Política

El Gobierno le da un golpe mortal al sector científico: "No hay ninguna certeza de cómo va a seguir funcionando el sistema"

El Gobierno nacional consolida el proceso de ajuste en el sistema universitario-científico con una medida fuertemente repudiada por la comunidad. En las últimas semanas se conoció la anulación de las convocatorias PICT (Proyectos de Investigación Científica y Tecnológica), que estaban paralizadas desde el 2023. En paralelo, anunció una nueva modalidad de financiamiento que margina a la mayor parte de las áreas del conocimiento y prioriza sectores como la minería, el agro y la salud, dejando afuera proyectos sin incidencia directa en el mercado. Lejos de ser una medida aislada, se inscribe en el proceso de desmantelamiento del sistema científico que el Gobierno lleva adelante desde hace dos años. Salarios congelados, becas recortadas y cambios estructurales en los organismos son algunas de las postales que caracterizan el escenario científico argentino en la gestión libertaria. En diálogo con El Extremo Sur, el docente e investigador Sebastián Barros habló de un cambio en las reglas de juego y un horizonte incierto respecto al desarrollo científico a largo plazo. Analizó la incidencia de estas medidas en el territorio patagónico, el avance contra las Ciencias Sociales y la construcción de un imaginario social que ignora el rol clave de la investigación en el desarrollo de la sociedad.

La inversión en ciencia perfora mínimos históricos

La suspensión de los PICT (Proyectos de Investigación Científica y Tecnológica) y la reorientación a ciertas áreas vinculadas al mercado implica un nuevo golpe para el sistema científico, que viene siendo desfinanciado desde 2023. El escenario está caracterizado por el desplome de salarios, una notable reducción en el número de becarios y proyectos paralizados. Cada una de las medidas implementadas por el Ejecutivo nacional deja como resultado un panorama de retroceso, parálisis e incertidumbre. De hecho, las cifras de inversión en ciencia y técnica en el país tuvieron una de las mayores caídas de la historia en los últimos dos años.

El sistema científico fue uno de los más perjudicados en el proceso de desjerarquización ministerial y recortes presupuestarios. El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación fue rebajado a Secretaría y se implementó un fuerte ajuste en las partidas destinadas a proyectos de investigación. El Gobierno recortó la duración de los contratos de doctorado y posdoctorado del CONICET y redujo considerablemente el número de becas otorgadas. Por otro lado, se recortaron puestos de trabajo de administrativos y técnicos.

En 2024 la inversión estatal en Ciencia y Tecnología cayó un 32,9%, uno de los números más bajos de la historia desde que se empezó a medir esta inversión en la década de los ‘70. Frente a la inflación acumulada, el presupuesto para el CONICET no sólo no registró aumentos sino que se redujo en los últimos dos años.

Tal y como había proyectado un informe del Grupo EPC-CIICTI, este año la inversión en ciencia perforó el mínimo histórico del año 2002. La Función CyT del presupuesto nacional se proyecta en un 0,164% del PBI para fin de año, por debajo del 0,177% registrado en 2002. Estos números profundizan la tendencia del último tiempo: desde 2023 el deterioro en el sector ya alcanza el 45,5% en su incidencia respecto del PBI.

A este escenario se suma la reciente decisión del Gobierno nacional de reorientar la lógica de las convocatorias de los proyectos de investigación científica, con un claro perfil hacia el sector privado.

"Hay una degradación de las perspectivas a futuro"

El 4 de diciembre el Gobierno anunció la anulación de las convocatorias de los PICT (Proyectos de Investigación Científica y Tecnológica) y la creación de una nueva modalidad de financiamiento que deja afuera áreas clave de la ciencia básica. Los PICT dependían de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i), un organismo que sostiene la investigación y el desarrollo, con el cual se financiaban alrededor de 1500 proyectos anuales.

Los PICT constituyen un mecanismo creado para sostener investigaciones de todo tipo durante sus fases iniciales. Duraban hasta tres años y permitían a los beneficiarios adquirir materiales, viajar a congresos nacionales e internacionales o complementar los estipendios de los becarios que colaboran en las investigaciones.

La convocatoria 2022 dio financiamiento a 1584 proyectos. Sin embargo, fue anulada, al igual que la de 2023 y 2024. Ahora, el Gobierno oficializó la eliminación de una de las principales fuentes de financiamiento que impulsaba la institución y que para muchos investigadores cumplía un rol clave en el desarrollo científico.

La comunidad científica apunta contra la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación por abandonar a todos los ganadores de la convocatoria 2022 -que debía entrar en vigencia a fines de 2023- y hasta hace poco no tenían certezas sobre su situación. Lo mismo sucedió con los que aplicaron a la convocatoria 2023, cuya publicación de resultados fue prorrogada 13 veces hasta su cierre definitivo.

A la par, se crearon nuevas líneas de financiamiento: AIC y STARTUP 2025, dos modalidades de convocatoria que se enfocarán exclusivamente en ciencia aplicada y proyectos asociados al sector privado, ligados a investigaciones con "potencial productivo". Lo que se dejó de financiar es la ciencia básica, es decir, la etapa temprana del conocimiento.

La primera modalidad, denominada Apoyo a la Investigación Científica (AIC) cuenta con un fondo de US$10 millones, y cada proyecto recibirá hasta el equivalente en pesos de US$200.000, de los cuales 80% será aportado por la Agencia I+D+i y el 20% por la empresa o institución beneficiada.

La convocatoria STARTUP 2025, por otro lado, está orientada a emprendimientos tecnológicos de base científica con potencial productivo. Se divide en tres según el nivel de Madurez Tecnológica (TRL), que indica el grado de avance de los proyectos. Para la convocatoria de este año se destinaron US$11 millones, aunque todavía no hay precisiones sobre los criterios de selección.

Distintos sectores que integran la comunidad científica expresaron su repudio. Becarios de la Agencia I+D+i y miembros de RAICyT (Red Argentina de Autoridades de Institutos de Ciencia y Tecnología) denuncian que el Gobierno detuvo deliberadamente las convocatorias de los PICT y que usará esos fondos para el desarrollo exclusivo de algunas disciplinas. Los sectores elegibles son tres: agroindustria, minería y energía, y salud. La comunidad alerta sobre el peligro de abandonar la ciencia básica, aquella que busca ampliar el conocimiento fundamental sin una aplicación práctica inmediata.

"En los últimos dos años, desde que asumió el Gobierno nacional, lo que hay es un deterioro progresivo, una degradación no sólo del financiamiento, sino también de las perspectivas a futuro, y ese me parece que es el efecto más perverso", explica a este medio Sebastián Barros, doctor en Ciencia Política, docente de la UNPSJB e investigador del IIDEPYS-GSJ (Instituto Multidisciplinario para la Investigación y el Desarrollo Productivo y Social de la Cuenca del Golfo San Jorge).

"Uno podría lidiar con cierto desfinanciamiento y buscar otras opciones de financiamiento. El tema es que no hay ninguna certeza y ninguna perspectiva de cómo va a seguir funcionando el sistema -afirma Barros-; por ejemplo, la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, que era la que daba financiamiento, en estos 3 años estuvo totalmente inactiva".

"Es decir, se habían presentado proyectos que han sido evaluados en el 202 y 2024 pero esa convocatoria desapareció, se derogó. No existe más, o sea que ahí hubo un montón de proyectos de investigación que quedaron sin financiamiento pensando que ese financiamiento podría llegar a venir. La agencia recientemente sacó unas convocatorias de financiamiento totalmente distintas, nuevas, vinculadas con áreas privadas, es decir, cambió las reglas de juego de un día para otro. Con lo cual tampoco hay ninguna certeza de cómo va a ser resuelto eso, de cómo va a ser evaluado, cuáles son las pautas para recibir el financiamiento o no. El problema más grave es ese", agrega.

Para el investigador resulta preocupante la incidencia de estas modificaciones en la continuidad de los proyectos: "El CONICET está siendo desfinanciado progresivamente. Una vez que vos quitás las becas y los ingresos a carrera de investigador, lo que vas quitándole a los grupos de investigación es la base de crecimiento. Entonces, los grupos de investigación, además de ir envejeciendo, se van quedando sin ese sustento de los ingresos que van alimentando a nuevas líneas de investigación, nuevos descubrimientos dentro de los mismos temas y proyectos", analiza Barros.

A pesar de la orientación productiva que el Gobierno busca darle al desarrollo científico, el cambio en las reglas de juego y el ajuste progresivo impacta en la totalidad del sistema: "Con lo cual, después pedirle a esos proyectos que se vinculen con el mercado, que se vinculen con sectores productivos es medio contradictorio, porque vos le estás sacando financiamiento, le estás sacando esa base hace que los hace crecer y por otro lado les pedís que se vinculen con el mercado productivo. Es muy difícil que la producción de conocimiento continúe".

"Me parece un efecto sumamente perverso; por un lado, la incertidumbre de aquello que estaba institucionalizado, que dejó de funcionar y que sigue sin un horizonte claro, como la Agencia Nacional de Promoción Científica, el INTA, el INTI. Y por otro, el desfinanciamiento paulatino al crecimiento de raíz de los grupos de investigación y la producción de conocimiento", explica Barros. Precisa que son "dos problemas centrales" de la coyuntura y que una eventual reconstrucción del sistema será mucho más compleja: "Lo que más necesitan esos proyectos es seguir avanzando, si congelás eso, volver a ponerlo en funcionamiento es mucho más caro y más difícil".

El federalismo de la ciencia, en riesgo

Mediante una declaración, los directores de los CCTs (Centros de Científicos Tecnológicos) dependientes del CONICET adviertieron que las modificaciones que plantea el Ejecutivo para el sistema científico podrían conducir a una "parálisis del sistema federal". Los 17 CCTs del país dependen de forma "crítica" de los PICT para la adquisición de equipos, insumos, mantenimiento de estructuras y formación de recursos humanos. Según advierten las autoridades, "la interrupción de este flujo de financiamiento paraliza la investigación en todas las provincias, agravando las asimetrías regionales y limitando el desarrollo equitativo".

En la Patagonia funcionan dos centros: el CENPAT (Centro Nacional Patagónico) y el Centro Científico Tecnológico Patagonia Norte. Ambos son organismos ligados al CONICET con distintas zonas de afluencia en la región, destinados al desarrollo de proyectos científicos y tecnológicos en una amplia variedad de áreas clave para el territorio.

El CENPAT es un centro científico y tecnológico de referencia en la Patagonia. Desarrolla un abanico de investigaciones que abarcan la biología y el manejo de recursos acuáticos y terrestres, la oceanografía y meteorología, las ciencias sociales, la geología, la paleontología, y los estudios de diversidad, sistemática y evolución. El eje central de la mayor parte de las investigaciones es el aprovechamiento de los recursos naturales de la región.

Está compuesto por un total de 584 personas, entre investigadores (250), becarios (224), personal de apoyo (86) y personal administrativo (24). Posee 9 unidades ejecutoras en Puerto Madryn, Comodoro Rivadavia y San Antonio Oeste.

El Centro Científico Tecnológico Patagonia Norte es una dependencia desconcentrada del CONICET y comprende la zona andina de las provincias de Río Negro, Neuquén y Chubut. Su objetivo principal es generar un ámbito de desarrollo y ejecución de proyectos de investigaciones científicas, tecnológicas y de desarrollo orientadas a los requerimientos y necesidades locales y regionales. De su administración dependen 7 institutos ligados a universidades de la región y organismos públicos.

Está integrado por unas 833 personas (437 investigadores, 357 becarios, 23 profesionales y técnicos de apoyo y 16 administrativos) que desarrollan sus tareas en institutos de investigación del CONICET y en otras instituciones ligadas al Centro.

Aunque el desmantelamiento del sistema puede afectar el espíritu federal que la ciencia sostiene hasta la fecha, para Barros "la destrucción ha sido a tal nivel que no distinguió entre centro y periferia, no hubo una distinción federal de la destrucción, sino que ha sido pareja".

"Una de las áreas más criticadas es el INTA con una vinculación fortísima con todo el sistema agropecuario de Argentina, la producción de conocimiento, que sostiene las exportaciones de soja o la producción de carne, por ejemplo. Eso también es una contradicción. Desfinanciar el organismo estatal que está sosteniendo en muchos casos el funcionamiento de ese mercado. De hecho las propias asociaciones, la Sociedad Rural y las asociaciones agropecuarias han alertado sobre ese problema", explica.

Barros ejemplifica el posible alcance del ajuste con un escenario local: "Uno de los desarrollos productivos que se está pensando para la región de Comodoro, una vez que el petróleo ha bajado su intensidad productiva, es la producción agrícola de olivares. Y acá en Comodoro hay un instituto del CONICET que trabaja precisamente con eso. Y está trabajando de forma muy cercana al INTA y a los productores. Bueno, si se desfinancia eso ¿dónde va a estar la pata para que mejore esa producción de aceite?".

"Y eso por dar un ejemplo. Todo el vínculo con la industria la industria pesquera, todo el vínculo con la industria petrolera. Desde las Ciencias Sociales, desde la Biología, desde la pesquería. Todo eso está sosteniendo un montón de cuestiones que hacen a la productividad y, sin embargo, eso nadie lo toma en cuenta al momento de desfinanciar y de destruir todo lo que se venía haciendo", advierte.

Al servicio del mercado

Aunque el desfinanciamiento se ha producido sobre todas las áreas, desde la comunidad científica remarcan que el Gobierno ha asumido una postura especialmente crítica con áreas vinculadas a las Ciencias Sociales. El cambio en la metodología de financiamiento y selección de proyectos revela una lógica no sólo sobre las prioridades de la gestión de Milei sino sobre sus formas de entender la producción de conocimiento científico.

A principios del 2025, mientras se planteaba la posibilidad de reformar el CONICET, el Presidente dio una entrevista para el medio francés Le Point, donde fue consultado sobre sus planes para la ciencia. "Los planes para que la ciencia, digo, que la ciencia sea ciencia, digamos, que no sea propaganda política", expresó.

"No me gustan las aplicaciones a todo lo que tiene que ver con las ramas sociales", dijo, en referencia al plan de eliminar el Área de Ciencias Sociales del CONICET. "Lo único que hace es favorecer a parásitos que escriben a favor del Estado y en contra de la gente para mantener un estatus de vida que no tiene contrapartida de mercado: ¿en qué mejora la vida de la gente esos panfletos, como estudiar el ano dilatado de Batman?", cuestionó Milei.

La expresión, que cobró relevancia en el círculo libertario como expresión peyorativa, es una referencia descontextualizada y tergiversada de una ponencia del doctor en Letras Facundo Saxe, presentada en el IV Congreso Universitario de Historietas en 2021, que aborda el borramiento de las disidencias sexo-genéricas en la cultura popular.

El 12 de agosto, un comunicado firmado por investigadores del CONICET dio a conocer una importante reducción del cupo de los ingresos a Carrera del Investigador: "Al recorte general de financiamiento que sufre la ciencia argentina se le suma la reducción del cupo establecido en 845 nuevos ingresantes que ahora serán solo 400. Siguen demoradas las altas de ingresos de la convocatoria 2022 y tampoco se han abierto concursos CIC 2024 y 2025".

Además, expresaron su repudio ante algunos miembros del Directorio del organismo que propusieron no otorgar vacantes al área de Ciencias Sociales, una postura que, para los firmantes, tiene como fin "destruir el equilibrio disciplinar histórico del CONICET". Afirmaron que se está produciendo un "ataque a las Ciencias Sociales y Humanas en Argentina".

"Eso ya es un tema más político, de la forma en que se entiende la producción de conocimiento y de la forma en que se entienden las Ciencias Sociales. Evidentemente, para el tipo de ideología que el Gobierno propone, tener una serie de desarrollos científicos que te está mostrando todos los problemas y los efectos que eso tiene a nivel socioeconómico, a nivel sociocultural, a nivel del desarrollo de índice de calidad de vida, no es algo agradable", analiza Barros.

El investigador postula, sin embargo, que este corrimiento de algunas áreas de las Ciencias Sociales no tiene tanto que ver con los intereses del mercado "porque hay un montón de las Ciencias Sociales y las Humanidades que está vinculado al funcionamiento del mercado, no produciendo directamente bienes, porque en general la ciencia no produce directamente bienes, pero sí alimentando las formas en que esos bienes son producidos. Más allá de que estemos de acuerdo o no, uno de los puntos donde había antropólogos y antropólogas trabajando era en la industria minera, hay toda una mediación que por momentos va a permitir y por momentos va a obstaculizar ese desarrollo productivo".

En la misma línea, destaca el rol de las Ciencias Sociales en el sector educativo y sanitario, que sostienen, en parte, al sistema productivo: "De ahí sale la fuerza de trabajo que va a alimentar todo ese sector productivo. Si pensamos que ese imaginario, esa fantasía neoliberal funciona y Argentina empieza a ser un país más productivo y el Estado desaparece, ¿cuál va a ser la fuerza de trabajo va a ser utilizada para producir bienes exportables? ¿Cuál va a ser el estado sanitario de una nación que puede llegar a perder el calendario de vacunas?".

"Es decir, hay un montón de contradicciones respecto al funcionamiento de lo que el mercado necesita para ser eficiente, necesita una fuerza de trabajo capacitada, formada, saludable y no solo en términos de sanidad fisiológica, sino también de salud mental, que eso lo provee el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología y la Educación Superior. ¿Cómo se va a llevar adelante? ¿O cuál es el proceso que se imagina la ideología gubernamental para llevar adelante esto?", cuestiona. Afirma que son algunas de las "incertezas" y que la postura actual del Gobierno tiene menos que ver con un cambio de orientación y más con un escenario en el que "no se va hacia ningún lado. No hay dirección ninguna, no hay gestión de la ciencia, hay una inoperancia y una falta de expertise muy grande en ese sentido", sostiene Barros.

Desmitificar imaginarios sobre el trabajo científico

A la par de las políticas concretas de ajuste contra la ciencia, el Gobierno nacional viene construyendo una retórica clara de oposición a los organismos estatales, con el sistema universitario-científico como su principal objeto de ataque. En medio del plan de desmantelamiento, tanto el Presidente como otras figuras cercanas al Gobierno protagonizaron expresiones peyorativas sobre la labor que realizan investigadores y científicos.

Consultado sobre el imaginario social en torno a la ciencia, Barros asume que hace falta "hacer cierta autocrítica respecto a cómo comunicamos nosotros lo que hacemos. Y luego luchar contra esos imaginarios, de nuevo, me parece que ahí hay una discusión política".

"El financiamiento que recibe el sistema de ciencia y técnica en Argentina es ínfimo, en contra de otro tipo de subsidios y de financiamiento. Entonces que realmente la gente no se preocupe por la ciencia, muestra el impacto de ciertos discursos políticos sobre esos imaginarios", agrega. Y si bien sostiene que es necesaria una tarea respecto a la comunicación de la ciencia, también remarca que la información sobre el sistema científico es accesible y transparente: "Todo lo que nosotros hacemos, todas las convocatorias, todos los fondos públicos, eso es información online que buscando tres palabras automáticamente te aparecen todos los servicios a terceros que los institutos de CONICET proveen y todos los convenios que tienen, eso está todo disponible online".

Sin embargo, advierte que "no hay una preocupación real sino que hay una identificación del discurso político de La Libertad Avanza sobre ciertos aspectos que a su vez automáticamente tiende a vincularlo al gobierno anterior y al kirchnerismo, como si toda la producción científica argentina fuera una maquinaria kirchnerista, con todos los investigadores que tienen sería imposible pensar que todos piensen igual. Es un imaginario bastante ridículo".

"Nosotros tenemos que seguir profundizando ese trabajo de comunicación de la ciencia para que la gente se entere la forma en que muchas veces esa ciencia le cambia la vida. Somos muchos los que desde el Instituto en el que yo trabajo venimos hablando de Comodoro y la industria petrolera y los problemas que genera para la vida comunitaria, en relación a los tiempos del trabajo, en relación a la forma en que se percibe la belleza del lugar, etcétera. Eso ha ido cambiando y muchas de esas cosas que cambiaron es precisamente por esa producción desde las Ciencias Sociales que se hicieron acá", precisó el investigador.

Enfatizó el rol clave de la ciencia en la vida cotidiana de la población y en la generación de políticas públicas para el mejoramiento de la calidad de vida: "Hay procesos que se han dado en los que no solo hubo una colaboración del sistema científico una vez que eso fue pensado, sino que muchas veces el sistema científico fue el que propuso esas discusiones, las dio en la esfera pública y se impusieron. Y ahí el Estado comienza a tener otro tipo de política".

El Presupuesto 2026 no ofrece mejores perspectivas: persiste la incertidumbre para un sistema que exige continuidad y se profundiza aún más el recorte presupuestario en Ciencia y Técnica, que para el año próximo espera una caída de 7,2%, lo que suma un descenso del 46,4% desde la asunción de Javier Milei.