Opinión

Tres versiones sobre Cristina

La dualidad ha estado presente en el desarrollo de las culturas. La idea del bien contra el mal, la oscuridad versus la claridad, la ignorancia contra el conocimiento y demás dicotomías, han referenciado el desarrollo de las sociedades, desde que el sujeto se constituyó como tal. Esta concepción maniquea, enraizada en la cultura, no caducó. Sigue estando presente y actualizada en la política vernácula.

La estrategia del macrismo, quien ostenta el poder en nuestro país, no asume mayor intriga. Busca permanentemente asumirse como la opción válida en contraposición al kirchnerismo, al que presenta como la opción decadente; siempre representado por Cristina Fernández.

Como toda lógica dual, para poder posicionarse necesita de su contracara. Será por ello que no llama la atención que Cristina no esté presa todavía y que sea la única superviviente de un entramado sospechado de corrupción. O a Cristina la "salvaron" o el resto de su escuadrón está encarcelado más que dudosamente, como parece indicar la investigación de Ramos Padilla. Las dos opciones no pueden convivir, si aplicamos el sentido común.

Tener a Cristina presa hubiera significado, paradójicamente, el fin del macrismo; que vive y sobrevive a costa de su opuesto de poder. Si cae uno, ineluctablemente, caerá el otro. Ambos lo saben, se necesitan.

Sin embargo, a pocos meses de las PASO, comienzan a abundar las especulaciones sobre la figura y los posibles cursos de acción que tomaría Cristina Fernández. Es posible reducirlas las versiones predominantes a tres, que se desarrollan en este artículo.

Versión 1: "el "sueño del militante".

La primera versión sobre Cristina es el sueño de su núcleo duro: que se presente a pesar de todas las dificultades. Incluso, de que las encuestas sobre su "crecimiento" hayan sido operaciones del macrismo para mantenerla en la discusión.

Los resultados arrojados en Neuquén fueron decisivos: una victoria de su alfil hubiera representado el paso inicial al blanqueo de su candidatura. Sin embargo, la derrota arrojó un número del que parece, nunca salió: 25%. Fue el propio senador ex cristinista Miguel Ángel Pichetto quien fue lapidario con la expresidenta: "Se empiezan a caer las caretas, Cristina no supera el 25%".

Cristina sufre el dilema de Dahlmann, personaje emblemático del cuento "El sur" de Jorge Luis Borges. ¿Su muerte es solo un sueño que debe reivindicarse heroicamente o solo está imaginando que es su final?

La militancia espera eso: una Cristina que se presente contra todo y todos y llegue para salvar el paraíso perdido. Sin embargo, su ida a Cuba, su silencio y la salud de su hija abrieron una nueva posibilidad de análisis: que ella de un paso al costado porque sabe perfectamente que si sale del juego también Macri se quedará sin nada.

Versión 2: el "renunciamiento"

La decisión de dar un paso al costado como "gesto patriótico" es la versión "edulcorada" de una Cristina "game over". Representa el sueño de muchos de sus opositores no macristas que saben perfectamente que sin Cristina el macrismo cae y se abre la posibilidad de una "tercera opción".

Este esquema, paradójicamente, es compartido por los "arrepentidos" de ambos lados: cristinistas y macristas o, lo que es lo mismo: radicalismo/socialismo y justicialismo.

La necesidad de la tercera vía no significa un panorama claro, todo lo contrario, muchos quieren disputarse esa representatividad.

Dentro del espectro justicialista están Sergio Massa, Miguel Angel Pichetto, Juan Manuel Urtubey y Roberto Lavagna, siendo este último quien mejor representa el sutil equilibrio entre ecuanimidad y experiencia y lobby con el centro del poder económico.

Dentro del espectro radical y socialista está Ricardo Alfonsín (h) y Martín Lousteau, quien si bien coquetea con el justicialismo sabe que un "regreso" le haría perder el escaso capital que supo cosechar con su portazo al cristinismo.

Esta versión romántica de la decisión de Cristina solo es admisible para una parte de su núcleo duro, quien la despoja de cualquier responsabilidad de corrupción y la considera una perseguida política.

Lo cierto es que para que Cristina atine a dar un paso al costado primero debería asegurarse que su futuro no estará bajo el "azar direccionado" de Comodoro Py. Para ello, reaparecería un viejo personaje de la política: Eduardo Duhalde.

Versión 3: "el pacto"

Es quizá la opción más complotista y la ideal para el "peronismo no kirchnerista", también llamado "peronismo federal" o "racional" (se oyen risas de fondo). Consiste en que Cristina dé un paso al costado y vuelque su núcleo duro a una figura como Lavagna. Eso sí, garantizando que ella y su círculo íntimo (llámese Florencia y Máximo) estén protegidos de ciertos "embates judiciales".

El pacto consistiría en garantizar que se cumpla el promedio que mantienen las causas en Comodoro Py: 24 años, tiempo suficiente para que el olvido haga su trabajo.

Esta alternativa es ideal para el justicialismo, pero abre una grieta interna: quién será su candidato.

En la política la casualidad no existe y debe ser leída como una variable de análisis. De ahí que ante este contexto, Lavagna haya aclarado que ante una eventual presidencia, no garantizaría la impunidad, en clara referencia el hipotético pacto que Cristina y Duhalde hicieran.

La tercera vía debería resolver su candidato en una interna: Lavagna o Massa. El asunto es que el exministro de economía no quiere ese escenario. Solo aceptaría ser candidato sabiendo que cuenta con todo el apoyo del justicialismo y del cristinismo.

Massa, en cambio, quiere competir en las PASO con Lavagna porque sueña que puede ganarle y terminar de ser él el candidato de la tercera vía. La cosa está repartida, el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, quiere a Lavagna jugando una interna. En cambio, el gobernador de San Juan, Sergio Uñac no solo no quiere que Lavagna participe de las PASO sino que manifestó su intención de ser su vice.

Aquí se presentan dos problemas: sin Cristina, el peronismo debería sacar cerca de 20 puntos para poder acceder a una posibilidad para las elecciones generales. Y no necesariamente, los votos de Massa y Lavagna pasarían de un lado al otro como algo súbito, por lo que se correría el riesgo de "fragmentar" aun más el ya fragmentado justicialismo.

La incertidumbre también sacude a Chubut

No es una excepción. Chubut sufre la misma incertidumbre que la política argentina y ningún candidato se termina de comprometer con referentes nacionales.

Por ejemplo, Arcioni se mostró con Massa pero nunca termina de romper con el macrismo. Tal como publicó El Extremo Sur, el gobierno provincial tuvo que pedir socorro para llegar a cubrir los sueldos de febrero, mes en el que todavía no impactó lo acordado con los estatales en paritarias. Hoy por hoy, el canal abierto con el macrismo es una cuestión de supervivencia.

De todas maneras, existen síntomas de armonía política entre Arcioni y Macri, a partir del interlocutor Frigerio, sintonía que terminó de materializarse en un convenio firmado en Capital Federal respecto a "expulsar extranjeros que cometan delitos". Nadie duda de la concordancia entre la Ministra de Seguridad Patricia Bulrrich y el Ministro de Gobierno provincial, Federico Massoni en este y otros temas centrales de la seguridad.

En cuanto a Gustavo Menna, un sector importante del radicalismo lo votará tapándose la nariz. Incluso, algunos lo acusan de haber abandonado los principios del partido centenario para jugar cómodamente con las reglas del macrismo. El ejemplo más nítido es en Puerto Madryn, donde la Justicia Electoral terminará definiendo si el radicalismo juega solo o dentro de Cambiemos, como pretende el PRO.

Algo diferente es el caso de Carlos Linares, quien nunca abandonó el barco del kirchnerismo; y aun en las peores épocas, siempre manifestó su apoyo a Cristina.

La imagen negativa de la expresidenta es grande, incluso en Chubut, y su retiro de la candidatura puede significar un golpe fuerte en las aspiraciones del intendente de Comodoro para ocupar el sillón de Fontana 50.