Opinión

Ser de "izquierda" en el mundo capitalista: ¿aún es posible vivir en un sistema tratando de superarlo?

Por Sebastián Sayago.

¿Qué es ser de izquierda en un mundo principalmente capitalista, es decir, dominado por una clase capitalista transnacional y caracterizado por un modo de vida individualista y consumista, estrechamente asociado al capitalismo? ¿Qué es ser de izquierda en un país en el que la mayoría de los trabajadores apoyan propuestas electorales de partidos que no promueven el socialismo?

La respuesta no es simple porque no hay una sola izquierda. Hay múltiples variantes y cada una tiene su particular concepción de la realidad. Podemos hacer el ejercicio de distinguir tres grandes tipos, simplificando algunos rasgos.

La izquierda clasista

El primer tipo corresponde a la izquierda obrera, proletaria, con militancia barrial y sindical, en contextos marginales. Es fuertemente clasista y sus referentes se destacan por su coherencia ideológica y su integridad ética. No ve a los pobres a la distancia, ya que actúa con un fuerte anclaje territorial. Tiene como objetivo desarrollar organizaciones populares y plantea la lucha en las calles como el principal modo de enfrentar la explotación capitalista.

Asume que el verdadero cambio social no se realizará a través de las elecciones periódicas, ya que toma el sistema electoral como un mecanismo de la democracia formal para legitimar la reproducción de las relaciones de dominación. Sin embargo, se presenta a elecciones con el fin de amplificar la circulación de su mensaje antisistema y así aumentar las posibilidades de generar un cambio de conciencia en los trabajadores.

Considera que el resto de la izquierda está a su derecha y que eso además no es una verdadera izquierda, porque no tiene pretensiones revolucionarias.

La izquierda anticapitalista de clase media

El segundo tipo incluye a personas que adhieren a un socialismo anticapitalista, que en general no realizan militancia en contextos populares y que pertenecen a la clase media. Su estilo de vida es burgués: tratan de tener vacaciones anuales, van al cine, consumen Netflix, suelen participar en ámbitos académicos. Suman a sus banderas el ecologismo y la defensa de la diversidad de género. Se puede decir que, al retomar estos principios, levantan una postura más cultural -menos marcada por el criterio clasista-.

En el cuarto oscuro, puestos a elegir, votan a candidatos de la izquierda obrera. El vínculo que los une con la izquierda clasista es una idealización: el deseo de contribuir a la construcción de una sociedad socialista, con una fuerte regulación de un Estado que responda a un arco de intereses de obreros, ecologistas, feministas, pueblos originarios, etc.

Esta izquierda también considera que lo que está más a su derecha ya no es verdadera izquierda.

La izquierda "progresista"

El tercer tipo incluye a personas que adhieren a la defensa de los trabajadores frente a las políticas neoliberales y los grandes empresarios. Aunque lo critican, no se oponen al capitalismo. Asumen que es inevitable y que la política real pasa por ampliar los límites de la inclusión en un capitalismo humanizado. Son "progresistas" y se ubican en un espacio de centroizquierda, donde también habita la socialdemocracia.

Comparten los hábitos de clase de la izquierda anteriormente caracterizada. Apoyan a fracciones peronistas, radicales o a agrupaciones que participan en alianzas con estos partidos tradicionales.

Esta izquierda considera que las otras dos son sectarias e idealistas, que enarbolan propuestas inviables. Pero, al igual que ellas, asume que lo que está a su derecha forma parte de la derecha, esa amplia y no menos heterogénea región donde se conjugan el conservadurismo cultural y la defensa del neoliberalismo económico.

Las "contradicciones"

Para cuestionar la postura de los ecologistas se suelen esgrimir objeciones simplistas, orientadas a señalar sus aparentes contradicciones. Por ejemplo, se denuncia que usan teléfonos celulares y computadoras, productos tecnológicos para cuya elaboración se requiere la extracción de petróleo y de otros minerales.

Ese argumento esconde una falacia: a) si se asume que un ecologista no puede usar un celular o tener un vehículo, la gran mayoría de los ecologistas no tendrían derecho de serlo y deberían abogar a favor del consumismo y el extractivismo; b) si los ecologistas abandonaran todos estos avances tecnológicos para vivir de un modo más natural -sin teléfono, sin casas de material convencional, sin acudir a hospitales, sin enviar a sus hijos a escuelas, sin utilizar computadoras- se diría que tampoco tienen el derecho de pregonar el ecologismo porque estarían fuera del mundo moderno, porque habrían vuelto al medioevo, porque serían hippies o locos.

Sin embargo, los ecologistas son grupos coherentes que, dentro de la sociedad moderna, alertan sobre los excesos del consumismo y del extractivismo y proponen acciones de transición hacia una economía cada vez más basada en el respeto de la naturaleza y del ser humano.

Más o menos lo mismo ocurre con las críticas a los socialistas que viven en un mundo capitalista. Entre otras cosas, se les puede reprochar que repudian la deuda contraída con el FMI, pero indirectamente contribuyen a mantenerla al comprar pan, leche, nafta, etc., con los precios inflados para que el Estado pueda afrontar los pagos correspondientes.

Se vive en un sistema, pensando en su superación, analizando sus límites y sus grietas, promoviendo acciones que frenen su profundización y sienten las bases para la construcción de una sociedad diferente. Con ese objetivo se realizan actividades concretas y prácticas y también actividades especulativas, ya que la idealización es un componente inevitable en toda proyección hacia el futuro y, en especial, la que supone un cambio de lo real.

Lo político y la coyuntura

Creo que la persona que se identifica "de izquierda" acostumbra a reflexionar sobre su relación con la política y trata de reconocer o definir una coherencia entre su vida cotidiana y sus expectativas. En cambio, las personas "de derecha" no reflexionan tanto sobre el trasfondo de sus decisiones. Es más, se suelen considerar "apolíticas".

Abandonando una fuerte tendencia a la fragmentación, en nuestro país se amplió el Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT-Unidad), conformado por varios partidos de izquierda clasista. Ese espacio atrae también a la izquierda anticapitalista de clase media, pero no a la otra, que sigue apoyando propuestas electorales capitalistas.

Un desafío importante de esta versión ampliada del FIT es subsistir, es decir, trascender las históricas diferencias internas y priorizar con generosidad y madurez los principios en común. El capitalismo una y otra vez demuestra que es un sistema que genera exclusiones, devasta el planeta, incrementa la brecha entre ricos y pobres y avasalla múltiples derechos humanos.

Sin embargo, todavía muchos de los sectores vulnerados continúan apoyando propuestas electorales que van en contra de sus posibilidades de un futuro mejor. Aún no se asume la posibilidad de una sociedad socialista "exitosa", no solo porque las experiencias llevadas adelante en diferentes regiones del mundo han sido (y son) controversiales, sino también porque, mayoritariamente, no se concibe el capitalismo como un problema a superar.

Para finalizar, quiero aclarar que me reconozco en ese espacio de la izquierda de clase media, anticapitalista, con un estilo de vida burgués. Es en esas condiciones de existencia que pienso mi vínculo con lo político y que tengo la posibilidad de escribir una columna como esta.

*Docente e investigador en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco.