Solidaridad de cercanía, una clave para ser más humanos y enfrentar la pandemiaLa cuarentena por el coronavirus dispara también las más humanas y loables acciones de solidaridad de cercanía. Muchos vecinos de casas y edificios, en todo el país se han ofrecido para ayudar a los adultos mayores para salir a hacer sus compras o ayudarles en medio del aislamiento obligatorio.
El ingenio solidario se agudizó en los últimos días y con la perspectiva de la extensión en el tiempo del aislamiento obligatorio por la pandemia de coronavirus. Tal como dijo el psicólogo comodorense Sebastián Núñez, "Lo único que nos va a salvar es la solidaridad con el otro".
Comenzaron a replicarse los mensajes micro solidarios entre vecinos de barrios y edificios en muchos puntos del país. El ofrecimiento central es para hacer las compras a los adultos mayores que conforman la población de mayor riesgo frente al COVID-19.
Cartelitos pegados junto a los ascensores, a las escaleras o en las puertas de los edificios ofrecen un mano solidaria frente a un mundo capitalista deshumanizado, donde el valor de lo comercializable quedó doblegado por el valor de la ayuda en comunidad. El "gracias" dado por una mujer mayor que ni siquiera se animó a pedir la compra ofrecida no tiene valor, es parte del intercambio de la esencia de la especia humana.
La cuarentena por el coronavirus dispara también las más humanas y loables acciones de solidaridad de cercanía. Muchos vecinos de casas y edificios, en todo el país se han ofrecido para ayudar a los adultos mayores para salir a hacer sus compras o ayudarles en medio del aislamiento obligatorio.
El ingenio solidario se agudizó en los últimos días y con la perspectiva de la extensión en el tiempo del aislamiento obligatorio por la pandemia de coronavirus. Tal como dijo el psicólogo comodorense Sebastián Núñez, "Lo único que nos va a salvar es la solidaridad con el otro".
Comenzaron a replicarse los mensajes micro solidarios entre vecinos de barrios y edificios en muchos puntos del país. El ofrecimiento central es para hacer las compras a los adultos mayores que conforman la población de mayor riesgo frente al COVID-19.
Cartelitos pegados junto a los ascensores, a las escaleras o en las puertas de los edificios ofrecen un mano solidaria frente a un mundo capitalista deshumanizado, donde el valor de lo comercializable quedó doblegado por el valor de la ayuda en comunidad. El "gracias" dado por una mujer mayor que ni siquiera se animó a pedir la compra ofrecida no tiene valor, es parte del intercambio de la esencia de la especia humana.
