Política

Dividir sin reinar: en el Valle pelean por la pesca; Comodoro se mueve como una provincia aparte

En los primeros 45 días de su segundo mandato, Mariano Arcioni dejó al descubierto varios aspectos de la idiosincrasia provincial. Por un lado, su autosuficiencia generó evidentes divisiones políticas, pero también acentuó la grieta entre las ciudades del Valle. Su falta de influencia en el sur de Chubut hizo que se recreara un estado de situación que había quedado en los libros de historia: la época en que Comodoro, Rada Tilly y Caleta Olivia integraron juntas la Gobernación Militar.

Desde que Mario Das Neves lo ungió como compañero de fórmula en 2015, Arcioni se convirtió en eje de polémicas y divisiones. Primero fueron algunos integrantes de Chubut Somos Todos los que se permitieron dudar de sus capacidades, pero lo expresaron por lo bajo porque la palabra del líder era ley. Ya en la campaña era evidente que Víctor Cisterna y Alejandro Pagani, por ejemplo, iban para otro lado.

Cuando comenzaron a manifestarse las prolongadas ausencias de Das Neves por problemas de salud, no pocos directamente ignoraron al vicegobernador, quien mucho problema no se hizo y comenzó a armar su gobierno en las sombras, con epicentro en Comodoro y con el consejo experto de un político acostumbrado al aroma del poder, como Fortunato Rafael Cambareri.

Al llegar el día de su asunción, Arcioni provocó reacciones disímiles entre quienes tenían poder de decisión en ciudades y ámbitos judiciales. Las purgas de marzo y mayo de 2018 le fueron sumando seguidores entre aquellos que hasta entonces no lo veían como el mejor heredero, pero que eran conscientes de que prácticamente no existía una figura convocante que no despertara resquemores. Ricardo Sastre fue uno de éstos.

Hace poco más de un año el gobernador comenzó a generar divisiones entre el peronismo de Chubut, que resulta bastante peculiar y con una notoria ausencia de un liderazgo fuerte. Por eso algunos se quedaron y otros fijaron domicilio con Arcioni antes de la elección provincial.

Cómo encasillar al escribano se volvería luego una cuestión nacional de la que no estuvo exento el gobierno de Mauricio Macri, que lo creyó un aliado aún después de su triunfo del 9 de junio.

A partir de entonces se volvería definitivamente un interrogante para el Frente de Todos, al menos durante la campaña que depositaría a Alberto Fernández en la Casa Rosada. Desde el 10 de diciembre allí tienen claro que Arcioni no es el clásico político que acumuló experiencia como militante, sea barrial, sindical o político. Ni siquiera como administrador de consorcio.

El chubutense no debate; manda. No convence persuadiendo. Quiere imponer ordenando, como si estuviera al mando de una institución castrense. Esto parece asimilado por la mayoría de la sociedad, que tal vez apreció apreció con más claridad lo que representaba Arcioni: la no política.

La explicación ni en el dorso

En lo que va del siglo -sobre todo después de 2011- se hizo más presente que nunca en Chubut la división norte-sur, el Valle vs. Comodoro; algo atenuada cuando Das Neves llegó por tercera vez al gobierno. Si durante sus dos primeras gestiones fueron los del sur los que se sintieron marginados, en el gobierno de Martín Buzzi -con Néstor Di Pierro como intendente de la ciudad petrolera- les tocó a los del Valle la humillación de escuchar que "solo sirven para plantar papas; no producen nada".

Hasta el año pasado el impacto era parejo para todos y venía desde Nación, a partir de las medidas que adoptó Macri que dolieron más en Trelew y Rawson que en el sur; donde siempre hay pozos que dan petróleo.

La verdadera prueba para todos se inició hace 45 días, cuando reasumió Arcioni con un gobierno nacional que hace política y tiene metas distintas a las del anterior, que únicamente apostaba a la deuda.

El gobernador ya había conseguido que se dividieran en su partido y en su coalición -cuando designó a dedo a Máximo Pérez Catán precandidato a diputado nacional-, como también entre los peronistas vernáculos, donde hubo quienes jamás le dejaron un margen de duda -Carlos Linares-, mientras otros optaban por desensillar hasta que aclare -Juan Pablo Luque-. No faltaron los que corrieron a sus brazos, como José María Grazzini, el mismo que se resistía al desdoblamiento electoral y ahora es vocero del ajuste a los empleados públicos.

Divide sin reinar

Desde hace dos semanas, Arcioni consiguió algo impensado: provocar la disputa entre ciudades del Valle y también entre los opositores macristas. Todo por la pesca. Primero fue el frustrado proyecto de crear una empresa provincial que se dedique a la actividad -asociada con capitales privados- y luego los cambios en la actual ley que le permitirían conceder extraños "permisos solidarios" y aumentar gravámenes en puertos.

Rawson lo celebró; Madryn explotó. Mientras el secretario del área, Adrián Awstin, estuvo a punto de dar el portazo cuando se enteró por los medios de los cambios que se proyectaban con la empresa propia que no fue, uno de los pocos aliados que le quedaban al gobernador, el intendente Gustavo Sastre, convocaba a diputados propios y ajenos pero oriundos de Madryn, para analizar cómo impactarían en esa ciudad los cambios pensados.

"El sector pesquero tiene una enorme deuda con Chubut y con los municipios que tienen puerto, particularmente con Rawson", dijo Manuel Pagliaroni, de Juntos por el Cambio, alianza con la que ganó ese municipio Damián Biss; quien debe hacerse cargo de la pesada herencia que le dejó Rossana Artero, hoy diputada provincial por Chubut al Frente.

Para Pagliaroni, "hoy la discriminada y gran perjudicada es Rawson porque tiene muchísimo dinero para cobrar y la Provincia no se encarga de que se cobre".

Mientras Awstin ya no habla porque no quiere desagradar ni a su empleador directo ni al lobby de la pesca, el encargado de defender la posición oficial es el flamante subsecretario, Gabriel Aguilar, quien asegura que "se ha consensuado con la mayoría de los sectores de la Pesca y lejos de desfavorecer a algún sector, los favorece".

El funcionario sostiene que "los barcos o la flota que está trabajando en el puerto de Madryn no son de acá; son en su mayoría de Mar del Plata".

Gustavo Sastre se paró de manos rápidamente y no dudó en enfrentar la iniciativa de Arcioni. "No estamos hablando de una repartición equitativa para todas las ciudades. Le están quitando a localidades como Madryn para darles a otras. Y no solo no recibimos los mismos beneficios, sino que -además- tenemos más imposiciones", dijo el mellizo del vicegobernador.

El jefe comunal convocó enseguida a sus diputados y también a los que -sin ser oficialistas- residen en Puerto Madryn. Entre ellos está Antonio Sebastián López, de Juntos por el Cambio, que queda así en la vereda de enfrente de Pagliaroni, su compañero de bancada. La tercera integrante del macrismo legislativo, María Andrea Aguilera, nada dice al respecto. Claro que ella reside en Rada Tilly, donde la pesca es deportiva.

El nuevo eje

En el sur de Chubut hacía rato que no se vivía tal estado de libertad política. Al estar al margen de la convulsión socio-económica que se respira a diario en el Valle, resulta posible hacer política autónomamente. Y el intendente de Comodoro no deja pasar la oportunidad.

Apenas asumió, Juan Pablo Luque comenzó a tejer la unidad regional con los municipios del norte santacruceño cuya economía base es el petróleo. Por eso se produjo aquella reunión con Fernando Cotillo (Caleta Olivia); Osvaldo Maimo (Pico Truncado) y José María Carambia (Las Heras).

La semana pasada hubo otra cumbre simbólica, esta vez en el puesto limítrofe que divide a Chubut de Santa Cruz, sumando al intendente de Rada Tilly, Luis Emilio Juncos, quien hasta 2015 era el único radical que gobernaba un municipio en esta provincia. Si su figura no se proyectó tal vez haya sido porque su adhesión al PRO fue con reservas, sin el entusiasmo de Alberto Gustavo Menna, por ejemplo.

En el puesto Ramón Santos los tres intendentes formularon un llamado público al gobierno nacional para que concluya la obra de la autovía que une a Comodoro con Caleta Olivia. Los trabajos se hicieron a cuentagotas durante el kirchnerismo y el macrismo encontró en la figura de Lázaro Báez la excusa perfecta para no avanzar ni un ápice al respecto.

Un día más tarde, el trío visitó la planta de tratamiento de residuos de Comodoro. "Es importante seguir con una agenda vinculada al medio ambiente, integral y cercana a cada localidad de la Cuenca del Golfo San Jorge", dijo entonces Luque.

Fue otro gesto de unidad entre municipios que atraviesan problemáticas similares. Muy pocas veces se vio algo parecido en el pasado reciente, más allá de aquella simbólica reunión de los gobernadores Néstor Kirchner y Carlos Maestro; pensada para distender en un momento crítico de la actividad petrolera cuando sindicatos santacruceños querían impedirles el paso a trabajadores comodorenses.

En estos días resulta interesante repasar un poco la historia regional y estudiar qué ocurría antes de 1955, cuando Chubut aún no era provincia y el sur estaba unido en un solo gobierno que representaba problemas y objetivos comunes.