Petróleo

La tercera guerra mundial por el petróleo: ¿la psicosis por el coronavirus y la baja del crudo afectarán a Chubut?

La psicosis mundial desatada a partir del lunes por la baja del precio internacional del petróleo no tiene sustento racional. No se trata del precio más bajo en los últimos 30 años ni tampoco el primer descenso brusco del valor del crudo. Más allá del impacto del coronavirus en la economía de China, en realidad la caída del petróleo es otro round más en la disputa mundial de las superpotencias para manejar el precio del crudo y bajar los costos de la producción globalizada. En Chubut y la Cuenca no deberían producirse ni bajas en la producción ni caídas en las inversiones, aunque sí podrían verse afectados los ingresos por regalías petroleras. Un poco de historia para entender el desarrollo de la sigilosa y financieramente alterada Tercera Guerra Mundial por el control del precio del petróleo.

No hay tormenta perfecta ni se justifican los desplomes de las Bolsas en el mundo por la baja del petróleo Brent a 35,7 dólares por barril. Se trata de una nueva pelea entre los principales productores de crudo como parte de lo que podría denominarse la Tercera Guerra Mundial para dominar el planeta y su principal mecanismo de producción como es el petróleo.

Todo parece una gran tragedia sobreactuada, especialmente impulsada por los mercados y los medios de comunicación en lo que podría transformarse en un desinfle de la burbuja financiera. El "lunes negro" que derrumbó las bolsas del mundo parece estar sustentado en la baja del precio del crudo, que decreció 30% en dos días. Parece que se hubiesen abierto las puertas del Apocalipsis.

Las grandes potencias mundiales y los máximos países productores de petróleo en el mundo juegan una ruleta financiera y económica para disputarse el control del precio internacional del crudo. Quien controla el precio del petróleo en el planeta maneja el principal costo de producción mundial y el epicentro de la matriz productiva planetaria. Evidentemente, ésa es la disputa de fondo que se viene profundizando.

La psicosis por el coronavirus y el derrumbe de las Bolsas tienen un punto de contacto, pero para nada deberían haber generado la crisis actual. Ni la economía mundial está a punto de quebrar, ni China dejará de ser -al menos por ahora- el principal productor mundial de mercancías. Ni la enfermedad infectocontagiosa arrasará con la humanidad, ni las disputas al interior de la OPEP+, entre Arabia Saudita y Rusia, harán estallar por los aires al mercado petrolero.

Factores históricos

Se conjugaron múltiples factores, que de manera desigual y combinada generaron este "lunes negro" que se le adjudica a la baja del crudo y al coronavirus. El primer factor indispensable a considerar es la disputa mundial por el control del precio del petróleo. Esa reyerta se viene dando desde 1973 cuando se conformó la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) y los países árabes tomaron el control del precio internacional del crudo; rompiendo por primera vez en la historia el valor que jamás había superado los 3 dólares por barril.

La guerra de Yom Kippur primero -entre países árabes liderados por Egipto y Siria contra Israel- en 1973 y la revolución iraní de 1979 fueron los dos momentos históricos en que se rompió el equilibrio del precio mundial del crudo, disparándose a niveles insospechados en la década del '70 del siglo pasado.

Con la Segunda Guerra Mundial finalizada y el reparto del mundo entre los aliados triunfadores, la aparición de un tercer eje decisorio hizo estallar por los aires la armonía mundial en cuanto a la principal materia prima para la fabricación de mercancías. Para 1980 el crudo ya valía 35 dólares y había multiplicado su valor por diez.

El que controlara el precio del crudo intervendría en buena parte de la economía internacional y en sus costos de producción. Así se desató silenciosa -aunque no tan sigilosamente- la Tercera Guerra Mundial. Las batallas convencionales fueron decreciendo en su intensidad, pero con el paso de los años se reconvirtieron en invasiones armadas, ataques teledirigidos o atentados terroristas; muchos de los cuales tuvieron como único objetivo conseguir controlar el precio del petróleo.

De la guerra convencional a la batalla de mercado

Estados Unidos -como principal potencia mundial- intentó en varias oportunidades, y tras la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) dominar a los países petroleros de Medio Oriente a través de la fuerza. Eso fue lo que sucedió específicamente con las guerras e invasiones a Irak en 1990 y 2003, ambas lideradas por el clan de los Bush (padre e hijo).

Estados Unidos no pudo obtener triunfos en esas embestidas contra la principal región petrolera del planeta y su fracaso por controlarla con sus enormes reservas de crudo y gas le impidieron transformarse en el amo y señor del petróleo; obligándolo a desarrollar una estrategia diferente.

La disputa ya no sería enviando marines al otro lado del mundo, muchos de los cuales regresaban en ataúdes, sino que reconvertiría en el intento del control del precio internacional a través de la técnica del fracking para transformarse en una de las principales potencias petroleras del planeta.

Así como los Bush serán recordados en la historia reciente por su belicosidad invasora, Barack Obama -sin quedarse atrás en la faz bélica- quedará en la historia petrolera mundial como el que hizo a Estados Unidos potencia mundial para competir e incidir fuertemente en el precio del crudo aprovechando los yacimientos no convencionales de Texas.

Obama supo combinar dos factores fundamentales en medio del estallido de la crisis mundial de la burbuja financiera de 2008 y 2009, ya que aprovechó la disparada del precio del crudo por encima de los 100 dólares para desarrollar a toda velocidad la técnica del fracking que es mucho más costosa que la convencional. Con un barril por las nubes hizo rentables esas inversiones de las compañías petroleras.

Una tarea negra

El primer presidente afroamericano de la historia estadounidense estaba llevando adelante en el nuevo siglo la otra fase de la guerra por el petróleo. El mundo se desplomaba con la segunda recesión más importante de la era moderna y Estados Unidos se preparaba para desarrollar el fracking y mantener en la mira los yacimientos en otros países; como el caso de Vaca Muerta en Argentina.

La conexión de recesión mundial con petróleo caro inmovilizó a la OPEP, mientras Estados Unidos arrasaba con el fracking. Para cuando el mundo árabe pudo reaccionar salió en la búsqueda del control del precio del crudo; ahora ya con un aliado impensado como Rusia, con el que dio origen a la OPEP+.

La OPEP, aunque debilitada y con un socio como Venezuela casi desaparecido del concierto petrolero mundial, sigue siendo el conglomerado de los mayores países productores de crudo en el planeta y tiene poder de fuego para poder controlar el precio internacional aunque enfrente tenga un enemigo poderoso como Estados Unidos -que ahora se autoabastece gracias al fracking-; y sumó un aliado poco convencional como Rusia -que tiene sus propias ansias y estrategias de poder en el concierto internacional-.

Esta Tercera Guerra Mundial no tiene plazo de inicio y tampoco de finalización. Es una disputa constante que por momentos se recalienta, ingresa en fase militarmente destructiva, vuelve al terreno de los mercados financieros; pero siempre tiene impacto en la vida cotidiana de la humanidad.

Coronavirus, recesión y estrategia del caos

La economía mundial funciona y seguirá funcionando a petróleo y sus derivados. Inclusive buena parte se abastece de carbón, aunque mucho se habla de las energías limpias y renovables. El 84,7% de la energía consumida en el planeta es aportada por el petróleo, el gas y el carbón.

Los datos estadísticos de British Petroleum para 2018 demuestran que la matriz energética mundial está compuesta por 33,6% surgido del crudo; 23,9% del gas y 27,2% del carbón. Así se alcanza el 84,7% del origen de la energía consumida en el planeta. Las renovables aportan apenas el 4%, la nuclear el 4,4% y la hidroeléctrica el 6,8% restante.

El mundo seguirá funcionando a combustibles fósiles por mucho tiempo y el recambio de la matriz energética planetaria demandará no menos de un siglo. Hay que pensar que deberían dejarse de usar todos los medios de transporte, producción y generación energética actuales y readecuarlos a las renovables. El cambio de la matriz productiva y energética mundial es un plan a muy largo plazo y casi ilusorio en lo inmediatez de lo práctico.

La factoría del mundo hoy padece con el coronavirus una parálisis significativa, aunque no puede dimensionarse a futuro los alcances recesivos. Pero el impacto sobre China volvió a agitar el tablero petrolero mundial, porque una recesión asiática impactaría en el concierto internacional.

La baja del consumo y los niveles de producción mundiales harían retroceder el precio del crudo por su menor demanda y por eso los árabes quisieron recortar la cuota de petróleo volcado al mundo para de esa manera sostener los precios lo más altos posible.

Arabia Saudita intentó en las últimas semanas equilibrar dicha recortando la cuota productiva de la OPEP+ para equilibrar el precio internacional; pero el circunstancial aliado en que se ha convertido Rusia se negó.

La negativa rusa hizo que los saudíes optaran por una estrategia diferente y generaron el caos. Inundaron el mundo con una sobreoferta de crudo para que el precio se desplome al ritmo de la crisis China generada por el coronavirus; aunque en paralelo sufriría también los impactos de los precios a la baja, pero tiene espaldas para bancárselo.

Esa disputa entre aliados hizo que junto a las proyecciones de recesión se conjugaran para la baja del 31% en el precio del crudo y el devastador, o no tanto, efecto sobre las bolsas mundiales; aunque se trata de la mayor baja desde enero de 1991 y la menor cotización desde febrero de 2016.

Los precios altos o los bajos ponen a la OPEP contra las cuerdas. Si bajan mucho se achican los ingresos -aunque sus bajos costos de producción le permiten una guerra de precios prolongada- y si suben demasiado habilitan a Estados Unidos para seguir desarrollando el fracking.

Con la sumatoria de Rusia como un aliado belicoso, los países productores esencialmente de Medio Oriente quedan entrampados y con menores márgenes de maniobra para disputarse a tres bandas el precio del crudo.

Esa batalla por el mercado es que la que se sigue desarrollando cotidianamente y en ocasiones cualquier movimiento del cubilete hace que los dados caigan y crujan los mercados, los económicos y los petroleros.

¿Impacto negativo en la producción de Chubut?

Los temores por la baja del crudo ya encendieron las alarmas en las provincias productoras de petróleo, especialmente en Neuquén donde se pone inviable Vaca Muerta con precios tan bajos.

En Chubut también podrían generarse sacudones, aunque al parecer y con tanta rapidez no se justifica hablar de una "tormenta perfecta" para una provincia hundida en una crisis que tiene otros orígenes.

Se presagia con liviandad que los ritmos productivos y las inversiones petroleras en los yacimientos chubutenses bajarían notablemente; nada de esto debería suceder. Primero porque con un barril de petróleo a 35 dólares el crudo Escalante sigue siendo rentable y no habría motivos para que se achiquen los ritmos de producción o se recorten inversiones en Chubut.

Los datos cotejados por El Extremo Sur demuestran con contundencia como las variaciones en los precios del crudo no tienen vínculos tan estrechos con la producción en la provincia y la Cuenca del Golfo San Jorge.

En el año 2000 Chubut produjo anualmente 40 millones de barriles con un precio internacional de 30 dólares por barril en su cotización WTI, mientras que el petróleo Escalante estaba a 27 dólares.

En 1997 se extrajeron 41,8 millones de barriles con un precio internacional de 16,9 dólares por barril y el Escalante cotizó al mismo precio; mientras que en el 2004 se produjeron 57,6 millones de barriles a un precio internacional de 41,4 dólares, con un Escalante que cotizaba a 30,1 dólares.

Hoy el precio internacional bajó a 35 dólares el Brent y 30 dólares el WTI, por lo que a priori no habría justificación alguna para preanunciar una "tormenta perfecta" que haga caer la producción y los planes de inversión de las petroleras en Chubut.

El crudo estaría inclusive en los valores de 2004 y la producción del año pasado en la provincia fue de apenas 54,7 millones de barriles; es decir que ya se encontraba 3 millones de barriles abajo en el 2019 cuando el Escalante cotizó a 56,1 dólares.

El precio histórico del crudo Escalante más parecido al actual se reflejó en el año 2005 cuando cotizó a 37,7 dólares por barril y la producción petrolera de Chubut en ese año fue de 58 millones de barriles anuales; cifra más elevada que el año pasado.

La crisis mundial generada por el coronavirus y la disputa de la Arabia Saudita con Rusia podrán hacer decrecer el precio internacional en una psicosis sobreactuada, pero no deberían mover ni un ápice los ritmos productivos y las inversiones en Chubut y la Cuenca.

El gráfico muestra claramente que si se toma como punto de partida 1993, luego de la privatización de YPF producida por el menemismo en 1992, el ritmo productivo del petróleo chubutense y el nacional no siguen simétricamente las oscilaciones alcistas y decrecientes de los precios del crudo WTI y del Escalante.

Los niveles de producción son notoriamente inferiores a las variaciones del precio del crudo y tienen fluctuaciones menores, en especial desde 2001 y 2002 cuando las cuatro variables casi se unieron para luego disociarse de manera muy marcada. Por lo tanto, no se justificarían bajas significativas en la extracción de crudo en Chubut.

Efecto regalías y el rol de las petroleras

Las proyecciones en el terreno de las regalías petroleras sí podrían afectar los ingresos en las cuentas públicas de Chubut, aunque para que eso suceda el precio internacional debería mantenerse bajo durante el resto del año y rondando los valores que van de 30 a 35 dólares que desataron el "lunes negro".

A priori sólo se han suscitado dos días de baja abrupta, pero no se puede perder de vista que el crudo Escalante cotizó en 2019 a 56,1 dólares por barril marcando un precio altamente rentable de la provincia y la Cuenca.

Ese precio del petróleo, sumado a la devaluación del año pasado, hizo que Chubut recaude cerca de 18.400 millones de pesos, sobre la base de regalías que rondaron los 367,8 millones de dólares.

Una caída constante y perdurable de los precios internacionales sí afectaría la recaudación provincial por regalías, aunque por ahora ese panorama es completamente incierto aunque no improbable.

En el Presupuesto 2020 el gobierno de Chubut proyectó ingresos por regalías que rondarían al finalizar el año los 25.500 millones de pesos; una suma que resulta un 38% superior a los ingresos recaudados por este concepto en 2019, bajo la proyección de un barril a 62 dólares y un tipo de cambio en 87 pesos.

Si el precio del crudo se mantiene a la baja y esa reducción se extiende durante todo el año, Chubut podría ver reducirse considerablemente sus regalías. En paralelo debería iniciar un plan de contingencia con las operadoras petroleras para que incrementen los ritmos de producción y así sostener los ingresos por regalías.

La ecuación de que a menor precio internacional se reduce la extracción de crudo no es una variable constatable en Chubut. Por el contrario, existieron ciclos históricos recientes que muestran una tendencia oscilante y que en ocasiones fue inversa.

Con precios del Escalante en 66 dólares por barril durante 2006 y de 61,6 dólares en 2009 la provincia alcanzó sus picos históricos de producción de crudo con 60,3 y 60,5 millones de barriles anuales respectivamente.

Con un Escalante a 77,6 dólares en 2012 -el precio más elevado de los últimos 15 años- la extracción de crudo descendió a 55,6 millones de barriles; inclusive en 2017 el valor del Escalante bajó considerablemente a 50,9 dólares y la producción de descendió a 51,1 millones de barriles.

Un Estado en crisis como el chubutense muy difícilmente vaya a poder elaborar un plan productivo del recurso natural del que es dueño y que concesiona al capital privado para su explotación. Frente al panorama mundial no queda otra alternativa que compensar la extensa baja de los precios del crudo con mayor cantidad de extracción petrolera.

Las operadoras que han logrado hacerse de grandes rentabilidades gracias a los recursos hidrocarburíferos de Chubut deberían compensar a la provincia con el sostenimiento de los puestos de trabajo y la ampliación de sus inversiones para producir mayor cantidad de petróleo chubutense. Claro que para eso ocurra hace falta decisión política y firmeza en las determinaciones gubernamentales.

Ambas alternativas parecen muy lejanas de concretarse, tanto por la debilidad del gobierno de Mariano Arcioni como por la búsqueda de la maximización de renta en el sector empresario.