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Archivos El Extremo Sur / Camila, muerta a los 14 por Hantavirus: "se hubiera salvado si hubieran actuado antes"

Por Marcelo García (Exclusivo/El Extremo Sur)

Erika Matus es la madre de la adolescente que falleció por Hantavirus y se transformó en la primera víctima de las 11 que se cobró el brote de Epuyén. En diálogo exclusivo con El Extremo Sur, Erika rompió el silencio que la mantuvo alejada de toda exposición pública y contó cómo se precipitaron los hechos que llevaron a la muerte a su hija Camila, las dudas que sigue teniendo todavía sobre lo sucedido y la forma de contagio, los errores cometidos por el sistema sanitario, la falta de aislamiento, la desidia gubernamental y el inmenso dolor que la invade junto a toda su familia.

Camila Troncoso se llamaba la adolescente de 14 años que falleció el 2 de diciembre del año pasado como consecuencia del Hanta. Ella estuvo en el cumpleaños que se realizó en el salón de fiestas de Epuyén. Casi un mes después se encontraba internada en la terapia intensiva del Hospital Zonal de Esquel con respirador artificial. Los esfuerzos médicos no fueron suficientes y el Hantavirus Andes se cobró en ella la primera víctima fatal en el peor brote de la historia en la Comarca Andina Patagónica.

Ese domingo de diciembre, a media tarde, los padres fueron informados de que la jovencita había fallecido. La principal causa invocada fue la enfermedad que recién comenzaba a transformarse en el peor brote de la historia de la Comarca Andina Patagónica. Ese brote, que provocó 11 muertes y 34 infectados confirmados fue catalogado mucho después de su inicio por los ineficientes funcionarios provinciales como una "tragedia".

"A mi hija ya no me la va a regresar nadie, pero me gustaría saber si en verdad fue o no Hanta. No dejo de pensar que si los médicos de Epuyén hubiesen actuado antes, la hubiesen trasladado a Esquel -porque ya sabían que había otros pacientes con Hanta- quizás se hubiese salvado", reclamó Erika oscilando entre la esperanza sin destino y las dudas acerca de si el acontecimiento pudo haber tenido un curso diferente para una adolescente que tenía toda una vida por delante.

A ambas se las ve juntas, felices y sonrientes en la foto que publica hoy El Extremo Sur. Quizás sea la mejor imagen que pueda mostrarse -con la autorización de los padres- en medio de esta tragedia familiar que forma parte de la gran tragedia que aún golpea y mete miedo en Epuyén y toda la Comarca Andina del Paralelo 42.

La fotografía exhibe en silencio numerosas preguntas que deben ser respondidas por las autoridades de Salud -locales, provinciales y nacionales. Si pudieran superar su cinismo, los funcionarios deberían obligarse cada vez que vean la imagen de Camila a instrumentar las campañas de prevención, realizar las inversiones necesarias y concretar el accionar coordinadamente adecuado frente a cada nuevo caso de Hantavirus que se produzca en el futuro. Erika, la madre doliente de Camila, vivió casi toda su vida en Epuyén y trabaja como auxiliar en un jardín maternal del pueblo. Su madre y abuela de Camila también estuvo infectada de Hantavirus cuando ella estaba embarazada de Camila; hace casi 15 años atrás. Sin embargo, luego de varios días internada logró superar la enfermedad.

A esta mujer que atravesó esta tragedia indescriptible se la oye con mucha entereza, aunque inevitablemente se quebró cuando el recuerdo se convirtió en un dolor invasivo. A pesar de todo apela a la valentía y la fortaleza para seguir adelante. A sus 37 años tiene que ofrecer futuro y afecto a sus otros dos hijos de 7 y 10 años. No es nada fácil lograrlo, porque el vacío inmenso que le provoca la falta de Camila no podrá ser llenado por nada ni por nadie.

Del dolor a las preguntas y las dudas

El dolor que siente Erika, su esposo Rene Troncoso, los hermanos menores de Camila y toda la familia no se vincula solamente a la muerte de la adolescente, sino que se abren a múltiples caminos de dudas, preguntas y desidias. Algunas se vinculan con las causales del contagio. "Estuve en el cumpleaños y mis otros hijos o también, pero no tuvimos contacto con don (Víctor) Díaz -el paciente cero con el que se inició el brote-; ni siquiera nos acercamos a saludarlo, y tampoco con los que estaban en esa mesa", aseguró.

Durante el diálogo la invaden las preguntas sobre las causas del fallecimiento, y le faltan respuestas. Tiene dudas de que haya sido Hanta y de cómo se contagió, ya que ninguno de los miembros de su familia contrajo la enfermedad sin haber tenido los cuidados mínimos. Se pregunta por qué no estuvieron "aislados" de manera obligatoria, por qué no se les advirtió del contagio entre humanos, por qué se erró el diagnóstico inicial y por qué se repitió hasta el infinito la ausencia de funcionarios para darles explicaciones.

El otro camino conduce directamente a la desidia, porque Camila estuvo varios días con síntomas que no pudieron ser identificados con claridad en el Hospital de Epuyén, porque tampoco se le dio un tratamiento adecuado en las primeras visitas que realizó a la Guardia y porque cuando fue trasladada a Esquel la llevaron con el diagnóstico de "apendicitis".

Esas dudas pueden extenderse a los altos rangos del Ministerio de Salud de Chubut, ya que en los partes oficiales nunca aparece informado el fallecimiento de Camila Troncoso, a pesar de que los médicos de Esquel le mostraron a la familia una captura de pantalla de WhatsApp donde desde el ANLIS-Malbrán habían confirmado como positivo el caso de la adolescente. Pese a eso, su muerte nunca fue notificada oficialmente en el actual brote de Hanta. Los partes comenzaron a difundirse posteriormente a la fecha del deceso, y sin muchas explicaciones su muerte aparece incluida junto a otra recién en el parte número 7 del 13 de diciembre.

Del mal trato a la apendicitis

"Estuvo varios días internada en Epuyén y el diagnóstico fue una apendicitis que al final no era, un solo médico del hospital que la atendió por guardia porque tenía un poco de náuseas sospechó que podía ser Hanta. Eso fue el miércoles 28 de noviembre, y por eso la llevamos a El Bolsón para hacerle todos los estudios más rápido. Al día siguiente ya teníamos los análisis y las placas" relató Erika con entereza.

Lamentablemente ese 29 de noviembre les tocó atravesar el primer mal trance cuando volvieron a concurrir a la Guardia de Epuyén y fueron atendidas por el doctor Raúl Claverie. "El doctor Claverie nos atendió re contra mal, abrió los análisis, me preguntó si no sabía leer queriéndome decir que la había llevado de gusto al médico y me dijo ‘su hija esta perfecta, no tiene nada', pero ella seguía con náuseas y un poco de fiebre. Nos dieron un ibuprofeno y nos mandaron de vuelta a la casa", recordó la madre aún con bronca e indignación por el trato y la respuesta recibida.

Esa mismo noche, ya casi en la madrugada del 30, tuvieron que volver "como pidiendo permiso" -aseguró Erika- a la Guardia de Epuyén, porque Camila había levantado mucha fiebre y no sabían muy bien qué hacer. "Cuando tuvo los primeros síntomas de que le faltaba el aire, en la Guardia creyeron que se trataba de un ataque de pánico por el encierro, estábamos todos muy asustados, le pusieron suero e intentaban bajarle la fiebre", contó y se le vino a la mente que el mismo 30 en el hospital le iban a dar el ata porque la adolescente estaba muy molesta con el encierro.

Erika narró que esa misma noche del 30 a Camila le comenzó a doler la panza, que tenía muchas dificultades para orinar e ir de vientre y lo que más le manifestaba era que tenía dolores musculares y mucho cansancio. "Ella le dijo al médico que le dolía como en la zona del apéndice y ahí fue cuando llamaron a Esquel, hablaron con el cirujano y el sábado ya estaba internada allá", describió.

Sospechas de Hanta y desenlace

La mamá se encargó de marcar la diferencia con que fueron recibidas y atendidas en el Hospital de Esquel con respecto a la desidia y la irresponsabilidad evidente del médico Claverie y sus asistentes. "En Esquel nos atendieron muy bien cuando llegamos esa noche y al ratito le hicieron unas placas. La doctora le dijo que tenía neumonía atípica", lo que para la familia resultó una especie de buena noticia para el sábado 1 de diciembre porque habían llegado con el diagnóstico de apendicitis que debía solucionarse en el quirófano. En realidad, es lógico suponer que el Hanta había comenzado a tomar más fuerza atacando los pulmones de la paciente y dando muestras del verdadero origen del cuadro por el que atravesaba Camila.

Lo que parecía algo menor se transformó en el tránsito letal que comenzaba recorrer la adolescente, que ya estaba recibiendo suministro de oxígeno frente a las dificultades para respirar. Mientras el cuadro se profundizaba, los médicos de Esquel le efectuaron los análisis de Hantavirus, aunque se debía esperar varios días para recibir los resultados del Malbrán.

"El domingo a la mañana (2 de diciembre) estaba en sala común de pediatría con aislamiento y el médico nos dijo que la iban a trasladar a terapia con respirador; nos dijo que era para mayor seguridad y que la iban a inducir a un coma para que ella pudiera estar más tranquila", narró Erika antes de volverse a quebrar; porque esa misma tarde a las 17.30 horas le informaron del deceso de su hija.

Los recuerdos, el dolor, la angustia y la tristeza invadieron a la madre que revivió el peor de los momentos de su vida, ese en el que los médicos le dijeron que Camila había muerto. "El médico que la atendió en terapia intensiva nos dijo que para ellos la causa de la muerte fue el Hantavirus y nos pidió que cuando la veláramos no abriéramos el cajón porque no se sabía qué clase de virus era", relató Erika agregando que aceptaron la recomendación con su ex esposo René -están separados desde hace varios años pero tienen una buena relación-; y a su vez remarcó que en ningún momento les recomendaron que utilizaran barbijos o que tuvieran cuidados especiales ante la posibilidad de contagio entre personas.

Confirmación, desidia y falta de aislamiento

A Erika le costó precisar el día en que los médicos de Esquel le confirmaron que Camila había fallecido a consecuencia del Hanta. Cree que fue "el 5 o 6 de diciembre" cuando fueron con el papá y los abuelos, "una tardecita" al Hospital para ver los resultados de los análisis del Malbrán.

"A nosotros nos mostraron un informe por WhatsApp del Malbrán que confirmaba que era Hanta positivo, pero como uno no entiende tiene que creer, nunca vimos el papel, vimos una foto en el celular", explicó Erika en medio de una "sensación" que la invade y la llena de "dudas" sobre la verdadera causal de la muerta de su hija.

"Nunca estuvimos en aislamiento" aseguró sorpresivamente Erika, ni ella, ni sus hijos, ni su ex marido, ni ninguno de los demás miembros de la familia que habían tenido contacto con Camila estuvieron en el aislamiento obligatorio que impuso el Ministerio de Salud de Chubut; lo que a priori parece una enorme incongruencia ya que la adolescente fue la primera víctima fatal del Hanta, más

allá de que no queda claro en los partes oficiales como ha sido catalogado su fallecimiento por las autoridades sanitarias.

Ante el asombro se le consultó específicamente si nunca los habían obligado al aislamiento, y la respuesta fue nuevamente la misma, "no, nunca". "Cuando empezamos a ver en la tele las noticias nosotros comenzamos a quedarnos en casa, casi no salíamos ni para hacer las compras", casi sin saber que era lo correcto, ya que se habían auto-aislado sin recibir instrucción alguna de los responsables del ministerio de Salud.

Afortunadamente ninguno de los integrantes de la familia se contagió de Camila, a pesar de haber estado en contacto estrecho con la jovencita infectada. Como mínimo, la situación resulta un gravísimo descuido por parte de los funcionarios de Salud, y echa un manto sospechas e incongruencias sobre lo sucedido con el caso Camila en el brote de Hanta.

La claridad para explicar parte del accionar sanitario la puso la propia mamá de la adolescente, quien recordó que "ellos (por los médicos) y el doctor Jorge Elías -Jefe del Área Programática Esquel- siempre nos negaron rotundamente desde un principio el contagio entre personas, jamás nos dijeron que podía llegar a ser así y que iban a tomar ciertas medidas de prevención". Remarcó que en la escuela de Camila se hablaba del tema porque hubo tres chicos que habían contraído la enfermedad en el mismo establecimiento educativo.

Para profundizar las falencias y las desidias, Erika sostuvo que "nunca se nos acercaron para ver cómo estábamos o darnos más respuestas de lo sucedido, una sola vez vinieron desde el Municipio a preguntarnos si necesitábamos una ayuda económica; pero les dije que no y que lo que necesitaba eran explicaciones", y agregó que les habían prometido ayuda psicológica para ella y sus dos hijos pero que nunca la visitaron en su casa ni supo más sobre el cumplimiento de la asistencia comprometida ante la tragedia familiar.

Camila Troncoso tenía 14 años, había pasado a tercer año del secundario, era estudiosa y solidaria, le gustaba escribir cuentos que cruzaban realidad y fantasía, planeaba una gran fiesta de 15 con más de 200 invitados porque tenía muchos amigos y conocidos en Epuyén y toda la provincia.

Camila falleció. Su muerte habría sido provocada por el Hantavirus, al igual que otras 10. Su madre y su familia necesitan respuestas. También las necesitan los demás habitantes de la región que vienen padeciendo el peor brote histórico de la enfermedad.

Las autoridades deberán dar respuestas y dar algo de sí para que no queden más Camilas en el camino, con sus sueños truncos y sus familias destrozadas. La vida humana tiene un valor que no se puede medir en dinero ni en votos. La prevención, la cura y el accionar frente a estas crisis es responsabilidad del Estado en todos sus estamentos. La palabra la tienen las autoridades sanitarias y políticas, que permanecen mudas.