Política

Jerónimo García, las PASO y la degradación de la política, temas para un debate abierto

En un artículo titulado "¿Jerónimo García tiene razón?" -publicado en Atento Chubut y que reproducimos aquí- el periodista Santiago Costa abre el debate con el diputado provincial a propósito de una columna de opinión publicada en El Extremo Sur.

Allí, el legislador cuestionaba las PASO como sistema y les adjudicaba responsabilidad en el deterioro y la creciente degradación de la política. Para Costa, la clave está en la utilización -virtuosa o no- del sistema de las primarias, que supieron manejar con éxito tanto Kirchner como Macri. Costa coincide con la tesis de que esa degradación existe, pero obedece a otras causas de carácter sociológico y tecnológico.

Bienvenido al debate, que siempre alentamos desde este medio y al que escapan cotidianamente demasiados dirigentes, convirtiendo a la política en un desierto de las ideas.

Texto completo de la nota de Atento Chubut: https://atentochubut.com/jeronimo-garcia-tiene-razon/

Jerónimo Juan Jesús García, aún jefe de bloque del oficialismo en la Legislatura y uno de los cuadros políticos con mayor formación teórica y doctrinaria de la provincia, publicó una columna de opinión en el prestigioso semanario El Extremo Sur de la Patagonia.

Titulada "Las PASO son perniciosas; los dirigentes más destacados son los hermanos Sastre y Linares", en ella critica las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias. Para ver todos sus argumentos, con los que esta nota polemiza.

Paso a paso

Jerónimo tiene la sana costumbre de discutir ideas y se muestra preocupado por el devenir de la provincia, que tiene mil matices, pero prefiere puntualizar en el sistema político en sí.

García apunta que las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias no sirven como herramienta política, pero confunde el origen de su razón de ser y le atribuye efectos nocivos que son previos, mundiales y las exceden.

Las PASO en Argentina nacen en la mente de Néstor Kirchner y son instrumentadas por quien fuera luego Jefe de Gabinete, el politólogo Juan Manuel Abal Medina (h). El motivo del ex presidente era obturar la fuga de dirigentes peronistas luego de la "crisis del campo" y posterior derrota en las elecciones legislativas de 2009.

Ya existían Felipe Solá (renacido rocker kirchnerista) en alianza con Francisco De Narváez en la provincia de Buenos Aires y Carlos Reutemann en Santa Fe, pero aún no había nacido el massismo ni el peronismo federal y Néstor Kirchner había mandado a dirigentes como Juan José Álvarez a "convocar al peronismo" por derecha.

En palabras textuales de Abal Medina las PASO son "un yeso para el sistema de partidos" (no confundir con sistema electoral, ni con sistema de gobierno).

Un indicador concreto del deterioro de los partidos políticos es la multiplicación de los famosos "monobloques", esa especie de maxikioscos legislativos que cobran caro su "poder de veto" a la hora de juntar votos para leyes clave.

Marcapasos

Las PASO son una herramienta, que se puede usar bien o mal, no en términos morales, sino en clave de eficacia política.

El kirchnerismo las usó muy mal en 2015 en la Ciudad de Buenos Aires -con siete listas que pulverizaron las chances de Mariano Recalde- o la provincia de Buenos Aires, donde la virulenta campaña entre Julián Domínguez y Aníbal Fernández atentó contra la unidad post primarias.

Sin embargo, Cambiemos con Mauricio Macri, Ernesto Sanz y Lilita Carrió utilizó las PASO con un grado de eficacia notable, logrando acumular todo el voto no peronista, al punto que el reconocido analista Enrique Zuleta Puceiro habla del partido del balotaje.

Las PASO sirven si permiten acumular y retener votos, permitiendo que corrientes no mayoritarias se expresen (radicales con Sanz, por ejemplo) sin caer en una sobre oferta de candidaturas que disperse el voto del frente y perjudique al vencedor, dejándolo demasiado lejos de los candidatos de otras fuerzas.

Degradación de la política

Sin embargo lo que García mal atribuye a las PASO sí existe, pero obedece a causas sociológicas y tecnológicas, son de carácter global y exceden tanto al sistema de partidos que es casi como querer tapar el sol con la mano.

Desde el inicio de la post industrialización, los partidos que se basaban en clases sociales (izquierda-derecha) se debilitaron, como se debilitó por ejemplo su base sindical (¿cuál es el sindicato de los monotributistas?). Las identidades partidarias se diluyen generacionalmente, el voto pierde lealtad y se hace "volátil". Empiezan a jugar fuerte nuevos factores identitarios como el género, el medioambiental, el regional, etc.

La evolución tecnológica, con la hegemonía de la televisión en los noventa, eleva a la figura del candidato (su imagen, su nivel de conocimiento) por sobre el partido. Se empieza a votar individuos. Si le agregamos a eso las redes sociales, el combo es completo.

Para ponerlo en perspectiva histórica los votantes conocieron primero de Yrigoyen (en tiempos de a caballo) su mito, del general Perón su voz en la radio y de Carlos Menem sus patillas en la televisión.

Optimismo de la voluntad

Pero no todo está perdido si lo que a Jerónimo García le preocupa es la chatura de ideas, la baja densidad política, la falta del debate.

Jamás el marketing le ganará a la política, sino cualquiera famoso sería presidente. Se requiere hacer política, construir poder generando alianzas con distintos sectores sociales.

Si Mauricio Macri fue dos veces Jefe de Gobierno porteño antes de aliarse con el partido radical y Lilita para ser presidente; Mariano Arcioni tuvo la virtú de lograr que tanto Adrián Maderna como Ricardo Sastre, los sindicatos de petroleros, luz y fuerza, comercio y otros eligieran aliarse con él. Podrían no haberlo hecho.

Curiosamente las denostadas PASO tal vez sean la herramienta -si logran retener al menos el noventa por ciento del voto- para una posible victoria de Carlos Linares, que deberá hacer política para convencer a ese 40% del electorado que se volcó, como en el 2001, a la abstención o el voto bronca, herramientas favoritas de una cultura antipolítica que gana hegemonía en tiempos de crisis económica.