Opinión

Fantasmas de Marx: el discurso pornográfico de Pichetto y la inmensa hipocresía neoliberal

Por Jorge M. Gil*.

Nada mejor que las simplificaciones para incomprender la realidad. El discurso político del establishment conservador saca en procesión ideas atávicas para ahondar la grieta, gobernar por el temor e integrar adeptos. En este artículo, el economista Jorge Gil señala que "cuestiones básicas como redistribución social de la renta, desendeudamiento, equidad medioambiental, creación social del valor, progresividad fiscal, igualdad de oportunidades, jubilación solidaria, salarios reales justos, economía feminista, sustentabilidad ambiental son tildadas de propuestas marxistas porque se contraponen con el orden natural de las cosas que plantea el capitalismo".

Usamos el término "fantasma" recurriendo a su raíz griega que lo identifica como una existencia oculta que se hace visible a nuestros ojos, un espectro o un aparecido. Los fantasmas son reales, no existen en nuestra imaginación, sino que son traídos desde y hacia la realidad para recordar lo existente, lo posible y provocar algún efecto. Son parte de los "mecanismos del orden" y de los "dispositivos ideológicos" de una sociedad.

Agitar fantasmas suele ser una estrategia para el disciplinamiento individual y social y para congelar las acciones humanas. Es también una maniobra del poder frente a la rebeldía. Insuflar terror, miedo, desesperanza es un acto de la actual gobernabilidad neoliberal.

En nuestra infancia, el fantasma del "viejo de la bolsa" nos instalaba el horror de ser separados de nuestros seres queridos si no nos comportábamos adecuadamente. Y el viejo de la bolsa realmente existía y solía ser el pordiosero ambulante, bueno como el pan, pero chivo expiatorio de las desesperanzas de la niñez y del abuso autoritario de los padres.

Fantasmas económicos y la mirada de Marx

En la historia argentina siempre aparecen fantasmas que -por ser sociales- son de naturaleza económica: la inflación, el déficit cero, el FMI, la integración al mundo, el dólar, la deuda externa, el primer mundo. La mayoría de los fantasmas amenazan, recuerdan el peso de la derrota, alguna pérdida y limitan la acción ante el fracaso. Suele decirse que son contingentes, pero siempre operan, se hacen prácticas.

En términos introductorios, Carlos Marx (1818-1883) fue un sociólogo, filósofo y economista que contradijo la teoría clásica liberal a partir de consideraciones históricas y basadas en la existencia de clases en pugna en las estructuras sociales. En ese sentido puede considerarse un heterodoxo. Su libro "El Capital" (1867) sentó las bases para el análisis y la crítica del sistema capitalista e impulsó la necesidad de organización por parte de los trabajadores para alcanzar la justicia social.

Muchos marxismos

A lo largo del siglo XX, partidos políticos, movimientos reformistas y organizaciones sociales se identificaron con las distintas experiencias comunistas y socialistas e interpretaron sus ideas a su manera. El marxismo comenzó a ser transversal en el pensamiento social humanista por lo que emergieron "muchos marxismos", interpretaciones cuyo núcleo común es la crítica social.

En la política argentina su sola mención fantasmal genera escozor entre las clases dirigentes pues Marx implica algún tipo de cuestionamiento al orden establecido. Ni sindicalistas, ni estudiantes, ni intelectuales, ni políticos, nadie se encuentra cómodo al ser tildado de marxista. Sin embargo, es motivo de encanto ser considerado capitalista como una atribución de éxito.

El discurso neoliberal -binario entre Dios y el Diablo y sesgado en su intento de impulsar el darwinismo social como criterio de supervivencia- suele mencionar su nombre para provocar repudios y espantos entre las propias expresiones populares.

Pichetto, Kicillof, Nielsen

En épocas actuales, Argentina ha escuchado planteos en los que el conservadurismo criollo habla por boca de dos de sus tributarios: un populista (?) Miguel Ángel Pichetto (que considera marxista a Kicillof, candidato a gobernador por el peronismo en Buenos Aires) y otro liberal (?), Guillermo Nielsen (que define al mismo Kicillof como "marxista disfrazado de keynesiano").

Cuestiones básicas como redistribución social de la renta, desendeudamiento, equidad medioambiental, creación social del valor, progresividad fiscal, igualdad de oportunidades, jubilación solidaria, salarios reales justos, economía feminista, sustentabilidad ambiental son tildadas de propuestas marxistas porque se contraponen al orden natural de las cosas que plantea el capitalismo.

¿Es que está agazapado Marx, oculto entre las huestes de la maldad kirchnerista? ¿O en realidad habita en el peronismo cuya marcha partidaria propone vivir "combatiendo al capital"? ¿Es necesario que Pichetto y Nielsen nos lo revelen? ¿Lo hacen para echar luz o para amedrentar?

"Revolución", la palabra maldita

Si se analiza en detalle hay un término que espanta y se ha eliminado del diccionario político de los partidos populares -inclusive de buena parte de la propia izquierda-. Es el de "revolución". Es el fantasma enterrado. El peronismo dejó de presentarse como revolucionario y se reduce al posmoderno Nac&Pop; el radicalismo ha decidido olvidar al Irigoyen de 1893 y se ha entregado a ser "el otro yo" de los CEO en Cambiemos; y las izquierdas compiten para entibiarse y sumarse a una consecuente socialdemocracia.

En el diccionario del orden instituido, "revolución" ha pasado a ser una palabra maldita porque supone la violencia que engendra la historia en una sociedad hipócrita que no quiere ver que sus titulares mediáticos, sus noticias periodísticas y sus actitudes cotidianas sólo expresan violencia. Y Marx viene a decir en reemplazo de revolución.

Los discursos de Pichetto y Nielsen no recurrirán jamás siquiera a mencionar "revolución", no pronunciarán jamás el término por temor a que caiga sobre ellos la maldición de la palabra. Se agita a Marx porque no se animan a remover sus propias conciencias políticas, tan pornográficas como discriminadoras, ignorando el planteo de que la violencia es la partera de la historia.

La pregunta es: ¿por qué lo hacen? ¿Qué intentan lograr con esa aparente descalificación?

¿Por qué es negativa la calificación de marxista?

Hay múltiples interpretaciones. La primera es básica, directa, lineal y obedece a razones tácticas: ambos desean evitar que el peronismo triunfe en la provincia de Buenos Aires, restándole votos para trasvasarlos a expresiones tibias como Lavagna o al continuismo conservador de Vidal.

La segunda es conceptual. Se sabe que el capitalismo es prevalente, se considera al mercado libre como natural y ventajoso para una organización social de clases basada en la propiedad privada de los medios de producción en la que el trabajo es dependiente y factible de ser sustituido por la tecnología, la virtualidad y la informática. Conceptualmente los CEO representan la expresión de éxito económico que puede ser trasladado a toda la vida social.

La tercera interpretación es ideológica. Bajo un enfoque neoliberal se reconoce que la batalla por las ideas es determinante en el largo plazo y que posiblemente llevaría una generación el triunfo de la esclerosis conservadora sobre el marxismo, el socialismo y la planificación estatal intervencionista.

Mientras tanto el horizonte de otros fantasmas más objetivos como el FMI, más terroríficos como la reforma laboral y previsional y más crueles como la deuda externa, comienzan a habitarnos el día a día. ¿Seremos acaso capaces de diluirlos?

*Economista. Ex Rector de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco.