Opinión

Rumbo al 9J: Candidatos sin fe, aburrimiento, apatía, ausencia de ideas y muerte de la pasión

Por Carlos Pablo Bravo.

Los climas preelectorales suelen marcar el humor de la gente, que se manifiesta a través del entusiasmo o el desinterés. El desinterés predomina en Chubut a pocos días de una elección que marcará el destino de miles de ciudadanos para los próximos cuatro años. Tal vez esto último no sea del todo cierto: para miles de personas la vida continuará igual, mejor o peor según lo que prepara el destino individual de cada uno porque no asoma ninguna propuesta colectiva.

La actual situación de la economía argentina ha hecho del clima electoral una percepción solo para aquellos que tienen algún interés político o partidario; o para quienes vislumbran que tal o cual candidato podría darle un mejor pasar si resultan ganadores en las urnas.

Los años han pasado. Afortunadamente, la democracia se fue afianzando. Sin embargo, el hecho de que un ciudadano deba votar a veces seis, siete u ocho veces al año le provoca más hartazgo que satisfacción. Como para muestra basta un botón, la prueba de ese hartazgo y desinterés lo dejaron en claro las pasadas PASO del 7 de abril, en las que miles de personas no concurrieron a las urnas pese a las amenazas de multas u otras sanciones.

La democracia es el mejor sistema para vivir, nadie podría ponerlo en duda pese a sus limitaciones y vicios. El problema no es el sistema, sino sus protagonistas. Ellos son los responsables de esta apatía que observamos a pocos días de los comicios. Abundan las chicanas y las acusaciones típicas de campaña, pero no las ideas o proyectos que la gente debería conocer para vislumbrar si tendrá una vida más digna con una propuesta u otra.

En nuestra provincia es evidente la polarización, a juzgar por los resultados de las primarias. La polarización, que también se dio y se está dando a nivel nacional, no necesariamente conduce a una discusión de ideas, sino que profundiza la célebre grieta, que divide no mediante ideas racionales sino a través de odios y rencores sin fin. Todo parece que van a continuar.

Los argentinos nos hemos acostumbrado tanto a estos deslices que ya ni siquiera nos detenemos a pensar. Simplemente, los dejamos que sigan. Resignados. No es evidentemente lo mejor que nos puede pasar. Pero es lo que hay.

Baja temperatura

A lo largo de estos años de democracia, los climas electorales expusieron hechos y protagonistas que les proporcionaron calor y participación popular. Desde hace tiempo tomaron una temperatura tan baja que congela hasta las ganas de participar. No es culpa del sistema, es bueno reiterarlo, sino de quienes ejercen como dirigentes.

Chubut elegirá autoridades provinciales el próximo domingo 9 de junio. El adelantamiento que impulsó el Poder Ejecutivo Provincial para despegarse de las elecciones nacionales le agregó una particularidad. No es la única provincia que lo hizo, sino que Arcioni se sumó a otros dirigentes que no querían verse arrastrados por las elecciones nacionales.

Otros climas

Estos días nos llevan a recordar otros climas que han desaparecido no en un siglo sino en un puñado de años. En 2003, la explosiva aparición de Mario Das Neves en el escenario electoral significó un cimbronazo. Ese año le arrebató al oficialismo provincial lo que parecía una sentencia sin apelación. El dominio político e institucional absoluto de la UCR asumido en la figura de Carlos Maestro había quedado fuera de la contienda. Su delfín José Luis Lizurume era quien "debía cuidarle el sillón". Sin embargo, en cuatro años viró de manera sorpresiva y convirtió la interna del partido en un verdadero lodazal.

La famosa urna 303, esa que sentenció la suerte del radicalismo, le posibilitó a Das Neves arrancar con una serie de éxitos electorales que se prolongarían hasta su desaparición física en octubre de 2017.

El clima creado por la virulencia de la interna radical tenía algo de pasión, y despertó un interés notable en la ciudadanía, que seguía con atención los acontecimientos de una interna radical que se definió a pocos días de la elección general. Una encuesta realizada el jueves previo al 3 de noviembre de 2003 daba a la UCR con más de 15 puntos arriba de Das Neves.

El regreso peronista

El resultado final creó aún más efervescencia, por la alegría del PJ de volver al poder después de 12 años y la frustración de la UCR que lo perdió en medio de acusaciones de una "traición" cuyas esquirlas continúan golpeando en estos tiempos sobre una parte de los radicales.

Llegó 2011. Hubo denuncia de fraude. El triunfo de Martín Buzzi con elecciones complementarias incluidas y la aparición en escena del "Ganamos carajo" que el exgobernador Mario Das Neves patentó y que volvió a repetir en otros triunfos no tan holgados.

2015 fue marcado por las ansias de continuar -por un lado- y la necesidad de revancha política por el otro. Nuevamente Das Neves fue el ganador, aunque los márgenes de la victoria se achicaron. De todas maneras pudo asumir su tercer mandato, con una salud deteriorada que dos años después le impediría completarlo.

Frío glacial

Los climas se fueron enfriando. Este, de 2019, marca una gran apatía tanto en los candidatos como en la ciudadanía. La falta de ideas, la aparición de denunciantes seriales y el silencio de los denunciados marcan la tendencia camino hacia el domingo 9.

Tal vez se registre un aumento en la participación de la gente. Hasta ahora nadie ha conocido a algún ciudadano sancionado o multado por no cumplir con su obligación de concurrir a las urnas.

Podría haber un 5 por ciento más de votantes -se llegaría al 77 por ciento si tomamos a las Paso de abril como referencia- pero eso no cambiaría demasiado el mapa de los resultados.

Como siempre, hay que esperar que los votos salgan de las urnas para saber si los humores de la gente no cambiaron, cambiaron poco o cambiaron mucho. Rumbo a una elección provincial que definirá la conducción política e institucional de los próximos cuatro años, Chubut, la gente de Chubut espera que pase algo más. O al menos, que pase algo.