Opinión

Un militante recuerda al "Flaco" Bel: los grandes hombres nunca mueren

Por Patricio Torne *

Por estos días leo sobre distintas actividades que los compañeros, mis amigos, hermanos de Trelew, están llevando adelante en las que el nombre de Elvio Ángel Bel se repite hasta borrar el tiempo y la distancia, y el hecho me produce una mezcla de emoción y de congoja inevitables. Pasa que, como dicen esas actividades, en unos poquitos días -el próximo lunes 11 de noviembre- comienza el juicio por el secuestro y desaparición del "flaco", como le decíamos en aquellos años, cuando su militancia, su solidaridad, eran un motor imparable que, a pesar del tiempo, aún me parece ver en movimiento.

Desde los crímenes de agosto de 1972, nada en Trelew, Rawson y los alrededores, fue lo mismo: el poder de la marina, con asiento en la Base Aeronaval Almirante Zar, se transformó en una Espada de Damocles pendiendo sobre la cabeza de esa población que ya sabía de luchas y actos solidarios. El Flaco Bel, como muchos ciudadanos del lugar, fueron parte de esos vecinos solidarios que se hicieron apoderados de muchos presos políticos que de todo el país llegaban a Rawson cuando la "dictablanda" o, mejor dicho, la dictadura inaugurada por Onganía, que con Lanusse alcanzó su máxima expresión sanguinaria con la masacre de Trelew.

La vuelta de la democracia en el 73 no cambió para nada el estado vigilante de esos uniformados que ya habían demostrado de lo que eran capaces. Apenas transitados unos meses de esa democracia enclenque, la militancia comenzó a recibir los primeros golpes: a finales del 74 ya había varias detenciones de compañeros y vecinos que pasaron a estar a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, entre ellos Emilser Pereyra (fotógrafo del diario Jornada y autor de las fotos de los compañeros fugados de la cárcel de Rawson), junto a su compañera Miri.

Emilser, como otros militantes, fueron llevados a Devoto, pero a Miri, y un par de compañeras más, las dejaron en Trelew. Por muchos meses estuvieron presas en la comisaría Primera de Trelew, donde nosotros las íbamos a visitar. Fue por entonces cuando me tocó tratar más asiduamente al flaco.

Él era un reconocido militante del PC que, por razones de seguridad, no iba a visitar a las presas que estaban en la comisaría, y a nosotros nos tocaba hacer de puente entre lo que las compañeras requerían, y el flaco se encargaba de conseguir, desde chinelas y zapatos de su propio negocio, a otros elementos que la solidaridad de la gente se encargaba de hacer llegar.

La mayoría de esos detenidos a disposición del PEN saldrían exiliados en el año 75, meses antes de que nosotros mismos fuésemos apresados. A Emilser, la muerte lo encontró tempranamente en Venezuela, donde habían partido con Miri, sin poder regresar.

Bel y la militancia

Recordar a Bel es recordar un tiempo en que la militancia no se pensaba como un gesto heroico, ni como una carga que alguna vez tendría sus frutos, muy por el contrario, recordarlo a él es recordar a los compañeros que nunca supieron de otra cosa que no sea de la entrega y la solidaridad necesaria para sentirse profundamente humanos, cuyo fruto sería un mundo mejor para todos.

En noviembre del 75 fuimos la última tanda de detenciones que hubo en Trelew. Ya para entonces, sujetos a mínimas reglas de seguridad, habíamos dejado de vernos con el flaco; hacía meses que no nos cruzábamos para intercambiar prensas y noticias de los compañeros.

La noticia de su secuestro me encontró en el Pabellón 5 de la cárcel de Rawson, pero todavía no estábamos en condiciones (o yo no lo estaba) para dimensionar la tragedia. Ahora él es parte de esos 30 mil que llevamos en el corazón, y a la vez es alguien que me habla de cosas particulares, casi personales, donde caben la memoria de esos hermanos gloriosos y una geografía entrañable que alguna vez sentí, y siento, como mi casa.

Encima, como para que el recuerdo se vuelva una marca a fuego, el juicio se va a llevar a cabo en el Casino de Oficiales de la cárcel de Rawson. El mismo lugar por donde también pasó, y fue torturado hasta provocarle la muerte, el petiso Amaya.

Por estos días mis hermanos, compañeros, amigos de Trelew, me devuelven la certeza de que los grandes hombres nunca mueren, que, como en este caso, siempre habrá una Hilda que luchará incansablemente hasta llegar a este juicio; un hijo como Pablo vuelto sostén, Un Centro Cultural por la Memoria como el de Trelew, decenas y decenas de viejos y nuevos militantes velando por la memoria, y funcionarios como el fiscal Gélvez.

Por estos días, mi corazón anda por las calles de Trelew con esa tristeza que te dejan cuando se van los indispensables, y la alegría que generan los que siempre estarán para recordarlos y, como ahora, exigiendo Memoria, Verdad y Justicia.

*Patricio Torne (Helvecia, Santa Fe, 1956) está radicado en Villa Mercedes (San Luis) desde 1985. Es un destacado escritor, periodista cultural, crítico y artista plástico. Coordina talleres de escritura en la Universidad Nacional de San Luis. Militante político y de Derechos Humanos, estuvo detenido en la Unidad 6 de Rawson desde 1975. Entre sus obras se destacan Órbita de Endriago (1988), Helvecia y otros tópicos (1989), Donde Muere la Lógica (1992), Anacrónica (2000), Perros (2010), Materialismo Dialéctico y Perros y más perros (2013), Frenesí (2017) y Capital Simbólico (2017).

** El esperado juicio oral y público por la desaparición de Elvio Ángel Bel comenzará en Rawson el próximo lunes 11 de noviembre a las 15, a 43 años del hecho. Su parte sustancial durará una semana y su tramo final se trasladará durante dos días a Comodoro Rivadavia