolongada para recuperar el control de las regiones mineras de oro que ya están bajo la influencia del ELN. "[Derrotarlos es] una propuesta a largo plazo que requeriría mucho dinero, muchos soldados y probablemente algunos muertos", alertó Farah.
Pase lo que pase, Farah cree que la Venezuela post-Maduro probablemente sería "un desastre enorme que duraría bastante tiempo". "Nada de esto se va a resolver en tres semanas. Estamos hablando de años", dijo.
Farah no es el único observador que teme que un cambio político repentino pueda tener consecuencias nefastas para el país sudamericano rico en petróleo.
La semana pasada, el principal asesor de política exterior del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, advirtió de que la agitación en Venezuela podría transformar la región en una "zona de guerra" como ocurrió en Vietnam.
Juan González, el máximo responsable de América Latina de la Casa Blanca durante la presidencia de Joe Biden, también teme la posibilidad de represalias violentas. "Tengo un sueño recurrente sobre Venezuela... en el que Maduro es arrastrado por las calles como Benito Mussolini", contó González, en referencia al dictador italiano que fue capturado mientras intentaba huir a Suiza en 1945 y fusilado por un pelotón de ejecución. "Nunca se sabe cuál será el detonante... [Muammar] Gadafi estaba en el poder hasta que dejó de estarlo", añadió González sobre el exlíder libio, que también tuvo un final espantoso tras ser capturado por sus enemigos.
¿Una solución negociada?
González confía en que, en el supuesto de que escalen todavía más las tensiones, aún se pueda encontrar una solución negociada. "Las negociaciones son largas y difíciles y requieren concesiones. Pero la historia nos muestra que son la forma más eficaz de promover una transición", afirmó. Señaló que derrocar a Maduro no implica necesariamente que la situación mejore en Venezuela. "De hecho, podría empeorar", advirtió, reflexionando sobre lo que podría suceder si un partidario de la línea dura, como el ministro del Interior Diosdado Cabello, que dirige las represivas fuerzas de seguridad de Venezuela, sucediera a Maduro.
Por su parte, Farah cree que un acuerdo temporal de reparto del poder podría ser una forma de evitar la "fractura masiva" de Venezuela entre facciones rivales. Sin embargo, señaló el experto, para que eso ocurriera, sería necesario tomar decisiones difíciles, entre ellas posiblemente dejar en libertad a "personas que han vulnerado de forma masiva y repetida los derechos humanos" y conceder a Maduro un salvoconducto para salir del país y algún tipo de inmunidad por presuntos crímenes contra la humanidad.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, la primera dama de Venezuela, Cilia Flores, y el ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz de Venezuela, Diosdado Cabello en Caracas.
La semana pasada hubo indicios de que la oposición podría aceptar algunos de estos compromisos, cuando el Washington Post informó de que la oposición de Machado cree que solo será necesaria una "purga limitada" de los altos cargos de Maduro una vez que este se vaya.
Muchas de las alternativas son aún peores. Si la situación de seguridad se descontrola tras la salida de Maduro, Farah teme que Washington se vea tentado a contratar a grupos mercenarios y contratistas militares privados, en lugar de desplegar soldados en el terreno.
"[Eso] te acerca a un escenario similar al de Irak, en el que múltiples grupos no estatales llevan a cabo acciones simultáneas sobre el terreno sin que nadie tenga el control", advirtió Farah. "Si la situación se tuerce, esa es una de las opciones que barajarán", predijo. "Y eso sería muy perjudicial".
Con información adicional de Camille Rodríguez Montilla desde Oslo.
Traducción de Emma Reverter.
Fuente: elDiarioAR
Expertos y diplomáticos temen que el país se sumerja en una espiral de violencia, caos y represalias si el presidente venezolano fuera derrocado, una conclusión que coincide con las simulaciones realizadas hace seis años por la anterior administración Trump.
Una revuelta popular masiva termina con Nicolás Maduro, pero el Ejército venezolano sale a las calles y apunta con sus armas a los civiles que lo hicieron.
Un golpe de palacio envía al líder venezolano al exilio, lo que desencadena una cruenta lucha por el poder entre los miembros de su régimen fracturado.
Estados Unidos auspicia un ataque contra la cúpula del poder del presidente y Maduro o un aliado clave es asesinado. Mientras soldados extranjeros toman el control de Caracas y de los principales aeropuertos y puertos, los insurgentes de izquierdas refuerzan su control sobre las zonas del interior del país, ricas en minerales, y los leales al Gobierno lanzan ataques de guerrilla contra refinerías de petróleo y oleoductos.
Hace seis años, el Gobierno de Estados Unidos contempló estos tres escenarios, durante unas simulaciones diseñadas para predecir cómo sería una Venezuela si Maduro era derrocado por un levantamiento, una revolución auspiciada por su círculo o un ataque extranjero. Ninguno de los tres escenarios terminaba bien para el país.
"Se produciría un caos prolongado... sin una salida clara", dijo Douglas Farah, experto en América Latina cuya consultora de seguridad nacional participó en ese estudio estratégico de 2019, durante la primera administración de Trump.
"¿Dónde demonios nos estamos metiendo?"
En las tres simulaciones, planteadas en sesiones de análisis, la agitación causaría un nuevo éxodo de refugiados a través de las fronteras de Venezuela con Colombia y Brasil, ya que los ciudadanos huirían de los enfrentamientos entre grupos rebeldes rivales u ocupantes extranjeros y tropas leales.
"Todos los que se enfrentan a este problema [esperan] que se pueda agitar una varita mágica y tener un nuevo gobierno [en Venezuela]", dijo Farah. "Creo que la razón por la que no ha sucedido es porque los actores implicados se sentaron y pensaron: 'Un momento. ¿Dónde demonios nos estamos metiendo?'".
Los políticos venezolanos que buscan poner fin a los 12 años de gobierno de Maduro rechazaron las afirmaciones de que su caída sumiría inevitablemente al país en una vorágine de derramamiento de sangre y represalias. María Corina Machado, que acaba de recoger el premio Nobel de la Paz y lidera el movimiento político que se cree que venció a Maduro en las elecciones presidenciales del año pasado, calificó de "totalmente infundadas" las afirmaciones de que la salida de Maduro podría sumir a Venezuela en una violencia similar a la guerra civil de Siria. "Venezuela es un país con una larga cultura democrática y una sociedad decidida a recuperar esa democracia", dijo a The Guardian desde Oslo, tras salir de su país para recibir el Nobel.
Miguel Pizarro, otro líder de la oposición, también rechaza la visión de que Venezuela esté condenada a convertirse en una versión sudamericana de Irak, Libia o Haití en el supuesto de que Maduro fuera derrocado. "La verdad es que los venezolanos tomaron su decisión [en las elecciones del año pasado]... fue el mayor consenso social que ha habido nunca en Venezuela", argumentó.
Los riesgos
Los aliados del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que pasaron los últimos meses aumentando la presión sobre Maduro con un despliegue militar masivo, ataques mortales contra barcos en el Caribe que supuestamente transportaban droga y la incautación de un petrolero, también minimizan los peligros de una posible intervención estadounidense.
Sin embargo, muchos expertos y diplomáticos latinoamericanos se muestran escépticos sobre la posibilidad de que las cosas salgan bien, independientemente de cómo se produzca la destitución de Maduro.
"Si hay un levantamiento popular, es probable que los militares adopten una postura muy defensiva, muy violenta y reaccionaria ante las protestas en las calles. Habrá muchos muertos", advirtió Farah. Según el experto, en ese escenario, sería posible que las guerrillas colombianas, incluido el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y los miembros disidentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), entraran en la contienda del lado del régimen nominalmente izquierdista de Venezuela.
Un golpe de Estado podría dejar "un vacío de poder enorme", con actores armados rivales luchando por ocupar el lugar de Maduro. "Podría haber cuatro personas diferentes diciendo: 'Bueno, ahora estoy al mando", dijo Farah.
Si se desplegaran soldados extranjeros, probablemente podrían tomar el control de las grandes ciudades y de infraestructuras como puertos y aeropuertos. Sin embargo, se enfrentarían a la posibilidad de ataques asimétricos por parte de los partidarios del Gobierno o de los rebeldes colombianos y a una batalla prolongada para recuperar el control de las regiones mineras de oro que ya están bajo la influencia del ELN. "[Derrotarlos es] una propuesta a largo plazo que requeriría mucho dinero, muchos soldados y probablemente algunos muertos", alertó Farah.
Pase lo que pase, Farah cree que la Venezuela post-Maduro probablemente sería "un desastre enorme que duraría bastante tiempo". "Nada de esto se va a resolver en tres semanas. Estamos hablando de años", dijo.
Farah no es el único observador que teme que un cambio político repentino pueda tener consecuencias nefastas para el país sudamericano rico en petróleo.
La semana pasada, el principal asesor de política exterior del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, advirtió de que la agitación en Venezuela podría transformar la región en una "zona de guerra" como ocurrió en Vietnam.
Juan González, el máximo responsable de América Latina de la Casa Blanca durante la presidencia de Joe Biden, también teme la posibilidad de represalias violentas. "Tengo un sueño recurrente sobre Venezuela... en el que Maduro es arrastrado por las calles como Benito Mussolini", contó González, en referencia al dictador italiano que fue capturado mientras intentaba huir a Suiza en 1945 y fusilado por un pelotón de ejecución. "Nunca se sabe cuál será el detonante... [Muammar] Gadafi estaba en el poder hasta que dejó de estarlo", añadió González sobre el exlíder libio, que también tuvo un final espantoso tras ser capturado por sus enemigos.
¿Una solución negociada?
González confía en que, en el supuesto de que escalen todavía más las tensiones, aún se pueda encontrar una solución negociada. "Las negociaciones son largas y difíciles y requieren concesiones. Pero la historia nos muestra que son la forma más eficaz de promover una transición", afirmó. Señaló que derrocar a Maduro no implica necesariamente que la situación mejore en Venezuela. "De hecho, podría empeorar", advirtió, reflexionando sobre lo que podría suceder si un partidario de la línea dura, como el ministro del Interior Diosdado Cabello, que dirige las represivas fuerzas de seguridad de Venezuela, sucediera a Maduro.
Por su parte, Farah cree que un acuerdo temporal de reparto del poder podría ser una forma de evitar la "fractura masiva" de Venezuela entre facciones rivales. Sin embargo, señaló el experto, para que eso ocurriera, sería necesario tomar decisiones difíciles, entre ellas posiblemente dejar en libertad a "personas que han vulnerado de forma masiva y repetida los derechos humanos" y conceder a Maduro un salvoconducto para salir del país y algún tipo de inmunidad por presuntos crímenes contra la humanidad.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, la primera dama de Venezuela, Cilia Flores, y el ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz de Venezuela, Diosdado Cabello en Caracas.
La semana pasada hubo indicios de que la oposición podría aceptar algunos de estos compromisos, cuando el Washington Post informó de que la oposición de Machado cree que solo será necesaria una "purga limitada" de los altos cargos de Maduro una vez que este se vaya.
Muchas de las alternativas son aún peores. Si la situación de seguridad se descontrola tras la salida de Maduro, Farah teme que Washington se vea tentado a contratar a grupos mercenarios y contratistas militares privados, en lugar de desplegar soldados en el terreno.
"[Eso] te acerca a un escenario similar al de Irak, en el que múltiples grupos no estatales llevan a cabo acciones simultáneas sobre el terreno sin que nadie tenga el control", advirtió Farah. "Si la situación se tuerce, esa es una de las opciones que barajarán", predijo. "Y eso sería muy perjudicial".
Con información adicional de Camille Rodríguez Montilla desde Oslo.
Traducción de Emma Reverter.
Fuente: elDiarioAR