Opinión

Preguntas para un presidente sin cuerpo: Macri y su ignorancia sobre el territorio que gobierna

En un ejercicio cartográfico y colectivo repetido en escuelas públicas como privadas, nos propusimos saber cómo los estudiantes constituían el territorio de la ciudad en función de espacios de lo "agradable"; lo "desagradable" y lo "peligroso". Los resultados fueron sorprendentes. Los dirigentes políticos y el propio presidente Macri mueven hilos de un territorio que no habitan, no caminan ni conocen, y desarrollan conductas psicóticas.

Por supuesto que no había un consenso sobre estos espacios, pero mucho menos sobre sus significados, formas y dimensiones. Mientras para algunos los espacios "peligrosos" estaban en la periferia, para otros, estaban traspasando la puerta de la casa, o dentro de la casa. Peligroso no implicaba necesariamente inseguridad u oscuridad, como podría interpretar algún desprevenido. Si bien para algunos grupos de estudiantes sí, para otros, el peligro estaba dentro de un patrullero. Así sucedía con los espacios de lo agradable o desagradable. Mientras para algunos grupos la periferia se configuraba como una enorme zona desagradable, para otros, el centro de la ciudad era peligroso y desagradable. Algo quedaba claro, sobre estos conceptos no habría nada a confirmar. La única certeza era una superposición de sensaciones sobre el mundo de esa ciudad.

Nociones desde la experiencia

Alguien en uno de esos ejercicios se animó a decir que algunas de esas nociones estaban producidas desde la experiencia cotidiana en el uso del espacio, en esa producción interna que hacemos de la ciudad y el mundo. Es como si cada uno de nosotros, tuviera un mapa diferente del mundo que vive, aunque en algunas cosas, a veces coincida. Ese pequeño mapa, como ya ha sido comprobado en numerosos estudios de la percepción geográfica, produce además determinados recorridos o lugares frecuentados en mayor o menor medida. Además, produce en definitiva una manera particular de hacer las cosas "en" y "para" ese mundo vivido.

Cicatriz esquizofrénica

Este ejercicio nos llevó a preguntarnos entre otras cosas sobre qué mundo percibido operan quienes administran el territorio. Para esto vamos a tener en cuenta un elemento fundacional: la experiencia sobre ese mundo. Experiencia en el sentido del cuerpo. Así, por ejemplo, en el ejercicio, quienes experimentaban la ciudad desde el auto, las redes sociales y grupos muy definidos en escuelas privadas, diferían mucho en sus producciones de peligro, agradable y desagradable que los grupos de escuelas públicas de barrios alejados del centro de la ciudad, que además viajaban en transporte público, tenían limitaciones en el uso de datos del celular y permanentemente acusaban ser perseguidos por operativos policiales en la noche. En síntesis, las ciudades vividas tenían un mismo nombre, pero eran diferentes.

Este problema, cabe hoy en la cicatriz esquizofrénica que se crea entre aquellos que administran el territorio y quienes lo padecen.

Preguntas a los que "mandan"

¿Qué experiencia del mundo en función de escuelas, transporte público, hospitales, caminar la calle, tienen los administradores del Estado?

El arquitecto italiano Francesco Careri, es un experto en experimentar con el cuerpo la calle y se pregunta qué tipo de ciudad pueden producir quienes jamás caminan o temen a andar libremente por la calle. En ese mismo sentido, podríamos preguntarnos: ¿cómo pueden administrar la salud quienes jamás se atienden en un hospital público o deben hacer una fila a las 3 de la mañana en invierno para conseguir un turno? ¿Qué tipo de administración de la educación pública podrían producir funcionarios que llevan a sus hijos a escuelas privadas o aranceladas excluyentes, donde está casi "prohibida" cualquier medida gremial, y donde los problemas edilicios son simplemente un problema que se resuelve con el aumento del arancel? ¿Qué tipo de transporte público, podrá pretenderse de la administración de un grupo de sujetos que hace años no toma un bondi o viaja en un tren de pasajeros sin calefacción para ir al trabajo? En definitiva, ¿qué puede emerger de una experiencia sin cuerpo, una noción "del otro" que administra el territorio que vivimos?

Macri y los que "estuvieron"

En los últimos meses hemos presenciado un aparente cambio de método en campaña: "la de escuchar al vecino". Estar con el otro para "saber". En la última rueda de prensa del presidente Macri, uno de los periodistas le preguntó qué le diría a quien no tiene que darle de comer a sus hijos. El presidente, respondió: -yo he estado en la casa de muchos argentinos que tienen esos problemas-. Yo "he estado". El presidente, como sus ministros y altos funcionarios que gobiernan el país, simplemente "estuvieron", pasaron, se detuvieron en pose de escucha, unos tenues minutos como personajes de una burda obra de teatro.

Queda claro que la experiencia "estar" y escucha sorda es tan extranjera a la realidad de millones de Argentinos como los resultados que brinda la "big data" que previó resultados electorales errantes. Pero más preocupante es como establecer vínculos entre mundos tan diversos en los próximos años. Lejos de las ideas de expertos técnicos y "saber sobre", la experiencia demuestra que los más eruditos son muchas veces los más ignorantes en el barro de la calle.

Tender el diálogo entre los diferentes modos de corporizar el mundo ya no puede resolverse en el mundo simbólico, de la palabra, habrá que volver al cuerpo, a la calle, a todos los sentidos que nos constituyen desde lo más profundo como humanos que padecen. Solo desde allí y en la exigencia de que quienes administren las políticas públicas se atiendan en hospitales públicos, envíen a sus hijos a escuelas públicas y viajen en transporte público, podremos establecer planos para vivir desde lo cotidiano un mundo compartido.

Mientras tanto, seguiremos produciendo este tipo de dirigentes, que desde la psicosis, mueven los hilos de un mundo que no habitan, no caminan, ni conocen.