El país

La desocupación de fines de 2018 se ubicó entre las más altas desde que volvió la democracia

Bajar la tasa de desempleo a un dígito bajo, menos de 5% de la oferta laboral, ha resultado tan complejo como reducir a un dígito la inflación y la pobreza. Ahora la economía ajustó por salarios

En una economía que no sólo no logra salir del estancamiento que desde hace una década provoca el subibaja del PBI, una de las consecuencias es la resistencia a la baja de la alta tasa de desempleo. En el último trimestre de 2018 se afirmó levemente por arriba del 9%, y en los primeros 3 meses de 2019 se estima que se aproximará a la zona del 10% de la población económicamente activa, equivalente a una oferta laboral de unas 2 millones de personas a nivel país que no lograron emplearse en una actividad rentada.

Se trata de un nivel que se ubicó en el tercio más alto en poco más de 35 años de regreso de la democracia (unas 104 mediciones desde 1983), aunque lejos de los picos de los tiempos del tipo de cambio fijo de los 90, donde alcanzó niveles extremos al cierre del año de 17,3% de la oferta laboral, cuando la economía estuvo afectada por la crisis del Tequila; del 18,3% en la crisis de la convertibilidad a fines de 2001; y del récord de 21,5% en la primera mitad del 2002, cuando se atravesó la peor depresión en más de 70 años.

Ahora el Indec comunicó que la Encuesta Permanente de Hogares correspondiente al último trimestre de 2018 arrojó una disminución de 0,1 puntos porcentuales en la tasa de participación en el mercado de trabajo en el agregado de 31 aglomerados urbanos, mientras que la tasa de empleo cayó en 0,8 puntos porcentuales, en comparación con el último cuarto de 2017, cuando la economía se encontraba próxima al pico de actividad.

El resultado de esos movimientos en el mercado de trabajo fue de un violento salto de 1,9 puntos porcentuales de la tasa de desempleo, a 9,1% de la oferta laboral efectiva, o tasa de participación de la población en la búsqueda de empleo, a casi 1,2 millones de personas, sobre un total de 27,9 millones de habitantes en las áreas relevadas.

La extrapolación de esos datos al total nacional de una población de poco más de 44,8 millones de habitantes arroja una oferta laboral activa de 20,53 millones, de las cuales se encontraban trabajando al cierre de 2018 unas 18,82 millones, y desempleadas 1,7 millones de personas.

En comparación con el cierre del 2017, esos números revelaron que la cantidad de desocupados se elevó en unos 307 mil trabajadores, como consecuencia de 213 mil personas que se sumaron a la búsqueda de un empleo rentado sin haberlo logrado, en términos netos; y por la pérdida neta de 94 mil puestos, que se desagregó en baja de 189 mil en el sector formal de la economía, e incremento en 95 mil en la franja informal o en negro, que ha continuado expandiéndose en términos relativos a 35,3% del total.

Pero el cuadro se prevé que empeoró en el primer trimestre de 2019, al caer abruptamente la tasa de actividad en los tres grandes sectores generadores de empleo, excluido el sector público en su conjunto, como la industria, el comercio y la construcción. Estudios privados proyectan una tasa en torno a 10% de la oferta laboral, nivel que no se registra en 13 años.

El mercado ajustó más por salarios a la baja que por más desempleo

La buena noticia que trajo el relevamiento del Indec fue que pese a la contracción del PBI en 6,2% desde el último trimestre de 2017, el nivel de empleo neto se redujo en apenas 0,5 por ciento.

Por el contrario, el salario real medio de la economía, es decir la capacidad de compra efectiva de los trabajadores, se deterioró en más de un 12%, como consecuencia de la aceleración de la inflación desde agosto de 2018, mientras que los ajustes acordados en paritarias comenzaron a repactarse a partir de los primeros meses del nuevo año.

En el Banco Central destacan que la resiliencia de la tasa de empleo fue posible por la política de tipo de cambio flexible, porque posibilitó un rápido ajuste a la baja del salario real y evitó que la crisis impactara muy negativamente sobre los puestos de trabajo, como ocurrió en la mayor parte de los 14 años con tasas de desempleo de 2 dígitos, donde predominó la política de tipo de cambio fijo, como en los 90, y regulado en la mayor parte del nuevo siglo.

Cada vez parece ganar más consenso entre los economistas independientes, como de los principales partidos políticos, del oficialismo y también de la oposición (excluidos los del Frente Izquierda, Partido Obrero y del kirchnerismo, principalmente), la necesidad de una reforma de la legislación laboral que posibilite eliminar las rigideces que arrastra desde hace más de 40 años, para que pueda incentivar la creación de empleos y contribuir a una genuina reducción de la tasa de desempleo.

En el Gobierno aseguran que con la política de déficit cero y emisión cero la economía empezará a recuperarse. Sin embargo, la reducción de la inflación se considera una condición necesaria pero no es suficiente para atraer la inversión productiva. También se demanda una clara reducción del costo laboral no salarial. Ese es uno de las restricciones que impide el crecimiento sostenido de la actividad económica y la disminución de la pobreza.

Fuente: InfoBAE