Política

Chubut llega a las PASO con un gobernador rodeado de vallas; con miles de estatales movilizados y en paro

La crisis económica y financiera de Chubut va tomando progresivamente la forma inequívoca de una crisis política. La provincia se transformó en una olla a presión que no encuentra válvula de escape. El gobernador Arcioni se encerró en la soledad que encubren las vallas y la policía, mientras en las calles de Rawson miles de trabajadores estatales marcharon contra el atraso en el pago salarial y lanzaron otro paro por tiempo indeterminado para la semana que viene. El gabinete cruje por las diferencias, no aparecen los fondos para saldar sueldos ni pagos a proveedores, la deuda asfixia y la inestabilidad domina el escenario. Dentro de ese clima de exasperación social votarán los chubutenses el próximo domingo.

Otra vez todo es crisis en Chubut, y la sombra del "Chubutazo" que terminó por sacar a Néstor Perl de Fontana 50 emerge en el recuerdo de los memoriosos. Los contextos y la sociedad han cambiado desde aquella situación traumática, pero la crisis económica es innegable -había que ver al ministro Tarrío rezando por San Cayetano- y ahora se reconvirtió en crisis política. El muy recientemente elegido gobernador Mariano Arcioni no encuentra salidas ni políticas ni económicas. Encerrado y aislado por las vallas y los policías que rodean la Casa de Gobierno de Fontana 50, el primer mandatario no atina a exhibir ideas coherentes ni planes de emergencia para controlar la crisis.

Los famosos 100 días de acompañamiento a los dirigentes que triunfan en las urnas se le esfumaron a Arcioni entre los dedos mucho antes de asumir. La crisis muestra un cuadro de enorme debilidad política dentro del oficialismo y genera día a día más incertidumbre sobre las perspectivas futuras de la provincia.

Miles en la calle

Más de 5.000 empleados públicos marcharon ayer por las calles de la capital reclamando por el cobro en tiempo y forma de los salarios, la eliminación del pago escalonado, la efectivización de los retroactivos, el compromiso de cancelación de los aumentos salariales acordados a través de la cláusula gatillo a futuro que se firmó en las paritarias y el restablecimiento de la obra social SEROS. Un cronista

que ha visto pasar la historia de Rawson desde el regreso de la democracia aseguró que "nunca hubo una movilización de este tamaño desde 1983; fue histórica por su magnitud".

Ninguno de esos reclamos pudo ser respondido por el gobernador o alguno de sus funcionarios de primera línea. Se limitaron a difundir versiones y promesas, como la afirma que en lugar del pago escalonado se pagaría una suma fija para todos los estatales a mediados de mes y a finales de agosto se cancelaría el resto de los sueldos.

Esas versiones que surgieron desde la boca del ministro Coordinador Federico Massoni hicieron crujir al gabinete, porque desde los equipos económicos de Luis Tarrío se descartó que fuera posible pagar 40 mil pesos fijos a todos los estatales y luego el resto en cuotas. Por eso, el ministro defendió la postura inicial anunciada del pago escalonado en tres tramos.

Números fríos y nuevo endeudamiento

Tal como está la economía de Chubut, los números no cierran por ningún lado. La deuda sigue siendo la carga más pesada, porque a pesar de que el Estado desembolsó 22 mil millones de pesos desde el 2015 -desde la asunción de Das Neves hasta ahora- el endeudamiento provincial ya ascendió a más de 43 mil millones de pesos. Los conflictos sindicales siguen aumentando mientras tanto como consecuencia de la instrumentación otra vez del pago escalonado y la suspensión de los incrementos firmados en paritarias.

La administración de Mariano Arcioni reclama la habilitación de la Legislatura para tomar otros 5 mil millones de pesos en deuda -a una tasa del mercado que supera el 50% anual- para pagar sueldos a los estatales y cancelar con el bono TICADEP las deudas con los proveedores. De ese modo confía en salir del ahogo financiero actual, pero se trataría apenas de un paliativo que no resolvería los problemas de fondo además de dejar abierta la posibilidad de recurrentes crisis futuras.

Eso no es todo

De todos modos, allí no radican todos los problemas coyunturales de las finanzas provinciales, porque a esos 5.000 millones de pesos se deben sumar los recursos que el Poder Ejecutivo no le está transfiriendo a los Municipios por el subsidio al transporte público de pasajeros junto a otros de menor relevancia.

También siguen pendientes otros 5.000 millones de pesos para cubrir la deuda de las cooperativas con CAMMESA, que crece de a 8 millones por cada día que sev demora la solución.

Además de esa "montaña" de dinero necesario de manera urgente, Arcioni tiene que prenderle una vela a cada santo para que las variables nacionales e internacionales no golpeen aún más las cuentas públicas de Chubut.

Si los resultados de las PASO exasperan a los mercados, el dólar podría dispararse y subir mucho más de lo que viene haciéndolo en estas últimas semanas; lo que impactaría notablemente sobre la deuda chubutense que está encajada en un 86% en moneda estadounidense.

Paralelamente el precio internacional del petróleo sigue en descenso y se acerca a los valores más bajos del último año, lo que golpea en los ingresos públicos por regalías petroleras porque la producción de crudo Escalante no crece lo suficiente como para equiparar o mejorar las bajas del precio internacional. Además, la recesión de la economía provincial y nacional reduce los ingresos propios y los coparticipables.

El combo económico es alarmantemente peligroso y muestra una virtual quiebra de la provincia. Ahora, con el aumento de la conflictividad de los trabajadores públicos, se profundizaz la creciente crisis política, que no solamente remite a los explosivos meses del año pasado -ya con Arcioni en el gobierno- sino que trae hasta el presente los recuerdos de los tiempos en que Néstor Perl se vio obligado a renunciar en medio de los reclamos estatales de los años '90.

En aquellos años gobernaba Menem y ahora lo hace Macri, que mucho no se diferencian entre sí, incluyendo su mirada implacable, su desprecio por el Estado y su ajuste neoliberal sobre las provincias. Los contextos y la sociedad se han modificado mucho desde aquella situación traumática, pero la gravedad de esta crisis político-económica no puede negarse. Los estatales están en la calle, al borde de la desesperación y con muy poco que perder. Esta escena se repite casi idénticamente en Rawson décadas después.