Opinión

La política de la pecera: el conflicto como ensayo de una crisis inducida y contradicciones K

Por Sebastián Sayago*.

La vida del pez en la pecera suele ser monótona y predecible al menos para quienes la observamos desde el exterior. Quizás para el pez resulte apasionante. Avanza hacia una de las paredes del recipiente y luego, como si fuera su decisión, va en sentido inverso, hacia la pared opuesta. Se puede entretener en el medio. Pero, por supuesto, no puede atravesar el vidrio. De hecho, no lo ve, no sabe que es una frontera artificial e insoslayable. Es posible una analogía entre la vida en la pecera y la crisis en/de Chubut. Como siempre que se analiza un fenómeno a partir de una relación analógica, se iluminan algunos aspectos y se pierden de vista otros. La perspectiva también nos enfrenta a una pared invisible.

En marchas y asambleas de los gremios en lucha se ha dicho que el conflicto de Chubut es un ensayo de crisis inducida, una especie de terapia de shock para provocar frustración, angustia, confusión y finalmente resignación.

Al final de este proceso, la sociedad estaría dispuesta a aceptar peores condiciones de vida y alternativas económicas que, con la promesa de puestos laborales, serían muy perjudiciales a corto y largo plazo. Como la megaminería, por ejemplo.

Desde esta perspectiva, el ajuste que realiza el gobierno de Mariano Arcioni para pagar la deuda externa es un anticipo de la profundización del ajuste que haría el próximo gobierno nacional para honrar la deuda con el FMI. Seríamos peces a los que una voluntad perversa les niega el alimento.

Puede ocurrir que se piense que esta hipótesis es producto de una imaginación conspirativa, que no hay un plan maquiavélico que juegue con el sufrimiento de la gente y aproveche de esa manera las debilidades de la democracia liberal. No existe la pecera y, si existiera, seríamos nosotros quienes eligiéramos al administrador del alimento.

El devenir de la crisis de Chubut puede verse también como un ensayo dentro de un escenario futuro más evidente: la gestión kirchnerista de los problemas de sus propios gobernadores. No es que Arcioni haya sido un kirchnerista de la primera hora, pero es un gobernador que ha ofrecido su lealtad en bandeja y eso es algo que siempre se acepta.

Lo hizo también Martín Buzzi cuando abandonó el barco dasnevista para saltar al crucero de Cristina. El mensaje de Alberto Fernández en apoyo a Arcioni fue claro en ese sentido: hay que apoyarlo, él no es responsable de la crisis; simplemente la heredó. El agua de la pecera está en mal estado, pero él no tiene nada que ver.

La contradicción kirchnerista

En las todavía recientes elecciones para gobernador, el kirchnerismo identificaba al candidato dasnevista con el gobierno nacional: "Arcioni es Macri", repetía Carlos Linares. Luego de la conversión kirchnerista del ?heredero', esa matriz discursiva varió ligeramente: "Los culpables de la crisis son Arcioni y Macri".

Esto es lo que todavía se dice y se escucha, pero el mensaje de Alberto Fernández fue claro: Arcioni es uno de los nuestros, ayudémoslo. Es decir, compartamos la responsabilidad (?su' responsabilidad).

Para los trabajadores estatales en lucha identificados con el kirchnerismo, esta contradicción es amarga. En primer lugar, asumen que Arcioni es un oportunista que arribó al kirchnerismo de la mano del volátil Sergio Massa. En segundo lugar, saben que tiene responsabilidad directa en la crisis (no solo ?heredó' la deuda sino que también la incrementó. Además, en su campaña electoral, mintió sobre la situación de la provincia. En tercer lugar, el apoyo de A. Fernández a Arcioni resulta tan cuestionable como el apoyo también brindado a Jorge ?Loma' Ávila, responsable del embate contra los docentes en 3 y 26, el 4 de septiembre.

La percepción de esta contradicción va de la mano de otras. En su gira de campaña, A. Fernández ha anunciado su voluntad de profundizar el extractivismo minero y puso como ejemplo el ?desarrollo' de San Juan. Es fácil anticipar lo que eso supone en Chubut.

Con matices críticos, confirmó su voluntad de seguir negociando con el FMI y de cumplir los objetivos pactados con mayor eficacia que Macri. También se quejó de la inestabilidad de la economía, diciendo que desalentaba las inversiones de los empresarios. Quien quiera oír que oiga.

La posibilidad de debatir las cuestiones de fondo

Desde el gobierno provincial, el gobierno nacional, el kirchnerismo, los grupos empresariales, los sindicatos oficialistas y diversos sectores de la ciudadanía, se apunta a una ?normalización' de la crisis, al disciplinamiento de los gremios rebeldes y los trabajadores en lucha, a los efectos del cansancio y la frustración. Que la pecera vuelva a estar en orden.

La semana pasada, un grupo de padres y madres, acompañado por docentes y niños, desalojaron de manera significativamente agresiva a docentes que habían tomado la Escuela N°1, en Comodoro.

Lo hicieron motivados por la defensa del derecho de educación de ?sus' hijos. La preservación del milimétrico espacio de vida, la pequeña área en el que impera el individualismo.

Otro modelo de administración

Hace meses que diversos sectores que participan o apoyan la lucha de los trabajadores estatales proponen la discusión de la renta en la provincia. Rechazan la idea de que mágicamente no haya plata y seamos, de la noche a la mañana, una provincia pobre. También proponen auditar la deuda en dólares: antes de seguir pagándola habría que estudiarla, saber en qué se usaron realmente esos fondos.

Esbozan un modelo de administración estatal ubicado del otro lado de la pared de la pecera. Es una imagen construida con deseo y con la convicción de que el modelo de la pecera es injusto y perjudicial. En ese modelo alternativo, la educación pública es realmente una prioridad, con sueldos pagados en tiempo y forma, edificios adecuados, programas de capacitación permanentes, experiencias de innovación pedagógicas; el servicio de salud es más amplio y eficiente, con instalaciones adecuadas, con extensión hacia las zonas de mayor pobreza para promover una salud integral en los grupos más vulnerados; el sistema judicial funciona con celeridad y eficiencia; hay políticas de acción social orientadas a revertir los sostenidos procesos de exclusión. Se planifica la transición hacia una economía basada en valores ecológicos.

En ese esquema, las grandes empresas ganarían menos y pagarían más impuestos, lo que sería invertido en las áreas prioritarias del gobierno. El Estado estaría administrado por equipos integrados por gente honesta y los casos de corrupción en el ejercicio de la función pública serían castigados con severidad.

Quien le roba al Estado les roba a todos

Es evidente que ese modelo está del otro lado del vidrio, en ese lugar inexistente para los peces acostumbrados a la mezquina seguridad de la pecera.

Como sociedad, estamos perdiendo la posibilidad de debatir cuestiones de fondo, como las causas de este modelo de provincia débil e inestable que padecemos desde hace años. El futuro podría ser diferente, podría ser mejor, si nos animáramos a romper un límite que es principalmente ideológico.

*Docente e investigador en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco.