Patagonia

Ciudades-campamento: estancamiento y riqueza

Las llamamos ciudades de Caleta Olivia, Pico Truncado y Las Heras, pero en todos estos años no pudieron superar la precariedad de los campamentos petroleros de principios del siglo 20. Crecieron hacia los costados, pero no llega el asfalto -y cuando lo hace, se agrieta al poco tiempo- el gas, la electricidad y el agua están presentes en forma intermitente.

Gas, petróleo, pesca, áridos para construcción, vientos para energía limpia, recursos naturales de extraordinaria relevancia económica en la cuenta del Golfo San Jorge, no alcanzaron en los últimos 30 años para mejorar a los viejos campamentos petroleros.

Vivimos un lugar que desborda riqueza de recursos naturales, pero en ciudades empobrecidas y precarias.

Como complicación adicional a este panorama, esa carencia funciona como un factor de expulsión silenciosa a través de la incomodidad que genera vivir con precariedad en los servicios básicos.

Los que llegan, e incluso los propios "NyC", en algún momento quieren irse. Tienen sueños en común que suelen cumplirse: un trabajo bien remunerado, una familia, una casa, un auto. Pero aún concretada esta meta hay necesidades cuya satisfacción sigue siendo esquiva: una escuela para educar a sus hijos y un hospital que los atienda si hay algún problema, agua corriente, cloacas que funcionen, luz, asfalto y hasta limpieza.

Es raro que en estos lindos lugares con paisaje agreste pero afable las localidades no se hayan desarrollado para generar ganas de quedarse a vivir aquí.

¿Por qué pasa que nuestras localidades no son modernas, limpias, asfaltadas con plazas verdes, agua corriente y cloacas? Es muy importante entenderlo y resulta históricamente difícil que los funcionarios, de cualquier partido, accedan a ese debate, que persistentemente evitan.

La política de la mendicidad

Tal vez una respuesta posible a esta pregunta se encuentre en la sabiduría popular: lo que no cuesta, no se valora.

Si nos detenemos para analizar cómo funciona el sistema, podemos hacer una analogía con el mendigo y la limosna. El mendigo asume su extrema pobreza y en harapos suplica ayuda para comer, siempre apunta al sentimiento de la persona más próspera, -da pena-, y es ayudado con pequeñas cantidades que le permitirán vivir día a día y nunca mejorar su situación. Pero existe un rasgo específico en el mendigo, -que no busca progresar-, no busca un trabajo o estudiar, solo subsiste mendigando.

En este esquema, los funcionarios de la zona son administradores de fondos que no generan, no producen, ni recaudan a través de la gestión del gobierno. Es simplemente dinero que se consigue a través del pedido de "ayuda", lo que en la Edad Media se conocía como "limosnear".

La política local gestiona municipios que no buscan progresar, imponiendo un modelo que se reduce a "pedir", a otros funcionarios, en una cadena que escala de Municipio a Provincia y de Provincia a Nación. Se pide que subvencionen sus gastos corrientes, es decir, -salarios-, pero nunca aparecen las propuestas de independizarse de esas limosnas y ponerse a trabajar para generar ingresos legítimos, más aún (vale la pena repetirlo) viviendo en un lugar rico en recursos y hermosos paisajes naturales.

La política de gobierno de la zona norte de Santa Cruz es gestionar la mendicidad y administrar la limosna, pero no se plantea crecer y mejorar. Pasan los años, pasan los políticos y las localidades siguen siendo campamentos sin espacios públicos dignos, sin un sistema de educación eficiente para que nuestros hijos tengan mejores herramientas en la vida, sin un servicio de seguridad que permita seguir viviendo con la puerta abierta como hace algunos años... Todo empeora sin dejar un área fuera del deterioro y la precariedad.

Hace falta un debate profundo y estructural para que las localidades del norte de Santa Cruz dejen de ser un campamento grande. Una discusión sobre la generación y el aprovechamiento de los recursos naturales, sobre los roles de los gobiernos, sobre la cultura y la tecnología. Es necesario comprender los desafíos actuales de la industria petrolera, la pesca y las energías renovables, para generar trabajo genuino, y fondos propios.

No resulta simple en las condiciones actuales, pero es la única forma de cambiar esta realidad. Solamente será posible si lo exigen los vecinos que decidieron vivir en esta linda provincia y se resisten férreamente a la idea de irse.

*Abogado. Docente de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral en Caleta Olivia.