Cultura

El irlandés, la despedida de los grandes

Por Pablo Strozza.

El Dream Team basquetbolístico de Michael Jordan, "Magic" Johnson, Scottie Pippen, Larry Bird y Charles Barkley, entre otros, que ganaba sus partidos en los Juegos Olímpicos de 1992 por decenas de puntos, dada su superioridad por ser parte de la crema de la crema de la NBA. O la banda que acompañó a Miles Davis en la grabación de Kind of Blue, que contaba entre sus miembros con John Coltrane, Bill Evans y "Cannonball" Adderley. O los Travelling Wilburys, ese supergrupo rockero formado por Bob Dylan, George Harrison, Roy Orbison, Tom Petty y Jeff Lynne. Al ver el elenco de El irlandés, la nueva película de Martin Scorsese, todas estas comparaciones resultan atinadas. Y es que sólo el director de Taxi Driver es capaz de reunir, en el crepúsculo de su carrera, a actores contemporáneos suyos que brillaron en Hollywood desde los años 70 como Robert de Niro, Al Pacino, Joe Pesci y Harvey Keitel para rodar una película de más de tres horas. Una película que los hace brillar como las estrellas que son y que hace tiempo que no eran, gracias a un director que casi nunca bajó su nivel de excelencia. Y, dado que todos son hombres que promedian los 70 años, un largometraje que puede ser visto como una gran despedida de todos y que al mismo tiempo los homenajea. Sin exagerar, El irlandés funciona como la película definitiva sobre la mafia. Un grandes éxitos de toda su carrera pero sin ánimos de sacar exclusivamente rédito económico: acá lo artístico pesa, y como.

Ya el plano secuencia inicial da cuenta de eso: la entrada al geriátrico donde Frank "El irlandés" Sheeran pasa sus últimos días recuerda enseguida al mismo recurso de la cámara sin cortes que Scorsese utilizó en la famosa entrada al restaurante de Ray Liotta en Buenos muchachos. Y es que todo va a remitir a algo que ya hayamos visto, pero siempre con algún agregado que lo resignifique. Ahí está De Niro, que envejece como el Vito Corleone de El Padrino II (o también como el Michael que supo encarnar Pacino en El Padrino III). Pacino, como el líder sindical camionero Jimmy Hoffa ("En los 50 era tan popular como Elvis. En los 60, como los Beatles"). Pesci, en otra actuación memorable, (otro mérito de Scorsese el de rescatarlo de su retiro) en la piel del capo mafia Russell Borsalino, quien posee una particularidad en su accionar que no revelaremos por miedo a la maldición del spoiler. El doble flashback como recurso narrativo. Y la música, de la mano de otro viejo conocido del Tío Marty: Robbie Robertson, ex líder de The Band (el grupo de apoyo más famoso con el que contó Bob Dylan), que estuvo frente a la cámara del director en el rockumental The Last Waltz y que aportó lo suyo en el soundtrack de El color del dinero (película de 1986 subestimada dentro de la filmografía de Scorsese, protagonizada por Paul Newman y Tom Cruise).

Tal como ocurrió con Roma, la última película de Alfonso Cuarón, El irlandés fue financiada por el gigante del streaming Netflix. Este hecho limitó su exhibición en cines por una semana y en lugares exclusivos (Villa Devoto en Capital Federal y Ezeiza en el Gran Buenos Aires), para que, por motivos obvios, la gente vea a través de la aplicación. Pero a diferencia de Roma, que tal como dijimos desde #BORDER era mejor verla en pantalla grande que en la TV, en el caso de El irlandés la experiencia de la pantalla chica no resta, más allá de que este comentario se haga tras percibirla en el cine. Y esta recomendación no pasa por la extensión de tres horas y fracción sin intervalos (que, justo es decirlo, no se notan en la sala). Desde lo fílmico, el chiste de De Niro contando a cámara sus recuerdos es similar al de cualquier documental de esos que abundan en Netflix. No es disparatado pensar en que Scorsese fue consciente de que esta obra casi ni se va a ver en las salas, y que haya rodado con estos preceptos. Otro punto a favor de Martin.

En una película con tantos actorazos se esperan los contrapuntos entre unos y otros. Y los hay en abundancia: De Niro y Pesci (y de vuelta Buenos muchachos como faro); De Niro, Pesci y Keitel; Pesci con Pacino (espectacular) y De Niro con Pacino. En una de estas escenas que comparten los dos últimos, Pacino se va a dormir en una cama matrimonial de una suite de hotel y deja la puerta entreabierta, mientras De Niro hace lo mismo en un sofá cama afuera, cuidándolo. Un leiv motiv de El irlandés, que sirve como metáfora final de todos los temas que Scorsese trató en su filmografía: la amistad, la religión cristiana, el Judas traidor, el ocaso del que tuvo todo. Acá hay que sumarle un humor por momentos tarantinesco y la ausencia de una mujer rubia como co protagonista, otra constante en su obra. Por todo este listado incompleto es que El irlandés funciona como un Greatest Hits de Scorsese, de la mano de sus actores / Travelling Wilburys. Y, también, como una despedida anticipada, pero no trágica como las de David Bowie o Leonard Cohen. Por lo que se ve, entre este conjunto de estrellas hay salud, hay dinero (de sobra) y hay amor.

Fuente: Border Periodismo