Política

Las vidas paralelas de Macri y Arcioni: notables y dramáticos parecidos entre el presidente y el gobernador

La llegada al poder de Mariano Arcioni coincidió con el mejor momento político de Mauricio Macri desde que había pisado la Casa Rosada. Desde entonces se produjo entre ambos un curioso paralelismo que hoy los encuentra en situaciones parecidas. Eso sí, ambos creen que podrían mejorar sus respectivas realidades antes de que concluya el año.

Martes 31 de octubre de 2017. El escribano Mariano Arcioni se prepara para asumir como diputado nacional, cargo para el que fue electo nueve días antes, al terminar primero en la elección de medio término. Segundo quedó Gustavo Menna, el candidato de Cambiemos que sin embargo igual accedió a una banca en el Congreso nacional.

En aquella elección el macrismo fue la fuerza más votada en el país, tanto que ganó hasta la provincia de Buenos Aires con la fórmula de senadores nacionales conformada por Esteban Bullrich Ocampo y Gladys González. Superaron entonces a la mismísima Cristina Fernández de Kirchner, quien no obstante alcanzó la banca de la minoría.

La mayoría de los analistas políticos consideraba por esas horas que la reelección de Macri en 2019 era inevitable y en Chubut el gobierno dasnevista se preparaba para que la ola amarilla no se lo llevara puesto. Para ello se hablaba de un sucesor que saldría entre Adrián Maderna y Ricardo Sastre, con méritos y votos propios ya que habían posibilitado, por ejemplo, que Arcioni mejorara en las generales los números de las PASO realizadas un par de meses antes.

Muerte y sucesión

Sin embargo, aquel martes murió Mario Das Neves y al otro día se confirmaría que Arcioni asumiría como gobernador, tal cual lo establecía la Constitución Provincial. Priorizó lo que eligieron los votantes en 2015 y le dejó la banca a la docente Rosa Rosario Muñoz.

Su llegada al gobierno provincial coincidía en aquel contexto con el mejor momento de Mauricio Macri desde que le había ganado el balotaje a Daniel Scioli.

El Presidente se sentía ratificado en las urnas, pese a que aún debía -y debe- los meneados brotes verdes, la lluvia de inversiones y la luz al final del túnel, por no hablar de "pobreza cero" o del fin de la grieta.

Alianzas peligrosas

Antes de llegar al gobierno, Arcioni había tejido una red de contactos preparándose por si se presentaba la ocasión en el momento menos pensado, tal como finalmente ocurriría.

Se recostó en quienes consideraba de máxima confianza, como Fortunato Rafael Cambareri, Sergio Mammarelli y Daniel Taito, quien acercó a Federico Massoni, por entonces asesor de la inefable diputada Cecilia Torres Otarola, quien tuvo más éxito como influencer que como legisladora.

De esa mesa chica salió la conclusión de que lo mejor era estrechar vínculos con el gobierno nacional, para lo cual en diciembre de ese año respaldó -a través de la diputada Muñoz y el senador Alfredo Luenzo- la reforma a la Ley Previsional que dejaría como saldo un recorte en los haberes de jubilados, pensionados, AUH, ex combatientes y otros sectores postergados.

Sus buenos vínculos con Macri, a través de Rogelio Frigerio (n), le aseguraban a Arcioni que no hubiera demoras en la coparticipación, o que incluso se la anticiparan si tenía problemas de caja, como quedó expuesto a comienzos de 2018 cuando empezó a pagar los sueldos de los empleados públicos y de los jubilados en forma escalonada.

Claro que aquel pago en cuotas difería del actual en que al menos tenía un cronograma preciso que se cumplía, no como ahora que por ejemplo para el mes que empieza solo se sabe que el miércoles 11 de septiembre habrá 30 mil pesos para todos y el resto quién sabe cuándo.

Autoritarismo y declive

El reclamo estatal del año pasado en Chubut no alcanzó los ribetes dramáticos del actual porque además la economía en general aún exhibía algún dinamismo y los interlocutores oficiales del gobierno no provocaban irritaciones como ocurre en la actualidad, cuando si no es Massoni el que instiga a la represión, es el intendente de Trelew el que amenaza con empezar a echar empleados que no trabajen -de hecho, ya despidió a los.sacrificados vendedores de tarjetas de estacionamiento-.

Sin embargo, el año pasado también hubo algún lenguaraz que se preguntaba públicamente si para obtener fondos no convenía "mandar a las chicas de la provincia a ejercer la prostitución".

Fue en esa época también cuando comenzó el declive de Macri en la imagen pública, luego de la primera gran corrida cambiaria que desencadenó su ineficaz gestión y así como él había avalado e incentivado a la provincia de Chubut -como al resto- a endeudarse en dólares, su administración acudía presurosa al FMI.

La especulación

El verano 2018-19 también encontró a Macri y a Arcioni atravesando disyuntivas parecidas ante las elecciones que se les venían y en donde ambos aspiraban a ser reelectos.

Mientras el Presidente intensificaba sus persecuciones judiciales a todo lo que oliera a kirchnerismo, el gobernador local procuraba influir sobre las causas de corrupción denunciadas a lo largo de 2018 y que involucraban a otrora prominentes figuras del dasnevismo que lo cobijó a él mismo, aunque luego los ignoró.

Al conseguir despegar su gestión como vicegobernador de las andanzas de Diego Correa y su banda -cuyas fechorías que hoy se exponen en el juicio que comenzó el martes 20 de agosto pasan desapercibidas ante el polvorín en que se ha convertido la provincia con piquetes y cortes de ruta por doquier-, Arcioni se consideró apto para la reelección y tejió las alianzas necesarias para intentarlo.

Lo ayudó la dispersión peronista y las ilusiones que mantenían los últimos macristas. Por eso se especuló con que podría hacer una alianza con el Presidente, como impulsaba Frigerio contrariando los deseos de Marcos Peña Braun, ciegamente convencido de apostar por Menna para ganar la Gobernación.

Macri lo ayudó a ganar

Ayudado por Nación, Arcioni salió del pago escalonado antes de las elecciones y hasta acordó mejoras salariales para los empleados públicos. Ganó las PASO del 7 de abril, dejando tercero al candidato del macrismo.

De todos modos, le permitió a Macri decir entonces -y repetir en las generales del 9 de junio- que lo importante era que había perdido el kirchnerismo, representado en Chubut por Carlos Linares.

Por entonces, Macri aún apostaba a la división peronista, por lo que la vuelta al redil de Sergio Massa -arrastrando a Arcioni- lo descolocó tanto como el anuncio de la candidatura presidencial de Alberto Fernández que no pudo mitigar en lo más mínimo al completar su propia fórmula con el rionegrino Miguel Pichetto, un hombre siempre entregado al mejor postor pero sin votos propios ni en Sierra Grande.

Contando los días

El resto es más reciente. Con más aire que Arcioni, Macri le cortó el grifo a Chubut y el gobernador empezó a tomar conciencia de lo doloroso que resulta no saber administrar. Es lo que le pasa al Presidente ahora, cuando culpa al resto de todos los males que él provocó y pide "comprensión y responsabilidad" a los mismos que afectó con sus medidas.

Son las palabras que también salen seguido de la boca de Arcioni cuando intenta convencer a los estatales de que fue una conjunción de astros lejanos la que hace que no les pueda pagar sus sueldos; ni garantizarles obra social; ni mejorarles las condiciones de trabajo.

Así como la mirada del otro -el mundo al que quería pertenecer- lleva hoy a Macri a desdecirse de su historia de siempre y a adoptar medidas en las que nunca creyó, a Arcioni lo llevan a sentarse en la mesa de negociación con los gremialistas del Estado poderosos sindicatos como el petrolero, que lo apoyó desde el primer día; lo alentó a seguir gobernando la provincia hasta 2023 y le recuerda cuál es la principal fuente de ingresos con la que cuenta ahora que no hay más anticipos de coparticipación desde Nación, ni posibilidad de contraer nuevas deudas.

Y así como Macri busca compartir responsabilidades en lo que viene con el Congreso, Arcioni apela a la Legislatura para no tener eventuales problemas judiciales por decisiones que toma en su noche más larga.

En el olvido ha quedado aquella fulgurante promoción que realizaba hasta no hace mucho el gobierno provincial de contar con un ex ministro de Economía de la Nación -Miguel Peirano- como asesor para superar la crisis financiera. Sin funcionarios que estén a la altura de los acontecimientos, Arcioni ha pasado gran parte de la última semana desmintiendo lo que anuncia su propio ministro de Economía, o las renuncias que anticipan en los medios otros integrantes de su deshilachado gabinete.

Macri, en tanto, ya no pide que nos enamoremos de Christine Lagarde, sino que al menos le festejemos los trucos al Mago Sin Dientes.