Pueblos originarios

Juan Calfucurá y la épica del mayor soberano de la historia argentina

Jefe militar, político y hábil diplomático, Juan Calfucurá dominó gran parte del territorio que hoy conocemos como Argentina durante tres décadas del siglo XIX. Ahora sus restos profanados serán restituidos y un grupo de intelectuales y artistas encabezarán una jornada de actividades.

Toda nación construye su memoria a partir de una selección de recuerdos y olvidos, en un proceso continuo, plagado de operaciones, disrupciones y contradicciones. La resistente evocación mapuche de Juan Calfucurá es un ejemplo, pero no cualquiera.

Desde 1834 hasta su muerte en 1873, este gran cacique dominó gran parte del territorio que actualmente entendemos como Argentina, ejerciendo su autoridad durante el periodo rosista y en las primeras etapas de lo que conocemos como proceso constitutivo del Estado nacional.

"Fue el mayor soberano de la historia argentina", sentencia Guillermo David, investigador de la Biblioteca Nacional y autor de El indio deseado, donde desmenuza aspectos de la vida de Calfucurá y la de su nieto beatificado Ceferino Namuncurá.

Aunque resuene un tanto grandilocuente, la caracterización tiene bastante asidero y verdad histórica: entre otros cargos, Jefe Supremo del Gobierno de las Salinas Grandes durante casi cuarenta años, no sólo era considerado detentor de poderes sobernaturales. Calfucurá ejerció la jefatura militar, política y económica de un territorio y población incluso aún mayor que el de vecinos y contemporáneos estados criollos, como la Confederación Argentina y Chile.

"Ya sea liberal, revisionista o de izquierda, todas las corrientes historiográficas ubicaron a los pueblos originarios y sus líderes en el lugar de víctimas del Estado en construcción y los poderes económicos. Pero nunca como agentes históricos y políticos con sus modalidades de construcción de sociedad y Estado, con sus estrategias diplomáticas, guerreras, comerciales o de intercambios culturales. Calfucurá construyó un proto Estado, cuando no un Estado", explica David.

El intento por eliminar de nuestra memoria las épicas y figuras indígenas no fue sólo responsabilidad de la disciplina histórica y sus especialistas, los historiadores. Los propios protagonistas criollos del pasado iniciaron ese camino de censura: seis años después de su muerte, la tumba de Calfucurá fue profanada por oficiales de la llamada Campaña del Desierto, comandada por Julio Argentino Roca, y su calavera terminó en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata.

"Fue el mayor soberano de la historia argentina"

En los próximos meses, estos restos serán restituidos fruto de una extensa disputa por parte de sus descendientes y gracias al apoyo de intelectuales, artistas y activistas, organizados en la Comisión Intercultural Piedra Azul, compuesta por Roberto Aramayo (referente diaguita, Parlamento Plurinacional), Miram Liempe (referente mapuche y representante de los pueblos originarios en a CTA Autónoma), Nilo Cayuqueo (referente mapuche de la provincia de Buenos Aires); Silvina Ramírez (abogada, especialista en derechos indígenas), Guillermo David (curador y escritor) y Maristella Svampa (socióloga y escritora); y a la que se sumaron Diana Dowek, Graciela Hernández, Maggie de Koenigsberg, Diulio Pierri, Felipe Pigna, Daniel Santoro, Nora Cortiñas y Adolfo Pérez Esquivel.

Varios de ellos participarán este martes 17 de septiembre de una jornada cultural para dar visibilidad a la historia de Juan Calfucurá y la problemática indígena.

Fuente: Canal Abierto