Petróleo

Después de 75 años, Estados Unidos vuelve a ser un exportador neto de crudo

Gracias al shale oil, el país gobernado por Donald Trump recuperó su autonomía petrolera. Su dependencia de la importación del recurso había arrancado en 1949, cuando Harry Truman estaba en la Casa Blanca.

Estados Unidos inició, hace alrededor de una década, lo que para muchos analistas internacionales constituye la tercera fase evolutiva del sistema capitalista. Después de la Revolución Industrial y de la revolución de los procesos de producción que significó el Taylorismo y el Fordismo, llegó la revolución energética del shale.

Con ella, el principal importador de hidrocarburos del mundo pasó a autoabastecerse de manera paulatina. Por estos días, después de 75 años, el mercado estadounidense volvió a convertirse en exportador neto de petróleo.

Gracias al bombeo de miles de pozos desde la región Pérmica de Texas y Nuevo México hasta Bakken, en Dakota del Norte, y Marcellus, en Pennsylvania, el presidente Donald Trump se dio el lujo de calificar la actual coyuntura como un histórico regreso a la "independencia energética" de su país.

El shale oil no sólo hizo que los norteamericanos superaran a Rusia y a Arabia Saudita como primeros productores petroleros a escala global, sino que también impactó de manera significativa en el precio internacional del barril al limitar el poder de injerencia de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).

El shale oil no sólo hizo que los norteamericanos superaran a Rusia y a Arabia Saudita como primeros productores petroleros a escala global, sino que también impactó de manera significativa en el precio internacional del barril.

Según la Administración de Información de Energía (EIA, por sus siglas en inglés), en 2005 Estados Unidos importaba más de 12 millones de barriles por día. El año pasado, en promedio, esa nación compró en el exterior más de 2 millones de barriles diarios. A principios de esta temporada, en cambio, logró exportar unos 211.000 barriles diarios de naftas y diesel, entre otros productos refinados.

Si se toman en cuenta los datos semanales, el mercado norteamericano era un importador neto de petróleo desde 1991. En términos mensuales, por su parte, la cuenta se remonta a 1973. Pero desde una perspectiva anual debe retrocederse mucho más, hasta 1949, cuando Harry Truman estaba en la Casa Blanca.

La EIA aclaró que, si bien Estados Unidos está vendiendo más petróleo que el que compra, sus refinerías continúan importando millones de barriles diarios de crudo y combustible. Las compras en el mercado internacional, de hecho, explican 7 de los 17 millones de barriles diarios que consume el país presidido por Trump.

Liderazgo gasífero

Además de dominar la producción mundial de crudo, desde mediados del año pasado Estados Unidos también se convirtió en el líder de la oferta global de gas natural. Así lo indicó el secretario de Energía de ese país, Rick Perry, quien confirmó el impacto positivo que también suscitó el boom del shale en el plano gasífero.

"El desempeño del segmento se expandió enormemente gracias a la implementación de políticas que favorecen la innovación, la desregulación y el crecimiento", aseguró el funcionario. El impulso de nuevos avances tecnológicos, expresó, se tradujo en la obtención de mayores recursos energéticos a un menor costo. "Tenemos más energía, la utilizamos de manera más limpia y eficiente, y la obtenemos a partir de una variedad de fuentes imposibles de imaginar hace apenas algunos años", manifestó.

Menos emisiones

Según las cifras que maneja la Secretaría de Energía que conduce Perry, la pujante producción de gas natural ya ha creado más de 150.000 puestos de trabajo en Estados Unidos. "A medida que se incrementa la oferta interna y los precios del gas se mantienen bajos, nuestra economía se beneficia. Las familias estadounidenses ya disfrutan de un menor costo de vida, al tiempo que nuestras empresas reducen sus gastos operativos, invierten más en términos de productividad y generan más fuentes de empleo", sostuvo el secretario.

Adicionalmente, apuntó, el crecimiento de este rubro le posibilitó a Estados Unidos liderar la reducción de las emisiones de dióxido de carbono (CO?) derivadas del uso de energía en todo el mundo. "Entre 2005 y 2017 recortamos nuestras emisiones alrededor de un 14%, lo que resulta equivalente a 700 millones de toneladas métricas (Tnm)", cuantificó.

Fuente: Revista Petroquímica