Política

La odisea de los "giles": la pandemia permite a Arcioni disciplinar a los estatales, silenciados y fuera de la calle

Por Andrea Castro.

La pandemia del COVID-19 terminó por facilitar la única estrategia del gobierno provincial de Chubut, destinada a apagar todas las manifestaciones de los estatales. Los trabajadores habían ganado la calle en reclamo de sus salarios impagos y amagaban con movilizaciones crecientes y fuerte presión sobre los dirigentes progubernamentales, pero la paralización obligada del país terminó por confinarlos en sus casas; sin ahorros ni sueldos al día.

El DNU presidencial que obliga a la cuarentena -se prolongará seguramente hasta el 12 de abril y probablemente se extienda luego hasta fines de ese mes- permitió que el ministro de Seguridad volviera a ocupar el centro de la escena con grandilocuentes controles y asumiendo prácticamente el monopolio de la palabra oficial. Massoni goza sin disimulo de esta suerte de vacío enunciativo que le permite hacer y decir sin más límite que el de su propia capacidad.

En las últimas horas se conocieron excepciones que el ministro concedió a algunos "privilegiados" que no están cubiertos por el "peso de la ley". El primero fue el mediático Marcelo Tinelli, quien aprovechó para "pasar la cuarentena" en su propiedad de la cordillera. Otro caso de última hora fue el arribo en avión de la hija del polémico empresario Aidar Bestene, siempre vinculado al poder dasnevista y expropietario del diario Jornada.

La estrategia del gobierno provincial no es sofisticada sino básica. Consiste exclusivamente en mantener y endurecer el resguardo en la cuarentena para que este "silencio absoluto" le permita ganar tiempo para tratar de suavizar la dureza de los conflictos sociales. Es cierto que cuenta con la colaboración de algunos sindicalistas, que parecieran ser aliados de hecho del propio Arcioni; como sucede con Goodman de ATECh y Quiroga en ATE.

Oposición en modo silencioso

La oposición, dentro y fuera del justicialismo, entró estado de mudez absoluta. Los terribles acontecimientos que viene sufriendo la provincia no resultan suficientes para mover a los opositores, que prefieren el silencio y el ocultamiento.

Existe un reclamo social que no fue recogido por la oposición, ya sea por intereses que rozan la complicidad o por propia impericia política. Lo cierto es que muchos chubutenses, especialmente estatales, sienten una soledad absoluta frente a un Estado que viene mintiéndoles de manera escandalosa.

Cuando muchos pensaban que el pago escalonado era la última ondulación del precinto, se demostró que la soga del ahorcado que aplica el gobierno al bolsillo y la salud de los estatales llegará a extremos inhumanos.

Ante este panorama que ya agotó todo adjetivo, la clase política y sindical las corporaciones mediáticas no tienen voluntad para visibilizar el estado de catástrofe que está sufriendo la provincia. La cabeza institucional del poder, Mariano Arcioni, advirtió sin vergüenza que la situación empeorará.

Furia social y resignación

En el cuento "La casa de Asterión", Borges reescribe genialmente la historia del Minotauro -esa figura mítica con cuerpo de hombre y cabeza de toro- pero la diferencia de la mitología griega, que lo muestra furioso y temible. Borges "desnuda" al Minotauro con una confesión de sus miedos y debilidades. A ese monstruo resignado por su condición se contrapone Teseo, su redentor.

Ese cuento es una de las mejores metáforas posibles de la sociedad chubutense, que fue paulatinamente apagando su furia y resignándose ante la impericia estatal. Disfrazada de gobernabilidad democrática, la gestión iniciada en diciembre fue aplastando progresivamente los derechos y garantías a partir de cuestiones tan básicas como su condición laboral.

Borges termina el cuento con una frase de Teseo: "podrás creerlo, Ariadna, el Minotauro apenas se defendió".

Tres poderes en desequilibrio

No llama la atención que el Poder Legislativo esté condicionado por el Ejecutivo, siempre hablando en términos provinciales. Lo que sí llama la atención es la pasividad del Poder Judicial, cuyo accionar está limitado hasta ahora a meros reclamos mediáticos.

La justicia de Chubut, cuyos trabajadores están sufriendo los mismos avasallamientos de derechos y garantías laborales, se muestra absolutamente funcional ante un Poder Ejecutivo provincial que constantemente camina fuera de la ley o en sus dudosos límites.

En términos simbólicos, la ausencia del "poder" que podría ejercer la justicia para sopesar las injusticias que están sufriendo los empleados estatales -para no denominarlas recurrentes delitos contra la propiedad- agrega un plus recargado al desamparo que observa la sociedad.

Qué sentir en términos de "ánimo social" cuando se observa la absoluta inacción de la justicia, siendo esta es el último reducto de salvaguarda de los derechos de los ciudadanos en un sistema democrático.

Salvo que se considere a la emergencia financiera como excusa para poner entre paréntesis los derechos y obligaciones de las partes en conflicto; es decir de los empleados estatales y el poder político.

Pueden enumerarse numerosos casos de incumplimiento de obligaciones por parte del Estado, No paga salarios en tiempo y forma, efectúa pagos selectivos, desconoce las cláusulas de aumento que el propio gobierno acordó y pauperiza las condiciones laborales: solo por citar algunas.

Es el propio Estado -bajo la ejecución del gobierno de Arcioni- quien se muestra como el Leviatán de sus propios empleados. Y es la justicia quien debiera intervenir ante esta situación de caos y de abandono en términos jurídicos, laborales y humanos.

El futuro ya llegó

Los conceptos básicos de Michel Foucault aplican perfectamente para la situación de Chubut, cuya sociedad aparece arrinconada por los dispositivos de poder, atravesada por la anatomo-política y la biopolítica, abandonada por el gobierno nacional, desestimada por la corporación política y atormentada por el precio del crudo -principal ingreso en las arcas provinciales-.

Es una bomba de tiempo que ya estalló, aunque el gobierno provincial siga pensando que se trata de un capricho y esta brutal emergencia sanitaria le permita disimularla. Aristóteles decía que la única verdad era la realidad. Lo que nunca imaginó el filósofo griego es que un gobierno de una lejana provincia podría vivir en una realidad paralela, diferente a la que percibe el resto de sus habitantes.